septiembre 8th, 2017 by lasvoces

Redacción (Manuel I. Cabezas González) – Desde hace muchos años y ante el desafío separatista, algunos ciudadanos de Cataluña han estado gritando: “El lobo, que viene el lobo”. Pero, ante este grito de peligro y de petición de ayuda, la reacción del Gobierno de Mariano Rajoy fue la de la liebre de la fábula: prepotente, soberbia y sobrada, se tumbó a la sombra de un árbol, mientras que la tortuga, despacio pero sin pausa, llegó a la meta y le ganó la carrera. Y, así, los independentistas catalanes van a llegar a la meta, el próximo 1 de octubre, sin que Rajoy, hasta el momento, haya reaccionado y haya seguido el ejemplo y los pasos de Cicerón, que denunció illico e hizo fracasar, con sus catilinarias y con sus actos en el Senado Romano, el complot del golpe de estado planificado por Catilina contra la República romana. San Cugat Del Valles (Barcelona9, viernes 08 de septiembre de 2017. Fotografía: El presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, durante una reunión del Ejecutivo catalán. Archivo Efe.

Mariano Rajoy, como sus predecesores, ha traicionado el juramento/promesa que hizo en su día de “guardar y hacer guardar las leyes”. Y esto denota, por parte de los poderes del Estado, una dejación de funciones y un mirar para otro lado, que han llevado al Estado de derecho español al borde del abismo. Ahora bien, durante sus vacaciones estivales en Galicia, el presidente Mariano Rajoy no sólo se ha dedicado al dolce far niente y a sestear. Además, ha rizado el rizo con unas declaraciones pusilánimes, que no son de recibo en un responsable político al que la mayoría de los ciudadanos españoles le entregó el poder para gestionar la res pública y la responsabilidad de hacer guardar las leyes.

En efecto, el pasado 9 de agosto, Mariano Rajoy participó, en Chantada (Lugo), en la celebración del 40 aniversario de la cadena hotelera catalana Hotusa. En este contexto fue donde hizo las citadas declaraciones, que no tienen desperdicio y que justifican los apelativos de “maricomplejines” y de “Manso de Moncloa”, con los que suele tildar Federico Jiménez Losantos a Rajoy.

Ante las leyes del “Referéndum” y de “Transitoriedad“, que son los instrumentos que van a utilizar los “Catilinas independentistas catalanes” para dar el jaque mate a la soberanía nacional y al imperio de la ley, Rajoy confesó que estas leyes serán recurridas por el Gobierno de España ante el Tribunal Constitucional (TC). Sin embargo, tanto él como su Gobierno son conscientes de que este recurso ante el TC no será suficiente para acabar con la hoja de ruta planificada y seguida, erre que erre, por el Gobierno de la Generalidad. Esta confesión es un reconocimiento explícito de que el imperio de ley y el Estado de derecho han dejado de existir en España y no son moneda de curso legal. En efecto, los “Catilinas independentistas catalanes” están haciendo de su capa un sayo y andan como Pedro por su casa, sin que nadie les lea la cartilla y les pare los pies. ¿Para qué le pagamos el sueldo?

Por eso, en Chantada, Rajoy hizo un llamamiento a los ciudadanos catalanes “con sentido común, sensatez y mesura”, para que “den un paso adelante”, salgan a la calle y “aíslen a los extremistas y radicales que condicionan el Gobierno de la Generalidad y están llevando a una situación límite a más de siete millones de personas”. Esta invitación a tomar la calle por parte de aquellos catalanes que no están dispuestos a comulgar con las ruedas de molino independentistas constituye un nuevo reconocimiento explícito de impotencia y de que Mariano Rajoy no está listo para meterse en harina y coger el toro independentista por los cuernos. Y, por eso, pide a los ciudadanos que le saquen las castañas del fuego. Parece que Rajoy no está dispuesto a mover ni un dedo, porque tiene el síndrome del torero Joselito que dejó de torear, después de dos graves cornadas, “porque le falló la bragueta”. ¡Qué ejemplo para la ciudadanía la actitud “maricomplejinesca” del Manso de Moncloa! ¿Para qué le pagamos el sueldo?

Hace unos días (3 y 4 de septiembre), el Presidente Puigdemont y Marta Rovira (Secretaria General de ERC) han invitado y convocado también a los partidarios de la independencia para que ocupen los espacios públicos y estratégicos, con el fin de impedir que se impida (valga la redundancia) la realización del referéndum, a pesar de que con éste se inculque la legalidad vigente. ¡Qué ejemplo para la ciudadanía el comportamiento de los responsables políticos independentistas que empujan a los ciudadanos a hacer caso omiso de la legalidad vigente y a delinquir! ¡Vivir para ver! ¿Para esto les pagamos el sueldo?

Esta doble invitación a ocupar la calle y los espacios públicos estratégicos sólo puede conducir a una convergencia espacial y a un enfrentamiento físico, que puede degenerar, entre los ciudadanos de Cataluña: los que están por el respeto a la legalidad vigente y aquellos que se pasan por el arco de triunfo las leyes, las sentencias judiciales, la paz social y el respeto hacia los que no piensan como ellos.

Estas dos invitaciones, por parte de los poderes del Estado, para que los catalanes salgan a la calle son un craso error y algo muy grave, pudiendo conducir a enfrentamientos físicos y agresiones con resultados letales. En los próximos días, veremos si sucede o no lo que acabamos de apuntar. Por eso, si estas previsiones nefastas se producen, habrá que pedir responsabilidades a aquellos a los que los ciudadanos entregaron el poder para que gestionen los asuntos públicos y cumplan y hagan cumplir las leyes democráticas pero que, en vez de ocuparse de esto, se han dedicado a enfrentarlos. Si los miembros de la casta política no respetan la promesa/juramento que hicieron cuando tomaron posesión de sus cargos, debemos preguntarnos nuevamente: ¿Para qué coño les pagamos el sueldo?

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agosto 6th, 2017 by Manuel I. Cabezas González

Redacción (Manuel I. Cabezas González) -. Corrían los primeros días de noviembre del 63 a. de J. C. cuando el político romano Catilina, al no poder acceder al Consulado —después de varios intentos fallidos— por medios legales, decidió hacerlo ilegalmente mediante una conspiración o golpe de estado. Para ello, utilizaría los sobornos, perpetraría el asesinato de Cicerón, su rival y su mayor enemigo político, y provocaría la matanza del mayor número posible de senadores. Cicerón fue informado del complot y lo denunció con pelos y señales en el Senado, en la primera de sus catilinarias (el 8 de noviembre del 63 a. de J. C.). La primera frase de este breve discurso hizo fortuna, convirtiéndose en una de las citas más recordadas y famosas de Cicerón. Reza así: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?” (“¿Catilina, hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia?”). Barcelona (España), domingo 6 de agosto de 2017. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), Domingo 06.07.2017. Una viñeta del autor del texto muestra a un conductor separatista yendo en el sentido contrario en una carretera española. Dice el conductor separatista que: “Si puedo seguir adelante con el referéndum ilegal, por qué no voy a poder conducir hacia Madrid en el sentido contrario al tráfico?”. Lasvocesdelpueblo.

Cuando Cicerón pronunció este discurso, Catilina estaba también presente en la sesión del Senado. Ahora bien, ningún senador se sentó a su lado; le hicieron el vacío, como si fuera un apestado. Catilina intentó replicar a Cicerón, pero los senadores se lo impidieron, interrumpiéndole continuamente, insultándolo y acusándolo de traidor. Por eso, tuvo que salir por piernas del Senado, abandonó Roma y se reunió con Manlio, que estaba al mando del ejército rebelde en Etruria. Muy poco tiempo después, todos los conspiradores fueron detenidos y ejecutados, y Catilina, sin agallas para arrostar sus responsabilidades ante el Senado, se suicidó. De esta forma (con actos y no solo con palabras) terminó la conjura y así se salvó la República romana.

He traído a colación el hecho histórico de la conspiración de Catilina contra el juego político limpio y la legalidad de la República romana, porque la dinámica de su fracasado golpe de estado se parece mucho al “prusés” ilegal de independencia unilateral de Cataluña, que algunos “Catilinas” de la casta política catalana tratan de culminar el próximo 1 de octubre.

Desde el inicio de la Transición política española (1975), los “Catilinas” catalanes —con pasamontañas, en el pasado; o sin él, en la actualidad— se han dedicado a preparar, despacio pero sin pausa, el golpe de estado que quieren perpetrar, el 1 de octubre, con premeditación, publicidad y alevosía. De hecho, a lo largo de más de 40 años, han estado chantajeando a todos los Gobiernos de España, tanto a los del PP como a los del PSOE, y nunca nadie les ha parado los pies. Así, han ido arañando y mermando las competencias del Estado en Cataluña y, como contrapartida, han sido incrementadas las competencias, cada vez más exclusivas, del Gobierno de la Generalidad.

En efecto, para llegar al poder, los sucesivos presidentes de los Gobiernos de España casi siempre han vendido, como Fausto, su alma (la defensa de los derechos de todos los españoles) al diablo (los insaciables “Catilinas” nacionalistas catalanes). De esta forma, para satisfacer sus apetitos de poder a cualquier precio, González, Aznar, ZP y Rajoy han seguido el consejo contenido en esa frase atribuida a Enrique de Navarra, según la cual “Paris vaut bien une messe”: “París (la conquista del poder) bien vale una misa (tragar los sapos de los chantajes y exigencias de los “Catilinas” de Cataluña)”.

Desde hace más de 40 años, fruto de estos chantajes y exigencias, se ha producido, como hemos indicado, un goteo constante de traspasos de nuevas competencias a Cataluña; y ya no queda casi nada por trasferir. Por otro lado, en Cataluña, se ha utilizado sistemáticamente el fraude de ley, con recursos y apelaciones a las sentencias judiciales, para dilatar los procesos y retrasar el cumplimento de las mismas. Además, es moneda de curso legal, el desacato a las sentencias judiciales, el ninguneo y el desprecio hace el poder judicial así como las prevaricaciones de diferentes instituciones, que dictan leyes y resoluciones contrarias a la legislación vigente del más alto rango. No debemos olvidar tampoco las agresiones a las instituciones y símbolos de nuestro Estado de Derecho (quema de retratos del Jefe del Estado y de la bandera de España, abucheos al himno y a las autoridades legítimas, etc.).

Por otro lado, fruto también del recelo a provocar a la bestia independentista, los sucesivos Gobiernos de España han practicado el “silencio del miedo y de la cobardía” (abate Dinouart) ante los hechos que acabamos de exponer y también ante el latrocinio sistemático y sistémico del “Honorable” (?) Jordi Pujol y su “familia”, tanto de sangre como política, que Pasqual Maragall denunció con el “Ustedes tienen un problema y ese problema se llama el 3%”. Dentro de la misma lógica cómplice y cobarde, podemos situar la propuesta que el PSOE ha hecho, hace unos días, por boca de su portavoz, José Luis Ábalos: el Gobierno de España debería hacer borrón y cuenta nueva con las desequilibradas cuentas de Cataluña, por medio de una quita de su deuda. Propuesta increíble donde las haya, que prima a aquellos que no han sabido gestionar o que han despilfarrado los recursos de Cataluña y que, para más inri, amenazan con el jaque mate del referéndum ilegal del 1-O y de la independencia unilateral.

Basta con estos botones para ilustrar que, desde el inicio de la Transición, los Catilinas independentistas catalanes no han cejado en su empeño y se han crecido, poco a poco pero sin pausa, tirándose al monte y comportándose como genuinos “hooligans”, ante la dejación de funciones de los sucesivos Gobiernos de España. Entre nosotros, no ha habido un Cicerón ni un Senado romano que les hayan parado los pies y que les hayan administrado una buena dosis de cicuta sanadora, i.e. de democracia y de legalidad vigente; y, por eso, ellos han seguido erre que erre con el “prusés” de independencia de Cataluña.

Se suele decir que, si olvidamos la historia corremos el riesgo de repetir los errores del pasado. Ante el desafío del complot de Catilina, el Senado romano puso fin, en unos días, al golpe de estado; y los golpistas recibieron su merecido. Por eso, ante el jaque mate al Estado de Derecho, planificado desde hace décadas y datado para el próximo 1 de octubre, los “Catilinas independentistas catalanes” tampoco pueden salirse con la suya. Por un lado, son minoría y están solos, sin ningún apoyo nacional o internacional de importancia, aunque aparentemente parece que tienen más moral que el Alcoyano. Además, el que echa un pulso al Estado de Derecho, sólo puede perderlo. Para acabar con esta provocación y desafíos contantes, basta con que los poderes del Estado sigan el ejemplo de Cicerón y del Senado romano y cumplan y hagan cumplir las leyes, como juraron o prometieron cuando tomaron posesión de sus cargos. Como dijo el torero Rafael Guerra “Guerrita”, “lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible”.

Si no van seguidas de actos, las palabras solas no bastan. Ésta ha sido de los poderes públicos la actitud hasta ahora. Por eso, en estos momentos, ya no sirve de nada formular la pregunta retórica que dirigió Cicerón a Catilina: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”. Como reza el lema del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès, “facta, non verba” (“hechos, no palabras”) o, como dice también la sabiduría popular, “obras son amores y no buenas razones”.

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