abril 12th, 2017 by Ana Maria

Redacción: (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Una sensación de extravio total nos inunda. Queremos tener un presente y parece estar confuso, surgen problemas, planes vacíos, se infringen las leyes y no se inmuta nadie. Hay medios suficientes para estabilizar las instituciones, pero los días pasan y se agrava la situación sin que se ponga un mínimo remedio. La Historia vuelve hacia atrás, en momentos lejanos, en siglos pasados muchos han sido los episodios que inquietaron a la población y que empujaron a los dirigentes a mostrarse atenazados, sin transcender en su cargo o subidos en la huida de su responsabilidad. San Cugat Del Vallés (Barcelona) España, miércoles 12 de abril de 2017. Fotografía: El dirigente extremista podemita, Pablo Manuel Iglesias Turrión (i) junto al presidente separatista catalanista, Carles Puigdemont Casamajó (d) durante un encuentro en el Palacio del gobierno regional de Cataluña. Archivo lasvocesdelpueblo.

Tendríamos que plantearnos qué relación debe haber entre el espacio político y el de la ciudadanía, entre los políticos y los ciudadanos. Podemos intentar buscar respuestas que nos agraden más o menos, y si cabe, no gravosas, con la intención de liberarnos de cualquier responsabilidad. A estas alturas, creo que somos incapaces de hallar una y enarbolarla con gesto de triunfo. Hemos enmudecido, no sabemos por dónde empezar.

A primeras horas de la mañana, nos enteramos del avance de los planes secesionistas del nacionalismo catalán; luego vemos las imagenes de la representación escénica de la entrega de armas de ETA con comparsas institucionales; al mediodía nos llegan los comentarios demagogos de ciertos miembros de Podemos sobre lo que ocurre en Venezuela, que frustra a cualquier mente con una mínima capacidad de pensar; luego ante el acuerdo pesupuestario, las fotos del apretón de manos con compañeros de viaje nada recomendables para la integridad de la Nación; avanzada la tarde, noticias de actos en distintos lugares de nuestra geografia contrarios a las raices cristianas; después aumentan los incausados por acciones delictivas desde cargos de responsabilidad, y cerramos la noche con opiniones de mandatarios extranjeros en contra de nuestros intereses territoriales y sobre nuestra soberanía nacional. Un panorama, nada tranquilizador, mientras nosotros estamos haciendo recuento de tumbas de un cercano pasado fraticida en vez de buscar la concordia y la convivencia.

No podremos apreciar el valor de la democracia, el valor de la legitimidad, el valor de la libertad hasta que no comprendamos que para ello se requiere interiorizar, explicar, y dar a conocer la verdad, una verdad clara, directa, concisa, sin lenguajes modulados por quienes intentan ocultar lo sucedido, una verdad presidida en cualquier calle, plaza, o esquina por la muerte de muchos familiares y vecinos, policias, políticos, simples trabajadores, niños, mujeres u hombres de bien. Si no mantenemos presente esas vidas interrumpidas por el zarpazo de unas bestias humanas, no lograremos que nuestra forma de organizarnos se desarrolle con normalidad, con polémicas propias de un régimen parlamentario pero sin poner en duda nuestra entidad como pueblo y nuestra legalidad vigente.

Hay paises europeos y de otros lugares que recuerdan a sus víctimas inocentes. Y nosotros queremos pasar página o aún peor, permitir que las igualen a los verdugos. No hay justificación que valga, ya en democracia hubo una amplia anmistia, por lo tanto, los que están en las cárceles, son individuos que no tenían ni tienen aprecio a la vida por agarrarse a la fanática imagen de su terruño.

En los cementerios reina el silencio por respeto a la muerte y las flores a la esperanza. Ahí están nuestros seres queridos y todos aquellos que les forzaron a dejar la vida. Unas ideas regadas por el odio, germinaron en pistolas disparadas en la nuca, en explosivos que destrozaron los cuerpos. El silencio los acuna y los acompaña, y nosotros estamos obligados con oraciones y el recuerdo, a respetarlos, a agradecerles el precio que representó sus vidas. No los olvidemos, rompamos la lastimosa frase del poeta ¡Qué sólos se quedan los muertos! Desde las instituciones y desde nuestro círculo personal tenemos que perpetuarles, ellos murieron por España y por la libertad.

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marzo 27th, 2017 by Ana Maria

Redacción: (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – 19 de marzo, otro domingo más de los muchos que marcan el calendario, y hubiera sido así, si no se hubiera convocado en la calle una manifestación ciudadana con el propósito de revindicar la paz social y la convivencia. Digno de aplauso es este gesto, pero no menos es señalar con fuerza la paraplegia que ha inmovilizado, durante muchos años, la sociedad catalana mientras que se limaban espacios de libertad. Años que han golpeado con dureza a cada uno de los ciudadanos y han usurpado la dignidad a muchas personas, pero lo más grave, es que se ha realizado desde las instituciones y sin el amparo de la ley. La espontánea protesta no ha sido la primera, pues ya son muchas las que han clamado libertad y derechos individuales. San Cugat Del Vallés (Barcelona), lunes 27 e marzo de 2017. Fotografía: Vista del hemiciclo del Congreso de los Diputados de España. Archivo lasvocesdelpueblo.

El itinerario ilegal imperante en la esfera pública empezó hace muchos años, período durante el que se ha vulnerado constantemente la Constitución y no se han acatado las sentencias de los Tribunales de Justicia.

Nuestra democracia está seriamente dañada en muchos sectores, desde el educativo, el económico, el informativo, el de la propiedad privada, el judicial, el institucional y un largo etcétera. Esta situación dificulta el funcionamiento social diario y distancia al ciudadano cada vez más de la acción política por no apreciar en ella, la solución a sus problemas. Se ha ido imponiendo desde el foro político una hostilidad a lo que forma parte de nuestra más profunda cultura, la que nos ha permitido mejorar en derechos, en igualdad y en libertad. Y los que no están de acuerdo con esos métodos innobles, callan por no querer recibir insultos demagogos, y así España va perdiendo por el camino los ideales que han fraguado su esencia.

Los datos sobre la deuda pública no son halagüeños, pero frente a esta realidad los responsables de las instituciones siguen dilapidando el presupuesto sin un corrector a tiempo como prueba de dignidad política. Las pautas de mesura dadas por el Ministerio  de Hacienda, han quedado en nada y en lugar de medidas disciplinarias a los infractores, se vaticina el perdón del dispendio contraído por las comunidades autónomas, medida que no beneficia a los contribuyentes por no haber invertido los tributos en la mejora de los servicios médicos, educativos o en pensiones, todo lo contrario, el dinero se ha dilapidado en fines espurios. La Generalidad de Cataluña, que representa de esa deuda un 70%, desvía partidas enormes a su alocada deriva secesionista, con una amplia plantilla de adeptos en esos múltiples organismos creados para la desconexión, vocablo que intenta ocultar la verdadera intención que les guía, destrozar una trayectoria común de siglos.

No nos merecemos la mayoría de los políticos que nos ha tocado sufrir durante estos años; unos políticos ineptos, sin sentido de servicio, con el engaño continuo, frases vacías y desechables, fácil disposición del erario público, comisiones ilegales para ostentosos actos de partido y sobre todo sin un proyecto que aúne voluntades.

El conflicto que muchas fuerzas políticas tienen y que lo han demostrado con insistencia a lo largo de las legislaturas, es no poder asimilar el significado exacto de los conceptos – Libertad y libertad individual -. Por no haber asumido ese ejercicio, primero mental y luego práctico, están inmersos en una confusión perversa en la búsqueda y respeto a los derechos fundamentales que dicta el sistema democrático parlamentario.

Han roto la relación que guarda el todo con la parte, como si se pudiese tan siquiera plantearlo. ¡Libertad! grito que al nacer llena nuestra garganta y no deja de acompañarnos hasta el último aliento, ha sido ahogado con contundencia al no creer en  las libertades individuales. La obsesión de tomar desde pequeñas decisiones hasta las de más envergadura, de proponer y legislar a marchas forzadas sobre la vida de los ciudadanos, ha sido el único afán de las fuerzas políticas. Sus estrategias dependen de valores muy perecederos y simples, el conseguir y mantener su capacidad de voto. Y en esta empresa arrasan con la libre iniciativa de la sociedad, todo aquello que les pueda poner límites a su desembocada ambición de grupo.

Después de haber ido minando lo común que compartimos, sean costumbres, fiestas, creencias religiosas, sistema educativo…..ahora toca darle un golpe de gracia a nuestro idioma, el español. Si ya no está suficiente vetado en una parte importante de nuestra geografía y con el lastre del pancatalanismo en comunidades contiguas, ahora el Congreso del PP en Baleares, el partido del Gobierno, no ha aceptado incorporar en la ponencia correspondiente una moción a favor de la libre elección de la lengua española en la escuela. Unos vetan su uso en la enseñanza, en la información institucional, otros  relegan su presencia como lengua nacional en el Senado y ahora se plantean que ocurra lo mismo en el Boletín Oficial del Estado. Y lo potencian quienes con falsos derechos privan a los demás de los suyos. Es de paranoia que una Nación como la nuestra, democrática, esté quitando a los ciudadanos el derecho a su propio idioma, uno de los elementos que con mayor fuerza vertebra un país. Al impedir esa parcela, se niega con contundencia el derecho a la Libertad.

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