mayo 7th, 2017 by Ana Maria

Redacción Ana Maria Torrijos, licenciada en Filología Clásica-. Hemos pasado de los derechos de las personas a los derechos de los territorios, incompatible con la legalidad vigente. (…) las entidades secesionistas ANC y Omnium Cultural emiten en sus comunicados improperios contra las instituciones españolas. ¿Dónde está el límite? Debe haberlo y por lo tanto imperioso asumirlo. Leyes redactadas hay muchas y si están, es para aplicarlas en defensa de la legalidad. La ley es lo que vertebra a un Estado democrático, no es el votar lo que nos hace libres, lo somos si se respeta la ley. San Cugat Del Vallés (Barcelona) España, domingo 7 de mayo de 2017. Fotografía: Varios niños atienden a la profesora en una escuela. Archivo Efe.

Afirmar que la seguridad jurídica es la que fortalece el Estado de Derecho y permite el avance de la sociedad en economía, en educación, en política y en general en todos los espacios de actuación. Sostener que madurez democrática es saber buscar los instrumentos que permitan que ese poder judicial tutele los derechos civiles, evitando los posibles abusos del poder político. Todo esto es la clave de cualquier sistema parlamentario democrático.

Estamos ante una gran pantalla audiovisual y en ella sorprendidos vemos proyectar una y otra vez escenas de posibles encausados, desde un expresidente autonómico, diputados, concejales, periodistas, empresarios hasta algún que otro sindicalista. Noticias relacionadas con la corrupción política, ralentizadas durante años, son  servidas ahora a la carta en un sólo paquete a modo de estímulo. Si la verdad es imprescindible en el ámbito oficial, también lo es agilizar las acusaciones y procurar resolverlas lo más pronto posible sin intrusismo alguno.

Con reiterada frecuencia los portavoces de las fuerzas políticas, al sentirse inculpados por ciertas correrías ilegales, niegan que el partido y sus líderes estén implicados en la corrupción descubierta. Es lamentable que con estas respuestas improvisadas se burlen de los que emanan los poderes del Estado, de los que mantienen con sus impuestos una maquinaria institucional, en un principio creada para facilitar el bienestar de la población, pero que poco a poco se ha transformado en una piedra de molino que va hundiendo en cenagosas aguas a todo un pueblo.

La falta de claridad, de presencia, de empeño en cumplir lo que conlleva el cargo ha roto la confianza obligada al presidente, al ejecutivo, y esta omisión ha permitido que los contrarios a la libertad, sostenida por el imperio de la ley, ganen terreno en detrimento de los derechos individuales. Un gobierno que no asume sus competencias no es digno de ostentar el poder ejecutivo. Esta lamentable situación hace peligrar el funcionamiento democrático y los ciudadanos por mucho que se apresten en intentar enderezarla les es muy difícil conseguirlo. No existe en la actualidad fuerza política capaz de ocupar esa alta responsabilidad, ni en la izquierda ni en la derecha. Y nosotros pendientes de los escándalos económicos, perdemos de vista los problemas que nos acechan y que necesitan ser solucionados cuanto antes.

Como docente me pregunto con insistencia ¿Qué referente de honestidad podemos ofrecer a los alumnos? ¿Picaresca para abrir cuentas corrientes en paraísos fiscales? ¿Mala intención en aras de la fragmentación social? ¿Inmoralidad para trazar proyectos de ruptura de los pilares éticos que deben sostener a la sociedad? Síntomas que calan en nuestros jóvenes y que son proyectados sin descanso, con trivialidad incluida, para conocimiento de la opinión pública. La falta de escrúpulos que impera en una parte de la clase política está colocando el país en una situación compleja.

Tenemos de frente varios envites con difícil salida, en el aspecto económico, en el funcionamiento de las instituciones y en la integridad nacional. El más preocupante por ser irreversible si no llega la solución, es el que tiene a España en la diana, el que pretende romper los lazos que unen las partes integrantes de la Nación.

Muchos colocan el principio de esa deriva en el gratuito empeño de Zapatero en apoyar —el Estatuto que saliera de Cataluña— pero no es así, los inicios de ese plan diabólico fue cuando el Nacionalismo tuvo competencias en enseñanza. Una brecha abierta de este calibre sólo pudo haberse paliado si el Gobierno de turno hubiera tenido como prioridad el interés general en lugar del efímero interés partidista, por eso legislatura que pasaba se deterioraba más si cabe la libertad, la Constitución y los derechos individuales. El bajo nivel académico en historia y geografia, el dirigismo de los medios de comunicación públicos, la subvención de los privados acompañaban el frenesí que reinaba. España sobraba tanto para el secesionismo como para el que con el más alto cargo de mando se llenaba la boca de representarla y la abandonaba al no hacerla presente en las Comunidades en las que el opositor campeaba.

¿Y qué dice al respecto Europa? Que es competencia del presidente del gobierno de un Estado defender y hacer defender la Unidad, establecida por la ley de leyes, la Carta Magna. En el escenario del Parlamento europeo, izadas las banderas, reunidos todos los dirigentes de los paises miembros para tratar las pautas a seguir anteel Brexit que resultó en el Reino Unido, se proyecta en nuestra mente una pregunta obligada y muy directa: ¿cómo es posible que esté presente el jefe del Gobierno de España si en su país no es capaz de hacer cumplir el protocolo de símbolos, el aprendizaje escolar en la lengua oficial ni las decisiones de los altos tribunales?

No se digna el señor Rajoy a contrarrestar las palabras cargadas de ofensas que semana a semana lanzan los dignatarios de la Generalidad o cuando las entidades secesionistas ANC y Omnium Cultural emiten en sus comunicados improperios contra las instituciones españolas. ¿Dónde está el límite? Debe haberlo y por lo tanto imperioso asumirlo. Leyes redactadas hay muchas y si están, es para aplicarlas en defensa de la legalidad. La ley es lo que vertebra a un Estado democrático, no es el votar lo que nos hace libres, lo somos si se respeta la ley. 

En estos momentos toca conseguir acuerdos para apoyar los presupuestos, y el Parlamento en plenos, en comisiones y encuentros, como institución en la que están representados todos los españoles ha de intervenir para conseguir la mayoría necesaria. Lo inadmisible es llegar a acuerdos bilaterales, en detrimento de la igualdad de todos los ciudadanos, vivan donde vivan. Hemos pasado de los derechos de las personas a los derechos de los territorios, incompatible con la legalidad vigente. Un clamor originado por el pacto entre el Ejecutivo y el PNV, se desparrama por todos los foros y es comprensible, pero esto también ha ocurrido en legislaturas anteriores, no se enmendó y de aquello se ha generado esta tensión tan peligrosa que vuela sobre nuestra vida en común, sobre nuestra democracia y sobre España.

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abril 12th, 2017 by Ana Maria

Redacción: (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Una sensación de extravio total nos inunda. Queremos tener un presente y parece estar confuso, surgen problemas, planes vacíos, se infringen las leyes y no se inmuta nadie. Hay medios suficientes para estabilizar las instituciones, pero los días pasan y se agrava la situación sin que se ponga un mínimo remedio. La Historia vuelve hacia atrás, en momentos lejanos, en siglos pasados muchos han sido los episodios que inquietaron a la población y que empujaron a los dirigentes a mostrarse atenazados, sin transcender en su cargo o subidos en la huida de su responsabilidad. San Cugat Del Vallés (Barcelona) España, miércoles 12 de abril de 2017. Fotografía: El dirigente extremista podemita, Pablo Manuel Iglesias Turrión (i) junto al presidente separatista catalanista, Carles Puigdemont Casamajó (d) durante un encuentro en el Palacio del gobierno regional de Cataluña. Archivo lasvocesdelpueblo.

Tendríamos que plantearnos qué relación debe haber entre el espacio político y el de la ciudadanía, entre los políticos y los ciudadanos. Podemos intentar buscar respuestas que nos agraden más o menos, y si cabe, no gravosas, con la intención de liberarnos de cualquier responsabilidad. A estas alturas, creo que somos incapaces de hallar una y enarbolarla con gesto de triunfo. Hemos enmudecido, no sabemos por dónde empezar.

A primeras horas de la mañana, nos enteramos del avance de los planes secesionistas del nacionalismo catalán; luego vemos las imagenes de la representación escénica de la entrega de armas de ETA con comparsas institucionales; al mediodía nos llegan los comentarios demagogos de ciertos miembros de Podemos sobre lo que ocurre en Venezuela, que frustra a cualquier mente con una mínima capacidad de pensar; luego ante el acuerdo pesupuestario, las fotos del apretón de manos con compañeros de viaje nada recomendables para la integridad de la Nación; avanzada la tarde, noticias de actos en distintos lugares de nuestra geografia contrarios a las raices cristianas; después aumentan los incausados por acciones delictivas desde cargos de responsabilidad, y cerramos la noche con opiniones de mandatarios extranjeros en contra de nuestros intereses territoriales y sobre nuestra soberanía nacional. Un panorama, nada tranquilizador, mientras nosotros estamos haciendo recuento de tumbas de un cercano pasado fraticida en vez de buscar la concordia y la convivencia.

No podremos apreciar el valor de la democracia, el valor de la legitimidad, el valor de la libertad hasta que no comprendamos que para ello se requiere interiorizar, explicar, y dar a conocer la verdad, una verdad clara, directa, concisa, sin lenguajes modulados por quienes intentan ocultar lo sucedido, una verdad presidida en cualquier calle, plaza, o esquina por la muerte de muchos familiares y vecinos, policias, políticos, simples trabajadores, niños, mujeres u hombres de bien. Si no mantenemos presente esas vidas interrumpidas por el zarpazo de unas bestias humanas, no lograremos que nuestra forma de organizarnos se desarrolle con normalidad, con polémicas propias de un régimen parlamentario pero sin poner en duda nuestra entidad como pueblo y nuestra legalidad vigente.

Hay paises europeos y de otros lugares que recuerdan a sus víctimas inocentes. Y nosotros queremos pasar página o aún peor, permitir que las igualen a los verdugos. No hay justificación que valga, ya en democracia hubo una amplia anmistia, por lo tanto, los que están en las cárceles, son individuos que no tenían ni tienen aprecio a la vida por agarrarse a la fanática imagen de su terruño.

En los cementerios reina el silencio por respeto a la muerte y las flores a la esperanza. Ahí están nuestros seres queridos y todos aquellos que les forzaron a dejar la vida. Unas ideas regadas por el odio, germinaron en pistolas disparadas en la nuca, en explosivos que destrozaron los cuerpos. El silencio los acuna y los acompaña, y nosotros estamos obligados con oraciones y el recuerdo, a respetarlos, a agradecerles el precio que representó sus vidas. No los olvidemos, rompamos la lastimosa frase del poeta ¡Qué sólos se quedan los muertos! Desde las instituciones y desde nuestro círculo personal tenemos que perpetuarles, ellos murieron por España y por la libertad.

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