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diciembre 6th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica.  Fotografía, el director de cine manchego, Pedro Almodóvar (c), encabezando la protesta de los ‘No a la guerra de Irak’ junto a los ricos activistas, Pilar Bardem a su izquierda, Montxo Armendáriz y Agustín Díaz Yanes; el pasado 17 de mayo 2006. Foto archivo/Pedro Armestre.

A pocos días de las elecciones generales vuelve de nuevo el intento a la manipulación

Noviembre 13, un viernes más de los que se suceden en el calendario, víspera de un esperado fin de semana. La noche se muestra propicia para

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné.

disfrute de los ciudadanos, jóvenes o no tanto. Las calles del centro de la ciudad llenas de transeúntes, los restaurantes, cafeterías, cines y salas de fiesta abarrotados. Un mundo de libertades se desparrama por doquier. Bombas, fusiles, tiros rompen la arcadia feliz. El horror desplaza la alegría y deja a sus espaldas, muerte y desolación. El escenario antes lleno de vida, se transforma en un enorme mausoleo. Francia entera responde con generosidad, policías, sanitarios, ciudadanos y no menos sus políticos, la rúbrica son los compases de la Marsellesa.

Mi inconsciente me lleva hacia atrás, a más de una década y a un lugar más cercano España, Madrid, Atocha. En el país vecino espacios de diversión, de descanso, aquí trenes, un transporte hacía una jornada laboral; allí ambiente nocturno, lúdico, aquí primeras horas de la mañana, a la espera de ejercer de profesionales; allí distintos focos de barbarie, aquí un escenario de locomoción, los trenes del “adiós”, del dolor y de la desolación.

Allí la solidaridad de un pueblo, aquí también; allí la unión de políticos y ciudadanos, aquí no; allí los símbolos de la Nación, la bandera y el himno, aquí no; allí unas fuerzas políticas en bloque apoyando a su Gobierno, aquí presionando, manipulando y llamándole asesino. Allí resultados rápidos, búsqueda de los culpables, seguimiento, captura, aquí destrucción de las pruebas, desaparición de los vagones, indicios falsos.

¿Qué nos ocurre?, ¿Cuál es la causa de tan distinto comportamiento?

Somos un pueblo con gran consistencia, pilares firmes apuntalan nuestro ser, la historia, el arte, la literatura y otros muchos hechos encomiables realizados en épocas pretéritas. A cualquier país le agradaría poseer un pasado ilustre como el que nosotros poseemos, desde la Prehistoria hasta el día de hoy: Altamira, Tartesos, Gadir, Emporion ( Iberia ), Emérita Agustea ( Hispania ), además de un largo etcétera de lugares y hazañas dentro y fuera de nuestro territorio. Con este bagaje es impensable un comportamiento tan ruin por parte de algunos de los que han liderado la democracia. Han vendido o han destruido todo lo que no fuera propicio a sus fines partidistas, en este caso la unidad frente a la barbarie terrorista.

Los españoles, confiados en la buena acción del Gobierno, nos hemos despreocupado del día a día en la calle, en el colegio, en las instituciones. No hemos querido ver que la democracia necesita a todos los ciudadanos implicados en ella. La política tiene su espacio y nosotros tenemos el nuestro. Sembrar bien un campo permite recoger una buena cosecha. Nosotros hemos consentido a los dirigentes políticos imponer unos planes de estudio de baja calidad, que ha reducido los conocimientos geográficos e históricos de España, sin olvidarnos de la manipulación que han gestado los nacionalistas, y del riego selecto de docentes adictos a la manipulación del saber; a ésto hay que añadir el nefasto impacto de algunos medios sociales que han prostituido su loable influencia en la sociedad – la libertad de información y la búsqueda de la verdad -; pero no queda aquí, el aditivo último es el desvío de ciertos jueces y cúpulas policiales, desleales a los valores que la mayoría de sus compañeros de profesión ostentan. De esas mises, imposible pensar tener una generación de ciudadanos que sientan a su país como lo ha hecho el pueblo francés.

Al día siguiente del atentado en la capital parisina, aquí españoles cantando la Marsellesa delante de la embajada francesa en memoria de las víctimas, en cambio en infinidad de lugares en donde el terrorismo vasco ha segado la vida a centenares de conciudadanos, no se tarareaba, ni se escuchaba a través de un megáfono improvisado nuestro himno, se retiraba pronto a los muertos y se les enterraba con un infame comentario “algo habrán hecho”. En el recuerdo cercano las bombas que la mañana del 11M quitaron la vida a muchos madrileños, pero también en el recuerdo “la jauría de mastines”, cercando a las pocas horas las sedes del partido del Gobierno a golpe de insulto inculpatorio. Diferentes a esas deleznables imágenes, la televisión del país vecino nos muestra un Parlamento a las ordenes de su Ejecutivo.

Ahora, a pocos días de las elecciones generales vuelve de nuevo el intento a la manipulación; en esta ocasión a falta de la guerra de Irak, se ha de buscar otra excusa para salir a la calle; la prueba de ese deterioro social será si a unos señores del mundo del cine y de otros ámbitos, subvencionados, vividores del sectarismo, conocidos por sus lamentables comunicados en ocasiones y en otras por su mutismo ante hechos de gran calado, se les permite que movilicen la opinión pública como hicieron en la campaña electoral que nos trajo al más negativo presidente, el señor Zapatero.

Hasta que no comprendamos que la Política en mayúscula sólo es posible si el Gobierno y la Oposición, al unísono son capaces de defender con honestidad a la ciudadanía, no empezaremos a reconducir la convivencia. Los partidos políticos en estos años de proceso democrático, se han lanzado con desenfreno al asalto, todo les ha valido con tal de ganar más apoyos para ostentar el poder: dossiers falsos, perjurios, compra de voluntades, oposición desleal, latrocinios, opacidades con el fisco y un sin fin de comportamientos impropios de una sociedad honrada consigo misma. En este magma de hechos delictivos, no podía primar el respeto al marco constitucional, unos a otros se han tapado los fraudes y la moneda de cambio ha sido la corrosión de la estructura institucional.

Siempre hay unas segundas oportunidades, y así hemos de considerar este momento difícil para los europeos; Europa debe recapacitar y afirmar su cultura, sus constantes vitales, su modelo político, y los españoles al mismo tiempo tenemos que reconstruir nuestro país y volver a unir los lazos que nos hermanan y que hace de todos una gran familia, un pueblo que se ha propuesto grandes retos y los ha conseguido; es evidente que éste también lo resolverá. No dejemos el futuro en manos de unas minorías elitistas, siempre en el poder, con un amplio armario de trajes de variado colorido, uno para cada momento oportuno; ejemplo de ello es la novedad que aparece en el panorama noticiable, Convergencia Democrática de Cataluña, desaparece y pretende resurgir de las cenizas cual ave Fénix. No nos dejemos engañar, un nido de rapiñas no puede reconvertirse; el daño económico hecho a la sociedad ha sido enorme sin mencionar el fraude realizado a los catalanes a lo largo de los años, tanto a los que engañó con manipulaciones, como a los que les privó de sus derechos más “sagrados” -la libertad de educar a sus hijos según las pautas que marca la Constitución- por eso no pueden ser refrendadas esas siglas u otras que las pretendan sustituir en apariencia.

El señor Rajoy tiene la agenda muy apretada para asumir las competencias del poder ejecutivo, los espacios disponibles son escasos, el colapso que sufre su protagonismo en las cadenas televisivas se lo impide; aunque no debemos preocuparnos, esas escenificaciones, algunas plácidas entrevistas, otras lúdicas de “alterne”, ahora sirven, según algunos aduladores para mostrar la humanidad de los presidenciables. Humanidad es aplicar la ley a los terroristas, causantes de tanta angustia; humanidad es la defensa de los derechos de los escolares en las aulas, asegurar el fondo de las pensiones, mantener la calidad de la asistencia sanitaria y sobre todo respetar la independencia del poder judicial para que todos seamos iguales ante los tribunales.

La libertad dentro del orden legal debe ser cuidada y defendida si queremos ser protagonistas de nuestra carta de ciudadanía. Pudiendo hacerlo, sería deprimente contentarnos con alcanzar sólo el título de súbditos.

octubre 3rd, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: El presidente de la Generalitat, Artur Mas, durante la primera reunión del gobierno catalán tras las vacaciones, agosto 2015. Foto/Efe>

Una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph A. N./lasvocesdelpueblo

-¡Tierra!, La suerte está echada, Tanto monta, monta tanto, Sólo sé que no sé nada, Dejad que los niños se acerquen a mi -… palabras, frases, sentencias que han marcado un hito en el devenir histórico, que han intentado simplificar un hecho, un pensamiento, un anhelo; expresiones dichas, retenidas en la memoria y transmitidas para la posteridad; un recuerdo, esperanza y guía para todas las personas que quieren formar parte de su presente y facilitar la llegada de un futuro mejor. Pero hay otras que nacen vacías de contenido, frases huecas, coyunturales, que pasarán al olvido o que si se retienen serán para oprobio de los que las pronunciaron: “el Gobierno no os dejará solos”, ésta es una de ellas, la que el presidente del Ejecutivo ha emitido por compromiso ya varias veces, pero sin cumplimiento, y luego volvió a repetirla ante un nuevo acto en contra del Estado de derecho, el 27S como constancia de obligación debida o a lo mejor por tic paternalista y en caso extremo por hacer ver que ejerce sin hacerlo. Pero no ha quedado en ello, finalizado el recuento de votos de los comicios autonómicos, el portavoz del partido de la calle Génova, el señor Pablo Casado en ausencia ya prevista de Mariano Rajoy, manifestó otra frase que seguro , igual que las anteriores, pasará a la posteridad por vacua “el gobierno garantizará la legalidad”; al día siguiente, obligado por las críticas generalizadas a su escapada, se dignó el señor Presidente a convocar un encuentro con los periodistas para dar su valoración de lo ocurrido en las urnas… no quiso agotar la paciencia de los profesionales de la información ni la nuestra, de ahí que su exposición fuera breve; nada nuevo aportó, ya por no tener propuesta alguna o por no calibrar la grave situación que nos envuelve.

Toda una legislatura ha sido tiempo suficiente para que los ciudadanos hayan apreciado la acción del Gobierno, la intención de solucionar todos los problemas y sobre todo la presencia del Estado en cada Comunidad autónoma. No ha sido así, el Presidente, el señor Rajoy no ha apoyado a los ciudadanos catalanes a los que se les ha privado reiteradamente de derechos fundamentales y a través de ellos a todos los españoles y tampoco ha tomado medidas en su momento debido para impedir las ofensas continuas que se han dirigido a la Nación y al jefe del Estado.

Estas últimas elecciones, convocadas con antelación, a gusto de un proyecto secesionista, liderado por el señor Mas, representante del Estado en su comunidad autónoma, adelantado de una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión , a imperar a la sombra del poder y estar en primera línea sea el sistema político que sea , se atrevió a decir a los cuatro vientos la intención de negarle a España el ser una Nación y hurtarle una parte importante de ella, sin que las instituciones aplicasen los resortes que la Constitución brinda ante tal reto prevaricador. El dirigente independentista se ha transformado en una estatua de sal de tanto mirar la historia y blandirla a modo de ariete, pero no la gran Historia que aporta experiencia e insta a emular grandes o pequeños hechos para bien de una sociedad viva y capaz sino que desde aquel pasado lejano la pervierte, la tergiversa , la ofrece como manzana de la discordia a una ciudadanía previamente adoctrinada.

Los nacionalistas se han prestado a lo largo de los años a tutelar a los Gobiernos de España en varias legislaturas, haciendo creer que lo hacían por lealtad institucional y éstos, inmersos en un plan cortoplacista, se han dejado rodear por el abrazo mortífero de la Mantis religiosa. Ahora al límite de la involución democrática se requiere una acción clara, firme y taxativa de las instituciones del Estado sin rodeos, sin comunicados suaves, sin abogar al tan manoseado consenso que las ha estado acunando.

La ciudadanía, única portadora del derecho a la soberanía, ha empezado a salir de su letargo y a ejercer sus obligaciones con el único propósito de salvar su bienestar, su dignidad y como es lógico su país de la misma manera que lo hace cualquier sociedad democrática. Y se conseguirá si se olvida el buenismo engañoso que han esgrimido muchos falsos profetas y si se exige a los políticos sentido de Estado.

Un ejercicio saludable para poner a punto la inteligencia y descubrir el verdadero plan de los peones de la desintegración de España, es derribar tabúes para que escape el miedo a opinar, a decir no al nacionalismo, a exigir los derechos que avala la legalidad constitucional, a identificarse con lo español, a hablar en castellano si es así como mejor te expresas, sin justificarte o pedir perdón por no conocer otra de nuestras lenguas. Con esta práctica se logrará recuperar la dignidad perdida de cada uno en particular y con ella la de todos. Ahora bien, en primera línea está obligado el Ejecutivo a posicionarse y detrás el resto de los organismos del Estado. No se debe otorgar premios nacionales a personas que les repugna no ya sentirse españolas sino serlo y que alardean de este rechazo después de muchos años de aceptar subvenciones públicas, pero aún es más degradante no inmutarse en el pleno del Congreso cuando un diputado rompe varias hojas de la Carta Magna : un representante político, ineficaz en la defensa de sus ciudadanos en libertad, no es digno del cargo ni de la responsabilidad que ocupa. Habría que plantearse qué nos ocurre, qué déficit mostramos en nuestro funcionamiento colectivo para no reaccionar al instante a los zarpazos destructivos del nacionalismo, y permitir que las instituciones y sus dirigentes se paralicen por no creer en la legitimidad que les ampara y hasta por alardear de ser comprensivos con los enemigos de la libertad.

Se han emitido pronunciamientos alertando de lo negativo que sería la secesión de Cataluña y es posible que se nos ofrecerán muchos más, firmados por empresarios, entidades bancarias, sindicatos, exministros… pero todos tardíos por el sufrimiento que el silencio cómplice ha ocasionado a muchas familias, y lo terrible es que esas entidades han convivido en un magma de chanchullos con los líderes de la ideología identitaria, y ahora ante la posibilidad de desequilibrios económicos, se revuelven en un escenario habilitado, ante las cámaras televisivas, con cierto aire de superioridad mientras que muchos ciudadanos en soledad han tenido que defenderse de la intransigencia, de la injusticia y han sido diana de insultos degradantes, lanzados por los instintos más bajos del ser humano, instintos manoseados desde estancias oficiales y mantenidos con dinero público.

Somos muchos más los que con sentido común, sabemos que todos, codo a codo hemos colocado a nuestro país en un digno lugar en el ranking internacional europeo y que no debemos permitir que se desintegre en mil pedazos en una noche de artificieros. España sin aspavientos, sin una palabra más alta que la otra, sin un desaire debe estar en nuestra vida pública y darnos seguridad como pueblo; meta posible si nos ponemos todos en la labor, políticos, intelectuales, dirigentes de empresas, profesionales de la comunicación y en primera línea profesores, aliento de las escuelas , de universidades, tutores de nuestros jóvenes con la noble tarea de explicarles las raíces de nuestro país, su andadura histórica, por cierto una de las más dignas , y sobre todo hemos de trazar un proyecto ilusionante que cale y nos facilite tener alicientes motivadores.

Lo más eminente es regirnos por las normas que marca el Estado democrático, el cumplimiento de la ley – la tarea principal de cualquier gobernante – y al que no lo haga, sea el dirigente que sea, sea de la autonomía que sea, de la institución que sea, debe aplicársele los correctores que marca la Constitución y el Código penal. No hay tiempo que perder, se han de bloquear los medios mediáticos que despliegan un control sobre la ciudadanía, soltar amarras para que nadie sea pusilánime ante los grandes valores que debe regir a una sociedad sana y dispuesta a actuar en beneficio de los otros, que no es nada más, ni nada menos que potenciar las cualidades que cada uno tiene, sin cortapisas, sólo con el límite de la Ley.

Emprendamos esa tarea con ilusión y por encima de todo, con mucha agudeza para desenmascarar a los que disfrazados de cordero, esconden sus garras y colmillos con la intención de sacar bocado o privilegio, haciéndonos creer que hay pueblos que por el sólo hecho de estar asentados en un territorio son mejores que otros, que tienen una singularidad con derecho a beneficios; afirmación incierta en una sociedad democrática, en la que rige únicamente la igualdad de todos ante la ley por muy diversos que seamos. De ahí partiremos, de los valores aportados por la primera Constitución liberal de 1812 -el criterio de nacimiento, basado en el origen familiar y en el territorio propio fue sustituido por el criterio del mérito personal- ciudadanos de pleno derecho, nadie abandonado injustamente al desprecio y olvido.

 

septiembre 7th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

El uso perverso del lenguaje por la clase política

Sondeos, debates, ranking de candidatos, discursos, réplicas, promesas a cual más delirante, es y será el menú que nos servirán cada día, con la colaboración de los medios audiovisuales que por la puja en la audiencia, nos ofrecerán espacios políticos al estilo de festivales mediáticos, todo edulcorado o salpimentado en estos momentos con constantes referencias, a España o a lo español -vocablos considerados por los sesudos estrategas de marketing, una técnica de máxima rentabilidad, para conseguir “una cátedra política”-; esta avalancha arrasará ahora con furia no antes, a pesar de los constantes avisos que adelantaban la inestabilidad institucional.

Una de las múltiples causas que nos ha impedido protagonizar y defender con intensidad nuestro debilitado y enfermizo presente, es el uso perverso del lenguaje por parte de la clase política con el único propósito de ocupar parcelas de poder y rapiñar vilmente; una tergiversación de las palabras y sus significados se sembró desde los aledaños de la política, con insistencia metódica para que cuajase en un espacio social falto de ideario, ilusión, orgullo de pertenencia y sin legado para las próximas generaciones.

Desde el principio del proceso constitucional, la izquierda ha sido incapaz de pronunciar el nombre de esta vieja nación, España, una de las primeras que vió la luz en Europa, la que con todos sus fallos ha dado a la humanidad loables ejemplos de valor, generosidad y de ética, desgraciadamente no enseñados, defendidos ni potenciados por sus propios adelantados políticos, intelectuales, artistas, profesionales… y a esa entidad territorial en el extremo occidental del viejo continente europeo los socialistas y sus adláteres la empezaron a llamar País o en algunas circunstancias de lo más pintorescas, por ejemplo para ubicar en el espacio el informativo meteorológico, Estado. A todo ello hay que sumar la puntilla dada por los independentistas con el reiterado eslogan “España nos roba” ya que no hay acto más mezquino que -el usar su verdadero nombre para ofenderla- Así se inició el desmantelamiento de nuestro ser como nación y colectivo en el mundo; el siguiente paso fue el rechazo a la bandera, al suplirla en manifestaciones de toda índole por una variedad de insignias desde las republicanas, las de partido hasta las comunistas. A tal comportamiento de la izquierda se suman el de los más notorios nacionalistas, vascos y catalanes, sacando nuestro símbolo común de los lugares institucionales o quemándolo en sus aquelarres secesionistas. En la carrera de demolición se incorporó, para no ser menos, la derecha en detrimento de la legalidad, de su programa y sobre todo de los ciudadanos, y encontró muchos momentos propicios para demostrar su cobardía, el más simple fue el dar órdenes de sustituir la bandera española en sus congresos, asambleas, mítines por enseñas con el color y logotipo de la fuerza política.

El siguiente paso fue renunciar al gran legado lingüístico que representa la lengua española: los primeros indicios en esa andadura fue el incluir en la Carta Magna el concepto “nacionalidades históricas”, después se agregó la posterior concesión a las autonomías de ciertas competencias en educación, luego se vació a la Alta Inspección de sus obligaciones y se permitió que reglamentos de inferior categoría en materia de lengua, priorizasen ante las leyes que regulan el uso del idioma común y oficial en todo el territorio español; el reciente desaguisado ha sido la ley Wert que minimiza el gran problema que representa la inmersión lingüística obligatoria en catalán, por el sólo hecho de privar a todos los niños catalanes de un gran legado cultural a nivel mundial – el Español-, la primera lengua materna usada en más países-estado y la segunda hablada por mayor número de personas. Creer en la libertad y defenderla sería el inicio de la recuperación en este ámbito y por supuesto hacer cumplir el marco legal que sustenta el Estado de derecho.

En un actual ambiente de caos o por lo menos de desorientación, aparece en la prensa escrita una reflexión y aviso del expresidente del gobierno el señor Felipe González; ¡sea bienvenido!, pero hubiera hecho falta haber actuado en su momento, durante su largo mandato, el más largo de la etapa democrática, cuando ya se estaban dando las primeras irregularidades que no por ser las primeras eran las menos dañinas… no debemos estar obligados los ciudadanos a agradecerle, el que se haya dignado a hacer un lapsus en su dorado retiro, rédito de su paso por la política, y sobre todo por haber redactado un comunicado sin reconocer sus fallos ni señalar a su partido como uno de los artífices pioneros del marasmo en que se ha colocado a España. ¡Calle, señor González!, ¡no nos ofenda!, somos un pueblo que merece respeto, le rogamos que no vuelva a dar con ligereza el calificativo de nación. No podía faltar en este certamen de artículos, el firmado por el otro miembro de la famosa pareja socialista en la primera etapa democrática, Alfonso Guerra, con un lenguaje más directo y punzante para las conciencias pero después de haber ocupado durante muchos años, en un continuo sesteo, un escaño ignorado en el Congreso de los Diputados.

Se diseñó el Estado autonómico sin contrapeso explicito de no rotura, se fracturó el partido socialista con el apéndice PSOE-PSC que tuvo consecuencias negativas para el socialismo español pero también por contagio para otras fuerzas políticas… de ahí surgió la primacía de la división frente a la unión, y se disgregarón las competencias fundamentales del Estado, los activos de nuestro patrimonio económico, cultural y de convivencia para mayor honra de politiquillos y mercaderes. Para ser atinados en esta dolorosa reflexión, hay que decir que Ustedes, señor González y señor Guerra, no fueron los únicos responsables ya que el expresidente señor Aznar, con el uso del catalán en familia, también ahondó en el daño institucional, primero alejando de la política nacional al único defensor de lo español y de las libertades ciudadanas en Cataluña, al diputado autonómico Alejo Vidal-Quadras y en segundo lugar mermando la presencia de las instituciones del Estado central en esta comunidad. El señor Zapatero, muy aficionado a los pactos, acabó de inmovilizarnos por medio de acuerdos con los amantes de la violencia y el apoyo a un nuevo Estatuto catalán, emulado pronto en alguno de sus puntos por otros dirigentes autonómicos. Por último en la escalada de dislates encontramos al señor Rajoy al haber estado ausente ante la opinión pública durante la mayor parte de su legislatura y no haber asumido las importantes obligaciones de Estado que le han dado los ciudadanos con el voto y además por no haber aplicado las leyes que le otorga el marco jurídico.

Todos a punto, unos para llegar a la tan ansiada Moncloa, otros para tener más representación, se esfuerzan en introducir retoques en los comportamientos, en las formas, en los candidatos y en la oratoria, cuando lo que cabría es un acuerdo nacional para emprender la reforma y la regeneración pertinente. La maquinaría de las encuestas echan humo semana tras semana, fijas las miradas en la subida o bajada de los índices, una verdadera farsa política pues llevamos ya muchos años de declive y nadie se inmutaba, no se quería ver el abismo al que nos acercábamos.

Estos ajustes forzados no pueden permitir que se olvide lo que de negativo se ha realizado o lo que no se ha hecho a su debido momento. La impunidad fomenta más impunidad, y el proceso de deterioro se debe abortar; es obligado repasar, todas las veces que sea, la trayectoria política realizada, valorarla, destacar lo desechable, cueste lo que cueste y tomar la solución que creamos más beneficiosa. No podemos volver a la tensión institucional vivida durante tantos años, a la falta de libertad y a la desigualdad de derechos de todos los españoles. No podemos poner en entredicho la existencia de nuestra nación. No podemos enfrentarnos al escuchar las consignas de ideologías disgregadoras o revanchistas. No podemos permanecer sin un modelo de convivencia común ilusionante. No podemos colaborar sin lealtad a las reglas democráticas.

El sistema rezuma leyes, normas, reglamentos… que ralentizan en ocasiones el ritmo diario, consecuencia del excesivo número de cámaras legislativas y de sus correspondientes legisladores. Con sorpresa nos insisten de palabra estar faltos de rapidez en el funcionamiento de la justicia, de capacidad para vetar acciones delictivas que dañen la vida pública y en especial nos hacen creer en un vacío legal para impedir un golpe directo a la soberanía nacional. Dos años de continuas presiones, retos constantes, manifestaciones disciplinadas en el odio, un sin fín de comunicados contra la unidad nacional, marchas nocturnas de antorchas por la independencia, todo dirigido o subvencionado por la Generalidad… y ahí está la sorpresa, sin intervención de la Fiscalía, sin que el Presidente del Gobierno haga ademán de cumplir sus funciones constitucionales a pesar de tener artículos disponibles en el marco legal. Y nos pretenden convencer en este instante que es necesario una reforma del funcionamiento del Tribunal Constitucional… un tribunal politizado, lento y poco dispuesto a tramitar según que recursos, una reforma, en vez de aplicar con firmeza todo lo que el Estado con su abundante normativa nos ofrece. Lo imprescindible es interpretar el motivo que ha inducido a los dirigentes de las fuerzas políticas más representativas a no querer ver, saber, señalar ni condenar los actos contrarios a las pautas ajustadas a la ley; si no lo hacemos estaríamos redactando el epitafio del proceso democrático.

La Constitución en los artículos 20, 21, 22, 23 protege las libertades públicas de expresión, de reunión, de asociación, de participación y nos anima a asumir esos derechos si antes por nuestra desidia o despreocupación no lo hemos hecho. Concluidos los últimos comicios, la situación es difícil y más difícil lo será entre el 27S y el posible 20D. Si no sabemos conjugar la cordura y a la vez la valentía en los días decisivos y aislarnos del poder mediático del entorno, sólo nos queda esperar que la bondad de la diosa Fortuna , según los clásicos, reparta suerte.

Ana Maria Torrijos

agosto 18th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

La bondadosa imagen y sonrisa infantil de Josep Antoni Duran i Lleida

Los interesados por la Política, en una frase dicha por el ilustre don Quijote a su compañero Sancho “Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” encontrarán uno de los mejores pensamientos para respetar la dignidad de la persona, su progreso económico y su avance en conocimientos.

Esta premisa es un buen punto de partida para los que han vivido el proceso democrático porque les facilita informar, opinar y valorar a los protagonistas. De entre todos destaca uno que por saber adaptarse a las circunstancias que más pudieran favorecerle, le ha permitido estar en ese espacio equidistante entre lo que se debe hacer y lo que conviene. El señor Josep Antoni Duran i Lleida, presidente de Unión Democrática de Cataluña, ha jugado un papel lo suficiente destacado para estar presente en todo el devenir de la política tanto en el ámbito catalán como en el de toda España en su conjunto. Posición intermedia de largo recorrido, que ya surgió en la fundación de la propuesta demócrata-cristiana al no confluir con la homóloga nacional y fragmentar el espacio electoral; prefirió acercarse a Convergencia, aunque de corte más socialdemócrata, con el afán de recoger los efluvios del nacionalismo y así tender según el momento la mano a lo catalán o a lo español, colaborando a la tergiversación de los dos términos como si fueran contrapuestos.

Se le ha identificado con el papel de mediador o moderador, bien representado en el Parlamento mientras en la Comunidad catalana ha seguido las tésis a la carta del independentismo, disfrazado de “Normalización de lo catalán”. En esa larga travesia su fuerza política ha llenado bien la caja fuerte, colaborando en extender la corrupción hasta límites insospechados… sólo basta con revisar los informes judiciales y los editoriales de los periódicos. Su expedita intervención en los plenos del Congreso de los Diputados, catapultaba su bondadosa imagen con sonrisa infantil incluida, ante la pasmada semblanza de los representantes de los partidos alternativos de gobierno, PSOE y PP, que sin sentido de responsabilidad vaciaban el Estado de sus competencias en Educación, en Sanidad y en Justicia para regalárselas al señor Pujol , un político con gran sentido de Estado según manifestó cierta opinión pública.

Dos momentos álgidos de la constante carrera política del diputado Duran, son la manifestación del 11 de Septiembre de hace dos años, inicio de la aparatosa campaña independentista del presidente de la Generalidad, a la que el político señalado asistió a pesar de haber sufrido un percance de movilidad en su extremidad inferior, sin sentirse incómodo frente a las esteladas enarboladas ni tampoco por escuchar gritos de independencia, y el otro instante culminante fue la decisión de romper la coalición CiU después de muchos años de compartir proyectos, pero cabe la posibilidad de que la tensa situación política le haya forzado a salvaguardar, según su ideología conservadora, los privilegios obtenidos del Estado Español, por si la apuesta secesionista no llegase a buen puerto. Insiste con falacias en que su partido es la única vía de diálogo para llegar a acuerdos con el gobierno e intentar paliar la deriva rupturista.

Cabe preguntarse qué hacía cuando se implantó un anticonstitucional plan de inmersión lingüística en las escuelas catalanas, cuando los padres conseguían sentencias favorables del Tribunal Superior de Justicia ante sus demandas de elegir la lengua vehicular y no se cumplían, cuando se penalizaba a los comerciantes por rotular sólo en  castellano, cuando los letreros informativos se imprimían únicamente en catalán, cuando se impuso el requisito del conocimiento del catalán con nivel incluido, para acceder a un puesto de trabajo público, aunque el futuro empleado no necesitase en el ejercicio de su labor mostrar su erudición lingüística, cuando sus compañeros de escaño lanzaban soflamas identitarias, cuando se argumentaba con el “España nos roba“, cuando en las olimpiadas de Barcelona el hijo de Pujol extendía una pancarta con el lema “Cataluña no es España” y qué hizo en el 9N. Escondido detrás de la formación del señor Artur Mas. Al llegar el momento en el que se requería un nuevo golpe de efecto, sin perder tiempo, reunido en asamblea de partido entre sonrisas y aplausos ha manifestado… -convenía a Cataluña, a España y a Europa que a su formación le fuera bien en las próximas elecciones autonómicas por depender de ella en gran medida, alcanzar una solución política-; lo dijo sin vergüenza, sin rubor, con un cinismo inapropiado para un representante de la soberanía nacional.

Desde su despacho es posible que haga balance de los éxitos alcanzados: en primera línea, muchos años de parlamentarismo español con habitación en un importante hotel de la capital, en la que reponía las fuerzas mermadas por la defensa de la causa constitucionalista con tinte mercantil, también encontrará en esa amplia lista responsabilidades como representante de España a nivel internacional, que por cierto engrosaba su cuenta bancaria y proyectaba su nombre e imagen, cuando a otros parlamentarios de mayor preparación y lealtad no se les había ofrecido… Y paralelamente a esas onerosas cargas , líder de la “moderada” corriente catalanista que a trancas y barrancas iba manteniendo sus componentes en lugares claves del escenario catalán; un líder vacío de principios, que lo único que le ha interesado es atraer la atención hacía él y su “capillita” olvidándose del expolio de derechos y libertades que se ha venido ejerciendo sobre gran parte de los ciudadanos catalanes. Ha estado ausente en todos los espacios en los que se sufría implacablemente el azote nacionalista pero no se ha perdido ningún momento de apoteosis identitaria, siempre en primera línea para que quedase clara su apuesta catalanista-nacionalista-secesionista.

No toda su proyección es debida a su hábil estrategia , hay que destacar sin querer quitarle ni un ápice a su mente privilegiada, la colaboración consciente o sin intención alguna, de unos políticos irresponsables, de periódicos y medios audiovisuales que no denunciaron la deriva del líder demócrata-cristiano, y en momentos convulsos por presión de los nacionalistas o por la gobernabilidad, lo identificaron con la cara agradable del nacionalismo. En ese ambiente mediatizado la cúpula directiva del PP catalán desde sus orígenes, excluido el periodo dirigido por Alejo Vidal-Quadras, siempre ha estado abogando por confraternizar con dicha formación, lo que le ha mantenido en esa indefinición negativa para un partido que dice a nivel nacional defender la legalidad constitucional, basta con repasar el origen de algunos de sus responsables que han sabido con astucia hacer el trasvase de las siglas o si se quiere, constatar la poca relevancia del PP en la política catalana.

Por todo ello y para enmendar los muchos errores cometidos, se requiere aislar los engañosos comportamientos que han adormecido la acción política y social, cuyo más destacado ejemplo es el diputado Duran i Lleida. Ese trasiego, en el caso de que se produzca, sería efectivo y regenerador si desde el primer momento se reconoce públicamente el anterior compromiso colocándose después a la cola de los frentes defensores de la legalidad, sin protagonismo, con humildad y lealtad a la causa democrática. La sociedad está obligada a exigir valores a los que se prestan a ocupar un puesto en el ámbito público y a penalizar la costumbre de algunos de saber estar siempre a cualquier precio, en la vanguardia de lo que es de cuño ganador, que equivale a huir de un posicionamiento en cuanto aparezcan síntomas de riesgo y a incorporarse a otra ofensiva, en ocasiones colocada en las antípodas de la anterior, pero casualmente también de cuño ganador.

Se empieza a hablar de la necesidad de reformar la Constitución e incluso el señor Rajoy se ha apuntado a la tarea salvadora, pero hay que tener en cuenta si para hacerlo, se requerirá la aprobación de los ciudadanos o se seguirá el procedimiento usado ya en ocasiones anteriores, a espaldas de la soberanía nacional, ahora con la única intención de ceder ante un movimiento nacionalista-independentista impregnado de un ADN clasista… Cuando en paralelo se nutre a toda la plataforma separatista  de subvenciones públicas: infinidad de asociaciones repartidas a lo largo de Cataluña e incluso con presencia en otras comunidades bajo el lema “Països Catalans”, las muchas televisiones y cadenas de radio, las continuas campañas con eslóganes rupturistas, el número importante de funcionarios militantes de la causa y para más delirio las sedes en el extranjero con la intención de demoler la presencia de España en el mundo, pero todo con la colaboración del diputado Duran. que ahora con sibilino movimiento pretende dejar la simiente en otro espacio y hacer que fructifique, con la prolongación del problema.

El epitafio de esta anomalía es que todo ese proceso, creado, nutrido y extendido por el interés de una minoría está sufragado y sufrido por todos los españoles. En este instante cabe no pasar de la política, no mirar de soslayo a otro lado sino encarar el problema con valentía y dejar al descubierto a todo aquel o a quienes no han actuado con la altura de miras que nuestro sistema democrático requiere.

Ana María Torrijos

agosto 2nd, 2015 by Ana Maria

No hay más ciego que el que no quiere ver

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.

“El Gobierno hará cumplir la ley” es lo que dijo el señor Mariano Rajoy el día que se personó, después de las elecciones, ante el Comité Directivo del Partido Popular, pero no tuvo en cuenta o no le interesó que muchos españoles en Cataluña y en el resto de España, en varias ocasiones hubieran sido despojados de sus derechos individuales y se les hubiera privado del valor de la Soberanía Nacional. El Presidente del Ejecutivo sin hacer ningún gesto que pudiera romper la estética de su cara, pronunció, ha pronunciado y pronunciará la misma frase en varias ocasiones y el eco de sus palabras se extendió y se extenderá a lo largo del país, perdiendo fuerza a cada kilómetro hasta quedar en un susurro, el Presidente… no hizo nada ni hará nada.

Cada día que un niño entra en la escuela y es sometido a una implacable inmersión lingüística o a una ideologización política que socava su integridad y dignidad personal, el Presidente no hace nada. Cuando en el 9N los secesionistas votaron la rotura de España y el resto de los ciudadanos abandonados, privados de pertenencia sintieron una profunda soledad, el señor Rajoy sin asumir su responsabilidad. Al abrirse las puertas de la prisión para liberar a Bolinaga y a otros etarras con gran alborozo de sus amigos, mientras que las víctimas de su barbarie y las familias de ellas, ironía de la justicia, fueron de nuevo golpeadas y burladas por la prontitud que se dio el Ministerio del Interior en tramitar esa bochornosa salida, y el Presidente, igual que antes, sin hacer nada amparándose en la Fiscalía, en el Tribunal de Estrasburgo o en el Tribunal Constitucional.

La talla de los políticos se mide por la capacidad de saber actuar, de dar explicaciones y sobre todo de asumir errores. No ha habido jefe del Ejecutivo que haya desperdiciado una mayoría absoluta como lo ha hecho el señor Mariano Rajoy – cuatro largos años dedicados exclusivamente a aplicar sobre los asalariados una carga impositiva , impensable para los que se acercaron a las urnas en busca de las profundas soluciones que requería el sistema -.

Si a la uniformidad, forzada por una ideología identitaria que implacablemente va dominando todos los resortes sociales, sea por extorsión, por el asesinato o por la incursión en la escuela, resortes necesarios para sentirse la ciudadanía viva, insisto si a esa homogeneidad sumamos la movilización tumultuosa en la vía pública de los sectores ciudadanos más golpeados por la crisis económica, a los que se les anima a increpar, a insultar a diestro y siniestro apoyándose en sus pequeños o grandes resentimientos, nos encontramos con los ingredientes necesarios para inmovilizar al pueblo por no permitirle ser libre en su pensamiento y sus decisiones. La ley es el único garante de la libertad y el Gobierno el que debe hacerla cumplir.

Las últimas elecciones han ocasionado un cambio importante en la escena política: las formaciones que no han conseguido representación apreciable, las que la han alcanzado y entre ellas las que han visto caer de una forma alarmante su presencia en las instituciones… y lo más llamativo los pactos posteriores. Ahora cabe experimentar durante cuatro años las decisiones de los nuevos inquilinos de las distintas instancias del Estado, cuyas peculiaridades y formas personales ya nos sorprenden; salta a la vista la poca valía de algunos candidatos y su mínima integridad se acrecienta al apreciar la educación de la que hacen gala. Se escandalizaban ante los graves déficits que según ellos mostraba la “casta”, y ahora que tienen la capacidad de tomar decisiones de gobierno, lo prioritario es cambiar el callejero.

La estrategia política ha difuminado los programas , ha hecho desaparecer muchas de las diferencias pues todo está sujeto a lo políticamente correcto y a reclamos populistas, hasta tal punto que incluso el gobierno los emplea como propaganda electoral aunque nos lleve a la insolvencia y a la deriva económica. Y el señor Rajoy sin tomar la iniciativa en reformas, sin ejecutar ciertas leyes que darían estabilidad a la Nación, mientras el señor Pedro Sánchez sonríe a la extrema izquierda para alcanzar poder y dinero público… ¿Tienen sentido de Estado? No, porque ni uno ni otro están para fortalecer las instituciones, ostentan demasiado orgullo de partido para llegar a un pacto nacional entorno a la defensa de la Constitución, de la libertad e igualdad de todos los ciudadanos. Da la sensación de ser pozos vacíos de ideas ilusionantes y regeneradoras, que al amanecer de cada mañana se miran al espejo con sus ojos casi entornados y desempolvan alguna receta antigua, trasnochada con el convencimiento de que les dará resultado y nos entretendrán unos meses más. Una de esas ficticias fórmulas providenciales puede ser el adelanto de programa con el que nos ha deleitado el líder del Partido Socialista, un equipo de expertos para trazar una reforma constitucional… suerte que la lideresa de Andalucía le ha replicado con dos requisitos imprescindibles – la unidad de España y la igualdad en derechos de todos los españoles-. Esta reforma puede ser conveniente pero debe contar con el acuerdo tácito de las fuerzas más representadas en el Congreso de los Diputados y ante todo constitucionalistas, para que se consiga con la tranquilidad institucional necesaria el nuevo texto de la Carta Magna.

En estos momentos lo más acuciante es redactar una nueva ley electoral que tenga como prioridad un ciudadano un voto y que consiga una representación más acorde con la realidad , no un pasteleo de los políticos. Entrar en un proceso constituyente requiere que los independentismos tengan la representación que les corresponde en realidad (son minoría en toda España ) y que los populistas no sean usados como acompañantes para alcanzar el poder.

La reticencia de no entrar de común acuerdo en la reforma nos lleva a la triste conclusión de que son demasiados los que viven del erario público, y desmontar el tinglado que se ha ido construyendo a lo largo de años anteriores, perjudicaría a muchos, interesados a perpetuarse en las nóminas oficiales: 17 parlamentos autonómicos, ciudades autónomas, cabildos, municipios, diputaciones, consejos comarcales, sindicatos más un largo número de organismos, empresas públicas sin olvidar el Congreso y el Senado… muchos bolsillos a llenar con el dinero que sale de nuestros tributos .

Debemos trazar y emprender una reforma política de grandes proporciones, pero el señor Rajoy… presidente de una de las Naciones pioneras en la defensa de la libertad y del desarrollo económico de sus ciudadanos… sin hacer nada , cuando son necesarios ajustes , responsabilidades políticas y dimisiones . En estos momentos con valores de integridad , lealtad , generosidad , respeto a la ley y ante todo creer en nosotros como gran pueblo que somos , podremos superar esta difícil coyuntura. Desde estas líneas y cada uno de nosotros desde donde nos sea posible instemos a ese cambio : en nuestra familia imprimiendo a los hijos honradez y entrega en el desarrollo personal, en el trabajo y en cualquier ámbito, con el convencimiento de que la meta no es alcanzar riqueza sino plenitud personal….una sensación gratificante que nos hará más  humanos; en la sociedad premiando al que muestre mayor valía como individuo sin olvidarse que debe gran parte de lo alcanzado a los demás y por eso él es punta de lanza; en política exigiendo a los que se postulan, preparación, desarrollo profesional, honestidad en anteriores acciones y una firmeza de voluntad en trabajar para un país que necesita personas que crean en él, que no se les ocurra cuestionarlo o utilizarlo para gestionar su cuenta bancaria y menos aún para destruirlo con la intención de forjar una utopía propia de una farsa caballeresca.

Se conseguirá si cada uno lo asumimos y si el señor Mariano Rajoy deja de no hacer nada y , si no sale el Presidente de su “catarsis…”, tendremos que mencionar otros nombres como abanderados de ese cambio, Pedro Sánchez del PSOE, Albert Rivera de C’s , Andrés Herzog de UPyD, Pablo Iglesias de Podemos y Santiago Abascal de VOX , de nosotros dependerá elegir bien la opción que mejor se ajuste a todos los requisitos necesarios para iniciar reformas, será el principio pues se necesita tiempo para alcanzar la nueva imagen que requiere nuestro Estado.

Si estamos en la vanguardia, seguro que lo conseguiremos, basta perseverar y asumir nuestro protagonismo.

Ana María Torrijos Hernández

La licenciada en Filología Clásica