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marzo 13th, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica)- Muchas veces desviamos la vista de lo que nos asusta y no nos predisponemos a escuchar con atención los muchos avisos que recibimos. “No interesa” y al interiorizar esa frase, nos suponemos inmunes cuando en realidad quedamos marcados en la forja del buen herrero. No somos reses en pastos cercados, a las que se alimenta y engorda, pero nos comportamos como tales en espera del etiquetado de origen. Fotografía: Ana Maria Torrijos, la articulista de esta casa. Imágenes archivo Joseph Azanméné Ngabgué/Lasvocesdelpueblo.

Hace pocos días el Pleno del Congreso nos mostró la mejor estampa posible del hemiciclo y de sus ilustres inquilinos. Algunos, entusiasmados de estar allí, nunca se lo hubieran imaginado, no se privaron de emitir saludos de lo más pintoresco, otros debieron equivocarse de sesión ya que confundieron un debate de investidura con el principio de la campaña electoral o con una moción al jefe del Gobierno provisional, aunque lo que causó más extrañeza por no esperado, fue descubrir que en el fondo de aquellos discursos de diferentes tendencias había una irracional inquina corrosiva y un afán desbordado de conseguir el poder o recoger parcelas de él.

En un gesto de generosidad, los diputados recién estrenados en la legislatura nos ofrecieron unas sesiones repletas de un lenguaje teatral irónico, burlesco e histriónico y  si por un instante se logró plasmar un debate parlamentario, desconocido desde hace años, pronto fue transformándose en lo propio de la oratoria que usaban, un espacio en el que sólo cabían reproches, ambiciones, cuentas de un pasado ya enterrado, zarpazos del que aspira a ser presidente y también del que busca ser reconocido como parlamentario nacional.

La resolución de elegir líder de la asociación de trabajadores UGT al señor Álvarez, sindicalista proclive al nacionalismo catalán, nos indica la pronta necesidad de hacer visible la presencia de España en cada rincón de su territorio; lo obligado sería realizarlo desde las instituciones pero si eso no se pone en marcha, cada ciudadano debe salir de su comodidad diaria…

Los ciudadanos, no adscritos a una fuerza política, y los que aún siendo afiliados son libres en sus opiniones, están lamentando el tiempo perdido para llegar a un gran pacto nacional. ¿Qué cuesta conjugar las posiciones de los tres partidos políticos, que se rigen por la Constitución?, un gran acuerdo en reformar lo prioritario y constituir Gobierno; el sentido de Estado permitiría afianzar la mejora económica, purgar la corrupción, abrir el PP a sus militantes, dar firmeza al PSOE frente a la izquierda radical,  y consolidar a C’s en todo el territorio. Si no se pudiera coincidir en quién debiera ser el Jefe del Ejecutivo, sería eficaz buscar en el resto de ámbitos económicos y sociales a alguien con prestigio suficiente para ocupar ese puesto. Es superior este pacto que las constantes concesiones a los secesionistas realizadas por el señor Felipe González, luego por el señor Aznar, el señor Zapatero y finalmente por el señor Rajoy, sin olvidar el modelo educativo con descentralización de competencias que diseñó mucho antes UCD.

Ahora es incuestionable no entregar parcelas de poder a los que tienen el empeño de dinamitar el Estado, incuestionable también desde la oposición, apoyar al Ejecutivo en respetar la legalidad vigente y en hacer pulso al Nacionalismo. En este sentido el partido socialista ha actuado con poca lealtad, siempre inseguro ante los símbolos nacionales, esgrimiendo el indefinido término federalista, dejando su espacio ideológico en manos de partidos “hermanos” con tintes nacionalistas, en Cataluña, en el País Vasco y votando en algunas alcaldías adherirse a la asociación de municipios por la independencia; esta continuada actuación del PSOE ha presionado tanto a la derecha que la ha empujado por cobardía de sus representantes, a abandonar sus principios y a no defender con contundencia todo lo que constituye la Nación y el Estado. La resolución de elegir líder de la asociación de trabajadores UGT al señor Álvarez, sindicalista proclive al nacionalismo catalán, nos indica la pronta necesidad de hacer visible la presencia de España en cada rincón de su territorio; lo obligado sería realizarlo desde las instituciones pero si eso no se pone en marcha, cada ciudadano debe salir de su comodidad diaria y significarse en la defensa no sólo de la legalidad sino también de la legitimidad. Legítimo es que un francés, un italiano, un alemán se enorgullezcan ante el mundo de serlo, de la misma manera el ciudadano español debe mostrar con satisfacción su pasaporte y saber que él es el heredero de una gran Nación.

Las Fuerzas Armadas garantizan el ordenamiento constitucional, la soberanía, la integridad territorial y se les debe el máximo respeto por la gran labor desempeñada dentro y fuera de nuestro territorio. Ellas no discriminan, atienden a todos los ciudadanos sin preguntarles cuál es su adscripción política…

Estamos dando una imagen de insolvencia y en gran medida, estamos mostrando un nivel bajísimo de educación cívica. Con estos bagajes no se puede creer en una profunda renovación de todos los resortes del poder institucional. Quienes pretenden asumir esa importante tarea, son los causantes de nuestra compleja situación, lo que hace difícil suponer las reformas requeridas. La mofa a nuestras esencias y el desacato continuo a la ley, debería preocuparnos y a continuación, debería obligarnos a exigir una rápida enmienda. Pruebas de lo delictivo o de la sórdida actuación política hay muchas, en pocos meses se han acumulado bastantes; la última, no menos importante , se la atribuye la Alcaldesa de Barcelona, la señora Ada Colau, que no tuvo en el Salón de la Enseñanza de la ciudad condal la mínima educación obligada por el cargo que ostenta. Las Fuerzas Armadas garantizan el ordenamiento constitucional, la soberanía, la integridad territorial y se les debe el máximo respeto por la gran labor desempeñada dentro y fuera de nuestro territorio. Ellas no discriminan, atienden a todos los ciudadanos sin preguntarles cuál es su adscripción política , ni su credo, ni su clase social, ni de qué comunidad autónoma son, a diferencia de la alcaldesa que da muestra día sí, día también de su compostura sectaria y ofensiva contra la mayor parte de los ciudadanos.

-El pueblo que no se hace respetar, no merece serlo-, es la frase que deberíamos interiorizar, pensar y de ella deducir cómo se ha de obrar en consecuencia. La palabra está para comunicarnos no para insultar, los modales para saber estar no para ofender, los espacios públicos para servir en ellos a la ciudadanía y respetar el país, no para llenarlos de oprobio a todo lo que es nuestro patrimonio cultural y tradición.

Nos cansamos de insistir que tenemos la juventud más preparada de cualquier época anterior; si los que están ocupando puestos directivos en algunos partidos, los equipos de gobierno de ciertos ayuntamientos, escaños del Parlamento y de las Cámaras Autonómicas, es esa juventud “tan preparada”, lo que nos puede sobrevenir  en todos los espacios sociales es algo muy grave y sobre todo cuando nos encontramos en el momento más crítico de la Soberanía Nacional.

Mientras que en Política no se destierre los intereses personales o partidistas, mientras que el Poder Judicial no rompa la dependencia a otra causa que no sea la de ajustarse a la ley que emana de la Constitución, mientras que los medios informativos no redacten las editoriales por intereses ajenos a servir a la verdad, mientras que el dinero público no se utilice para enmudecer a sectores sociales, no se conseguirá tener una verdadera democracia. Una tarea por hacer.

 

febrero 28th, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica) – Una solución viable para paliar los despropósitos y las quimeras sería dar al pueblo la opción de votar por segunda vez. “Los espejos cóncavos dan el esperpento” nos decía Valle Inclan. En estos tiempos se hace evidente esta frase, pero no porque sean los héroes clásicos los que se reflejan en la superficie vítrea, sino por proyectarse los penosos protagonistas de la política. Barcelona, 28 de febrero 2016. Fotografía: Imágenes archivos de la articulista catalana Ana María Torrijos. Foto Joseph Azanméné Ngabgué/Lasvocesdelpueblo.

Democracia no es presenciar la disputa de un niño, rodeado de otros muchos ante una piñata, golpe tras golpe, con el afán de que caigan los dulces regalos. Democracia es algo muy serio, es estabilizar el país, es gestionar con tino el dinero de todos los ciudadanos, es dar de España una imagen solvente, es decir con firmeza que la ley está para cumplirse, es impartir justicia.

No es justo que se intente alcanzar el gobierno con pujas devaluadas o por puro quietismo

Una solución viable, para paliar los despropósitos y las quimeras realizadas o a punto de hacerlo, sería dar al pueblo la opción de votar por segunda vez, si es que fuera imposible llegar a un acuerdo constitucionalista. No es justo que se intente alcanzar el gobierno con pujas devaluadas o por puro quietismo. El pasado cercano nos ofrece una experiencia indudable: La difícil situación en la que se encontró el señor Aznar cuando por primera vez ganó las elecciones, con mayoría minoritaria y con dificultad para asumir la gobernabilidad; entonces se decantó el líder del PP por el pacto con el señor Jordi Pujol; conviene recordar lo nefasto de aquellos humillantes acuerdos; entre las concesiones a los nacionalistas, entonces llamados catalanistas, hoy secesionistas, estaba la volatilidad del Ejecutivo en competencias educativas, clave en el proyecto de vaciar la esencia de la Nación española si es que antes no se la había herido ya gravemente. Se colocó ante el abismo su bandera, su himno y su lengua, elementos comunes a todos los ciudadanos, identificación ante el mundo, y se abrió el portón para arrinconarlos y vejarlos.

Los peligros ante la debilidad del Estado y el egoísmo personal de unos políticos poco consistentes, acechan y nos pueden aproximar al desastre social. Los golpes de Estado no tienen siempre el mismo formato ni se producen todos en un momento

El secretario general de Podemos, Pablo Manuel Iglesias Turrión (c), durante una rueda de prensa que ofrecido en el Congreso de los Diputados de la patria; con el motivo de las negociaciones para formar el futuro gobierno de España. Efe.

El secretario general de Podemos, Pablo Manuel Iglesias Turrión (c), durante una rueda de prensa que ofrecido en el Congreso de los Diputados de la patria; con el motivo de las negociaciones para formar el futuro gobierno de España. Efe.

puntual ni con idénticos protagonistas; ahora sufrimos uno, el más misterioso, opaco y ralentizado por la inactividad de las instituciones, el que lidera el Nacionalismo. No hemos aprendido lo negativo que es para una sociedad esa nefasta ideología. Dañó con fuerza a la Europa del siglo veinte y nosotros como siempre, tarde y mal, la hemos despertado y la hemos sembrado en nuestra propia tierra, para beneficio de unas castas sociales enloquecidas por los más bajos instintos del ser humano, algunos con el tiro en la nuca, otros con la humillación de considerar inferiores al diferente, los restantes con ingeniería lingüística y falseando la historia. No es una confrontación de ideas, de posicionamientos encontrados, a la luz de lo que se prescribe en democracia, es dolor, engaños y desgarro del sentimiento de pertenencia que debe tener un niño en su desarrollo emocional cuando le hurtan su lengua materna, que en nuestro caso es también la lengua común y oficial de todos los españoles.

Pasan los días y nos preguntamos si este vacío y posible hecatombe nos puede llevar a una situación económica que haga cuestionar el ritmo de vida de las familias. Todos hemos hecho muchos sacrificios, especialmente la clase media, sobre la que gravita el peso de los impuestos. Este sector social, que cree por experiencia en el esfuerzo desde la edad escolar, hasta la consecución de un puesto de trabajo después de haber potenciado la formación personal, es el que facilita con acierto las libertades por abanderar el derecho al voto de todos los ciudadanos. Y todo ello para poder prosperar y romper las barreras del destino que impone el nacimiento; inquietud por mejorar y dar al conjunto de ciudadanos un modelo más justo, y también permitir entrar por la puerta grande la sentencia “todos iguales ante la ley”, fundamento del Estado de Derecho.

Una sociedad preparada ante el reto de la libertad no está en el tuteo con las barricadas, ni con los acosos, ni con los chistes de humor negro, ni con los asaltos a espacios privados, ni con el ritmo poético de una oración ofensiva, ni con el incumplimiento de la ley al repetir una y otra vez, con aire impertérrito incluido, “España nos roba”.

Cabe poner coto a estos ademanes si queremos convivir y tener una cierta tranquilidad

Durante los primeros meses del 2016, la calidad que requiere el candidato para el servicio público ha ido decreciendo, cualquiera puede aspirar : un palmito, una lengua capaz de mentir, de lanzar insultos y una sonrisa abierta o simple mueca irónica en la cara. Un equipaje muy ligero para el aspirante a la Moncloa, a la presidencia autonómica, a la alcaldía de cualquier ciudad o municipio. El hastío es máximo en los plenos de los ayuntamientos, en los debates de la cámara baja y el desconcierto es total en las tertulias de la pequeña pantalla. Ya es imposible dejarse conmover por una buena oratoria, lo único que prima es el físico, una presencia aceptable ante las cámaras televisivas y un discurso impropio de la responsabilidad que supone tener entre las manos el funcionamiento del Estado, sólo prima la demagogia.

Sorprende que se apoye con un número importante de votos a grupos y a partidos que su única intención es desbaratar a la sociedad desde sus más profundas raíces; no existiríamos si vaciásemos o mejor dicho arrasásemos con zafios procedimientos lo más elemental de nuestra entidad como pueblo. Si nos comprometemos con la libertad, es obligado conocer que no se es libre si nos negamos a saber la verdad y a descubrir qué hay detrás de una imagen aparente. Decidir requiere observar, pensar y finalmente asumir responsabilidades. Las mismas responsabilidades que tendrán quienes sin coincidir con los planteamientos de esos grupos radicales, les han votado; introducir su papeleta en la urna podría haberse propiciado por el desencanto ante los resultados de la acción política y ante el rechazo posterior, pero si los coletazos de esa decisión desembocan en una grave eclosión, hay responsabilidad. Los agravios a las creencias religiosas son los primeros atisbos de estos grupos, que con la bajeza propia de un bronco proceder actúan sin las mínimas formas de respeto. La falta de consideración a los miembros de la sociedad es una constante en la vida pública e inaceptable, se extiende como una marea. Cabe poner coto a estos ademanes si queremos convivir y tener una cierta tranquilidad; en el caso que no lo hagamos, aún queda mucho por ver.

Produce sorpresa escuchar la queja de las altas Jerarquías de la Justicia ante las propuestas podemitas sobre su nombramiento , cuando hace ya años que los políticos han deteriorado la independencia del poder judicial. En legislaturas pasadas no ha habido comunicado alguno. El silencio era más fácil para los que querían promocionarse a través del dedo de los políticos, una promoción más rápida. La corrupción ha estado y está muy extendida.

Nos estamos jugando el bienestar de muchos días que aún nos tocan vivir

Es de lamentar que hayamos minado la democracia, sistema político generoso en libertades y esa misma libertad puede destruirlo si no cuenta con ciudadanos leales a la causa. La solución al delicado momento que vivimos, está en nuestra presencia en la vida pública, siempre hay espacios, no importa lo pequeños que sean. Es posible desactivar el dispositivo fatal si la sensatez, el respeto a nosotros mismos y a nuestro país, nos hace ser precavidos.

Nos estamos jugando el bienestar de muchos días que aún nos tocan vivir, no seamos marionetas, ni seamos espectadores inactivos de ensayos de investiduras sin viabilidad posible, no queramos ser pagadores de sus delirios. Leamos con detalle los muchos puntos que constituyen el acuerdo entre C’s y PSOE, algunos nos sorprenderán. El referéndum socialista a su militancia queda reducido a preguntar – si se quiere que el partido gobierne -. Pregunta propia de un sistema político teledirigido, no la que merece un modelo democrático.

febrero 12th, 2016 by lasvoces

Secesionistas alentadas por la dejación del Estado y extrema izquierda cautivan la juventud con “Derecho a decidir” o “Democracia popular”

Los ciudadanos al iniciar el día, tienen ante sí una agenda apretada. Lo inminente es saber si la podrán cumplir. Esa lista , en ocasiones cargada de obligaciones, ha carecido de prioridades, y ante la imposibilidad de abarcarla al completo, se han descartado algunas de vital importancia; la entrañable atención al crecimiento de los peques y adolescentes, no ha sido de las más observadas. Importante la salud, el aseo, la escolarización, algún que otro regalo o satisfacer un capricho, pero hemos olvidado el crecimiento de sus personas en valores cívicos y en lo referente al espíritu. Artículo de Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Barcelona, 12 de febrero 2016. Fotografía: Un extremista separatista catalán durante la manifestación separatista del 11-S 2014 reclamando al “Gobierno autonómico de Cataluña desobediencia” a las leyes democráticas del Estado de la Nación. Efe.

El ir al colegio bastaba para conseguir el juicio de una persona adulta y allí ya se encargarían de sus aptitudes. Con estas consignas se ha dejado

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

en manos de los profesores la orientación moral que requiere un niño. La injerencia de la política en el ámbito académico ha distorsionado las ideas, los conocimientos y la capacidad crítica. Los padres, relegados de la educación de sus hijos, tampoco han vigilado los conocimientos que les enseñaban en el aula, cuyos contenidos muchas veces eran torpedos en la línea de flotación de su adiestramiento como persona.

Cada generación tiene una máxima, fijar los fundamentos humanos, sociales y culturales que permitan continuidad. Función que ha venido realizándose desde que el hombre existe y cuando no se ha conseguido, las consecuencias han sido negativas, retroceso en el desarrollo. Tarea no cumplida en estos últimos años. Una franja amplia de edad joven desorientada, unos sin proyecto de futuro al faltarles preparación profesional por el alto fracaso escolar, otros sin ideales, sin referencias que les hagan ser capaces de ofrecerse con altura de miras, otros con el propósito de conseguir dinero fácil o entregarse a la juerga. Situación negativa que desestabiliza a cualquier sociedad.

Un sistema democrático se legitima con la ley y con la participación plena de los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría de edad, el derecho a voto. Ir a las urnas no es un gesto banal, en ellas se deciden los gobiernos y éstos trazan la dirección de la política, en definitiva el futuro y el desarrollo. Los votantes y afiliados a las opciones que han constituido el bipartidismo, son más en número y mayores de cuarenta años. ¿Qué ocurrirá cuándo en poco tiempo se coloquen en edad de emitir el sufragio para la gobernabilidad, los niños y los no tanto, que por cierto, ya han empezado a hacerlo?

Las posiciones secesionistas, alentadas por la dejación de las funciones del Estado y los partidarios de la extrema izquierda radical, salidos del activismo callejero, no desactivado desde aquel 15M, han cautivado a parte de la juventud con proclamas “Derecho a decidir” o “Democracia popular”. No hay nada fácil, el momento es complicado y la población en sus casas está inquieta. Las alternativas no satisfacen. La pluralidad de ofertas no es mala en sí, ayuda a pensar, a ampliar matices, responde a la sociedad de la comunicación.

Lo asombroso es no tener dirigentes sólidos capaces de planteamientos válidos. Estamos entre dos encrucijadas: en una, los partidos asentados, con experiencia pero rígidos por no primar alternativas internas que dinamicen contenidos y no facilitar a los militantes comprometidos con la rectitud y la legalidad, a estar presentes en cargos de dirección; en otra, los partidos de nuevo cuño, iniciados hace poco en los espacios políticos y con una impronta que puede ir desde la bisoñez hasta las ganas de llegar a toda costa y lo peor, asumir fórmulas delirantes. Unas organizaciones políticas incapaces de poner en primer término el interés del país, proclives únicamente a la búsqueda del poder; algunos de sus miembros, aunque jóvenes ya llevan tiempo viviendo de la subvención fácil, mal endémico de la actividad pública, en la universidad, en el asociacionismo, en la política, en el sindicalismo y en otras muchas áreas, cuando lo que vale realmente es tener iniciativas, emprender . El riesgo es intrínseco en la vida. Proponerse vivir siempre con muletas es la muerte anticipada y dar pie a que impere la picaresca, vividores de la ayuda social, es un lastre inevitable. En los países encuadrados en la Europa democrática, los departamentos encargados del control de las ayudas, que en ocasiones son necesarias y es justo darlas, están muy vigilantes para que no se cometan fraudes con el dinero de los impuestos que todos los ciudadanos pagan. Nosotros por el contrario regalamos a través de las distintas administraciones a los de aquí y a los venidos de fuera, un dinero fácil, “el dinero público no es de nadie” en detrimento de los servicios de la ley de dependencia y de las pensiones.

Y la sociedad, con un déficit en conciencia ciudadana por no haberse implicado a fondo en tres ámbitos esenciales, la familia, la escuela y el sector informativo, tiene parte de culpa en el deterioro en el que nos encontramos.

Los que se van incorporando a la actividad social, laboral y política requieren por su juventud una carga de ideales que les haga vibrar y les haga tener ilusión; por el contrario, por no oponernos a un falso progresismo, se les ha privado de los valores que puede aportar el estudio con la lectura, el trabajo con la disciplina, la religión o actividades solidarias con el respeto y amor al otro, la cultura con el entusiasmo por lo bello, la historia con el orgullo de ser ciudadano de un gran país. Estas son unas de las bases imprescindibles para una sociedad segura de sí misma, capacitada para discernir lo que a todos nos conviene y sobre todo para saber convivir.

En el marasmo de gestos impropios de una democracia seria, aún surgen por suerte, acciones cívicas de anónimos ciudadanos – títeres de carnaval perniciosos, unos niños inocentes y unos padres responsables-; estas iniciativas se dejan notar a lo largo del país, son resistentes frente al desorden, a la falta de respeto a las mínimas normas de comportamiento. Pero es sintomático que salgan de la ciudadanía y sean aún pocas. Las causas de la falta de implicación pueden ser diversas, desde el que cree que es obligación de los políticos hacerlo, el que siente vergüenza o miedo por mostrar sus opiniones y hasta el que ha renunciado a ir contra corriente. La argumentación para contrarrestar estas formas de proceder es fácil. Nunca se ha de dejar el mando en exclusividad al que gobierna, el sonrojo y la cobardía son sentimientos penosos de pérdida de la dignidad y por último poner diques a cualquier fuerza avasalladora permite salvarse. Notable sería seguir el ejemplo de las personas que mantienen la conciencia de serlo. La libertad no es un regalo , es una conquista de sociedades reflexivas, cultas y educadoras de sus “nuevas promesas”, la juventud.

enero 9th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Unas de las 400 millones de papeletas impresas así como 66,8 millones de sobres para las últimas elecciones generales del 20D 2015 en España. lasvocesdelpueblo.

La ley Electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños

Sorprenderse o su sinónimo asombrarse señala una impresión instantánea en el ánimo ante algo inesperado y extraño. Ésta rápida respuesta produce estupor, aturdimiento y hasta pasmo.

Después de esta incursión en el ámbito de la gramática, es indispensable señalar la causa que ha provocado tal reflexión. En la crispación

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

política que surge con posteridad al cierre de las urnas, se han escuchado frases de lo más pintorescas y por desgracia, muy pocas dignas de ser consideradas resultado de una responsable valoración del momento institucional. Uno de esos chascarrillos ha sido el pronunciado por el portavoz de – Democràcia i Llibertat -, en calidad de réplica al discurso del Jefe del Estado, denunciando la injusticia que se cometería si a una parte, en la que él y su partido se encuentran, más aún se ha atrevido a decir Cataluña, no se le permitiera el derecho a decidir frente a esa mayoría de la que se excluye y se supone es España.

En un país con un sistema de hacer política igual que en el nuestro, no se daría una situación parecida; haría ya muchos meses que se habría aplicado un corrector, el marco legal vigente. Se anunció con gran impacto mediático que con un retoque de las competencias atribuidas al Tribunal Constitucional, se podría desactivar el delirio independentista, frente a la opinión de los que señalaban la variada legislación que ya poseían las instituciones para interrumpir el proceso de desmembración del Estado; hecha la reforma no ha servido para nada, la situación es la misma, alardear de una supuesta prudencia. Parece inaudito que cuando todos estamos sometidos al imperio de la ley por ser la mejor forma de reconducir la convivencia, hayan organismos públicos, que se rebelen e intenten destruir lo que forma parte de su esencia, el Estado y más aún, que quien tiene la potestad de impedirlo no reaccione. Es anómalo y suicida para la Nación el que la ley electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños con menor número de votos de los que consiguen las otras fuerzas de ámbito nacional.

En estos momentos, el único planteamiento posible sin dañar el entramado institucional, sería no aceptar por parte de los miembros del PSOE Y PP con cierta experiencia de gobierno y madurez política, la deriva del país a la destrucción como colectivo de hombres libres, y luego propiciar un pacto de Estado. Pero no sólo los políticos deben ser los que se comprometan en ofrecer la posibilidad de vivir con normalidad, sin lanzarnos a experimentos inviables por la falta de cordura y de racionalidad, sino que han de ser todos los ciudadanos los que se impliquen de verdad en el rechazo a los que quieren destruirnos o pretenden retroceder en el tiempo con la consigna de una casposa revolución.

Muchas trabas nos alejan de la plena participación ciudadana, subvenciones a amigos, amiguetes y a organizaciones afines, sean partidos o sindicatos y no concederlas a organizaciones independientes con un fin social verdadero. Con este planteamiento se llega a la conclusión de que el sistema está montado en gran parte para beneficio y gloria de los partidos políticos no para la verdadera sociedad. El modelo que nos hemos dado requiere una reforma profunda con la intención de recuperar la presencia de los ciudadanos, sus verdaderas necesidades y de que el coste económico no alcance las desorbitadas cifras en euros que exige el funcionamiento de la administración actual, no es de recibo el haber creado un ” monstruo ” que nos está devorando y destruyendo; da la sensación de que muchos aficionados a hacer política, eligen a gusto la ideología que les puede dar más réditos, la defienden, se presentan a las elecciones y , si salen elegidos, roban una parte suculenta de los presupuestos con la intención de trazarse un plan económico, que les permita seguir viviendo a costa de los ” modernos siervos ” de nuestra época, los ciudadanos.

Se ha abusado mucho de los medios que nos brinda el proceso democrático, pero lo lamentable es que ese abuso se ha decantado con intención o no, por la renuncia de la conciencia nacional, por la desintegración del Estado, por el enfrentamiento social, por la pérdida de valores, por el deterioro del poder judicial, arropado todo ello por la más descarnada corrupción. No podemos descartar el perverso papel representado por los dos grandes partidos, ellos han sido los artífices más implicados en el expolio al que se ha sometido todo lo que representaba la estabilidad democrática, equilibrio que nos costará bastantes años reparar.

El despojo sufrido ha sido demoledor y hasta ha herido de muerte a los que lo han programado; es evidente que las dos fuerzas políticas, supuestamente adalides de la libertad, para eso se les dio el voto, han ido perdiendo apoyo ciudadano al mostrarse organizaciones incapaces de alejar a quienes el único deseo que les mueve es destruir lo que en siglos ha costado crear, España o que pretenden involucionar el proceso democrático. Conviene no dejarnos arrastrar por falsos profetas o por avispados vendedores de feria; la última hazaña de los distorsionadores de la realidad, incrustados en el tejido social, alcaldes o presidentes de comunidades autónomas, es no haber querido celebrar la toma de Granada por las tropas cristianas e insistir en que se debería pedir perdón por haberlo hecho. Si no nos preguntamos a quiénes se les ha facilitado poder institucional por haber mostrado tanta falta de conocimiento histórico y sobre todo qué calidad tienen los líderes de las otras fuerzas políticas por no emitir una réplica ajustada a tal desatino, no seremos capaces de iniciar el camino de la reconstrucción, acaso temamos la respuesta, la única posible – hemos entregado la dirección de nuestro país y de nuestras vidas, a insolventes -.

En la caótica situación en la que nos encontramos, sin saber lo que dará de si las arenas movedizas, localizadas bajo los cimientos del Estado, el señor Rajoy trajeado según las exigencias de la víspera a la noche de Reyes, nos ha lanzado con su ya conocida flema la seguridad de que nadie incumplirá la ley, un sonsonete cansino, y además se ha propuesto como artífice de las grandes reformas que se necesitan hacer; entonces es indispensable plantearnos a qué engaño nos quiere llevar, si con una mayoría absoluta , la que nadie logró en democracia, no ha cambiado casi nada, imposible hacerlo con una mayoría minoritaria, y más aún cuando ya se está insinuando el retoque de la reciente reforma laboral con el único fin de conseguir el apoyo del señor Pedro Sánchez.

Terminados los festejos navideños, estamos obligados ante tal desvarío a proteger nuestro modelo de sociedad y a potenciar nuestros gustos y costumbres de la manera que queramos y no al estilo de unos políticos devaluados que en lo único que son expertos es en charangas bien orquestadas, vayan vestidos con traje y corbata o en mangas de camisa.

 

diciembre 25th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Los principales candidato a la presidencia del Gobierno de España al 20D. Rajoy (PP), Sánchez (PSOE), Iglesias (Podemos) y Rivera (C’s). Foto La Sexta.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia

Somos simples ciudadanos, familias con niños pequeños, abuelos solitarios, jóvenes dispuestos a incumplir alguna que otra norma establecida, y un sin fin de singularidades humanas que se esfuerzan o tan sólo “las ven pasar”. Constituimos una sociedad, que espera con

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

entusiasmo las fiestas señaladas en el calendario para dedicarlas al descanso y al encuentro. Este año, Presidencia del Gobierno decidió enmarcar las elecciones generales en vísperas de la Navidad, rasgando la aureola de las fiestas más bellas y entrañables; sólo se necesitó pensarlo para imprimirlo en el boletín oficial del Estado.

Nuestro espacio social ha sido invadido una y otra vez por la estrategia política , pero en esta ocasión se ha ido más allá, se han desdibujado unas costumbres, unos usos arraigados en nuestros pueblos y ciudades al introducir la cuña electoral, una pesada losa que ha gravitado sobre nosotros durante días, con efectos secundarios, secuelas que han secuestrado por horas las conversaciones distendidas que solemos mantener con los compañeros de trabajo en las comidas de “¡hasta pronto!”, antesala a los ágapes posteriores, que han aumentado preocupación en nuestras caras por la inestable situación resultante de las urnas, incertidumbre aumentada por las propuestas periodísticas que tertulia en tertulia nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo.

Repasar lo sucedido desde la notificación de los comicios o si se quiere desde unos meses antes, nos permite resaltar hechos no fortuitos que de alguna manera han influido, han modelado y posiblemente han condicionado el resultado de las urnas.

La televisión es un factor importante para mover la opinión pública, no requiere en ocasiones reflexiones profundas, sólo observar la pantalla para que al instante imágenes, frases elaboradas, redactadas con sutileza impacten en múltiples mentes relajadas, receptivas a cualquier información y en la mayor parte de las ocasiones sin réplica ágil ni oportuna. Los espectáculos audiovisuales nos han trasladado a un escenario de rótulos luminosos, pantallas digitales, pizarras didácticas y en el centro los asientos dispuestos para los políticos de los partidos, seleccionados según criterio desconocido: por representatividad, por intereses ideológicos o por obscuros propósitos. Este procedimiento ha sesgado la libre iniciativa, ha postergado a segundo término a fuerzas políticas con bagaje digno de resaltar y ha impedido a otras nuevas presentarse ante la sociedad.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia, cuando se convocó en primer lugar a Pedro Sánchez, a Albert Rivera y a Pablo Iglesias a la Moncloa a través de una selección arbitraria, un aval a la carta; al centrarnos en la fuerza que lidera este último, comprenderemos que a un líder sin representación en el Congreso y anti-sistema, el jefe del Ejecutivo no debería haberle dado la relevancia de la que no es merecedor por varios motivos y más aún cuando no tenía la intención de firmar el pacto frente al terrorismo radical islámico y sólo asistiría al encuentro como observador.

Fiestas, tres paradas de gran encanto celestial, -la llegada al mundo del Amor, la Paz y la Esperanza, el tañido de las campanas mensajeras de un Nuevo Año y la inocencia en los ojos infantiles al recibir los regalos de aquellos Reyes Magos que supieron seguir la estrella de Oriente-, fiestas que se verán eclipsadas por la impostada voz de los líderes lanzando sus soflamas cargadas de egoísmo, de falta de compromiso, de “SALVESE QUIEN PUEDA PORQUE YO HE GANADO LAS ELECCIONES”.

Si a todo representante público le importase la estabilidad de las instituciones, el bien común y en estos momentos la salida de la crisis económica, bastaría unos pocos días de reflexión para facilitar la gobernabilidad del país, un acuerdo entre los partidos constitucionalistas o como mínimo un pacto de Estado entre los dos más votados, el PP y el PSOE para cumplimentar las pautas de formar gobierno.

Ésta es la noticia que la mayoría de españoles esperamos para vivir felices la Navidad , con turrones, brindis en copas de cava al son de los alegres villancicos que nuestros padres tararearon años y años, a lo largo de esta vieja España en la que estamos todos porque fuimos todos los que la forjamos. Superemos el vaivén de las propuestas de pactos en el panorama nacional y también el largo sainete representado por los aprendices de servidor público en el ámbito catalán, no nos dejemos deprimir y vivamos con esperanza el próximo futuro, siempre nos queda asumir con más sabiduría el volver a las urnas.

diciembre 6th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica.  Fotografía, el director de cine manchego, Pedro Almodóvar (c), encabezando la protesta de los ‘No a la guerra de Irak’ junto a los ricos activistas, Pilar Bardem a su izquierda, Montxo Armendáriz y Agustín Díaz Yanes; el pasado 17 de mayo 2006. Foto archivo/Pedro Armestre.

A pocos días de las elecciones generales vuelve de nuevo el intento a la manipulación

Noviembre 13, un viernes más de los que se suceden en el calendario, víspera de un esperado fin de semana. La noche se muestra propicia para

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné.

disfrute de los ciudadanos, jóvenes o no tanto. Las calles del centro de la ciudad llenas de transeúntes, los restaurantes, cafeterías, cines y salas de fiesta abarrotados. Un mundo de libertades se desparrama por doquier. Bombas, fusiles, tiros rompen la arcadia feliz. El horror desplaza la alegría y deja a sus espaldas, muerte y desolación. El escenario antes lleno de vida, se transforma en un enorme mausoleo. Francia entera responde con generosidad, policías, sanitarios, ciudadanos y no menos sus políticos, la rúbrica son los compases de la Marsellesa.

Mi inconsciente me lleva hacia atrás, a más de una década y a un lugar más cercano España, Madrid, Atocha. En el país vecino espacios de diversión, de descanso, aquí trenes, un transporte hacía una jornada laboral; allí ambiente nocturno, lúdico, aquí primeras horas de la mañana, a la espera de ejercer de profesionales; allí distintos focos de barbarie, aquí un escenario de locomoción, los trenes del “adiós”, del dolor y de la desolación.

Allí la solidaridad de un pueblo, aquí también; allí la unión de políticos y ciudadanos, aquí no; allí los símbolos de la Nación, la bandera y el himno, aquí no; allí unas fuerzas políticas en bloque apoyando a su Gobierno, aquí presionando, manipulando y llamándole asesino. Allí resultados rápidos, búsqueda de los culpables, seguimiento, captura, aquí destrucción de las pruebas, desaparición de los vagones, indicios falsos.

¿Qué nos ocurre?, ¿Cuál es la causa de tan distinto comportamiento?

Somos un pueblo con gran consistencia, pilares firmes apuntalan nuestro ser, la historia, el arte, la literatura y otros muchos hechos encomiables realizados en épocas pretéritas. A cualquier país le agradaría poseer un pasado ilustre como el que nosotros poseemos, desde la Prehistoria hasta el día de hoy: Altamira, Tartesos, Gadir, Emporion ( Iberia ), Emérita Agustea ( Hispania ), además de un largo etcétera de lugares y hazañas dentro y fuera de nuestro territorio. Con este bagaje es impensable un comportamiento tan ruin por parte de algunos de los que han liderado la democracia. Han vendido o han destruido todo lo que no fuera propicio a sus fines partidistas, en este caso la unidad frente a la barbarie terrorista.

Los españoles, confiados en la buena acción del Gobierno, nos hemos despreocupado del día a día en la calle, en el colegio, en las instituciones. No hemos querido ver que la democracia necesita a todos los ciudadanos implicados en ella. La política tiene su espacio y nosotros tenemos el nuestro. Sembrar bien un campo permite recoger una buena cosecha. Nosotros hemos consentido a los dirigentes políticos imponer unos planes de estudio de baja calidad, que ha reducido los conocimientos geográficos e históricos de España, sin olvidarnos de la manipulación que han gestado los nacionalistas, y del riego selecto de docentes adictos a la manipulación del saber; a ésto hay que añadir el nefasto impacto de algunos medios sociales que han prostituido su loable influencia en la sociedad – la libertad de información y la búsqueda de la verdad -; pero no queda aquí, el aditivo último es el desvío de ciertos jueces y cúpulas policiales, desleales a los valores que la mayoría de sus compañeros de profesión ostentan. De esas mises, imposible pensar tener una generación de ciudadanos que sientan a su país como lo ha hecho el pueblo francés.

Al día siguiente del atentado en la capital parisina, aquí españoles cantando la Marsellesa delante de la embajada francesa en memoria de las víctimas, en cambio en infinidad de lugares en donde el terrorismo vasco ha segado la vida a centenares de conciudadanos, no se tarareaba, ni se escuchaba a través de un megáfono improvisado nuestro himno, se retiraba pronto a los muertos y se les enterraba con un infame comentario “algo habrán hecho”. En el recuerdo cercano las bombas que la mañana del 11M quitaron la vida a muchos madrileños, pero también en el recuerdo “la jauría de mastines”, cercando a las pocas horas las sedes del partido del Gobierno a golpe de insulto inculpatorio. Diferentes a esas deleznables imágenes, la televisión del país vecino nos muestra un Parlamento a las ordenes de su Ejecutivo.

Ahora, a pocos días de las elecciones generales vuelve de nuevo el intento a la manipulación; en esta ocasión a falta de la guerra de Irak, se ha de buscar otra excusa para salir a la calle; la prueba de ese deterioro social será si a unos señores del mundo del cine y de otros ámbitos, subvencionados, vividores del sectarismo, conocidos por sus lamentables comunicados en ocasiones y en otras por su mutismo ante hechos de gran calado, se les permite que movilicen la opinión pública como hicieron en la campaña electoral que nos trajo al más negativo presidente, el señor Zapatero.

Hasta que no comprendamos que la Política en mayúscula sólo es posible si el Gobierno y la Oposición, al unísono son capaces de defender con honestidad a la ciudadanía, no empezaremos a reconducir la convivencia. Los partidos políticos en estos años de proceso democrático, se han lanzado con desenfreno al asalto, todo les ha valido con tal de ganar más apoyos para ostentar el poder: dossiers falsos, perjurios, compra de voluntades, oposición desleal, latrocinios, opacidades con el fisco y un sin fin de comportamientos impropios de una sociedad honrada consigo misma. En este magma de hechos delictivos, no podía primar el respeto al marco constitucional, unos a otros se han tapado los fraudes y la moneda de cambio ha sido la corrosión de la estructura institucional.

Siempre hay unas segundas oportunidades, y así hemos de considerar este momento difícil para los europeos; Europa debe recapacitar y afirmar su cultura, sus constantes vitales, su modelo político, y los españoles al mismo tiempo tenemos que reconstruir nuestro país y volver a unir los lazos que nos hermanan y que hace de todos una gran familia, un pueblo que se ha propuesto grandes retos y los ha conseguido; es evidente que éste también lo resolverá. No dejemos el futuro en manos de unas minorías elitistas, siempre en el poder, con un amplio armario de trajes de variado colorido, uno para cada momento oportuno; ejemplo de ello es la novedad que aparece en el panorama noticiable, Convergencia Democrática de Cataluña, desaparece y pretende resurgir de las cenizas cual ave Fénix. No nos dejemos engañar, un nido de rapiñas no puede reconvertirse; el daño económico hecho a la sociedad ha sido enorme sin mencionar el fraude realizado a los catalanes a lo largo de los años, tanto a los que engañó con manipulaciones, como a los que les privó de sus derechos más “sagrados” -la libertad de educar a sus hijos según las pautas que marca la Constitución- por eso no pueden ser refrendadas esas siglas u otras que las pretendan sustituir en apariencia.

El señor Rajoy tiene la agenda muy apretada para asumir las competencias del poder ejecutivo, los espacios disponibles son escasos, el colapso que sufre su protagonismo en las cadenas televisivas se lo impide; aunque no debemos preocuparnos, esas escenificaciones, algunas plácidas entrevistas, otras lúdicas de “alterne”, ahora sirven, según algunos aduladores para mostrar la humanidad de los presidenciables. Humanidad es aplicar la ley a los terroristas, causantes de tanta angustia; humanidad es la defensa de los derechos de los escolares en las aulas, asegurar el fondo de las pensiones, mantener la calidad de la asistencia sanitaria y sobre todo respetar la independencia del poder judicial para que todos seamos iguales ante los tribunales.

La libertad dentro del orden legal debe ser cuidada y defendida si queremos ser protagonistas de nuestra carta de ciudadanía. Pudiendo hacerlo, sería deprimente contentarnos con alcanzar sólo el título de súbditos.

octubre 31st, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: Los golpista de la candidatura separatista catalana, Juntos Por El Sí, Artur Mas Gavarró (i) junto con Carmen Forcadell Lluís (d9, durante la primera sesión del Parlamento de la XI legislatura. Foto AFP>.

La reflexión y la pregunta que cabe hacerse es: ¿Y El Pueblo Español?

Todo pueblo que ha alcanzado un mínimo de organización interna, con empeño tenaz ha ido guardando en la línea del tiempo lo que consideraba referencia para su mejor funcionamiento como grupo; así lo hicieron nuestros primitivos antepasados mientras presionaban con firmeza la tierra que les sostenía y, a medida que se hacían humanos intentaban adaptar el mundo a sus necesidades, primero con sus fuerzas, luego con la palabra y con la inteligencia (…) familias, tribus, poblados, Nación y Estado. “España es un concepto discutido y discutible”, “España, nación es un término polisémico”, de esta forma ambigua líderes políticos, saturados de estupidez y simpleza, han osado aclarar este compromiso ético, fruto de la Historia.

En esa deriva hemos dejado atrás todo lo que la arropaba, la hacía presente y entrañable, frente a ello, sólo se ha empleado como réplica un silencio y un abandono fácil; Fiesta Nacional, 12 de Octubre: Presidentes de comunidades autónomas ausentes en los actos oficiales, posicionamientos de un gusto y falsedad inaceptable emitidos por cargos municipales, concentraciones de intención anticonstitucional, ofensas continuas en televisiones públicas y para cerrar este recital de situaciones insólitas nos encontramos a los altos responsables de las Instituciones dispuestos a ir con sus mejores galas a recepciones protocolarias y a participar en los corrillos de los dimes y diretes, con un tema central -la figura estelar de Albert Rivera-.

La reflexión y la pregunta que cabe hacerse es: ¿Y El Pueblo Español? La respuesta se resume en dos instantáneas, una la encontramos en esos cientos de madrileños que se agolpaban en las calles para vitorear a su ejército, defensor de la integridad territorial del país y del ordenamiento constitucional, la otra en la convocatoria de una manifestación ciudadana en Barcelona para reivindicar su españolidad, afectada desde hace años por el gobierno de la Generalidad de Cataluña; la presencia voluntariosa de los ciudadanos en ambos acontecimientos simultáneos, en un día en que se celebraba el sentir colectivo, fue suficiente motivo para haberle dedicado un tiempo acorde a la importancia de la efeméride, pero no se hizo pues ni la retransmisión en directo del desfile militar incluyó imágenes del entusiasmo del público anónimo, que se sentía motivado por los valores constitucionales que representa la España de hoy, ni tampoco la pantalla televisiva mostró, con suficiente amplitud de minutos, la apuesta que hacían unos ciudadanos catalanes, de vivir en libertad y por lo tanto de ver respetada su dignidad. Después de un largo rodaje de proceso democrático, parece insólito que tenga que ser el pueblo, agobiado por la situación, quien se postule defensor de España al reconocer a sus Fuerzas Armadas en su función y al enarbolar la bandera al grito de su secuestrada condición de español.

Los líderes políticos durante la legislatura ignoran la presencia y la opinión de la ciudadanía, sólo les mueve los beneficios, no únicamente de partido sino también de cada uno de ellos y de sus camarillas; cabe observar simplemente a dos meses de los comicios, los movimientos que se producen en las fuerzas políticas, e incluso apreciar los forcejeos y trasvases de sus miembros, la lucha por el puesto seguro; las organizaciones internas de los partidos se tambalean, gimen, lloran (…) y mientras tanto los graves problemas que pueden desestabilizar el sistema democrático y que tienen preocupados a los españoles, se relegan o se sacan fuera del debate.

Estamos deslizándonos por una pendiente muy peligrosa a riesgo de caer en la banalidad absoluta. Después del careo entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, golpeados por los parámetros que miden la imagen, la compostura, el gesto, eso sí en mangas de camisa, puños hacía arriba y cuellos desabrochados con la intención demagógica de acercarse al pueblo, de mostrar sencillez, un disfraz al uso impuesto por los populistas de Podemos, sería de lamentar que nos encogiéramos de hombros al susurro de “es lo que hay”.

Es penoso el trato dirigido hacía los ciudadanos por parte de la “aristocracia” política, un trato falto de consideración, y ante todo de responsabilidad frente el presente y futuro de España (…). Las propuestas que se les ocurre son de lo más rocambolescas, de desprecio a lo que somos, fuimos y podemos ser, nos han vaciado por dentro, han creído que lo único imprescindible y casi excluyente para apuntalar a una sociedad es la situación económica, que siendo muy importante, no es el todo pues la vitalidad anímica de los españoles requiere ilusión y valores para afrontar el mañana.

Deberíamos exigirles Libertad para poder decidir nuestras vidas, nuestros gustos, nuestra cultura, lo que queremos ver, oír y hacer, libres para poder practicar la religión en la que creamos o ninguna si es a lo que optamos, libres para elegir la escuela que se ajuste más a nuestro modelo de entender el mundo (…) y un largo etcétera de espacios en los que deseamos movernos sin la implacable mirada y control de los políticos. Deberíamos exigirles Justicia en todos los órdenes, en el ámbito laboral, en el social, en el político, que se ampare y sancione a todos sin distinción alguna, con prontitud y equidad. Deberíamos exigirles Igualdad de derechos y deberes, sin singularidades ni privilegios -singular cada persona por ser irrepetible, no los colectivos aglutinadores de individuos diferentes, dándose el caso que puede haber más coincidencias entre dos personas miembros de diferente grupo, que lo que les une con los que comparte el suyo-.

Deberíamos exigirles Compromiso por España y sus símbolos, lo que daría estabilidad a todos, a cada uno en particular y en consecuencia al sistema democrático. Deberíamos exigirles Decisión en desmontar el complejo andamiaje en el que se han convertido las Instituciones, amplísimo solar para colocar a sus afines, amigos y familiares. Deberíamos exigirles Formación, Honradez y Servicio. 

octubre 3rd, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: El presidente de la Generalitat, Artur Mas, durante la primera reunión del gobierno catalán tras las vacaciones, agosto 2015. Foto/Efe>

Una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph A. N./lasvocesdelpueblo

-¡Tierra!, La suerte está echada, Tanto monta, monta tanto, Sólo sé que no sé nada, Dejad que los niños se acerquen a mi -… palabras, frases, sentencias que han marcado un hito en el devenir histórico, que han intentado simplificar un hecho, un pensamiento, un anhelo; expresiones dichas, retenidas en la memoria y transmitidas para la posteridad; un recuerdo, esperanza y guía para todas las personas que quieren formar parte de su presente y facilitar la llegada de un futuro mejor. Pero hay otras que nacen vacías de contenido, frases huecas, coyunturales, que pasarán al olvido o que si se retienen serán para oprobio de los que las pronunciaron: “el Gobierno no os dejará solos”, ésta es una de ellas, la que el presidente del Ejecutivo ha emitido por compromiso ya varias veces, pero sin cumplimiento, y luego volvió a repetirla ante un nuevo acto en contra del Estado de derecho, el 27S como constancia de obligación debida o a lo mejor por tic paternalista y en caso extremo por hacer ver que ejerce sin hacerlo. Pero no ha quedado en ello, finalizado el recuento de votos de los comicios autonómicos, el portavoz del partido de la calle Génova, el señor Pablo Casado en ausencia ya prevista de Mariano Rajoy, manifestó otra frase que seguro , igual que las anteriores, pasará a la posteridad por vacua “el gobierno garantizará la legalidad”; al día siguiente, obligado por las críticas generalizadas a su escapada, se dignó el señor Presidente a convocar un encuentro con los periodistas para dar su valoración de lo ocurrido en las urnas… no quiso agotar la paciencia de los profesionales de la información ni la nuestra, de ahí que su exposición fuera breve; nada nuevo aportó, ya por no tener propuesta alguna o por no calibrar la grave situación que nos envuelve.

Toda una legislatura ha sido tiempo suficiente para que los ciudadanos hayan apreciado la acción del Gobierno, la intención de solucionar todos los problemas y sobre todo la presencia del Estado en cada Comunidad autónoma. No ha sido así, el Presidente, el señor Rajoy no ha apoyado a los ciudadanos catalanes a los que se les ha privado reiteradamente de derechos fundamentales y a través de ellos a todos los españoles y tampoco ha tomado medidas en su momento debido para impedir las ofensas continuas que se han dirigido a la Nación y al jefe del Estado.

Estas últimas elecciones, convocadas con antelación, a gusto de un proyecto secesionista, liderado por el señor Mas, representante del Estado en su comunidad autónoma, adelantado de una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión , a imperar a la sombra del poder y estar en primera línea sea el sistema político que sea , se atrevió a decir a los cuatro vientos la intención de negarle a España el ser una Nación y hurtarle una parte importante de ella, sin que las instituciones aplicasen los resortes que la Constitución brinda ante tal reto prevaricador. El dirigente independentista se ha transformado en una estatua de sal de tanto mirar la historia y blandirla a modo de ariete, pero no la gran Historia que aporta experiencia e insta a emular grandes o pequeños hechos para bien de una sociedad viva y capaz sino que desde aquel pasado lejano la pervierte, la tergiversa , la ofrece como manzana de la discordia a una ciudadanía previamente adoctrinada.

Los nacionalistas se han prestado a lo largo de los años a tutelar a los Gobiernos de España en varias legislaturas, haciendo creer que lo hacían por lealtad institucional y éstos, inmersos en un plan cortoplacista, se han dejado rodear por el abrazo mortífero de la Mantis religiosa. Ahora al límite de la involución democrática se requiere una acción clara, firme y taxativa de las instituciones del Estado sin rodeos, sin comunicados suaves, sin abogar al tan manoseado consenso que las ha estado acunando.

La ciudadanía, única portadora del derecho a la soberanía, ha empezado a salir de su letargo y a ejercer sus obligaciones con el único propósito de salvar su bienestar, su dignidad y como es lógico su país de la misma manera que lo hace cualquier sociedad democrática. Y se conseguirá si se olvida el buenismo engañoso que han esgrimido muchos falsos profetas y si se exige a los políticos sentido de Estado.

Un ejercicio saludable para poner a punto la inteligencia y descubrir el verdadero plan de los peones de la desintegración de España, es derribar tabúes para que escape el miedo a opinar, a decir no al nacionalismo, a exigir los derechos que avala la legalidad constitucional, a identificarse con lo español, a hablar en castellano si es así como mejor te expresas, sin justificarte o pedir perdón por no conocer otra de nuestras lenguas. Con esta práctica se logrará recuperar la dignidad perdida de cada uno en particular y con ella la de todos. Ahora bien, en primera línea está obligado el Ejecutivo a posicionarse y detrás el resto de los organismos del Estado. No se debe otorgar premios nacionales a personas que les repugna no ya sentirse españolas sino serlo y que alardean de este rechazo después de muchos años de aceptar subvenciones públicas, pero aún es más degradante no inmutarse en el pleno del Congreso cuando un diputado rompe varias hojas de la Carta Magna : un representante político, ineficaz en la defensa de sus ciudadanos en libertad, no es digno del cargo ni de la responsabilidad que ocupa. Habría que plantearse qué nos ocurre, qué déficit mostramos en nuestro funcionamiento colectivo para no reaccionar al instante a los zarpazos destructivos del nacionalismo, y permitir que las instituciones y sus dirigentes se paralicen por no creer en la legitimidad que les ampara y hasta por alardear de ser comprensivos con los enemigos de la libertad.

Se han emitido pronunciamientos alertando de lo negativo que sería la secesión de Cataluña y es posible que se nos ofrecerán muchos más, firmados por empresarios, entidades bancarias, sindicatos, exministros… pero todos tardíos por el sufrimiento que el silencio cómplice ha ocasionado a muchas familias, y lo terrible es que esas entidades han convivido en un magma de chanchullos con los líderes de la ideología identitaria, y ahora ante la posibilidad de desequilibrios económicos, se revuelven en un escenario habilitado, ante las cámaras televisivas, con cierto aire de superioridad mientras que muchos ciudadanos en soledad han tenido que defenderse de la intransigencia, de la injusticia y han sido diana de insultos degradantes, lanzados por los instintos más bajos del ser humano, instintos manoseados desde estancias oficiales y mantenidos con dinero público.

Somos muchos más los que con sentido común, sabemos que todos, codo a codo hemos colocado a nuestro país en un digno lugar en el ranking internacional europeo y que no debemos permitir que se desintegre en mil pedazos en una noche de artificieros. España sin aspavientos, sin una palabra más alta que la otra, sin un desaire debe estar en nuestra vida pública y darnos seguridad como pueblo; meta posible si nos ponemos todos en la labor, políticos, intelectuales, dirigentes de empresas, profesionales de la comunicación y en primera línea profesores, aliento de las escuelas , de universidades, tutores de nuestros jóvenes con la noble tarea de explicarles las raíces de nuestro país, su andadura histórica, por cierto una de las más dignas , y sobre todo hemos de trazar un proyecto ilusionante que cale y nos facilite tener alicientes motivadores.

Lo más eminente es regirnos por las normas que marca el Estado democrático, el cumplimiento de la ley – la tarea principal de cualquier gobernante – y al que no lo haga, sea el dirigente que sea, sea de la autonomía que sea, de la institución que sea, debe aplicársele los correctores que marca la Constitución y el Código penal. No hay tiempo que perder, se han de bloquear los medios mediáticos que despliegan un control sobre la ciudadanía, soltar amarras para que nadie sea pusilánime ante los grandes valores que debe regir a una sociedad sana y dispuesta a actuar en beneficio de los otros, que no es nada más, ni nada menos que potenciar las cualidades que cada uno tiene, sin cortapisas, sólo con el límite de la Ley.

Emprendamos esa tarea con ilusión y por encima de todo, con mucha agudeza para desenmascarar a los que disfrazados de cordero, esconden sus garras y colmillos con la intención de sacar bocado o privilegio, haciéndonos creer que hay pueblos que por el sólo hecho de estar asentados en un territorio son mejores que otros, que tienen una singularidad con derecho a beneficios; afirmación incierta en una sociedad democrática, en la que rige únicamente la igualdad de todos ante la ley por muy diversos que seamos. De ahí partiremos, de los valores aportados por la primera Constitución liberal de 1812 -el criterio de nacimiento, basado en el origen familiar y en el territorio propio fue sustituido por el criterio del mérito personal- ciudadanos de pleno derecho, nadie abandonado injustamente al desprecio y olvido.

 

septiembre 7th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

El uso perverso del lenguaje por la clase política

Sondeos, debates, ranking de candidatos, discursos, réplicas, promesas a cual más delirante, es y será el menú que nos servirán cada día, con la colaboración de los medios audiovisuales que por la puja en la audiencia, nos ofrecerán espacios políticos al estilo de festivales mediáticos, todo edulcorado o salpimentado en estos momentos con constantes referencias, a España o a lo español -vocablos considerados por los sesudos estrategas de marketing, una técnica de máxima rentabilidad, para conseguir “una cátedra política”-; esta avalancha arrasará ahora con furia no antes, a pesar de los constantes avisos que adelantaban la inestabilidad institucional.

Una de las múltiples causas que nos ha impedido protagonizar y defender con intensidad nuestro debilitado y enfermizo presente, es el uso perverso del lenguaje por parte de la clase política con el único propósito de ocupar parcelas de poder y rapiñar vilmente; una tergiversación de las palabras y sus significados se sembró desde los aledaños de la política, con insistencia metódica para que cuajase en un espacio social falto de ideario, ilusión, orgullo de pertenencia y sin legado para las próximas generaciones.

Desde el principio del proceso constitucional, la izquierda ha sido incapaz de pronunciar el nombre de esta vieja nación, España, una de las primeras que vió la luz en Europa, la que con todos sus fallos ha dado a la humanidad loables ejemplos de valor, generosidad y de ética, desgraciadamente no enseñados, defendidos ni potenciados por sus propios adelantados políticos, intelectuales, artistas, profesionales… y a esa entidad territorial en el extremo occidental del viejo continente europeo los socialistas y sus adláteres la empezaron a llamar País o en algunas circunstancias de lo más pintorescas, por ejemplo para ubicar en el espacio el informativo meteorológico, Estado. A todo ello hay que sumar la puntilla dada por los independentistas con el reiterado eslogan “España nos roba” ya que no hay acto más mezquino que -el usar su verdadero nombre para ofenderla- Así se inició el desmantelamiento de nuestro ser como nación y colectivo en el mundo; el siguiente paso fue el rechazo a la bandera, al suplirla en manifestaciones de toda índole por una variedad de insignias desde las republicanas, las de partido hasta las comunistas. A tal comportamiento de la izquierda se suman el de los más notorios nacionalistas, vascos y catalanes, sacando nuestro símbolo común de los lugares institucionales o quemándolo en sus aquelarres secesionistas. En la carrera de demolición se incorporó, para no ser menos, la derecha en detrimento de la legalidad, de su programa y sobre todo de los ciudadanos, y encontró muchos momentos propicios para demostrar su cobardía, el más simple fue el dar órdenes de sustituir la bandera española en sus congresos, asambleas, mítines por enseñas con el color y logotipo de la fuerza política.

El siguiente paso fue renunciar al gran legado lingüístico que representa la lengua española: los primeros indicios en esa andadura fue el incluir en la Carta Magna el concepto “nacionalidades históricas”, después se agregó la posterior concesión a las autonomías de ciertas competencias en educación, luego se vació a la Alta Inspección de sus obligaciones y se permitió que reglamentos de inferior categoría en materia de lengua, priorizasen ante las leyes que regulan el uso del idioma común y oficial en todo el territorio español; el reciente desaguisado ha sido la ley Wert que minimiza el gran problema que representa la inmersión lingüística obligatoria en catalán, por el sólo hecho de privar a todos los niños catalanes de un gran legado cultural a nivel mundial – el Español-, la primera lengua materna usada en más países-estado y la segunda hablada por mayor número de personas. Creer en la libertad y defenderla sería el inicio de la recuperación en este ámbito y por supuesto hacer cumplir el marco legal que sustenta el Estado de derecho.

En un actual ambiente de caos o por lo menos de desorientación, aparece en la prensa escrita una reflexión y aviso del expresidente del gobierno el señor Felipe González; ¡sea bienvenido!, pero hubiera hecho falta haber actuado en su momento, durante su largo mandato, el más largo de la etapa democrática, cuando ya se estaban dando las primeras irregularidades que no por ser las primeras eran las menos dañinas… no debemos estar obligados los ciudadanos a agradecerle, el que se haya dignado a hacer un lapsus en su dorado retiro, rédito de su paso por la política, y sobre todo por haber redactado un comunicado sin reconocer sus fallos ni señalar a su partido como uno de los artífices pioneros del marasmo en que se ha colocado a España. ¡Calle, señor González!, ¡no nos ofenda!, somos un pueblo que merece respeto, le rogamos que no vuelva a dar con ligereza el calificativo de nación. No podía faltar en este certamen de artículos, el firmado por el otro miembro de la famosa pareja socialista en la primera etapa democrática, Alfonso Guerra, con un lenguaje más directo y punzante para las conciencias pero después de haber ocupado durante muchos años, en un continuo sesteo, un escaño ignorado en el Congreso de los Diputados.

Se diseñó el Estado autonómico sin contrapeso explicito de no rotura, se fracturó el partido socialista con el apéndice PSOE-PSC que tuvo consecuencias negativas para el socialismo español pero también por contagio para otras fuerzas políticas… de ahí surgió la primacía de la división frente a la unión, y se disgregarón las competencias fundamentales del Estado, los activos de nuestro patrimonio económico, cultural y de convivencia para mayor honra de politiquillos y mercaderes. Para ser atinados en esta dolorosa reflexión, hay que decir que Ustedes, señor González y señor Guerra, no fueron los únicos responsables ya que el expresidente señor Aznar, con el uso del catalán en familia, también ahondó en el daño institucional, primero alejando de la política nacional al único defensor de lo español y de las libertades ciudadanas en Cataluña, al diputado autonómico Alejo Vidal-Quadras y en segundo lugar mermando la presencia de las instituciones del Estado central en esta comunidad. El señor Zapatero, muy aficionado a los pactos, acabó de inmovilizarnos por medio de acuerdos con los amantes de la violencia y el apoyo a un nuevo Estatuto catalán, emulado pronto en alguno de sus puntos por otros dirigentes autonómicos. Por último en la escalada de dislates encontramos al señor Rajoy al haber estado ausente ante la opinión pública durante la mayor parte de su legislatura y no haber asumido las importantes obligaciones de Estado que le han dado los ciudadanos con el voto y además por no haber aplicado las leyes que le otorga el marco jurídico.

Todos a punto, unos para llegar a la tan ansiada Moncloa, otros para tener más representación, se esfuerzan en introducir retoques en los comportamientos, en las formas, en los candidatos y en la oratoria, cuando lo que cabría es un acuerdo nacional para emprender la reforma y la regeneración pertinente. La maquinaría de las encuestas echan humo semana tras semana, fijas las miradas en la subida o bajada de los índices, una verdadera farsa política pues llevamos ya muchos años de declive y nadie se inmutaba, no se quería ver el abismo al que nos acercábamos.

Estos ajustes forzados no pueden permitir que se olvide lo que de negativo se ha realizado o lo que no se ha hecho a su debido momento. La impunidad fomenta más impunidad, y el proceso de deterioro se debe abortar; es obligado repasar, todas las veces que sea, la trayectoria política realizada, valorarla, destacar lo desechable, cueste lo que cueste y tomar la solución que creamos más beneficiosa. No podemos volver a la tensión institucional vivida durante tantos años, a la falta de libertad y a la desigualdad de derechos de todos los españoles. No podemos poner en entredicho la existencia de nuestra nación. No podemos enfrentarnos al escuchar las consignas de ideologías disgregadoras o revanchistas. No podemos permanecer sin un modelo de convivencia común ilusionante. No podemos colaborar sin lealtad a las reglas democráticas.

El sistema rezuma leyes, normas, reglamentos… que ralentizan en ocasiones el ritmo diario, consecuencia del excesivo número de cámaras legislativas y de sus correspondientes legisladores. Con sorpresa nos insisten de palabra estar faltos de rapidez en el funcionamiento de la justicia, de capacidad para vetar acciones delictivas que dañen la vida pública y en especial nos hacen creer en un vacío legal para impedir un golpe directo a la soberanía nacional. Dos años de continuas presiones, retos constantes, manifestaciones disciplinadas en el odio, un sin fín de comunicados contra la unidad nacional, marchas nocturnas de antorchas por la independencia, todo dirigido o subvencionado por la Generalidad… y ahí está la sorpresa, sin intervención de la Fiscalía, sin que el Presidente del Gobierno haga ademán de cumplir sus funciones constitucionales a pesar de tener artículos disponibles en el marco legal. Y nos pretenden convencer en este instante que es necesario una reforma del funcionamiento del Tribunal Constitucional… un tribunal politizado, lento y poco dispuesto a tramitar según que recursos, una reforma, en vez de aplicar con firmeza todo lo que el Estado con su abundante normativa nos ofrece. Lo imprescindible es interpretar el motivo que ha inducido a los dirigentes de las fuerzas políticas más representativas a no querer ver, saber, señalar ni condenar los actos contrarios a las pautas ajustadas a la ley; si no lo hacemos estaríamos redactando el epitafio del proceso democrático.

La Constitución en los artículos 20, 21, 22, 23 protege las libertades públicas de expresión, de reunión, de asociación, de participación y nos anima a asumir esos derechos si antes por nuestra desidia o despreocupación no lo hemos hecho. Concluidos los últimos comicios, la situación es difícil y más difícil lo será entre el 27S y el posible 20D. Si no sabemos conjugar la cordura y a la vez la valentía en los días decisivos y aislarnos del poder mediático del entorno, sólo nos queda esperar que la bondad de la diosa Fortuna , según los clásicos, reparta suerte.

Ana Maria Torrijos

agosto 18th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

La bondadosa imagen y sonrisa infantil de Josep Antoni Duran i Lleida

Los interesados por la Política, en una frase dicha por el ilustre don Quijote a su compañero Sancho “Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” encontrarán uno de los mejores pensamientos para respetar la dignidad de la persona, su progreso económico y su avance en conocimientos.

Esta premisa es un buen punto de partida para los que han vivido el proceso democrático porque les facilita informar, opinar y valorar a los protagonistas. De entre todos destaca uno que por saber adaptarse a las circunstancias que más pudieran favorecerle, le ha permitido estar en ese espacio equidistante entre lo que se debe hacer y lo que conviene. El señor Josep Antoni Duran i Lleida, presidente de Unión Democrática de Cataluña, ha jugado un papel lo suficiente destacado para estar presente en todo el devenir de la política tanto en el ámbito catalán como en el de toda España en su conjunto. Posición intermedia de largo recorrido, que ya surgió en la fundación de la propuesta demócrata-cristiana al no confluir con la homóloga nacional y fragmentar el espacio electoral; prefirió acercarse a Convergencia, aunque de corte más socialdemócrata, con el afán de recoger los efluvios del nacionalismo y así tender según el momento la mano a lo catalán o a lo español, colaborando a la tergiversación de los dos términos como si fueran contrapuestos.

Se le ha identificado con el papel de mediador o moderador, bien representado en el Parlamento mientras en la Comunidad catalana ha seguido las tésis a la carta del independentismo, disfrazado de “Normalización de lo catalán”. En esa larga travesia su fuerza política ha llenado bien la caja fuerte, colaborando en extender la corrupción hasta límites insospechados… sólo basta con revisar los informes judiciales y los editoriales de los periódicos. Su expedita intervención en los plenos del Congreso de los Diputados, catapultaba su bondadosa imagen con sonrisa infantil incluida, ante la pasmada semblanza de los representantes de los partidos alternativos de gobierno, PSOE y PP, que sin sentido de responsabilidad vaciaban el Estado de sus competencias en Educación, en Sanidad y en Justicia para regalárselas al señor Pujol , un político con gran sentido de Estado según manifestó cierta opinión pública.

Dos momentos álgidos de la constante carrera política del diputado Duran, son la manifestación del 11 de Septiembre de hace dos años, inicio de la aparatosa campaña independentista del presidente de la Generalidad, a la que el político señalado asistió a pesar de haber sufrido un percance de movilidad en su extremidad inferior, sin sentirse incómodo frente a las esteladas enarboladas ni tampoco por escuchar gritos de independencia, y el otro instante culminante fue la decisión de romper la coalición CiU después de muchos años de compartir proyectos, pero cabe la posibilidad de que la tensa situación política le haya forzado a salvaguardar, según su ideología conservadora, los privilegios obtenidos del Estado Español, por si la apuesta secesionista no llegase a buen puerto. Insiste con falacias en que su partido es la única vía de diálogo para llegar a acuerdos con el gobierno e intentar paliar la deriva rupturista.

Cabe preguntarse qué hacía cuando se implantó un anticonstitucional plan de inmersión lingüística en las escuelas catalanas, cuando los padres conseguían sentencias favorables del Tribunal Superior de Justicia ante sus demandas de elegir la lengua vehicular y no se cumplían, cuando se penalizaba a los comerciantes por rotular sólo en  castellano, cuando los letreros informativos se imprimían únicamente en catalán, cuando se impuso el requisito del conocimiento del catalán con nivel incluido, para acceder a un puesto de trabajo público, aunque el futuro empleado no necesitase en el ejercicio de su labor mostrar su erudición lingüística, cuando sus compañeros de escaño lanzaban soflamas identitarias, cuando se argumentaba con el “España nos roba“, cuando en las olimpiadas de Barcelona el hijo de Pujol extendía una pancarta con el lema “Cataluña no es España” y qué hizo en el 9N. Escondido detrás de la formación del señor Artur Mas. Al llegar el momento en el que se requería un nuevo golpe de efecto, sin perder tiempo, reunido en asamblea de partido entre sonrisas y aplausos ha manifestado… -convenía a Cataluña, a España y a Europa que a su formación le fuera bien en las próximas elecciones autonómicas por depender de ella en gran medida, alcanzar una solución política-; lo dijo sin vergüenza, sin rubor, con un cinismo inapropiado para un representante de la soberanía nacional.

Desde su despacho es posible que haga balance de los éxitos alcanzados: en primera línea, muchos años de parlamentarismo español con habitación en un importante hotel de la capital, en la que reponía las fuerzas mermadas por la defensa de la causa constitucionalista con tinte mercantil, también encontrará en esa amplia lista responsabilidades como representante de España a nivel internacional, que por cierto engrosaba su cuenta bancaria y proyectaba su nombre e imagen, cuando a otros parlamentarios de mayor preparación y lealtad no se les había ofrecido… Y paralelamente a esas onerosas cargas , líder de la “moderada” corriente catalanista que a trancas y barrancas iba manteniendo sus componentes en lugares claves del escenario catalán; un líder vacío de principios, que lo único que le ha interesado es atraer la atención hacía él y su “capillita” olvidándose del expolio de derechos y libertades que se ha venido ejerciendo sobre gran parte de los ciudadanos catalanes. Ha estado ausente en todos los espacios en los que se sufría implacablemente el azote nacionalista pero no se ha perdido ningún momento de apoteosis identitaria, siempre en primera línea para que quedase clara su apuesta catalanista-nacionalista-secesionista.

No toda su proyección es debida a su hábil estrategia , hay que destacar sin querer quitarle ni un ápice a su mente privilegiada, la colaboración consciente o sin intención alguna, de unos políticos irresponsables, de periódicos y medios audiovisuales que no denunciaron la deriva del líder demócrata-cristiano, y en momentos convulsos por presión de los nacionalistas o por la gobernabilidad, lo identificaron con la cara agradable del nacionalismo. En ese ambiente mediatizado la cúpula directiva del PP catalán desde sus orígenes, excluido el periodo dirigido por Alejo Vidal-Quadras, siempre ha estado abogando por confraternizar con dicha formación, lo que le ha mantenido en esa indefinición negativa para un partido que dice a nivel nacional defender la legalidad constitucional, basta con repasar el origen de algunos de sus responsables que han sabido con astucia hacer el trasvase de las siglas o si se quiere, constatar la poca relevancia del PP en la política catalana.

Por todo ello y para enmendar los muchos errores cometidos, se requiere aislar los engañosos comportamientos que han adormecido la acción política y social, cuyo más destacado ejemplo es el diputado Duran i Lleida. Ese trasiego, en el caso de que se produzca, sería efectivo y regenerador si desde el primer momento se reconoce públicamente el anterior compromiso colocándose después a la cola de los frentes defensores de la legalidad, sin protagonismo, con humildad y lealtad a la causa democrática. La sociedad está obligada a exigir valores a los que se prestan a ocupar un puesto en el ámbito público y a penalizar la costumbre de algunos de saber estar siempre a cualquier precio, en la vanguardia de lo que es de cuño ganador, que equivale a huir de un posicionamiento en cuanto aparezcan síntomas de riesgo y a incorporarse a otra ofensiva, en ocasiones colocada en las antípodas de la anterior, pero casualmente también de cuño ganador.

Se empieza a hablar de la necesidad de reformar la Constitución e incluso el señor Rajoy se ha apuntado a la tarea salvadora, pero hay que tener en cuenta si para hacerlo, se requerirá la aprobación de los ciudadanos o se seguirá el procedimiento usado ya en ocasiones anteriores, a espaldas de la soberanía nacional, ahora con la única intención de ceder ante un movimiento nacionalista-independentista impregnado de un ADN clasista… Cuando en paralelo se nutre a toda la plataforma separatista  de subvenciones públicas: infinidad de asociaciones repartidas a lo largo de Cataluña e incluso con presencia en otras comunidades bajo el lema “Països Catalans”, las muchas televisiones y cadenas de radio, las continuas campañas con eslóganes rupturistas, el número importante de funcionarios militantes de la causa y para más delirio las sedes en el extranjero con la intención de demoler la presencia de España en el mundo, pero todo con la colaboración del diputado Duran. que ahora con sibilino movimiento pretende dejar la simiente en otro espacio y hacer que fructifique, con la prolongación del problema.

El epitafio de esta anomalía es que todo ese proceso, creado, nutrido y extendido por el interés de una minoría está sufragado y sufrido por todos los españoles. En este instante cabe no pasar de la política, no mirar de soslayo a otro lado sino encarar el problema con valentía y dejar al descubierto a todo aquel o a quienes no han actuado con la altura de miras que nuestro sistema democrático requiere.

Ana María Torrijos