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agosto 2nd, 2015 by Ana Maria

No hay más ciego que el que no quiere ver

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

“El Gobierno hará cumplir la ley” es lo que dijo el señor Mariano Rajoy el día que se personó, después de las elecciones, ante el Comité Directivo del Partido Popular, pero no tuvo en cuenta o no le interesó que muchos españoles en Cataluña y en el resto de España, en varias ocasiones hubieran sido despojados de sus derechos individuales y se les hubiera privado del valor de la Soberanía Nacional. El Presidente del Ejecutivo sin hacer ningún gesto que pudiera romper la estética de su cara, pronunció, ha pronunciado y pronunciará la misma frase en varias ocasiones y el eco de sus palabras se extendió y se extenderá a lo largo del país, perdiendo fuerza a cada kilómetro hasta quedar en un susurro, el Presidente… no hizo nada ni hará nada.

Cada día que un niño entra en la escuela y es sometido a una implacable inmersión lingüística o a una ideologización política que socava su integridad y dignidad personal, el Presidente no hace nada. Cuando en el 9N los secesionistas votaron la rotura de España y el resto de los ciudadanos abandonados, privados de pertenencia sintieron una profunda soledad, el señor Rajoy sin asumir su responsabilidad. Al abrirse las puertas de la prisión para liberar a Bolinaga y a otros etarras con gran alborozo de sus amigos, mientras que las víctimas de su barbarie y las familias de ellas, ironía de la justicia, fueron de nuevo golpeadas y burladas por la prontitud que se dio el Ministerio del Interior en tramitar esa bochornosa salida, y el Presidente, igual que antes, sin hacer nada amparándose en la Fiscalía, en el Tribunal de Estrasburgo o en el Tribunal Constitucional.

La talla de los políticos se mide por la capacidad de saber actuar, de dar explicaciones y sobre todo de asumir errores. No ha habido jefe del Ejecutivo que haya desperdiciado una mayoría absoluta como lo ha hecho el señor Mariano Rajoy – cuatro largos años dedicados exclusivamente a aplicar sobre los asalariados una carga impositiva , impensable para los que se acercaron a las urnas en busca de las profundas soluciones que requería el sistema -.

Si a la uniformidad, forzada por una ideología identitaria que implacablemente va dominando todos los resortes sociales, sea por extorsión, por el asesinato o por la incursión en la escuela, resortes necesarios para sentirse la ciudadanía viva, insisto si a esa homogeneidad sumamos la movilización tumultuosa en la vía pública de los sectores ciudadanos más golpeados por la crisis económica, a los que se les anima a increpar, a insultar a diestro y siniestro apoyándose en sus pequeños o grandes resentimientos, nos encontramos con los ingredientes necesarios para inmovilizar al pueblo por no permitirle ser libre en su pensamiento y sus decisiones. La ley es el único garante de la libertad y el Gobierno el que debe hacerla cumplir.

Las últimas elecciones han ocasionado un cambio importante en la escena política: las formaciones que no han conseguido representación apreciable, las que la han alcanzado y entre ellas las que han visto caer de una forma alarmante su presencia en las instituciones… y lo más llamativo los pactos posteriores. Ahora cabe experimentar durante cuatro años las decisiones de los nuevos inquilinos de las distintas instancias del Estado, cuyas peculiaridades y formas personales ya nos sorprenden; salta a la vista la poca valía de algunos candidatos y su mínima integridad se acrecienta al apreciar la educación de la que hacen gala. Se escandalizaban ante los graves déficits que según ellos mostraba la “casta”, y ahora que tienen la capacidad de tomar decisiones de gobierno, lo prioritario es cambiar el callejero.

La estrategia política ha difuminado los programas , ha hecho desaparecer muchas de las diferencias pues todo está sujeto a lo políticamente correcto y a reclamos populistas, hasta tal punto que incluso el gobierno los emplea como propaganda electoral aunque nos lleve a la insolvencia y a la deriva económica. Y el señor Rajoy sin tomar la iniciativa en reformas, sin ejecutar ciertas leyes que darían estabilidad a la Nación, mientras el señor Pedro Sánchez sonríe a la extrema izquierda para alcanzar poder y dinero público… ¿Tienen sentido de Estado? No, porque ni uno ni otro están para fortalecer las instituciones, ostentan demasiado orgullo de partido para llegar a un pacto nacional entorno a la defensa de la Constitución, de la libertad e igualdad de todos los ciudadanos. Da la sensación de ser pozos vacíos de ideas ilusionantes y regeneradoras, que al amanecer de cada mañana se miran al espejo con sus ojos casi entornados y desempolvan alguna receta antigua, trasnochada con el convencimiento de que les dará resultado y nos entretendrán unos meses más. Una de esas ficticias fórmulas providenciales puede ser el adelanto de programa con el que nos ha deleitado el líder del Partido Socialista, un equipo de expertos para trazar una reforma constitucional… suerte que la lideresa de Andalucía le ha replicado con dos requisitos imprescindibles – la unidad de España y la igualdad en derechos de todos los españoles-. Esta reforma puede ser conveniente pero debe contar con el acuerdo tácito de las fuerzas más representadas en el Congreso de los Diputados y ante todo constitucionalistas, para que se consiga con la tranquilidad institucional necesaria el nuevo texto de la Carta Magna.

En estos momentos lo más acuciante es redactar una nueva ley electoral que tenga como prioridad un ciudadano un voto y que consiga una representación más acorde con la realidad , no un pasteleo de los políticos. Entrar en un proceso constituyente requiere que los independentismos tengan la representación que les corresponde en realidad (son minoría en toda España ) y que los populistas no sean usados como acompañantes para alcanzar el poder.

La reticencia de no entrar de común acuerdo en la reforma nos lleva a la triste conclusión de que son demasiados los que viven del erario público, y desmontar el tinglado que se ha ido construyendo a lo largo de años anteriores, perjudicaría a muchos, interesados a perpetuarse en las nóminas oficiales: 17 parlamentos autonómicos, ciudades autónomas, cabildos, municipios, diputaciones, consejos comarcales, sindicatos más un largo número de organismos, empresas públicas sin olvidar el Congreso y el Senado… muchos bolsillos a llenar con el dinero que sale de nuestros tributos .

Debemos trazar y emprender una reforma política de grandes proporciones, pero el señor Rajoy… presidente de una de las Naciones pioneras en la defensa de la libertad y del desarrollo económico de sus ciudadanos… sin hacer nada , cuando son necesarios ajustes , responsabilidades políticas y dimisiones . En estos momentos con valores de integridad , lealtad , generosidad , respeto a la ley y ante todo creer en nosotros como gran pueblo que somos , podremos superar esta difícil coyuntura. Desde estas líneas y cada uno de nosotros desde donde nos sea posible instemos a ese cambio : en nuestra familia imprimiendo a los hijos honradez y entrega en el desarrollo personal, en el trabajo y en cualquier ámbito, con el convencimiento de que la meta no es alcanzar riqueza sino plenitud personal….una sensación gratificante que nos hará más  humanos; en la sociedad premiando al que muestre mayor valía como individuo sin olvidarse que debe gran parte de lo alcanzado a los demás y por eso él es punta de lanza; en política exigiendo a los que se postulan, preparación, desarrollo profesional, honestidad en anteriores acciones y una firmeza de voluntad en trabajar para un país que necesita personas que crean en él, que no se les ocurra cuestionarlo o utilizarlo para gestionar su cuenta bancaria y menos aún para destruirlo con la intención de forjar una utopía propia de una farsa caballeresca.

Se conseguirá si cada uno lo asumimos y si el señor Mariano Rajoy deja de no hacer nada y , si no sale el Presidente de su “catarsis…”, tendremos que mencionar otros nombres como abanderados de ese cambio, Pedro Sánchez del PSOE, Albert Rivera de C’s , Andrés Herzog de UPyD, Pablo Iglesias de Podemos y Santiago Abascal de VOX , de nosotros dependerá elegir bien la opción que mejor se ajuste a todos los requisitos necesarios para iniciar reformas, será el principio pues se necesita tiempo para alcanzar la nueva imagen que requiere nuestro Estado.

Si estamos en la vanguardia, seguro que lo conseguiremos, basta perseverar y asumir nuestro protagonismo.

Ana María Torrijos Hernández

La licenciada en Filología Clásica

agosto 4th, 2017 by Ana Maria

Redacción (Anna Maria Torrijos) -. Democracia es un concepto que implica proliferación de ideas, afán en el esfuerzo, derechos y deberes, una sociedad abierta a la convivencia, a la solidaridad y por encima de todo ello, el interés del protagonista, el ciudadano. San Cugat Del Vallés (Barcelona), viernes 4 de agosto de 2017. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), lunes, 31.07.2017. Casa Cuartel de la Guardia Civil, calle Traversera de Gracia, número 291. Concentración de apoyo a familiares de los agentes de la Guardia Civil atacados e intimidados en Cataluña por el régimen separatista de la Generalidad de Cataluña del presidente Carles Puigdemont (PDECAT) y los socios del Gobierno catalán (CUP). En la Imagen, la CUP ordena la retirada a sus escuadras de asalto mientras aún sigue la resistencia catalana en pie luchando por las familias de Guardias Civiles y por la Guardia Civil en Cataluña. Los catalanes han podido impedir el asedio este mediodía. El centenar de asistentes de CUP ha abandonado el lugar visiblemente derrotado mientras el medio millar de catalanes por con la Legalidad y con la Guardia Civil se ha quedado más de 20 minutos allí. Lasvocesdelpueblo.

Un sistema autoritario no necesita hombres libres, sólo le basta dirigir un colectivo sometido y adocenado. Los jerarcas legislan, ejecutan e imparten justicia sin réplica posible. El país ofrece una impronta monolítica, no hay alternativa. Todos saben lo que se decidirá, lo que los medios de comunicación lanzarán desde sus terminales, lo que se debe aplaudir o simplemente escuchar. Se ignoran otras formas de hacer y de interpretar la realidad, únicamente se necesita un coro que marque las pautas para que los actores declamen el guión de antemano escrito.

El modelo opuesto a esta última descripción no puede tener otra denominación que no sea DEMOCRACIA. En él, el individuo con sus iniciativas diseña el espacio de la libertad que será generadora de riqueza intelectual, de capacidad productiva y de compromiso social. Derechos los básicos, deberes muchos. Deberes que obligan a todos a tener conciencia de lo que es ser persona, fuente creadora de pensamientos y acciones múltiples. Decidir qué pensar, qué hacer, a dónde ir, cómo educar a los hijos y un sin fin de proyectos, a los que se tiene derecho y se puede diseñar sin que una mano inquisitiva indique la dirección.

Dos modelos, dos trayectos a seguir, pero con una gran diferencia entre ambos -la libertad o el vasallaje-.

Una sociedad como la presente, en apariencia vacía de criterios, sin referencias éticas, sin tener conciencia del respeto debido a la ley, sin reacción ante el nepotismo y a la insólita idea del político de turno, está predispuesta a la deriva. Se encuentra a dos pasos del dislate y de un posible enfrentamiento social, el 1 de octubre, situadas sus partes en dos bandos, los que aplauden la deriva secesionista y los que confiando en las estructuras democráticas, observan sorprendidos la falta de reacción institucional. Una sociedad, incapaz de oponerse a irresponsables gestos de una clase política, en su mayoría constituida por iletrados y por muchos negociantes del calificativo “democrático”, está a punto de recibir tratamientos paliativos.

Un importante número de esos llamados servidores públicos, interesados únicamente en destruir el sistema político parlamentario, han trazado un plan corrosivo bien diseñado; consistente en introducir la violencia, romper el orden en lugares públicos, calles, plazas, municipios, con pancartas y gritos para presionar, cuando tienen a su disposición el lugar adecuado para plantear todas las propuestas ocurrentes, los votos les dieron esa capacidad, les ofrecieron un puesto en el foro, las Cortes generales, las Cámaras autonómicas, la Sala de plenos de los Ayuntamientos.

Una sociedad, que es incapaz de responder mayoritariamente ante provocaciones nefastas como fue la presión ejercida sobre la Guardia Civil en Barcelona, en el barrio de Gracia, una sociedad así, no merece otro calificativo que el de enferma. Unos centenares de ciudadanos, supieron valorar el servicio prestado por la Benemérita en todos los lugares que está desplegada y agradecerle el sacrificio de las vidas perdidas en atentados, víctimas de la barbarie, huérfanos, viudas, madres o simplemente amigos. Pero debe ser la mayoría de la ciudadanía, la que responda, la que esté al lado de los cuerpos de seguridad, la que sofoque con sus aplausos, los gritos de odio emitidos por los convocantes de la CUP: “¡ fuera de Cataluña las fuerzas de ocupación!” (“¡fora de Catalunya les forçes d’ocupació!”.

La sociedad democrática debe ser crítica, debe saber tomar decisiones sin el dirigismo de los políticos, debe saber dónde y cuándo. Si se alejan los valores, los principios sobre los que se construye la convivencia, se destruye al hombre. Por eso hoy más que nunca hay que recuperarlos. Tener criterio propio es imprescindible para saber dar una respuesta a cualquier problema que surja, coincida o no con la de los demás y sobre todo con la que decidan los poderes públicos.

A un Ejecutivo que sólo sabe callar, que no responde a las ilegalidades continuas, lanzadas por unos golpistas y que cuando lo hace es para parapetarse tras los tribunales en busca de sentencias, refugio de no sé que propósito, se le debe exigir su decidida presencia.

A los diputados enzarzados en alcanzar el poder, con el único afán de encontrar las frases menos comprometidas, ambivalentes, fáciles de encajar en cualquier situación como lo fueron las de la Pitonisa en el oráculo de Delfos hace ya muchos siglos, se les tiene que leer la cartilla de notas como aval o no, a la vista de las próximas elecciones.

La sociedad se encuentra en un laberinto de difícil salida. Avanza por los pasadizos y le asalta continuas sorpresas en cada uno de los recodos. Pero del laberinto se sale si se despierta y se empieza a perfeccionar la democracia, a profundizar en la libertad y sobre todo a sentirse ciudadano. Ciudadano para votar, para contribuir al erario público, para escuchar los debates de la Cámara baja, para cumplir la ley, pero en gran medida para hacerse oir, para manifestarse, para exigir responsabilidades económicas o carcelarias a los que han atropellado la legalidad, desde empresarios, jueces, inspectores hasta políticos. El protagonista de la libertad es el Ciudadano.