Search Results for Santiago González-Varas

These are the search results for: Santiago González-Varas
septiembre 20th, 2018 by lasvoces

Redacción (Santiago González-Varas) – Como bien sabrá el lector, a través de la aprobación, el martes de esta misma semana, de una ley sobre género y poder judicial se quiere aprovechar para modificar la Ley de Estabilidad Presupuestaria y sacar adelante la proposición de ley de los Presupuestos Generales del año próximo, usando triquiñuelas. Se argumenta que el Tribunal Constitucional en ocasiones ha permitido que a través de la aprobación de una ley se reforme otra de contenido absolutamente distinto de aquella otra. Barcelona (España), jueves 20 de septiembre de 2018. Fotografía: MADRID (ESPAÑA), 09.07.2018. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE), y el independentista de la Generalidad de Cataluña, Quim Torra, reunidos en el Palacio de La Moncloa, en el primer encuentro que ambos mantienen en busca de la distensión y normalización de unas relaciones muy deterioradas entre ambas administraciones, aunque ambos asumen que no hay expectativa de acuerdos. Efe

Ahora bien, en mi opinión, hay límites, ya que ello no puede ser así cuando se incurre en fraude de ley o se aprovechan ciertos procedimientos para eludir otros, sobre todo tratándose de un tema tan esencial como es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, ya que no se trata de reformar leyes aprovechando la ley de Presupuestos, sino de lo contrario, es decir, promulgar una ley para aprobar los presupuestos.

Y, al margen de esto, lo que a mí personalmente más me preocupa no es tanto esto, como un posible adelanto de una posible técnica o forma de actuar que podría arraigar o extenderse en un futuro cercano: considerando que el Derecho es por esencia interpretable, y el Derecho público especialmente, podríamos entrar en una espiral de reformas a través de forzar el ordenamiento jurídico a fin de pretender fines políticos. Si se avanza por esta senda, lo peligroso es el resultado al que podría llegarse.

De momento, lo que puede afirmarse es que ésta es una nueva polémica comparable a las que el Gobierno enfrenta en otros ámbitos como el referente a los títulos universitarios. El caso es que con el Gobierno del demonio (es decir, del General Francisco Franco) uno primero tenía títulos de verdad y era catedrático de prestigio (y por supuesto doctor, sin sospechas) y después tenía opciones de llegar a político de prestigio, digamos ministro, por ejemplo.

Y es un hecho, que con los gobiernos de hoy al parecer es lo contrario: primero se es político y después ya te llueven los títulos por añadidura. Comparativa que supone un motivo de reflexión, creo. Por cierto, los que tienen o tenemos títulos de verdad, cuentan o contamos muy poco en la vida política, porque solo cuentan los políticos de profesión. Nosotros, los de los títulos, somos como el personaje de Dostoievsky del mundo del subsuelo, del libro de semejante “título”. Es decir, que si el título de doctor de Pedro Sánchez es válido o no, me importa menos que la comparativa de fondo que acabo de hacer, que tiene mayor alcance. Los políticos de profesión tienen todo lo atractivo acaparado a su favor.

Por último, en el capítulo de polémicas, debe mencionarse también el modo en que se gestiona el problema separatista. El dinero que nos gastamos los españoles en promocionar agencias exteriores de Cataluña…, debería invertirse en promocionar ese partido político que en Portugal patrocina la reunificación con España, o ese otro partido que en Puerto Rico pretende también volver a la Patria Madre. Ahí está el interés, y no en eso otro.

Por otra parte, no son posibles pactos ya con los separatistas, no solo porque ya no se puede conceder más a los independentistas, sino sobre todo porque pactar a favor del procés es “pan para hoy y hambre para mañana”: ellos avanzan en la normalización del catalán y avanzan en la internacionalización del conflicto y avanzan en captar un 20% más de votos. Y, por ello, de pactar dando más, en un futuro muy lejano conseguirían eso que hoy no tienen: un mayor si cabe totalitarismo lingüístico, un triunfo en el exterior y un mayor porcentaje de votos, o un poder judicial que les permita aprobar leyes sin temor de ir a prisión. Es decir, que o bien se llega a un pacto cerrado en cuya virtud se cierre “para siempre” el asunto catalán.

O bien es mejor no pactar otorgando prebendas, en un contexto de “proceso” independentista que estaríamos favoreciendo. Dicho de otra forma, o pacto cerrado en un contexto autonómico entre las dos partes, en el marco del actual sistema constitucional, o si no supresión de las autonomías como vía de reforma de futuro inmediato. Alimentar más al oponente es, hoy día, un suicidio para mañana.

Santiago González-Varas

septiembre 20th, 2018 by lasvoces

Redacción (Santiago González-Varas Ibáñez) – Tengo que confesar que uno de los mayores deleites o satisfacciones que he tenido en esta vida, ha sido lo que podría llamar “descubrimientos culturales”; te sumerges en la historia o en el arte, indagando individualmente, y de pronto topas con un nuevo filón: un compositor que desconocías hasta el momento, o una nueva corriente de pensamiento… Animo a “vivir culturalmente” de esta manera que, para muchos, será igualmente habitual, pero que para otros no lo será tanto. Barcelona (España), jueves 20 de septiembre de 2018. Fotografía: ESPAÑA, año 2015. El colaborador del diario digital español «Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo» y el catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de Alicante, Santiago González-Varas Ibáñez. Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo

Como digo, a mí me ha proporcionado ricas sensaciones descubrir y vivir con intensidad mundos culturales nuevos.

Recientemente descubro así los “místicos alemanes”; creo que no son muy conocidos en España, quizás porque somos un país sobrado de místicos, evidentemente de mayor nivel o universalidad, pese a que estos otros místicos tienen también un sabor especial. Así, Jakob Böhme, Angelus Silesius, el maestro Eckart, Seuse, Tauler (u otros como Ruysbroeck, o Blois), con obras hoy día fácilmente accesibles. Confieso también que leer este tipo de escritos produce un “deleite supremo”.

Quien tenga mayor vocación religiosa que la mía, disfrutará más posiblemente (y de hecho las obras de estos autores reconocen que el placer es mayor cuando la persona tiene un grado especial de sensibilidad religiosa). Pero, cuando menos, recomiendo estos textos como pasajes poéticos de una enorme belleza; impresiona y conmueve esta lectura, en clave literaria, artística o poética; lo único que hoy día es sublime sin interrupción.

Oiremos hablar de conceptos que son imposibles en la realidad ordinaria, en especial en la sociedad del presente; conceptos como los de plenitud, pureza, totalidad, unidad, fusión, amor incondicional, pasiones eternas, verdad única. Confieso igualmente que estos anhelos los tengo y necesito, y que me preocupa esta temática, sobre la que he escrito recientemente, precisamente en una obrita titulada “Estética total” (editorial Amarante) haciendo ver tanto la necesidad de este tipo de anhelos de totalidad como su incompatibilidad con la realidad (es decir, la imposibilidad de lo que sería la única solución posible). Por ejemplo, en “El peregrino querúbico” (de Silesius) se leen por ejemplo frases como éstas: “es necesario ir incluso más allá de Dios…”, la Supradeidad es mi Luz, el abismo invoca al abismo, hay que ser la esencia…, el cielo está en ti, me convierto en la pureza, puedo fundirme al fuego de Dios, yo bebo sangre y Dios, el amor superior…, en lo eterno todo llega a la vez, en el cielo todo es común, Dios es nada y todo. Dios es todo en todo, Dios lo hace todo en todo.

Entre decenas de obras, a mí me ha interesado también “El consuelo divino”, del maestro Eckhart, ya que en el mundo racional que vivimos, pensamos que las condenas y desgracias (así, las legales impuestas por sentencias) tienen siempre una lógica y explicación, dejando sin respuesta, o consuelo necesario, al ajusticiado. Sin embargo, cuanto más profundiza uno en lo racional, y en el derecho, más se da uno cuenta de sus limitaciones, a la hora de explicar lo aleatorio del origen y desenlace de las causas judiciales. Y la necesidad, pues, de ese “complemento”.

Pero la relación más interesante que encuentro entre la mística y mis propios libros es el “sensacionismo”. En principio, los místicos, de cualquier tiempo y lugar, descartan las sensaciones mundanas, o que no tengan que ver con el goce celestial, ya que, en comparación con las sensaciones que produce el contacto con lo divino, aquellas otras vienen a ser un obstáculo en el camino de la perfección y e incluso del placer real. Ahora bien, donde está el punto de conexión entre la mística y “el sensacionismo” (véase con este título mi libro en la editorial Trifaldi) es que este último aglutina las sensaciones puramente místicas, no de tipo religioso, pero haciendo ver igualmente que lo meritorio está en lo trascendente.

El “sensacionismo” es en gran parte una mística, si bien llega a lo transcendente sobre todo mediante el arte elevado (principalmente musical) o la naturaleza, aun sin descartar otras formas. En todo caso, la mística religiosa católica es un ámbito esencial en la obtención y experimentación de sensaciones. Es un campo, incluso, admirable. El más logrado o perfecto. Al menos poéticamente lo es, sin duda alguna.

Santiago González-Varas Ibáñez

noviembre 21st, 2017 by lasvoces

Redacción (Santiago González-Varas, Catedrático de Derecho Administrativo) – Duele la imagen que, de España y de los españoles, los separatistas dan en el exterior. Se dicen cosas tan duras y ridículas como que no vivimos en un Estado de Derecho, como que hemos dado un golpe de Estado, que vulneramos los derechos humanos, que no hay separación de poderes, que hay presos políticos. Se difunden además imágenes tan falsas como hirientes. Sevilla (España), martes 21 de noviembre de 2017. Fotografía: Los delincuentes separatistas durante sus burlas a la democracia en Cataluña en los últimos meses de la caída del régimen totalitario de la Generalidad de Cataluña, de izquierda a la derecha, uno de los ‘Jordi’, el preso Jordi Sánchez (ANC), el inhabilitado expresidente catalán, Artur Mas; el preso rebelde sediciosos exconsejero Oriol Junqueras; el fugitivo sediciosos expresidente catalán Carles Puigdemont; la golpistas presidenta del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell; y la sediciosa de miembro de Mesa de Parlamento de Cataluña, Anna Simón (ERC), durante otro circo de Forcadell y separatismo ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Archivo Efe.

Lo peor, con todo, es que además de mentiras se puedan decir bobadas

Habría que interponer una acción de daños por atentado al prestigio institucional, dignidad y autoridad moral del Estado (vid. Sentencia del TS 408/2016, de 15 de junio, etc.), cuyo quid radicaría en que implícitamente se declararía que tales aseveraciones son mentiras; lo que puede ser importante para cortar esa batalla internacional que pretende librar el Sr. Puigdemont. Lo peor, con todo, es que además de mentiras se puedan decir bobadas. Y que se digan tantas y tantas bobadas. Pero que puedan tener éxito y se voten; bobadas como que la bandera de España es franquista y cosas que se contradicen por los hechos, pero que no solo ya las dice Puigdemont sino también otros partidos. En ciertos debates televisivos se expresan también a veces tales opiniones ridículas, todo vale, una opinión contra otra.

Los separatistas han empleado medios financieros para ir creando su soberanía

Es también hora de conocer y difundir qué se estuvo haciendo en Cataluña con el dinero público en relación con factores y procesos de ideologización, independentismo y supuesta normalización. El problema no es solo el adoctrinamiento en las escuelas… Es que las bases mismas del sistema institucional que tenemos desde hace décadas propicia, porque en ello consiste, la creación de identidades nacionales propias, que son objeto de fomento a base de dinero público. A esto se le llamó «normalización». Los separatistas han empleado medios financieros para ir creando su soberanía y por supuesto para tener los debidos asesoramientos y estudios necesarios para el proceso independentista. Si se financian las identidades propias, al final todo esto termina desembocado, por pura lógica, en la independencia o en la creencia o idea de una soberanía propia. ¿De qué nos sorprendemos ahora? El último escalón es, entonces, hacer lo mismo pero «violentando» (no olvidaremos nunca el terror que hemos tenido que sufrir durante los últimos meses, por la posible ruptura de la unidad nacional y pérdida de territorios). La violencia o violentación es tan clara que es precisamente aquello que diferencia los últimos sucesos de aquellos otros de años pasados, iguales materialmente, pero carentes de aquel elemento.

En estas circunstancias que se ponga en duda que España es una democracia, causa estupor

España es una democracia y un Estado de Derecho. Ya incluso durante los años sesenta se dictaron leyes que situaban nuestro ordenamiento en una primera línea a nivel jurídico-comparado, como la Ley de jurisdicción contencioso-administrativa, la ley de expropiación forzosa, la ley de procedimiento… A partir del año 1975 se dio un salto hacia una superdemocracia, porque en ningún país de Europa se otorgaron tantos derechos a las regiones. No se trata solo del amplio nivel de concesión de competencias a las Comunidades Autónomas sino que, además, se articuló una idea de fomento de identidades y de ideologización de lo propio y excluyente. En estas circunstancias que se ponga en duda que España es una democracia, causa estupor.

Se abre una nueva etapa donde hay que poner fin a todo esto. Esto es lo que importa

Por eso, Europa apoya; pero más bien se asombra. Y, si esto es así, ¿por qué no aprovechar esta realidad europea actual favorable para convertir a España, por fin, en un país europeo donde no haya fomento de ideologizaciones nacionales propias? Se habla de una posible reforma constitucional, pero tiene que haber «un antes y un después» de toda esta penosa experiencia. Independientemente del propio Estado federal, o de cualquier reparto de competencias que quiera hacerse, lo que realmente importa es poner fin a la idea de fomento a la ideologización y la normalización, actualmente ya innecesaria. Libertad sí, fomento no. Se abre una nueva etapa donde hay que poner fin a todo esto. Esto es lo que importa. Sin ello, el futuro será cada vez más incierto: aplicaremos la ley, pero habrá cada vez más separatistas. A lo que se sumará el hecho de que la mayor parte de la población seguirá concentrándose en tales regiones, mientras que otras quedarán más despobladas y pobres si cabe; y por tanto sin voz ni voto

mayo 1st, 2017 by gonzalez varas ibañez

Redacción (Santiago González-Varas Ibáñez, Catedrático de Derecho Administrativo)—. Se inventan mitos “autonómicos”, a veces a fuerza de pura subvención, pero finalmente terminan siendo asumidos como verdad. (…). El origen de los problemas está en colectivos que votan contra el sentido común. Un ejemplo (o curiosidad) entre muchos, científicamente, es observar cómo una persona de Sevilla o de Valencia puede llegar a votar un partido político como “Podemos” que pone en entredicho la unidad de España. Barcelona (España), lunes 1 de mayo de 2017. Fotografía: El dirigente extremista podemita, Pablo Manuel Iglesias Turrión (i) junto al presidente separatista catalanista, Carles Puigdemont Casamajó (d) durante un encuentro en el Palacio del gobierno regional de Cataluña. Archivo lasvocesdelpueblo.

La situación llega a ser expresiva cuando el propio Estado toma la iniciativa y termina condecorando o premiando al “contrario” del Estado

Se da el fenómeno de la “verdad de conveniencia”. Se trata de que, para facilitar la convivencia, uno termina asumiendo como verdad cosas que no lo son, con tal de ser respetuoso y que “el otro” esté contento.

Son verdades en clave política. En el Estado español vivimos este peculiar fenómeno. Se inventan mitos “autonómicos”, a veces a fuerza de pura subvención, pero finalmente terminan siendo asumidos como verdad. El propio Estado autonómico es una solución jurídica, pragmática o convencional, pero termina siendo creído y asumido como verdad natural.

El problema, por tanto, es que las soluciones de conveniencia pueden pasar a ser verdades, pese a que no lo sean realmente. Una cosa es que algo tenga que ser respetado o asumido por razones de conveniencia o por razones políticas (conforme) y otra cosa es que eso mismo termine siendo creído como verdad. La situación llega a ser expresiva cuando el propio Estado toma la iniciativa y termina condecorando o premiando (y, si no, miren y comprueben) al “contrario” del Estado, en aras del debido progresismo y convirtiendo en verdad algo que era convenio o conveniencia. Me remito a mi reciente libro “Discurso a Hispanoamérica y España”, Editorial Sial-Pigmalión, Madrid 2016.

A veces hay casos claros, como por ejemplo la versión posible sobre ETA y las víctimas de aquella

Ante este panorama político debería tener una enorme importancia la función intelectual. Lejos de ser su misión hoy la de transformar el mundo, su cometido más genuino sería, simplemente, dar mejores explicaciones de las cosas. Hay mucho campo en todo esto. Si la verdad política es necesaria, por razones de conveniencia, se precisa entonces la función intelectual de descubrimiento de la verdad al margen de las posibles ficciones. A veces hay casos claros, como por ejemplo la versión posible sobre ETA y las víctimas de aquella.

Parece ésta tan clara que ni siquiera harían falta intelectuales para contarlo. Pero ya veremos porque, de hecho, tal agrupación puede disolverse a gusto, tras haber contribuido al fenómeno aludido de los falsos mitos patrios que terminan siendo creídos.

Un ejemplo es observar cómo una persona de Sevilla o Valencia puede llegar a votar Podemos que pone en entredicho la unidad de España

El origen de los problemas está en colectivos que votan contra el sentido común. ¿Qué hacer entonces? ¿Qué hacer, como político, cuando se observa que, de propugnar la racionalidad, los votos se orientan hacia otro partido? ¿Qué hacer si se llega al extremo de detectar, sociológicamente hablando, que la estulticia pudiera llegar a ser un factor?

Un ejemplo (o curiosidad) entre muchos, científicamente, es observar cómo una persona de Sevilla o de Valencia puede llegar a votar un partido político como “Podemos” que pone en entredicho la unidad de España. ¿Realmente vota algo así el votante de Podemos? ¿Por qué vota, un ciudadano de tales lugares, a tal partido político, en tales condiciones?

No se encuentra explicación, sinceramente, en términos de pura racionalidad, como fenómeno sociológico singular, incluso a nivel internacional porque no conozco que en otros países uno vote en contra de su propio Estado, incluso sin perjuicio de otros méritos que pueda tener esa formación.

Reivindico la importancia que debería tener la función intelectual ocupando un espacio que, sin embargo, parece estar ocupando puramente la política

La solución óptima sería que, ya de una vez, se empezaran a votar partidos políticos partiendo de unos parámetros básicos de racionalidad.

Entretanto, reivindico la importancia que debería tener la función intelectual ocupando un espacio que, sin embargo, parece estar ocupando puramente la política. Es importante que los políticos de sentido común sigan apostando por el argumento del debido cumplimiento de la ley, pero también tiene que haber colectivos capaces de explicar las cosas mejor.

Las soluciones de conveniencia son precisas, por puro respeto, pero no son lo mismo que la verdad.

abril 6th, 2017 by gonzalez varas ibañez

Redacción (Santiago González-Varas Ibáñez, Catedrático de Derecho Administrativo).- Miras cualquier oficio y la apariencia de insignificancia está en todos los lugares. No sé qué ocurre, pero se observan personas que estudian más que antes, o que incluso saben más que los de antes, pero que no lucen como los de antes. Éste es el destino común que espera a los ciudadanos normales, si es que llegan a tener valía profesional (y suerte). La sensación, en política, como español, tampoco cambia mucho: los temas que son noticia son temas aburridos (o bien separatismos, o bien un anticlericalismo desfasado, o bien derechos de minorías que -aunque respetables por supuesto- tampoco es como para ilusionarse con sus mensajes…). Quizás sea un mal de la época, o quizás es que hoy día ser un ciudadano más pierde interés y provoca bostezo. Andalucía (España), jueves 6 de abril de 2017. Fotografía: Agencia Efe-. 02.02.2015. El debate del estado de la nación será el 24 y 25 de febrero. El debate del estado de la nación se celebrará en el Congreso los próximos 24 y 25 de febrero, han informado fuentes del Ejecutivo. El Gobierno se ha puesto en contacto con los grupos parlamentarios para informarles de la fecha, según las fuentes. Archivo Efe.

Por su parte, la fama o popularidad ha caído tan baja que ya es hasta preferible ser anónimo. Aquella, siempre fue caprichosa, pero hoy, además, tiene mal gusto. Desde el punto de vista, nuevamente, del ciudadano común (es decir, el no político, o el no futbolista, o el no cantante-pop) la única salida para conseguir ser conocido es tener un buen conflicto, si es posible penal.

Solo hay noticia si es así, porque no llegará a ser noticia el resto, por no interesar a nadie (If it bleeds, it leads).

Todo esto es un simple reflejo de los principios rectores actuales del diseño social, la soberanía popular por ejemplo. Tras un par de siglos evolucionando poco a poco esta idea ¡Hoy se ven al fin los logros de la soberanía popular! El caso es que, cuando mandaban la iglesia y el rey y los aristócratas (o cuando tal soberanía estaba solo en evolución o transición pugnando con aquello otro del pasado que se extinguía) el mundo conseguía logros mejores, culturales, que al final es lo único que importa.

Ahora bien, lo fatal es observar que, pese a ello, la soberanía popular engendra, a peso, más bueno que malo. Lo bueno es el mayor progreso o bienestar colectivo. Lo malo, pues, sus logros culturales. Se supera el analfabetismo, cierto, y hay museos subvencionados por doquier, pero no existe un Beethoven. Yo, en efecto, lo que lamento de mi época, es haber vivido sin que haya, ni pueda haber, un Beethoven. Estas ideas las he desarrollado en mi ensayo (en el fondo, un nuevo desahogo, algo satírico en realidad, titulado “La imposibilidad de la cultura” con la Editorial Manuscritos 2016). Por supuesto, que será, como todo hoy, insignificante.

Lo más trágico o doloroso es, por tanto, descubrir que lo actual (la soberanía popular, etc.) es lo mejor que puede pasar. Porque no hay alternativa mejor.

No hay alternativa al cientifismo, la razón y el Estado de Derecho, y demás bases de nuestro diseño social. Nuestro diseño social se basa en todo esto. Y lo peor de todo es observar que tampoco esto es ni siquiera verdad al final, porque, a poco que profundicemos en todo ello, descubres limitaciones de bulto en estos nuevos dogmas (¿dogmas en el mundo del relativismo imperante?). “Descubres” la irracionalidad inevitable, porque al final (pese a lo que se nos dice) no todo es razón y aquella otra es imposible de evitar. Y se descubre entonces un profundo desasosiego ante este puro espejismo. Hay algo, en efecto, que ocupa una parte de las decisiones que, en el fondo, es puro azar, o providencia, o mito, o arte, o qué sé yo… Es decir, que al final ni siquiera son ciertas ni las bases mismas de tal diseño social que tenemos (sobre esto véase “Juicio a un abogado incrédulo”, Editorial Civitas Madrid 2016).

En conclusión, la inseguridad ocupa un margen, demasiado margen, en un mundo que se presenta como seguro. Y la falta de reconocimiento, y el profundo bostezo, es el destino de la valía, eso, cuando la hay.

septiembre 26th, 2015 by lasvoces

Santiago Gonzáles-Varas Ibáñez; Catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de Alicante

Esto no es el Madrid – Barça

Al final, esto de las elecciones parece un partido de fútbol: usted, Sr. de Barcelona, ¿qué prefiere, votar al Barça o al R. Madrid? Hombre, pues por votar, yo prefiero al primero lógicamente, es el de aquí. Lo que es raro es que, siendo posible Santiago gonzalez varas, catedrático español en Alicantemontar partidos políticos locales, no triunfen más partidos de estos, por todos los lados. Eso sí, no veo que en EEUU haya un partido propio, por ejemplo, para los cincuenta millones de hispanos que hay allí, sino que estos tienen que canalizar su voto a través de uno de los dos partidos nacionales. El caso es que, por poder, cómo no, mejor un pasaporte cada uno de su pueblo, que un pasaporte español, que siempre dice menos respecto de la identidad de cualquiera, en comparación con aquella otra.

Ya he explicado en algún que otro libro la falta de argumentos, racionalmente hablando, de los nacionalismos en España, considerando que las regiones nuestras son como las regiones en Francia, Alemania o Italia (Baviera, Córcega, Alsacia, Piamonte etcétera).  Si no hay razones para la independencia ¿en qué se basa? Se basan, los del Barça, en la “emoción”; pero, entonces, es preciso que los independentistas consideren lo siguiente (válido también para el resto, porque lo más importante es que no baje nunca la guardia, entre españoles, como clave para fracaso de la independencia):

Lo primero es que si el tema independentista se basa en una emoción, también tenemos emociones del otro lado (¿se habían percatado?) y, cuando chocan dos emociones, no hay más remedio que ser respetuosos con ambas sensibilidades y reivindicar la paz como solución, de sentido común. A la hora de votar es importante que quien vaya a votar no lo haga como si fuera un partido de futbol, sino que empiece a pensar ya en serio en las consecuencias de otorgar su voto a un determinado partido político que lleve a la gente al ocaso (hay referencias históricas ya suficientes de experiencias bélicas que  deben evitarse). Una vez el debate ha enloquecido, el momento clave pasa a ser el de darse cuenta de las consecuencias reales del voto y si uno va a estar realmente dispuesto a sacrificarse a sí mismo y a su familia por el hecho de votar a CiU o a ERC luchando por una causa, además, dudosamente justa y conveniente. Qué le vamos a hacer los españoles, si nuestro país nació con vocación universal, sin que podamos admitir ahora que el Estado se reduzca a la nada, porque a los de Barcelona o Gerona les gusta más el Barca que el Madrid. Tampoco podemos admitir que el número de nuestros propios representantes en la Unión Europea se redujera.

Y es que tal votante se tiene que dar cuenta de que España no puede consentir una independencia, porque ello sería una referencia para otros: hasta en Andalucía uno así el otro día me lo decía, además de Galicia, el País Vasco, quién sabe si Baleares, Valencia. A la hora de votar, tales votantes tienen que pensar si les interesa realmente separarse de Valencia o Baleares; y tales votantes tienen que considerar que, con la supuesta independencia, no terminarían los conflictos con España. Por cierto, ya de tener conflictos, son sin duda preferibles los de ahora que los que vendrían después: España pensaría, supongo, si seguir defendiendo y fomentando, como actualmente, lo catalán en esos territorios citados, o incluso un modelo político autonomista, cuyos resultados ya los estamos viendo. ¿No es mejor dejar todo como está?

Lo que se quiere, al parecer ahora (según los que votaran a CiU y ERC), es montar un lío. Es llamar la atención internacional a costa, si hace falta, de hacer el ridículo universal. Esto no es nuevo; es lo más español que hay: ya en la guerra civil cada uno llamaba a las puertas de los demás Estados buscando apoyo, y haciendo ver lo malo que era el vecino. Ese espectáculo es negativo para todos.

En esto, internacional, lo importante es un proyecto de futuro, latino común para todos, que se abre por el mundo cuando Hispanoamérica despierte y consiga ser una referencia por contraste a lo anglosajón. Este es el proyecto para todos de futuro, y Cataluña es incluso más latina y mediterránea de lo que lo es Castilla. No oculto que estoy terminando un ensayo en este sentido titulado “Discurso a Hispanoamérica y España”.

En fin, señores votantes, llegados a este extremo, merece la pena tener en cuenta las consecuencias finales de los votos, y seamos responsables.

Santiago Gonzáles-Varas Ibáñez; Sábado 26 de septiembre 2015