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febrero 2nd, 2016 by lasvoces

Cruciales son los días y las semanas próximas para el futuro de España

La vanidad facilita anunciar reflexiones y planteamientos muy poco coherentes. Una predisposición humana como ésta, puede ser no arriesgada cuando las consecuencias son leves, en cambio adquiere tintes dramáticos cuando son desestabilizadoras. En política son frecuentes los actos vánales sin previa

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

valoración, es más rentable encandilar al súbdito que alentar al ciudadano a meditar sobre lo que puede ser más beneficioso. Barcelona, 2 de febrero 2016. Artículo de Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Una mujer con una bandera de España en una plaza de la patria española. Foto Buscatrabajo.org.

Una actitud que está de moda y que se pretende acuñar como parcheo a todos los problemas que estamos obligados a soportar, es el mantener el falso debate “la nueva política mejor que la vieja política”, “los políticos jóvenes más reconocidos que los de más edad”, con un sibilino planteamiento para descartar sin exclusión todo lo hecho antes e incluso la transición democrática, y además a todos los que han participado hasta este momento. Las soluciones exitosas no dependen de la edad sino de la inteligencia y en esta tesitura la realidad presente no dista tanto de la del pasado: mismos agentes, los hombres, y mismas tensiones, las grandezas o mediocridades humanas; no cabe justificar nuestra vanidad blandiendo en voz alta el desarrollo científico y tecnológico del momento actual, pues sólo es un simple espacio en el que nos movemos, contando en primer término los sujetos y sus sensibilidades íntimas.

Plutarco, siglo I d. JC, en la Roma imperial, manifestó” el verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines, donaciones y regalos” sabia afirmación en el momento histórico que la vio nacer, pero incluso ahora está vigente y es necesaria para comprender los importantes errores que se han cometido, errores que han deteriorado la política al desvirtuarla en su esencia.

Los partidos han dejado de ser plataformas de ideas, proyectos serios y viables, para trufarse de innumerables concesiones a favor del votante. La facilidad con que se juega con el dinero de los presupuestos al hacer creer a una parte del electorado que todo es gratis, cuando en realidad sale de los impuestos, inyecta en la masa social una actitud soterrada de dependencia. El populismo está calando y es debido a la falta de pluralidad informativa que reina en las televisiones de mayor audiencia, altavoces de propaganda de masas, pero hay otro factor importante que agudiza la situación, la baja calidad del modelo educativo. No se educa ni se informa al ciudadano para que en parámetros de libertad pueda discernir lo adecuado en cada momento.

Si con espíritu curioso repasamos los” discursos recientes”, de dos años hacia aquí, son visibles los engañosos favores que están dispuestos a ofrecernos: todos por el simple hecho de vivir, tenemos derecho a un salario, a una vivienda, al suministro de luz, agua, gas, a la plaza escolar, a la universidad, sanidad y dentro de poco a un coche de gran lujo y a vacaciones en el Caribe, eso sí, todo gratis, el maná bajará del cielo, mejor dicho, para ajustarnos más al lenguaje laico de lo políticamente correcto, descenderá del espacio con platillo volante incluido. Dicho así parece un guion de una farsa literaria, cuando en realidad es una descripción sin engaños y sin analgésicos atenuantes. Te seducen con falsos espejismos, que después has de pagar con el IVA, con el IRPF, con el IBI, con los impuestos camuflados en la gasolina, en la factura de la corriente eléctrica y con otras muchas más sangrías. Pero gran parte de la población o no quiere o no alcanza a saber que de esos euros recaudados, se pagan sólo algunas prestaciones sociales, pues antes se ha de cubrir las sisas que se dispensan a sí mismos los representantes públicos.

Desde que fue escrito el Lazarillo de Tormes muchos siglos han pasado, los suficientes para haber aprendido los españoles a ser honrados y en especial los representantes públicos. Constatamos que no hay enmienda, continuamos pagando un peaje mortal, la drávida al “listillo de turno” y sonreímos cuando el operario nos camufla el pago de un arreglo sin factura, no percatándonos de que incentivamos con este gesto a los ladrones de guante blanco, los que ejercen sus funciones de presidentes, de diputados, alcaldes y concejales. Lo que prima es conseguir dinero: si para ello ha de venderse la vida privada y destrozarla ante una pantalla televisiva, no importa; si se ha de retener un expediente en un cajón para que se eternice, no importa quién salga perjudicado; si se obliga a mentir o a callar ante un tribunal, no importa que culpen a un inocente, el delincuente compensará; si se ha de engañar en un debate público para conseguir el poder y las remuneraciones que comporta, no vale inmutarse; si se mete la mano en el erario público que repercute en más impuestos a los ciudadanos, es indiferente, mientras que el autor salga impune.

El ser humano necesita desafíos y no conseguirá superarlos si no desarrolla sus capacidades y su recto proceder. Siempre ha sido así. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” nos dejaron por escrito nuestros antepasados. El verdadero bienestar es propiciar el desarrollo económico, facilitar la creación de puestos de trabajo, incentivar el estudio, el aprendizaje laboral y acompañarlo con la honestidad. Tenemos derechos pero también obligaciones, esforzarnos, estudiar, colaborar, ya que el conjunto de los ciudadanos, o sea el país necesita a cada uno de nosotros. Es de necios pretender tocar una estrella sin subir a una “escalera”. Primero hay que descubrir las estrellas , captar su belleza, querer rozarlas, conseguir un trabajo remunerado, adquirir la escalera adecuada, estar bien físicamente, lanzarse a subir con estabilidad y finalmente si aún te interesa el proyecto, rozarlas con la punta de tus dedos. Son varias las etapas a cubrir para alcanzar las metas posibles, etapas que requieren dedicación pues casi todo se puede lograr si uno se lo propone, pero llegado el caso que no fuera así, nos queda la satisfacción de haberlo intentado sin atajos engañosos.

Cruciales son los días y las semanas próximas para el futuro de España, observemos bien el comportamiento de nuestros representantes, califiquemos sus conductas, la sinceridad de sus opiniones, y luego obremos según consideremos qué es lo mejor.

La crítica situación a la que hemos llegado se debe en parte a la poca exigencia en nuestras vidas personales y en gran medida en la vida pública. No queramos falsos reclamos pero tampoco a los que nos los venden y sobre todo a los que nos engañan presentándose como salvadores. No se avanza con salvadores sino con personas responsables que valoren con seriedad y tiento no sólo lo que hay sino también lo que se avecina.

 

enero 17th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: El expresidente catalanista Artur Mas Gavarró (i) junto al nuevo presidente Carles Puigdemont Casamajó (c) y la presidenta del Parlamento Carme Forcadell Lluís (d9 durante la toma de posesión. Lasvocesdelpueblo.

No hay ideología ni interés alguno por encima de la integridad de España

Todo lo que nos aturde en estos días surge de la pesebrera en el que nos hemos acostumbrado a estar. Dura es la afirmación aunque acertada. El trabajo, las preocupaciones familiares, las actividades lúdicas nos han aislado, nos han encerrado en lo nuestro, y ese círculo creado paso a paso ha impedido que no viéramos más allá de lo cercano, en todo caso estaba la televisión, el cine o las escapadas de fin de semana para

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

toparnos con otras realidades, que observábamos como historietas de un pequeño libro de cuentos pero que quedaban olvidadas al regreso a la cotidianidad.

Ahora afloran la preocupación, la duda y la angustia por lo que pueda acontecer después del fraude realizado con el pacto para elegir al presidente autonómico catalán, un pacto sombrío, conseguido -in extremis-; no valen las urnas tanto si son de cartón como si están homologadas por ley, a los nacionalistas sólo les importa su esquema mental extraviado, anclado en un pasado superado, y todo lo que no sea “casa nostra” es la barbarie; tachando de invasores a los que no se les considera nativos del lugar y por eso necesitan tirar hacia delante el “Procés”, lo que permitirá a los que conservan la esencia identitaria o en todo caso a los que la han adorado al renunciar sus orígenes, repartirse los cargos y fuentes económicas: la organización territorial en autonomías ha permitido más reparto de poder y esto para los nacionalistas ha sido la clave para controlar férreamente los órganos de gobierno correspondientes y también los aledaños sociales.

Pero nuestra desgracia no queda aquí, se complica mucho más cuando empezamos a observar el desgaste sufrido por las instituciones, el escenario es el Congreso, y los actores son los Diputados. Estampa inmortalizada para la posteridad, atuendos, verborreas al asumir el escaño, gestos impropios. Un Mariano Rajoy invernado para mayor gloria del PP, un Pedro Sánchez histérico en la búsqueda de acuerdos camuflados para no ser descartado por el PSOE, un Albert Rivera sin posibilidad de dar una imagen de liderazgo definido porque la existencia de C’s es el resultado de votos de la izquierda y de la derecha y un Pablo Iglesias con una oratoria creada en la barra del bar de Podemos, son los políticos que van a decidir nuestro próximo mañana, nuestro equilibrio económico, el plan de estudios de los escolares, las pensiones, el funcionamiento sanitario, entre otras muchas cosas de vital importancia y en una situación muy delicada al tener frente al Estado los kamikazes más destructores, los nacionalistas, abanderados del enfrentamiento, del odio, de la diferencia, del privilegio, del racismo que corroe a cualquier mente no preparada y sin antídoto, sólo disponiendo de un elemento muy poco firme y tendón de Aquiles, el sentimiento.

Si el voto ciudadano es el que decide y si el mismo término de democracia significa el poder del pueblo, es inconcebible que los partidos políticos obligados a acatar las decisiones ciudadanas sean los que desempolven lo más nefasto del periodo de la Restauración -el pucherazo-. La CUP cede diputados para que el cómputo permita al señor Puigdemont ser presidente de la Generalidad, el PSOE hace lo mismo para que ERC y los sucesores de Convergencia tengan grupo parlamentario con su correspondiente subvención, y para más desprecio a las decisiones de los contribuyentes, el PP avala tal decisión mintiendo sobre el tanto por ciento conseguido por los separatistas.

Si la ley electoral no respeta la equidad de los votos de los españoles dando más valor a unos que a otros, y ahora para más oprobio de la democracia, los que dicen por boca del señor Rajoy que defenderán el cumplimiento de la ley, se burlan de ella al dar mayor fuerza a los que atacan a nuestra Nación, ¿Qué nos queda hacer?. La complicada legislatura que se plantea, nos aconseja no cambiar la Constitución, en ella están detallados los valores que definen la democracia, los asentamientos de la Nación y del Estado, los derechos de los ciudadanos, lo que no impide su reforma si los tiempos lo piden, pero siempre sin extirpar la esencia, “la soberanía nacional”. No hay ideología ni interés alguno por encima de la integridad de España.

No queramos presenciar más aquelarres, los formalismos son necesarios en una sociedad estructurada en un ambiente de respeto y de pautas correctas, no queramos que lo asambleario deje la calle y ocupe los espacios de autoridad política , no queramos trivializar los gestos más bellos de la maternidad, no queramos apuntalar al margen de las urnas a los que insultan, humillan y desprecian a una parte importante de los españoles, no queramos confraternizar con los violentos, con los integristas, con los que ponen precio a los más altos principios de una sociedad, dispuesta a organizarse entorno a la justicia y a la libertad.

noviembre 21st, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: El presidente catalanista, Artur Mas Gavarró (c) arropado por su gobierno, alcaldes separatistas, ERC, CDC, CUP, ANC, AMI, Ómnium Cultural ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), en una clara campaña de opresión y de “ataques directos” al TSJC liderada por el consejero de Justicia de su propio gobierno, a raíz de su imputación y declaración ante el TSJC del pasado 15 de octubre 2015. Lasvocesdelpueblo.

El Nacionalismo sigue movilizando en España sentimientos azuzados por mentes poco dadas a la razón

“Mientras yo sea presidente de España, no habrá ruptura” así se expresó la más alta personalidad del poder ejecutivo. La grave situación que se

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

cierne sobre España requería una afirmación de más calado jurídico, no un reclamo preelectoral. Después de oír la frase a modo de sentencia se extendió el silencio, la perplejidad y el arrebato de muchos ciudadanos.

Ciudadanos a los que la trivialidad de los políticos de turno ha golpeado profundamente por promover o facilitar la destrucción de lo generado con mucho esfuerzo; ciudadanos, allá por el año 1950, adolescentes que con su escaso primer sueldo de aprendiz experimentaron el reconocimiento de trabajador en un pequeño taller; jóvenes de estratos sociales populares, que accedieron a las aulas universitarias después de haber estado horas descargando fruta en los mercados centrales de distribución; padres de familia murcianos, extremeños, andaluces que forzados por no ser incluido su municipio en los planes de desarrollo del Gobierno de entonces, abandonaron su querido pueblo para darles una mejor vida a sus hijos en unas urbes inóspitas y hasta en ocasiones hostíles; ciudadanos de diversas edades que dominaron a destajo las máquinas de la industria téxtil; trabajadores en fín que se apuntaban a aumentar una hora más su larga jornada laboral, no para disfrute de unas idílicas vacaciones estivales sino para cubrir las necesidades diarias; ciudadanos que disfrutaron de encuentros familiares con un vaso de vino y una zarzaparrilla.

Pasados los años llegó el momento de equipararse a la Europa constitucional, fue entonces cuando esos ciudadanos se entregaron sin reparos a la causa y recibieron con ilusión el proceso democrático, el modelo territorial que se les ofrecía porque los españoles necesitaban una transición pacífica y una convivencia que los acercase sin marcar diferencias, olvidando los agravios; el primer Parlamento Nacional fue ejemplo de la concordia: diputados comunistas con un pasado necesitado de olvido, socialistas definidos como tales, para marcar distancias de sus familias con carrera económica y política durante décadas, conservadores reconvertidos, liberales aflorados, muchos tecnócratas y todos en un pacto por la transición democrática.

Legislatura tras legislatura se les ha distanciado del deseado modelo, y se lo han transformado en una mesa de poquer para poder cantar premio seguro, una carta   escondida en la manga que a muchos arribistas les ha permitido vivir a costa de los impuestos e incluso enriquecerse; aquel proyecto político que con la tutela de la ley auguraba progreso social, desarrollo educativo y diversos modelos de vida en libertad , ha quedado reducido a una carcasa vacía de valores y falta de cualquier interés por el bienestar de la ciudadanía.

Día transcurrido, aumenta la incertidumbre pero no sólo ante la crítica situación económica sino también por los fraudes de ley, que algunos políticos vestidos de falsos jabatos osan hacer. Nos hemos olvidado de exigir a los que dirigen las altas Instituciones del Estado, incluido las autonómicas, cuotas altas de preparación y de honradez, lo que ha derivado en unos representantes incapacitados por curriculum, con disfraces de ocupas e incluso aficionados a las comisiones, a trapicheos, a enchufismos y a verlas venir con “moderación impertérrita”.

Aquellos ciudadanos, conscientes de sus responsabilidades familiares, laborales y sociales, fueron capaces de levantar un país desolado por enfrentamientos fraticidas; consiguieron superar el atraso académico, poner en vías de desarrollo el medio rural y espandir el sector fabril en los municipios más poblados, pero ahora, frente a sus ojos se ha planteado en la Cámara autonómica catalana un debate asolador, dirimir el asalto al Estado, a la Ley e iniciar la fractura de la Nación.

La Cataluña actual con peso específico en número de habitantes y en nivel económico, es el resultado de muchos años de vida en común con el resto de españoles tanto fuera de los límites del territorio catalán como dentro de él; costumbres, hábitos y formas de pensar distintas o no, se incorporaron y se mezclaron para generar una sociedad plural y eso fue bueno, todos salieron beneficiados, unos y otros. En ese contexto los nacionalistas, abrazados a sus tesís excluyentes, no se han ajustado a la realidad actual, se han querido trasladar a un país de laboratorio y han forjado su idílico mundo: “Martas i Jordis”, reunidos alrededor de una mesa con un menú de pan tostado con tomate, una “escalivada” y todo ello regado con vino, pero en “porró”, han aumentado sus cuentas corrientes y regalado buenas prebendas a los deseosos de recoger la calderilla en nombre de la IDENTIDAD. Han faltado a la democracia, lamentablemente apoyados en años por el séquito que todo poder déspota fomenta, medios de comunicación escritos, asociaciones, organismos profesionales, emisoras de radio y televisiónes subvencionadas con dinero público.

El Nacionalismo, a pesar de los estragos que ocasionó a Europa en el siglo pasado, sigue movilizando en España los sentimientos azuzados por mentes poco dadas a la razón. Muchos han de recapacitar y medir su parte de culpa, pues en un supuesto sistema de libertades cada acción u omisión realizada por pequeña que sea, es transcendente y tiene consecuencias posteriores. Si queremos enderezar nuestra vida en común y enfrentarnos a los monstruos que nos acechan , no hay otra alternativa más que despertar de ese letargo en el que nos encontramos y valorar con capacidad crítica a los protagonistas del derrumbe institucional.

Es el momento de introducir cambios profundos en la estructura del Estado, simplificarlo a la medida de nuestro nivel demográfico y económico, jubilar a través del voto a los políticos e incluso a los partidos que son generadores de corrupción, cuyo único fín es sólo su lucro personal, ilegalizar los que tienen la violencia como arma política y ser implacables con los que no acatan la ley , no respetan las sentencias de los tribunales de justicia y avasallan los derechos de la ciudadanía.

Una sociedad revestida con un halo de dignidad no debe permitir que políticos o aficionados a serlo, se arroguen a usurpar la soberanía popular, mercadeando los apoyos parlamentarios con la única intención de destruir un patrimonio común de lustros, legado de nuestros antepasados y herencia destinada a nuestros jóvenes.

La unidad prevalece por encima de los enanos de papel que han ilustrado las páginas de tantos cuentos nefastos, inventados y relatados en estos años de democracia; nos han narcotizado con multiples llamadas al consenso, al diálogo como si en eso consistiese unicamente un sistema parlamentario, cesión paulatina y constante a los hostiles a la Nación española. El golpe de Estado, dado desde las propias instituciones, tiene su origen en las constantes presiones de los nacionalistas, ansiosos e insaciables a pesar del balsamo suministrado desde los gobiernos sucesivos de derecha y de izquierda. De hechos consumados, hemos de sacar válidas conclusiones: a una ideología identitaria que pretende conseguir privilegios, no se le puede tratar con concesiones al margen de la ley, pues no se la reduce, se la hace más fuerte y con ello destruimos el Sistema democrático.

Aquellos ciudadanos, los que están ya en nuestro recuerdo y los que aún siguen en su actividad anónima, merecen un profundo respeto por la responsabilidad y el amor que mostraron a su país. ¡Tomemos el relevo!

febrero 12th, 2016 by lasvoces

Secesionistas alentadas por la dejación del Estado y extrema izquierda cautivan la juventud con “Derecho a decidir” o “Democracia popular”

Los ciudadanos al iniciar el día, tienen ante sí una agenda apretada. Lo inminente es saber si la podrán cumplir. Esa lista , en ocasiones cargada de obligaciones, ha carecido de prioridades, y ante la imposibilidad de abarcarla al completo, se han descartado algunas de vital importancia; la entrañable atención al crecimiento de los peques y adolescentes, no ha sido de las más observadas. Importante la salud, el aseo, la escolarización, algún que otro regalo o satisfacer un capricho, pero hemos olvidado el crecimiento de sus personas en valores cívicos y en lo referente al espíritu. Artículo de Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Barcelona, 12 de febrero 2016. Fotografía: Un extremista separatista catalán durante la manifestación separatista del 11-S 2014 reclamando al “Gobierno autonómico de Cataluña desobediencia” a las leyes democráticas del Estado de la Nación. Efe.

El ir al colegio bastaba para conseguir el juicio de una persona adulta y allí ya se encargarían de sus aptitudes. Con estas consignas se ha dejado

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

en manos de los profesores la orientación moral que requiere un niño. La injerencia de la política en el ámbito académico ha distorsionado las ideas, los conocimientos y la capacidad crítica. Los padres, relegados de la educación de sus hijos, tampoco han vigilado los conocimientos que les enseñaban en el aula, cuyos contenidos muchas veces eran torpedos en la línea de flotación de su adiestramiento como persona.

Cada generación tiene una máxima, fijar los fundamentos humanos, sociales y culturales que permitan continuidad. Función que ha venido realizándose desde que el hombre existe y cuando no se ha conseguido, las consecuencias han sido negativas, retroceso en el desarrollo. Tarea no cumplida en estos últimos años. Una franja amplia de edad joven desorientada, unos sin proyecto de futuro al faltarles preparación profesional por el alto fracaso escolar, otros sin ideales, sin referencias que les hagan ser capaces de ofrecerse con altura de miras, otros con el propósito de conseguir dinero fácil o entregarse a la juerga. Situación negativa que desestabiliza a cualquier sociedad.

Un sistema democrático se legitima con la ley y con la participación plena de los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría de edad, el derecho a voto. Ir a las urnas no es un gesto banal, en ellas se deciden los gobiernos y éstos trazan la dirección de la política, en definitiva el futuro y el desarrollo. Los votantes y afiliados a las opciones que han constituido el bipartidismo, son más en número y mayores de cuarenta años. ¿Qué ocurrirá cuándo en poco tiempo se coloquen en edad de emitir el sufragio para la gobernabilidad, los niños y los no tanto, que por cierto, ya han empezado a hacerlo?

Las posiciones secesionistas, alentadas por la dejación de las funciones del Estado y los partidarios de la extrema izquierda radical, salidos del activismo callejero, no desactivado desde aquel 15M, han cautivado a parte de la juventud con proclamas “Derecho a decidir” o “Democracia popular”. No hay nada fácil, el momento es complicado y la población en sus casas está inquieta. Las alternativas no satisfacen. La pluralidad de ofertas no es mala en sí, ayuda a pensar, a ampliar matices, responde a la sociedad de la comunicación.

Lo asombroso es no tener dirigentes sólidos capaces de planteamientos válidos. Estamos entre dos encrucijadas: en una, los partidos asentados, con experiencia pero rígidos por no primar alternativas internas que dinamicen contenidos y no facilitar a los militantes comprometidos con la rectitud y la legalidad, a estar presentes en cargos de dirección; en otra, los partidos de nuevo cuño, iniciados hace poco en los espacios políticos y con una impronta que puede ir desde la bisoñez hasta las ganas de llegar a toda costa y lo peor, asumir fórmulas delirantes. Unas organizaciones políticas incapaces de poner en primer término el interés del país, proclives únicamente a la búsqueda del poder; algunos de sus miembros, aunque jóvenes ya llevan tiempo viviendo de la subvención fácil, mal endémico de la actividad pública, en la universidad, en el asociacionismo, en la política, en el sindicalismo y en otras muchas áreas, cuando lo que vale realmente es tener iniciativas, emprender . El riesgo es intrínseco en la vida. Proponerse vivir siempre con muletas es la muerte anticipada y dar pie a que impere la picaresca, vividores de la ayuda social, es un lastre inevitable. En los países encuadrados en la Europa democrática, los departamentos encargados del control de las ayudas, que en ocasiones son necesarias y es justo darlas, están muy vigilantes para que no se cometan fraudes con el dinero de los impuestos que todos los ciudadanos pagan. Nosotros por el contrario regalamos a través de las distintas administraciones a los de aquí y a los venidos de fuera, un dinero fácil, “el dinero público no es de nadie” en detrimento de los servicios de la ley de dependencia y de las pensiones.

Y la sociedad, con un déficit en conciencia ciudadana por no haberse implicado a fondo en tres ámbitos esenciales, la familia, la escuela y el sector informativo, tiene parte de culpa en el deterioro en el que nos encontramos.

Los que se van incorporando a la actividad social, laboral y política requieren por su juventud una carga de ideales que les haga vibrar y les haga tener ilusión; por el contrario, por no oponernos a un falso progresismo, se les ha privado de los valores que puede aportar el estudio con la lectura, el trabajo con la disciplina, la religión o actividades solidarias con el respeto y amor al otro, la cultura con el entusiasmo por lo bello, la historia con el orgullo de ser ciudadano de un gran país. Estas son unas de las bases imprescindibles para una sociedad segura de sí misma, capacitada para discernir lo que a todos nos conviene y sobre todo para saber convivir.

En el marasmo de gestos impropios de una democracia seria, aún surgen por suerte, acciones cívicas de anónimos ciudadanos – títeres de carnaval perniciosos, unos niños inocentes y unos padres responsables-; estas iniciativas se dejan notar a lo largo del país, son resistentes frente al desorden, a la falta de respeto a las mínimas normas de comportamiento. Pero es sintomático que salgan de la ciudadanía y sean aún pocas. Las causas de la falta de implicación pueden ser diversas, desde el que cree que es obligación de los políticos hacerlo, el que siente vergüenza o miedo por mostrar sus opiniones y hasta el que ha renunciado a ir contra corriente. La argumentación para contrarrestar estas formas de proceder es fácil. Nunca se ha de dejar el mando en exclusividad al que gobierna, el sonrojo y la cobardía son sentimientos penosos de pérdida de la dignidad y por último poner diques a cualquier fuerza avasalladora permite salvarse. Notable sería seguir el ejemplo de las personas que mantienen la conciencia de serlo. La libertad no es un regalo , es una conquista de sociedades reflexivas, cultas y educadoras de sus “nuevas promesas”, la juventud.

enero 9th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Unas de las 400 millones de papeletas impresas así como 66,8 millones de sobres para las últimas elecciones generales del 20D 2015 en España. lasvocesdelpueblo.

La ley Electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños

Sorprenderse o su sinónimo asombrarse señala una impresión instantánea en el ánimo ante algo inesperado y extraño. Ésta rápida respuesta produce estupor, aturdimiento y hasta pasmo.

Después de esta incursión en el ámbito de la gramática, es indispensable señalar la causa que ha provocado tal reflexión. En la crispación

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

política que surge con posteridad al cierre de las urnas, se han escuchado frases de lo más pintorescas y por desgracia, muy pocas dignas de ser consideradas resultado de una responsable valoración del momento institucional. Uno de esos chascarrillos ha sido el pronunciado por el portavoz de – Democràcia i Llibertat -, en calidad de réplica al discurso del Jefe del Estado, denunciando la injusticia que se cometería si a una parte, en la que él y su partido se encuentran, más aún se ha atrevido a decir Cataluña, no se le permitiera el derecho a decidir frente a esa mayoría de la que se excluye y se supone es España.

En un país con un sistema de hacer política igual que en el nuestro, no se daría una situación parecida; haría ya muchos meses que se habría aplicado un corrector, el marco legal vigente. Se anunció con gran impacto mediático que con un retoque de las competencias atribuidas al Tribunal Constitucional, se podría desactivar el delirio independentista, frente a la opinión de los que señalaban la variada legislación que ya poseían las instituciones para interrumpir el proceso de desmembración del Estado; hecha la reforma no ha servido para nada, la situación es la misma, alardear de una supuesta prudencia. Parece inaudito que cuando todos estamos sometidos al imperio de la ley por ser la mejor forma de reconducir la convivencia, hayan organismos públicos, que se rebelen e intenten destruir lo que forma parte de su esencia, el Estado y más aún, que quien tiene la potestad de impedirlo no reaccione. Es anómalo y suicida para la Nación el que la ley electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños con menor número de votos de los que consiguen las otras fuerzas de ámbito nacional.

En estos momentos, el único planteamiento posible sin dañar el entramado institucional, sería no aceptar por parte de los miembros del PSOE Y PP con cierta experiencia de gobierno y madurez política, la deriva del país a la destrucción como colectivo de hombres libres, y luego propiciar un pacto de Estado. Pero no sólo los políticos deben ser los que se comprometan en ofrecer la posibilidad de vivir con normalidad, sin lanzarnos a experimentos inviables por la falta de cordura y de racionalidad, sino que han de ser todos los ciudadanos los que se impliquen de verdad en el rechazo a los que quieren destruirnos o pretenden retroceder en el tiempo con la consigna de una casposa revolución.

Muchas trabas nos alejan de la plena participación ciudadana, subvenciones a amigos, amiguetes y a organizaciones afines, sean partidos o sindicatos y no concederlas a organizaciones independientes con un fin social verdadero. Con este planteamiento se llega a la conclusión de que el sistema está montado en gran parte para beneficio y gloria de los partidos políticos no para la verdadera sociedad. El modelo que nos hemos dado requiere una reforma profunda con la intención de recuperar la presencia de los ciudadanos, sus verdaderas necesidades y de que el coste económico no alcance las desorbitadas cifras en euros que exige el funcionamiento de la administración actual, no es de recibo el haber creado un ” monstruo ” que nos está devorando y destruyendo; da la sensación de que muchos aficionados a hacer política, eligen a gusto la ideología que les puede dar más réditos, la defienden, se presentan a las elecciones y , si salen elegidos, roban una parte suculenta de los presupuestos con la intención de trazarse un plan económico, que les permita seguir viviendo a costa de los ” modernos siervos ” de nuestra época, los ciudadanos.

Se ha abusado mucho de los medios que nos brinda el proceso democrático, pero lo lamentable es que ese abuso se ha decantado con intención o no, por la renuncia de la conciencia nacional, por la desintegración del Estado, por el enfrentamiento social, por la pérdida de valores, por el deterioro del poder judicial, arropado todo ello por la más descarnada corrupción. No podemos descartar el perverso papel representado por los dos grandes partidos, ellos han sido los artífices más implicados en el expolio al que se ha sometido todo lo que representaba la estabilidad democrática, equilibrio que nos costará bastantes años reparar.

El despojo sufrido ha sido demoledor y hasta ha herido de muerte a los que lo han programado; es evidente que las dos fuerzas políticas, supuestamente adalides de la libertad, para eso se les dio el voto, han ido perdiendo apoyo ciudadano al mostrarse organizaciones incapaces de alejar a quienes el único deseo que les mueve es destruir lo que en siglos ha costado crear, España o que pretenden involucionar el proceso democrático. Conviene no dejarnos arrastrar por falsos profetas o por avispados vendedores de feria; la última hazaña de los distorsionadores de la realidad, incrustados en el tejido social, alcaldes o presidentes de comunidades autónomas, es no haber querido celebrar la toma de Granada por las tropas cristianas e insistir en que se debería pedir perdón por haberlo hecho. Si no nos preguntamos a quiénes se les ha facilitado poder institucional por haber mostrado tanta falta de conocimiento histórico y sobre todo qué calidad tienen los líderes de las otras fuerzas políticas por no emitir una réplica ajustada a tal desatino, no seremos capaces de iniciar el camino de la reconstrucción, acaso temamos la respuesta, la única posible – hemos entregado la dirección de nuestro país y de nuestras vidas, a insolventes -.

En la caótica situación en la que nos encontramos, sin saber lo que dará de si las arenas movedizas, localizadas bajo los cimientos del Estado, el señor Rajoy trajeado según las exigencias de la víspera a la noche de Reyes, nos ha lanzado con su ya conocida flema la seguridad de que nadie incumplirá la ley, un sonsonete cansino, y además se ha propuesto como artífice de las grandes reformas que se necesitan hacer; entonces es indispensable plantearnos a qué engaño nos quiere llevar, si con una mayoría absoluta , la que nadie logró en democracia, no ha cambiado casi nada, imposible hacerlo con una mayoría minoritaria, y más aún cuando ya se está insinuando el retoque de la reciente reforma laboral con el único fin de conseguir el apoyo del señor Pedro Sánchez.

Terminados los festejos navideños, estamos obligados ante tal desvarío a proteger nuestro modelo de sociedad y a potenciar nuestros gustos y costumbres de la manera que queramos y no al estilo de unos políticos devaluados que en lo único que son expertos es en charangas bien orquestadas, vayan vestidos con traje y corbata o en mangas de camisa.

 

diciembre 25th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Los principales candidato a la presidencia del Gobierno de España al 20D. Rajoy (PP), Sánchez (PSOE), Iglesias (Podemos) y Rivera (C’s). Foto La Sexta.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia

Somos simples ciudadanos, familias con niños pequeños, abuelos solitarios, jóvenes dispuestos a incumplir alguna que otra norma establecida, y un sin fin de singularidades humanas que se esfuerzan o tan sólo “las ven pasar”. Constituimos una sociedad, que espera con

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

entusiasmo las fiestas señaladas en el calendario para dedicarlas al descanso y al encuentro. Este año, Presidencia del Gobierno decidió enmarcar las elecciones generales en vísperas de la Navidad, rasgando la aureola de las fiestas más bellas y entrañables; sólo se necesitó pensarlo para imprimirlo en el boletín oficial del Estado.

Nuestro espacio social ha sido invadido una y otra vez por la estrategia política , pero en esta ocasión se ha ido más allá, se han desdibujado unas costumbres, unos usos arraigados en nuestros pueblos y ciudades al introducir la cuña electoral, una pesada losa que ha gravitado sobre nosotros durante días, con efectos secundarios, secuelas que han secuestrado por horas las conversaciones distendidas que solemos mantener con los compañeros de trabajo en las comidas de “¡hasta pronto!”, antesala a los ágapes posteriores, que han aumentado preocupación en nuestras caras por la inestable situación resultante de las urnas, incertidumbre aumentada por las propuestas periodísticas que tertulia en tertulia nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo.

Repasar lo sucedido desde la notificación de los comicios o si se quiere desde unos meses antes, nos permite resaltar hechos no fortuitos que de alguna manera han influido, han modelado y posiblemente han condicionado el resultado de las urnas.

La televisión es un factor importante para mover la opinión pública, no requiere en ocasiones reflexiones profundas, sólo observar la pantalla para que al instante imágenes, frases elaboradas, redactadas con sutileza impacten en múltiples mentes relajadas, receptivas a cualquier información y en la mayor parte de las ocasiones sin réplica ágil ni oportuna. Los espectáculos audiovisuales nos han trasladado a un escenario de rótulos luminosos, pantallas digitales, pizarras didácticas y en el centro los asientos dispuestos para los políticos de los partidos, seleccionados según criterio desconocido: por representatividad, por intereses ideológicos o por obscuros propósitos. Este procedimiento ha sesgado la libre iniciativa, ha postergado a segundo término a fuerzas políticas con bagaje digno de resaltar y ha impedido a otras nuevas presentarse ante la sociedad.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia, cuando se convocó en primer lugar a Pedro Sánchez, a Albert Rivera y a Pablo Iglesias a la Moncloa a través de una selección arbitraria, un aval a la carta; al centrarnos en la fuerza que lidera este último, comprenderemos que a un líder sin representación en el Congreso y anti-sistema, el jefe del Ejecutivo no debería haberle dado la relevancia de la que no es merecedor por varios motivos y más aún cuando no tenía la intención de firmar el pacto frente al terrorismo radical islámico y sólo asistiría al encuentro como observador.

Fiestas, tres paradas de gran encanto celestial, -la llegada al mundo del Amor, la Paz y la Esperanza, el tañido de las campanas mensajeras de un Nuevo Año y la inocencia en los ojos infantiles al recibir los regalos de aquellos Reyes Magos que supieron seguir la estrella de Oriente-, fiestas que se verán eclipsadas por la impostada voz de los líderes lanzando sus soflamas cargadas de egoísmo, de falta de compromiso, de “SALVESE QUIEN PUEDA PORQUE YO HE GANADO LAS ELECCIONES”.

Si a todo representante público le importase la estabilidad de las instituciones, el bien común y en estos momentos la salida de la crisis económica, bastaría unos pocos días de reflexión para facilitar la gobernabilidad del país, un acuerdo entre los partidos constitucionalistas o como mínimo un pacto de Estado entre los dos más votados, el PP y el PSOE para cumplimentar las pautas de formar gobierno.

Ésta es la noticia que la mayoría de españoles esperamos para vivir felices la Navidad , con turrones, brindis en copas de cava al son de los alegres villancicos que nuestros padres tararearon años y años, a lo largo de esta vieja España en la que estamos todos porque fuimos todos los que la forjamos. Superemos el vaivén de las propuestas de pactos en el panorama nacional y también el largo sainete representado por los aprendices de servidor público en el ámbito catalán, no nos dejemos deprimir y vivamos con esperanza el próximo futuro, siempre nos queda asumir con más sabiduría el volver a las urnas.

diciembre 6th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica.  Fotografía, el director de cine manchego, Pedro Almodóvar (c), encabezando la protesta de los ‘No a la guerra de Irak’ junto a los ricos activistas, Pilar Bardem a su izquierda, Montxo Armendáriz y Agustín Díaz Yanes; el pasado 17 de mayo 2006. Foto archivo/Pedro Armestre.

A pocos días de las elecciones generales vuelve de nuevo el intento a la manipulación

Noviembre 13, un viernes más de los que se suceden en el calendario, víspera de un esperado fin de semana. La noche se muestra propicia para

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné.

disfrute de los ciudadanos, jóvenes o no tanto. Las calles del centro de la ciudad llenas de transeúntes, los restaurantes, cafeterías, cines y salas de fiesta abarrotados. Un mundo de libertades se desparrama por doquier. Bombas, fusiles, tiros rompen la arcadia feliz. El horror desplaza la alegría y deja a sus espaldas, muerte y desolación. El escenario antes lleno de vida, se transforma en un enorme mausoleo. Francia entera responde con generosidad, policías, sanitarios, ciudadanos y no menos sus políticos, la rúbrica son los compases de la Marsellesa.

Mi inconsciente me lleva hacia atrás, a más de una década y a un lugar más cercano España, Madrid, Atocha. En el país vecino espacios de diversión, de descanso, aquí trenes, un transporte hacía una jornada laboral; allí ambiente nocturno, lúdico, aquí primeras horas de la mañana, a la espera de ejercer de profesionales; allí distintos focos de barbarie, aquí un escenario de locomoción, los trenes del “adiós”, del dolor y de la desolación.

Allí la solidaridad de un pueblo, aquí también; allí la unión de políticos y ciudadanos, aquí no; allí los símbolos de la Nación, la bandera y el himno, aquí no; allí unas fuerzas políticas en bloque apoyando a su Gobierno, aquí presionando, manipulando y llamándole asesino. Allí resultados rápidos, búsqueda de los culpables, seguimiento, captura, aquí destrucción de las pruebas, desaparición de los vagones, indicios falsos.

¿Qué nos ocurre?, ¿Cuál es la causa de tan distinto comportamiento?

Somos un pueblo con gran consistencia, pilares firmes apuntalan nuestro ser, la historia, el arte, la literatura y otros muchos hechos encomiables realizados en épocas pretéritas. A cualquier país le agradaría poseer un pasado ilustre como el que nosotros poseemos, desde la Prehistoria hasta el día de hoy: Altamira, Tartesos, Gadir, Emporion ( Iberia ), Emérita Agustea ( Hispania ), además de un largo etcétera de lugares y hazañas dentro y fuera de nuestro territorio. Con este bagaje es impensable un comportamiento tan ruin por parte de algunos de los que han liderado la democracia. Han vendido o han destruido todo lo que no fuera propicio a sus fines partidistas, en este caso la unidad frente a la barbarie terrorista.

Los españoles, confiados en la buena acción del Gobierno, nos hemos despreocupado del día a día en la calle, en el colegio, en las instituciones. No hemos querido ver que la democracia necesita a todos los ciudadanos implicados en ella. La política tiene su espacio y nosotros tenemos el nuestro. Sembrar bien un campo permite recoger una buena cosecha. Nosotros hemos consentido a los dirigentes políticos imponer unos planes de estudio de baja calidad, que ha reducido los conocimientos geográficos e históricos de España, sin olvidarnos de la manipulación que han gestado los nacionalistas, y del riego selecto de docentes adictos a la manipulación del saber; a ésto hay que añadir el nefasto impacto de algunos medios sociales que han prostituido su loable influencia en la sociedad – la libertad de información y la búsqueda de la verdad -; pero no queda aquí, el aditivo último es el desvío de ciertos jueces y cúpulas policiales, desleales a los valores que la mayoría de sus compañeros de profesión ostentan. De esas mises, imposible pensar tener una generación de ciudadanos que sientan a su país como lo ha hecho el pueblo francés.

Al día siguiente del atentado en la capital parisina, aquí españoles cantando la Marsellesa delante de la embajada francesa en memoria de las víctimas, en cambio en infinidad de lugares en donde el terrorismo vasco ha segado la vida a centenares de conciudadanos, no se tarareaba, ni se escuchaba a través de un megáfono improvisado nuestro himno, se retiraba pronto a los muertos y se les enterraba con un infame comentario “algo habrán hecho”. En el recuerdo cercano las bombas que la mañana del 11M quitaron la vida a muchos madrileños, pero también en el recuerdo “la jauría de mastines”, cercando a las pocas horas las sedes del partido del Gobierno a golpe de insulto inculpatorio. Diferentes a esas deleznables imágenes, la televisión del país vecino nos muestra un Parlamento a las ordenes de su Ejecutivo.

Ahora, a pocos días de las elecciones generales vuelve de nuevo el intento a la manipulación; en esta ocasión a falta de la guerra de Irak, se ha de buscar otra excusa para salir a la calle; la prueba de ese deterioro social será si a unos señores del mundo del cine y de otros ámbitos, subvencionados, vividores del sectarismo, conocidos por sus lamentables comunicados en ocasiones y en otras por su mutismo ante hechos de gran calado, se les permite que movilicen la opinión pública como hicieron en la campaña electoral que nos trajo al más negativo presidente, el señor Zapatero.

Hasta que no comprendamos que la Política en mayúscula sólo es posible si el Gobierno y la Oposición, al unísono son capaces de defender con honestidad a la ciudadanía, no empezaremos a reconducir la convivencia. Los partidos políticos en estos años de proceso democrático, se han lanzado con desenfreno al asalto, todo les ha valido con tal de ganar más apoyos para ostentar el poder: dossiers falsos, perjurios, compra de voluntades, oposición desleal, latrocinios, opacidades con el fisco y un sin fin de comportamientos impropios de una sociedad honrada consigo misma. En este magma de hechos delictivos, no podía primar el respeto al marco constitucional, unos a otros se han tapado los fraudes y la moneda de cambio ha sido la corrosión de la estructura institucional.

Siempre hay unas segundas oportunidades, y así hemos de considerar este momento difícil para los europeos; Europa debe recapacitar y afirmar su cultura, sus constantes vitales, su modelo político, y los españoles al mismo tiempo tenemos que reconstruir nuestro país y volver a unir los lazos que nos hermanan y que hace de todos una gran familia, un pueblo que se ha propuesto grandes retos y los ha conseguido; es evidente que éste también lo resolverá. No dejemos el futuro en manos de unas minorías elitistas, siempre en el poder, con un amplio armario de trajes de variado colorido, uno para cada momento oportuno; ejemplo de ello es la novedad que aparece en el panorama noticiable, Convergencia Democrática de Cataluña, desaparece y pretende resurgir de las cenizas cual ave Fénix. No nos dejemos engañar, un nido de rapiñas no puede reconvertirse; el daño económico hecho a la sociedad ha sido enorme sin mencionar el fraude realizado a los catalanes a lo largo de los años, tanto a los que engañó con manipulaciones, como a los que les privó de sus derechos más “sagrados” -la libertad de educar a sus hijos según las pautas que marca la Constitución- por eso no pueden ser refrendadas esas siglas u otras que las pretendan sustituir en apariencia.

El señor Rajoy tiene la agenda muy apretada para asumir las competencias del poder ejecutivo, los espacios disponibles son escasos, el colapso que sufre su protagonismo en las cadenas televisivas se lo impide; aunque no debemos preocuparnos, esas escenificaciones, algunas plácidas entrevistas, otras lúdicas de “alterne”, ahora sirven, según algunos aduladores para mostrar la humanidad de los presidenciables. Humanidad es aplicar la ley a los terroristas, causantes de tanta angustia; humanidad es la defensa de los derechos de los escolares en las aulas, asegurar el fondo de las pensiones, mantener la calidad de la asistencia sanitaria y sobre todo respetar la independencia del poder judicial para que todos seamos iguales ante los tribunales.

La libertad dentro del orden legal debe ser cuidada y defendida si queremos ser protagonistas de nuestra carta de ciudadanía. Pudiendo hacerlo, sería deprimente contentarnos con alcanzar sólo el título de súbditos.

octubre 31st, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: Los golpista de la candidatura separatista catalana, Juntos Por El Sí, Artur Mas Gavarró (i) junto con Carmen Forcadell Lluís (d9, durante la primera sesión del Parlamento de la XI legislatura. Foto AFP>.

La reflexión y la pregunta que cabe hacerse es: ¿Y El Pueblo Español?

Todo pueblo que ha alcanzado un mínimo de organización interna, con empeño tenaz ha ido guardando en la línea del tiempo lo que consideraba referencia para su mejor funcionamiento como grupo; así lo hicieron nuestros primitivos antepasados mientras presionaban con firmeza la tierra que les sostenía y, a medida que se hacían humanos intentaban adaptar el mundo a sus necesidades, primero con sus fuerzas, luego con la palabra y con la inteligencia (…) familias, tribus, poblados, Nación y Estado. “España es un concepto discutido y discutible”, “España, nación es un término polisémico”, de esta forma ambigua líderes políticos, saturados de estupidez y simpleza, han osado aclarar este compromiso ético, fruto de la Historia.

En esa deriva hemos dejado atrás todo lo que la arropaba, la hacía presente y entrañable, frente a ello, sólo se ha empleado como réplica un silencio y un abandono fácil; Fiesta Nacional, 12 de Octubre: Presidentes de comunidades autónomas ausentes en los actos oficiales, posicionamientos de un gusto y falsedad inaceptable emitidos por cargos municipales, concentraciones de intención anticonstitucional, ofensas continuas en televisiones públicas y para cerrar este recital de situaciones insólitas nos encontramos a los altos responsables de las Instituciones dispuestos a ir con sus mejores galas a recepciones protocolarias y a participar en los corrillos de los dimes y diretes, con un tema central -la figura estelar de Albert Rivera-.

La reflexión y la pregunta que cabe hacerse es: ¿Y El Pueblo Español? La respuesta se resume en dos instantáneas, una la encontramos en esos cientos de madrileños que se agolpaban en las calles para vitorear a su ejército, defensor de la integridad territorial del país y del ordenamiento constitucional, la otra en la convocatoria de una manifestación ciudadana en Barcelona para reivindicar su españolidad, afectada desde hace años por el gobierno de la Generalidad de Cataluña; la presencia voluntariosa de los ciudadanos en ambos acontecimientos simultáneos, en un día en que se celebraba el sentir colectivo, fue suficiente motivo para haberle dedicado un tiempo acorde a la importancia de la efeméride, pero no se hizo pues ni la retransmisión en directo del desfile militar incluyó imágenes del entusiasmo del público anónimo, que se sentía motivado por los valores constitucionales que representa la España de hoy, ni tampoco la pantalla televisiva mostró, con suficiente amplitud de minutos, la apuesta que hacían unos ciudadanos catalanes, de vivir en libertad y por lo tanto de ver respetada su dignidad. Después de un largo rodaje de proceso democrático, parece insólito que tenga que ser el pueblo, agobiado por la situación, quien se postule defensor de España al reconocer a sus Fuerzas Armadas en su función y al enarbolar la bandera al grito de su secuestrada condición de español.

Los líderes políticos durante la legislatura ignoran la presencia y la opinión de la ciudadanía, sólo les mueve los beneficios, no únicamente de partido sino también de cada uno de ellos y de sus camarillas; cabe observar simplemente a dos meses de los comicios, los movimientos que se producen en las fuerzas políticas, e incluso apreciar los forcejeos y trasvases de sus miembros, la lucha por el puesto seguro; las organizaciones internas de los partidos se tambalean, gimen, lloran (…) y mientras tanto los graves problemas que pueden desestabilizar el sistema democrático y que tienen preocupados a los españoles, se relegan o se sacan fuera del debate.

Estamos deslizándonos por una pendiente muy peligrosa a riesgo de caer en la banalidad absoluta. Después del careo entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, golpeados por los parámetros que miden la imagen, la compostura, el gesto, eso sí en mangas de camisa, puños hacía arriba y cuellos desabrochados con la intención demagógica de acercarse al pueblo, de mostrar sencillez, un disfraz al uso impuesto por los populistas de Podemos, sería de lamentar que nos encogiéramos de hombros al susurro de “es lo que hay”.

Es penoso el trato dirigido hacía los ciudadanos por parte de la “aristocracia” política, un trato falto de consideración, y ante todo de responsabilidad frente el presente y futuro de España (…). Las propuestas que se les ocurre son de lo más rocambolescas, de desprecio a lo que somos, fuimos y podemos ser, nos han vaciado por dentro, han creído que lo único imprescindible y casi excluyente para apuntalar a una sociedad es la situación económica, que siendo muy importante, no es el todo pues la vitalidad anímica de los españoles requiere ilusión y valores para afrontar el mañana.

Deberíamos exigirles Libertad para poder decidir nuestras vidas, nuestros gustos, nuestra cultura, lo que queremos ver, oír y hacer, libres para poder practicar la religión en la que creamos o ninguna si es a lo que optamos, libres para elegir la escuela que se ajuste más a nuestro modelo de entender el mundo (…) y un largo etcétera de espacios en los que deseamos movernos sin la implacable mirada y control de los políticos. Deberíamos exigirles Justicia en todos los órdenes, en el ámbito laboral, en el social, en el político, que se ampare y sancione a todos sin distinción alguna, con prontitud y equidad. Deberíamos exigirles Igualdad de derechos y deberes, sin singularidades ni privilegios -singular cada persona por ser irrepetible, no los colectivos aglutinadores de individuos diferentes, dándose el caso que puede haber más coincidencias entre dos personas miembros de diferente grupo, que lo que les une con los que comparte el suyo-.

Deberíamos exigirles Compromiso por España y sus símbolos, lo que daría estabilidad a todos, a cada uno en particular y en consecuencia al sistema democrático. Deberíamos exigirles Decisión en desmontar el complejo andamiaje en el que se han convertido las Instituciones, amplísimo solar para colocar a sus afines, amigos y familiares. Deberíamos exigirles Formación, Honradez y Servicio. 

octubre 3rd, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: El presidente de la Generalitat, Artur Mas, durante la primera reunión del gobierno catalán tras las vacaciones, agosto 2015. Foto/Efe>

Una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph A. N./lasvocesdelpueblo

-¡Tierra!, La suerte está echada, Tanto monta, monta tanto, Sólo sé que no sé nada, Dejad que los niños se acerquen a mi -… palabras, frases, sentencias que han marcado un hito en el devenir histórico, que han intentado simplificar un hecho, un pensamiento, un anhelo; expresiones dichas, retenidas en la memoria y transmitidas para la posteridad; un recuerdo, esperanza y guía para todas las personas que quieren formar parte de su presente y facilitar la llegada de un futuro mejor. Pero hay otras que nacen vacías de contenido, frases huecas, coyunturales, que pasarán al olvido o que si se retienen serán para oprobio de los que las pronunciaron: “el Gobierno no os dejará solos”, ésta es una de ellas, la que el presidente del Ejecutivo ha emitido por compromiso ya varias veces, pero sin cumplimiento, y luego volvió a repetirla ante un nuevo acto en contra del Estado de derecho, el 27S como constancia de obligación debida o a lo mejor por tic paternalista y en caso extremo por hacer ver que ejerce sin hacerlo. Pero no ha quedado en ello, finalizado el recuento de votos de los comicios autonómicos, el portavoz del partido de la calle Génova, el señor Pablo Casado en ausencia ya prevista de Mariano Rajoy, manifestó otra frase que seguro , igual que las anteriores, pasará a la posteridad por vacua “el gobierno garantizará la legalidad”; al día siguiente, obligado por las críticas generalizadas a su escapada, se dignó el señor Presidente a convocar un encuentro con los periodistas para dar su valoración de lo ocurrido en las urnas… no quiso agotar la paciencia de los profesionales de la información ni la nuestra, de ahí que su exposición fuera breve; nada nuevo aportó, ya por no tener propuesta alguna o por no calibrar la grave situación que nos envuelve.

Toda una legislatura ha sido tiempo suficiente para que los ciudadanos hayan apreciado la acción del Gobierno, la intención de solucionar todos los problemas y sobre todo la presencia del Estado en cada Comunidad autónoma. No ha sido así, el Presidente, el señor Rajoy no ha apoyado a los ciudadanos catalanes a los que se les ha privado reiteradamente de derechos fundamentales y a través de ellos a todos los españoles y tampoco ha tomado medidas en su momento debido para impedir las ofensas continuas que se han dirigido a la Nación y al jefe del Estado.

Estas últimas elecciones, convocadas con antelación, a gusto de un proyecto secesionista, liderado por el señor Mas, representante del Estado en su comunidad autónoma, adelantado de una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión , a imperar a la sombra del poder y estar en primera línea sea el sistema político que sea , se atrevió a decir a los cuatro vientos la intención de negarle a España el ser una Nación y hurtarle una parte importante de ella, sin que las instituciones aplicasen los resortes que la Constitución brinda ante tal reto prevaricador. El dirigente independentista se ha transformado en una estatua de sal de tanto mirar la historia y blandirla a modo de ariete, pero no la gran Historia que aporta experiencia e insta a emular grandes o pequeños hechos para bien de una sociedad viva y capaz sino que desde aquel pasado lejano la pervierte, la tergiversa , la ofrece como manzana de la discordia a una ciudadanía previamente adoctrinada.

Los nacionalistas se han prestado a lo largo de los años a tutelar a los Gobiernos de España en varias legislaturas, haciendo creer que lo hacían por lealtad institucional y éstos, inmersos en un plan cortoplacista, se han dejado rodear por el abrazo mortífero de la Mantis religiosa. Ahora al límite de la involución democrática se requiere una acción clara, firme y taxativa de las instituciones del Estado sin rodeos, sin comunicados suaves, sin abogar al tan manoseado consenso que las ha estado acunando.

La ciudadanía, única portadora del derecho a la soberanía, ha empezado a salir de su letargo y a ejercer sus obligaciones con el único propósito de salvar su bienestar, su dignidad y como es lógico su país de la misma manera que lo hace cualquier sociedad democrática. Y se conseguirá si se olvida el buenismo engañoso que han esgrimido muchos falsos profetas y si se exige a los políticos sentido de Estado.

Un ejercicio saludable para poner a punto la inteligencia y descubrir el verdadero plan de los peones de la desintegración de España, es derribar tabúes para que escape el miedo a opinar, a decir no al nacionalismo, a exigir los derechos que avala la legalidad constitucional, a identificarse con lo español, a hablar en castellano si es así como mejor te expresas, sin justificarte o pedir perdón por no conocer otra de nuestras lenguas. Con esta práctica se logrará recuperar la dignidad perdida de cada uno en particular y con ella la de todos. Ahora bien, en primera línea está obligado el Ejecutivo a posicionarse y detrás el resto de los organismos del Estado. No se debe otorgar premios nacionales a personas que les repugna no ya sentirse españolas sino serlo y que alardean de este rechazo después de muchos años de aceptar subvenciones públicas, pero aún es más degradante no inmutarse en el pleno del Congreso cuando un diputado rompe varias hojas de la Carta Magna : un representante político, ineficaz en la defensa de sus ciudadanos en libertad, no es digno del cargo ni de la responsabilidad que ocupa. Habría que plantearse qué nos ocurre, qué déficit mostramos en nuestro funcionamiento colectivo para no reaccionar al instante a los zarpazos destructivos del nacionalismo, y permitir que las instituciones y sus dirigentes se paralicen por no creer en la legitimidad que les ampara y hasta por alardear de ser comprensivos con los enemigos de la libertad.

Se han emitido pronunciamientos alertando de lo negativo que sería la secesión de Cataluña y es posible que se nos ofrecerán muchos más, firmados por empresarios, entidades bancarias, sindicatos, exministros… pero todos tardíos por el sufrimiento que el silencio cómplice ha ocasionado a muchas familias, y lo terrible es que esas entidades han convivido en un magma de chanchullos con los líderes de la ideología identitaria, y ahora ante la posibilidad de desequilibrios económicos, se revuelven en un escenario habilitado, ante las cámaras televisivas, con cierto aire de superioridad mientras que muchos ciudadanos en soledad han tenido que defenderse de la intransigencia, de la injusticia y han sido diana de insultos degradantes, lanzados por los instintos más bajos del ser humano, instintos manoseados desde estancias oficiales y mantenidos con dinero público.

Somos muchos más los que con sentido común, sabemos que todos, codo a codo hemos colocado a nuestro país en un digno lugar en el ranking internacional europeo y que no debemos permitir que se desintegre en mil pedazos en una noche de artificieros. España sin aspavientos, sin una palabra más alta que la otra, sin un desaire debe estar en nuestra vida pública y darnos seguridad como pueblo; meta posible si nos ponemos todos en la labor, políticos, intelectuales, dirigentes de empresas, profesionales de la comunicación y en primera línea profesores, aliento de las escuelas , de universidades, tutores de nuestros jóvenes con la noble tarea de explicarles las raíces de nuestro país, su andadura histórica, por cierto una de las más dignas , y sobre todo hemos de trazar un proyecto ilusionante que cale y nos facilite tener alicientes motivadores.

Lo más eminente es regirnos por las normas que marca el Estado democrático, el cumplimiento de la ley – la tarea principal de cualquier gobernante – y al que no lo haga, sea el dirigente que sea, sea de la autonomía que sea, de la institución que sea, debe aplicársele los correctores que marca la Constitución y el Código penal. No hay tiempo que perder, se han de bloquear los medios mediáticos que despliegan un control sobre la ciudadanía, soltar amarras para que nadie sea pusilánime ante los grandes valores que debe regir a una sociedad sana y dispuesta a actuar en beneficio de los otros, que no es nada más, ni nada menos que potenciar las cualidades que cada uno tiene, sin cortapisas, sólo con el límite de la Ley.

Emprendamos esa tarea con ilusión y por encima de todo, con mucha agudeza para desenmascarar a los que disfrazados de cordero, esconden sus garras y colmillos con la intención de sacar bocado o privilegio, haciéndonos creer que hay pueblos que por el sólo hecho de estar asentados en un territorio son mejores que otros, que tienen una singularidad con derecho a beneficios; afirmación incierta en una sociedad democrática, en la que rige únicamente la igualdad de todos ante la ley por muy diversos que seamos. De ahí partiremos, de los valores aportados por la primera Constitución liberal de 1812 -el criterio de nacimiento, basado en el origen familiar y en el territorio propio fue sustituido por el criterio del mérito personal- ciudadanos de pleno derecho, nadie abandonado injustamente al desprecio y olvido.

 

septiembre 7th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

El uso perverso del lenguaje por la clase política

Sondeos, debates, ranking de candidatos, discursos, réplicas, promesas a cual más delirante, es y será el menú que nos servirán cada día, con la colaboración de los medios audiovisuales que por la puja en la audiencia, nos ofrecerán espacios políticos al estilo de festivales mediáticos, todo edulcorado o salpimentado en estos momentos con constantes referencias, a España o a lo español -vocablos considerados por los sesudos estrategas de marketing, una técnica de máxima rentabilidad, para conseguir “una cátedra política”-; esta avalancha arrasará ahora con furia no antes, a pesar de los constantes avisos que adelantaban la inestabilidad institucional.

Una de las múltiples causas que nos ha impedido protagonizar y defender con intensidad nuestro debilitado y enfermizo presente, es el uso perverso del lenguaje por parte de la clase política con el único propósito de ocupar parcelas de poder y rapiñar vilmente; una tergiversación de las palabras y sus significados se sembró desde los aledaños de la política, con insistencia metódica para que cuajase en un espacio social falto de ideario, ilusión, orgullo de pertenencia y sin legado para las próximas generaciones.

Desde el principio del proceso constitucional, la izquierda ha sido incapaz de pronunciar el nombre de esta vieja nación, España, una de las primeras que vió la luz en Europa, la que con todos sus fallos ha dado a la humanidad loables ejemplos de valor, generosidad y de ética, desgraciadamente no enseñados, defendidos ni potenciados por sus propios adelantados políticos, intelectuales, artistas, profesionales… y a esa entidad territorial en el extremo occidental del viejo continente europeo los socialistas y sus adláteres la empezaron a llamar País o en algunas circunstancias de lo más pintorescas, por ejemplo para ubicar en el espacio el informativo meteorológico, Estado. A todo ello hay que sumar la puntilla dada por los independentistas con el reiterado eslogan “España nos roba” ya que no hay acto más mezquino que -el usar su verdadero nombre para ofenderla- Así se inició el desmantelamiento de nuestro ser como nación y colectivo en el mundo; el siguiente paso fue el rechazo a la bandera, al suplirla en manifestaciones de toda índole por una variedad de insignias desde las republicanas, las de partido hasta las comunistas. A tal comportamiento de la izquierda se suman el de los más notorios nacionalistas, vascos y catalanes, sacando nuestro símbolo común de los lugares institucionales o quemándolo en sus aquelarres secesionistas. En la carrera de demolición se incorporó, para no ser menos, la derecha en detrimento de la legalidad, de su programa y sobre todo de los ciudadanos, y encontró muchos momentos propicios para demostrar su cobardía, el más simple fue el dar órdenes de sustituir la bandera española en sus congresos, asambleas, mítines por enseñas con el color y logotipo de la fuerza política.

El siguiente paso fue renunciar al gran legado lingüístico que representa la lengua española: los primeros indicios en esa andadura fue el incluir en la Carta Magna el concepto “nacionalidades históricas”, después se agregó la posterior concesión a las autonomías de ciertas competencias en educación, luego se vació a la Alta Inspección de sus obligaciones y se permitió que reglamentos de inferior categoría en materia de lengua, priorizasen ante las leyes que regulan el uso del idioma común y oficial en todo el territorio español; el reciente desaguisado ha sido la ley Wert que minimiza el gran problema que representa la inmersión lingüística obligatoria en catalán, por el sólo hecho de privar a todos los niños catalanes de un gran legado cultural a nivel mundial – el Español-, la primera lengua materna usada en más países-estado y la segunda hablada por mayor número de personas. Creer en la libertad y defenderla sería el inicio de la recuperación en este ámbito y por supuesto hacer cumplir el marco legal que sustenta el Estado de derecho.

En un actual ambiente de caos o por lo menos de desorientación, aparece en la prensa escrita una reflexión y aviso del expresidente del gobierno el señor Felipe González; ¡sea bienvenido!, pero hubiera hecho falta haber actuado en su momento, durante su largo mandato, el más largo de la etapa democrática, cuando ya se estaban dando las primeras irregularidades que no por ser las primeras eran las menos dañinas… no debemos estar obligados los ciudadanos a agradecerle, el que se haya dignado a hacer un lapsus en su dorado retiro, rédito de su paso por la política, y sobre todo por haber redactado un comunicado sin reconocer sus fallos ni señalar a su partido como uno de los artífices pioneros del marasmo en que se ha colocado a España. ¡Calle, señor González!, ¡no nos ofenda!, somos un pueblo que merece respeto, le rogamos que no vuelva a dar con ligereza el calificativo de nación. No podía faltar en este certamen de artículos, el firmado por el otro miembro de la famosa pareja socialista en la primera etapa democrática, Alfonso Guerra, con un lenguaje más directo y punzante para las conciencias pero después de haber ocupado durante muchos años, en un continuo sesteo, un escaño ignorado en el Congreso de los Diputados.

Se diseñó el Estado autonómico sin contrapeso explicito de no rotura, se fracturó el partido socialista con el apéndice PSOE-PSC que tuvo consecuencias negativas para el socialismo español pero también por contagio para otras fuerzas políticas… de ahí surgió la primacía de la división frente a la unión, y se disgregarón las competencias fundamentales del Estado, los activos de nuestro patrimonio económico, cultural y de convivencia para mayor honra de politiquillos y mercaderes. Para ser atinados en esta dolorosa reflexión, hay que decir que Ustedes, señor González y señor Guerra, no fueron los únicos responsables ya que el expresidente señor Aznar, con el uso del catalán en familia, también ahondó en el daño institucional, primero alejando de la política nacional al único defensor de lo español y de las libertades ciudadanas en Cataluña, al diputado autonómico Alejo Vidal-Quadras y en segundo lugar mermando la presencia de las instituciones del Estado central en esta comunidad. El señor Zapatero, muy aficionado a los pactos, acabó de inmovilizarnos por medio de acuerdos con los amantes de la violencia y el apoyo a un nuevo Estatuto catalán, emulado pronto en alguno de sus puntos por otros dirigentes autonómicos. Por último en la escalada de dislates encontramos al señor Rajoy al haber estado ausente ante la opinión pública durante la mayor parte de su legislatura y no haber asumido las importantes obligaciones de Estado que le han dado los ciudadanos con el voto y además por no haber aplicado las leyes que le otorga el marco jurídico.

Todos a punto, unos para llegar a la tan ansiada Moncloa, otros para tener más representación, se esfuerzan en introducir retoques en los comportamientos, en las formas, en los candidatos y en la oratoria, cuando lo que cabría es un acuerdo nacional para emprender la reforma y la regeneración pertinente. La maquinaría de las encuestas echan humo semana tras semana, fijas las miradas en la subida o bajada de los índices, una verdadera farsa política pues llevamos ya muchos años de declive y nadie se inmutaba, no se quería ver el abismo al que nos acercábamos.

Estos ajustes forzados no pueden permitir que se olvide lo que de negativo se ha realizado o lo que no se ha hecho a su debido momento. La impunidad fomenta más impunidad, y el proceso de deterioro se debe abortar; es obligado repasar, todas las veces que sea, la trayectoria política realizada, valorarla, destacar lo desechable, cueste lo que cueste y tomar la solución que creamos más beneficiosa. No podemos volver a la tensión institucional vivida durante tantos años, a la falta de libertad y a la desigualdad de derechos de todos los españoles. No podemos poner en entredicho la existencia de nuestra nación. No podemos enfrentarnos al escuchar las consignas de ideologías disgregadoras o revanchistas. No podemos permanecer sin un modelo de convivencia común ilusionante. No podemos colaborar sin lealtad a las reglas democráticas.

El sistema rezuma leyes, normas, reglamentos… que ralentizan en ocasiones el ritmo diario, consecuencia del excesivo número de cámaras legislativas y de sus correspondientes legisladores. Con sorpresa nos insisten de palabra estar faltos de rapidez en el funcionamiento de la justicia, de capacidad para vetar acciones delictivas que dañen la vida pública y en especial nos hacen creer en un vacío legal para impedir un golpe directo a la soberanía nacional. Dos años de continuas presiones, retos constantes, manifestaciones disciplinadas en el odio, un sin fín de comunicados contra la unidad nacional, marchas nocturnas de antorchas por la independencia, todo dirigido o subvencionado por la Generalidad… y ahí está la sorpresa, sin intervención de la Fiscalía, sin que el Presidente del Gobierno haga ademán de cumplir sus funciones constitucionales a pesar de tener artículos disponibles en el marco legal. Y nos pretenden convencer en este instante que es necesario una reforma del funcionamiento del Tribunal Constitucional… un tribunal politizado, lento y poco dispuesto a tramitar según que recursos, una reforma, en vez de aplicar con firmeza todo lo que el Estado con su abundante normativa nos ofrece. Lo imprescindible es interpretar el motivo que ha inducido a los dirigentes de las fuerzas políticas más representativas a no querer ver, saber, señalar ni condenar los actos contrarios a las pautas ajustadas a la ley; si no lo hacemos estaríamos redactando el epitafio del proceso democrático.

La Constitución en los artículos 20, 21, 22, 23 protege las libertades públicas de expresión, de reunión, de asociación, de participación y nos anima a asumir esos derechos si antes por nuestra desidia o despreocupación no lo hemos hecho. Concluidos los últimos comicios, la situación es difícil y más difícil lo será entre el 27S y el posible 20D. Si no sabemos conjugar la cordura y a la vez la valentía en los días decisivos y aislarnos del poder mediático del entorno, sólo nos queda esperar que la bondad de la diosa Fortuna , según los clásicos, reparta suerte.

Ana Maria Torrijos