En la imagen del autor del texto, José Basaburua, se ve El líder de las izquierdas en España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i) saluda al líder de Podemos. Lasvocesdelpueblo
agosto 8th, 2017 by José Basaburua

Redacción (José Basaburua ) – El PSN-PSOE, tras fuertes y prolongados dolores de parto, y para desasosiego del centro-derecha navarrista, ha movido ficha en su XI Congreso Regional. Como opción estratégica se ha propuesto —si bien ello se venía prefigurando— la reconquista del gobierno de Navarra. Pero para ello, y como metodología táctica, deberá ganarse el liderazgo de las demás izquierdas navarras. No es poco. Pamplona (Navarra) España, martes 8 de agosto de 2017. Fotografía:  En la imagen del autor del texto, José Basaburua, se ve: El líder de las izquierdas en España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i) saluda al líder de Podemos, Pablo Iglesias. Detrás de Iglesias viene el líder de la banda terrorista ETA durante la masacre de Hipercor (Barcelona), Arnaldo Otegi con su bandera separatista vasca, ikurriña (fundada por un separatista y convertida en bandera oficial de Lasvascongadas); seguido por el ‘nuevo catalán castellanohablante portavoz adjunto de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián con la Estrellada separatista catalana de CUP y JxSí. Le sigue directamente los autoproclamados ‘SOBERANOS’ y ‘MUNICIPALISTA’ llamados ‘los ‘COMUNES’,  Francesc Xavier Domènech Sampere; y finalmente, está allí el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, con su bandera marxista leninista del martillo y la hoz. Bajo título «El PSOE quiere catalanizar Navarra», el autor subraya que “en el texto se reflexiona en torno a las consecuencias del viraje estratégico del PSN-PSOE y, especialmente, su efecto en las expectativas del principal partido de la oposición”. Lasvocesdelpueblo.

Por si alguien todavía albergaba dudas al respecto, el mismísimo Santos Cerdán, flamante secretario de Organización Territorial del PSOE, ha confirmado tamaño giro en unas declaraciones realizadas el primero de agosto. De este modo, el socialismo navarro se decanta por un futuro gobierno que agrupe tanto a las izquierdas navarras (ellos, Podemos e I-E) como al “progresismo” panvasquista de Geroa Bai. Según los últimos resultados electorales y encuestas demoscópicas posteriores, bien pudieran salir los números de tan arriesgada quiniela.

Los socialistas navarros excluyen, a priori, todo pacto con EH Bildu. Pero si ETA se disuelve a lo largo del presente año, tal y como se viene anticipando desde diversos medios generalmente bien informados, ¿mantendrá el PSN-PSOE su veto? Un veto extendido igualmente, aunque por motivos muy distintos, al PPN, en coherencia con los nuevos aires de su dirección nacional.

En todo caso, incluso manteniendo el veto a EH Bildu, las cosas se han puesto mucho más difíciles para el centro-derecha navarrista nucleado por UPN.

Con todo, el PSN-PSOE no ha vetado a UPN de manera tan categórica como al PPN, manteniendo una posición algo más ambigua. No en vano, los socialistas pretenden ser, como “alternativa de izquierdas”, puente entre el centro-derecha y un panvasquismo que —a su juicio— estarían fracturando Navarra. En coherencia no quieren, ni plantearse siquiera, la posibilidad de nuevos pactos con UPN, más dadas sus dolorosas experiencias de años anteriores. Pero parece leerse entre líneas que no cierran esa puerta por completo… acaso como “alternativa B” de gobierno de no sumar las necesarias “cuentas de progreso”. Una posibilidad remota, y un tanto diabólica, pues ¿cómo explicar tal vuelta de rosca a un electorado “progresista” acostumbrado a que “la derecha” sea presentada como un Satán a batir?

Con su nueva estrategia el PSN-PSOE arriesga bastante: acaso muchos electores no entiendan un pacto con quienes pretenden sustituirlos (Podemos) y los burgueses panvasquistas de Geroa Bai. Por el contrario, pueden aspirar al voto de algunas pequeñas franjas de votantes moderados que valoren como mal menor, al existente, un gobierno de izquierdas con los separatistas de Geroa Bai en minoría; una invocación, en suma, a antiguos votantes socialistas desencantados, podemitas escarmentados e, incluso, a otros tentados por Ciudadanos.

Algunas voces del centro-derecha, poquitas pues “estamos de vacaciones” para variar, se han alzado alarmadas: y es que contaban con que el desgaste del cuatripartito facilitaría la recuperación del gobierno por UPN. Tal eventualidad, ahora mismo, se aleja… bastante.

Pero  este cambio del PSN-PSOE, que ha cogido a algunos con el pie cambiado, ¿lo es contra natura o es una decisión congruente con sus presupuestos ideológicos? Aunque en una de las “cartas de los lectores” se haya calificado este viraje como “absurdo” e “hipócrita” (Oscar Garjón Zamborán, 02/08/17), mucho nos tememos que era inevitable.

El PSN-PSOE atravesaba, desde hace bastantes años, una etapa de decadencia determinada por la ausencia de liderazgo (la muerte de Carlos Chivite puso fin a toda una generación de sus más carismáticas figuras) y el desgaste electoral determinado por la corrupción de alguno de sus históricos. Conflictos internos, escisiones de ámbito municipal por su izquierda, débiles liderazgos, interferencias desde su dirección nacional… De persistir esta tendencia, el PSN-PSOE, quien mantenía mal que bien un suelo electoral de 45.000 votos, corría el riesgo de extinguirse lenta e irremediablemente; caída acelerada por la feroz competencia de Podemos, la pérdida de anclaje en los movimientos sociales, y su evidente desconexión de las nuevas generaciones de votantes.

Por otra parte, la crisis del socialismo navarro debe enmarcarse en la más generalizada sufrida por el resto de la socialdemocracia europea; en su búsqueda de un nuevo paradigma ideológico y de otras fórmulas que permitan la cuestionada —y casi imposible— sostenibilidad del Estado del bienestar. En este tránsito, la socialdemocracia se ha rendido a la ideología de género, a la extensión de los “nuevos derechos” sociales e individuales (tan libertarios y burgueses en su génesis y desarrollo) y a los denominados microrrelatos existenciales de la posmodernidad: unos presupuestos ideológicos compartidos en gran medida, aunque con jugosos matices, por todas las izquierdas navarras, Geroa Bai, EH Bildu, e impuestos desde las factorías mediáticas e intelectuales de los “políticamente correcto” a la sociedad navarra. De tales sesgos se deriva que viejos anclajes ideológicos de los socialistas europeos, como la ética obrera de la austeridad y su siempre matizada conciencia nacional, se hayan abandonado en beneficio de un individualismo desvinculado en el que el deseo determina también el juicio político y la agenda socioeconómica.

El socialismo navarro tuvo claro, durante décadas, que gran parte de las expresiones del navarrismo formaban parte de su entraña; especialmente el ribero. Pero el nuevo discurso radical-progresista se desvincula —en general y de manera muy virulenta— de los sentimientos identitarios y de pertenencia nacional, pasando éste último a un plano muy secundario: lo que viene acaeciendo a nivel continental, también en el regional navarro. En suma: la globalización también se impone en este terreno; no sólo en el social y económico.

Todo lo anterior no implica que el socialismo navarro –acaso sea más pertinente hablar de “socialismos”- sea indiferente al expansionismo panvasquista, pues pervive en su seno cierto sentimiento de que una navarridad abierta y mestiza —de ciertas resonancias internacionalistas— pudiera ser la alternativa al vasquismo etnoidentitario conservador (PNV) y al marxista-leninista (EH Bildu) de pulsiones inequívocamente totalitarias. En este contexto, y dada su opción por una España sanchista-federal de “nación de naciones”, el mantenimiento de la disposición Transitoria 4ª, para enésima decepción de navarristas de todos los colores, que presagiara Santos Cerdán en sus declaraciones, no deja de ser una opción coherente y una invitación a Geroa Bai. Los efectos a corto y medio plazo de esta alianza estratégica pueden adivinarse: progresivo debilitamiento de las posiciones constitucionalistas, implementación de políticas de virtualidad separatista, desaparición del sentimiento de pertenencia nacional-española, fractura social. En definitiva: la “catalanización” de Navarra.

Esta rectificación estratégica, que no es otra cosa que la búsqueda desesperada de un espacio propio, casa bastante bien con esa percepción tan generalizada que afirma que “Navarra es socialmente conservadora y electoralmente de centro-izquierda”. No obstante, ello debiera matizarse doblemente. De entrada, sustituyendo “conservadurismo” por “conformismo”. En segundo lugar, desplazando el centro de gravedad del posicionamiento electoral de los navarros más a la izquierda, conforme los efectivos cambios sociales derivados de la revolución antropológica y cultural que estamos experimentando aceleradamente.

Esta realidad, discutible en algunos detalles, pero incuestionable en su tendencia, nos lleva irremediablemente al cálculo y el análisis de fondo de tan cambiante panorama sociopolítico, a la inevitabilidad de la “batalla de las ideas”, y a la “metapolítica”.

Todo partido político que ignore tales apremios está condenado al fracaso. Y si, advertido, no adecúa su modelo organizativo a las nuevas circunstancias, se extinguirá irremediablemente.

Marcada por tales contingencias, y golpeada por tantas incertidumbres, acaso en UPN tengan que hacerse a la idea de seguir en la oposición otros seis años (decimos bien: dos más cuatro)… incluso más.

Así las cosas, que el centro-derecha de UPN intente reabsorber al electorado del PPN y Ciudadanos como paso previo para la recuperación del gobierno navarro, conteniendo abandonos y trasvases hacia la abstención y otros partidos, es únicamente uno más de los difíciles retos que se le presentan. En suma: la política institucional no es suficiente.

Salvo un fracaso estrepitoso de la nueva estrategia socialista –perfectamente conjuntada con el liderazgo nacional-sanchista-, UPN yo no se presenta como pieza imprescindible en una operación poselectoral de recambio gubernamental en Navarra. Por un puro ejercicio de realismo político, UPN debiera prepararse para una “larga travesía del desierto”: rejuveneciendo cuadros, cambiando el modelo de partido, abriéndose a la sociedad, facilitando y dando la batalla por las ideas y los corazones.

Cualquier otro comportamiento –la ingenua esperanza en un “enorme” desgaste del cuatripartito, un súbito cambio del mapa electoral, una rectificación socialista de última hora- es contraria a la más elemental lógica política, al sentido de realidad y al instinto de supervivencia.

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julio 3rd, 2017 by José Basaburua

Redacción: José Basaburua (Reda Ciudadana Navarra Resiste)—. EH Bildu es la gran formación política de la “izquierda abertzale”, conforme su propia nomenclatura, con estructura jurídica de coalición electoral en la que se integran cuatro partidos de procedencia muy diversa. Pamplona (España), lunes 3 de julio de 2017. Fotografía: Bayona (Francia), sábado 8 de abril de 2017. Teatrillo terrorista y proetarras de la ETA, desarme y entrega de Armas. El terrorista exmiembro de la banda terrorista de las Vascongadas de España (ETA), Josu Zabarte (en el primer plano de la imagen), conocido como el ‘Carnicero de Mondragón’, durante el teatrillo terrorista de Bayona (Francia) el sábado 8 de abril de 2017, con el motivo de la entrega de parte de las armas de la banda terrorista ETA. Efe.

Dicha entidad celebró un congreso decisivo, para su estructuración interna y el juego real de las diversas “sensibilidades” existentes en su seno, el pasado 17 de junio de 2017; al que calificaron como de “refundación”. Lo que se presentó como “novedad” fue este intento de trascender la fórmula de coalición electoral para dotarse de órganos con capacidad ejecutiva; especialmente su “Mesa Política” de 19 miembros con derecho a voto y otros dos más sin él. Su objetivo final: competir con el PNV y arrebatarle el liderazgo social, político e institucional. “Refundación, apertura a los independientes, reconocimiento del pluralismo”: ¿simples palabras o auténtico giro táctico? Lo veremos más adelante.

El principal de todos esos partidos sin duda alguna, tanto en número de militantes, cargos públicos, como proyección social, es Sortu: heredero directo de la expresión política de ETA Militar que ha conocido, al calor de los circunstancias legales, diversas denominaciones: Herri Batasuna, Batasuna, Partido Comunista de las Tierras Vascas, Acción Nacionalista Vasca, Euskal Herritarrok, Askatasuna, Bildu… Su líder más mediático, y seguramente el que disfruta de mayor prestigio tanto dentro como fuera de la organización, sigue siendo Arnaldo Otegi; quien tras su última estancia en prisión sigue liderando y marcando los nuevos ritmos. En la nueva Mesa Política de EH Bilbu, Sortu ocupa 12 puestos de los 19; casi dos tercios del total.

El segundo partido histórico de la coalición es Eusko Alkartasuna: la formación social-demócrata que fundara el navarro de origen -y guipuzcoano de adopción- Carlos Garaikoetxea, al escindirse del partido-madre EAJ-PNV con sus seguidores, allá por 1986. Tras unos primeros tiempos en los que jugó un papel relevante en la política vasca, el partido ha ido declinando hasta que, en la actualidad, se ha convertido en un mero satélite de la izquierda abertzale. Ciertamente, el propio Carlos Garaikoetxea, alarmado junto a otros “históricos”, se sumó, meses atrás, a un pequeño movimiento crítico a tal deriva; pero, pese a ello, los restos de su antaño criatura predilecta, están más marcados que nunca por el “Gran Hermano” etarra. Apenas dos escaños de la nueva Mesa Política, de un total de 19, son suyos.

Aralar, tercera formación de la coalición, es otra fuerza de izquierda abertzale que nació, formalmente el 29 de septiembre de 2001, como disidencia de Herri Batasuna; al no compartir la subordinación de la expresión política a la organización-líder, es decir, a ETA. En consecuencia, rechazaron la “violencia política”, si bien por “consideraciones tácticas”, que no morales o de principios. Su escisión les generó no pocas dificultades de convivencia y de comprensión desde la izquierda abertzale “oficial”. De ideología “ecosocialista” e independentista, nunca alcanzó grandes cuotas de poder; no obstante, entre sus méritos siempre figurará que facilitara -con su pragmatismo y buenos oficios-el despegue del separatismo panvasquista en Navarra con el impulso de Nafarroa Bai, antecesor de Geroa Bai. Dos puestos en la Mesa.

El cuarto y último partido es Alternatiba, una pequeña formación comunista nacida en 2008 desde una de las facciones de la siempre convulsa y minoritaria Izquierda Unida vasca. Con apenas doscientos militantes, y con Oskar Matute como siempre sonriente coreógrafo de la izquierda abertzale en todos sus actos públicos, en la actualidad tiene el mismo peso político que Aralar y Eusko Alkartasuna (2 puestos en la MP); de modo que siempre se mostrarán agradecidos a Sortu, facilitándoles el control absoluto de la organización a los herederos de ETA.

Por último, un único puesto –el decimonoveno de la ejecutiva- se ha reservado para los “independientes” de los que tanto hablan; en la persona de la ex-presentadora y directiva de ETB Maddalen Iriarte.
El congreso del 17 de junio, apenas estudiado y seguido en Navarra pese a su relevancia, aportó algunas novedades.

La principal de todas: EH Bildu concebido como partido-coalición-movimiento; lo que es una simple traslación semántica de la tradicional concepción centralista y leninista del autodenominado MLNV. Entonces, y durante décadas, fue ETA la organización-vanguardia; Herri Batasuna en sus diversas denominaciones, la expresión política; diversos movimientos sociales, a modo de “aros de cebolla”, sus estructuras sectoriales especializadas. No olvidemos que, en su origen, Herri Batasuna -inicialmente Mesa de Alsasua (24 de octubre de 1977)-  también fue una coalición: ANV, HASI, ESB y EIA. Posteriormente, EIA se marcharía, dando lugar a Euskadiko Ezkerra entre 1981 y 1982; incorporándose al resto de formaciones abertzales LAIA.

Ahora se repite, bajo la palabrería oficiosa propia del proceso y debate interno de las formaciones de EH Bildu, una operación análoga; pasando a controlar, por parte de los herederos directos de ETA, unas organizaciones que, al menos en origen, disfrutaban de una autonomía y una ideología propias. El cambio se ha justificado, según su propio documento interno, del siguiente modo: «la forma de una coalición, la estructura de un partido y el carácter de un movimiento (…) integra las característica de estas tres tradiciones organizativas: la riqueza ideológica de las coaliciones, la eficacia de las estructuras de partido y la horizontalidad y participación de los movimientos». Y ello es así, pues «queremos dar el salto y evolucionar de coalición de cuatro fuerzas políticas a sujeto político que incorpore también a sectores y personas independientes, con nuevas ideas y proyectos, no necesariamente identificadas con alguno de los partidos». Un verdadero logro táctico, pues además de asegurarse la solidez del proyecto y la fidelidad de sus socios, gana prestigio y una aparente aura de pluralidad al canalizar “culturas políticas” diversas.

Pero, ¿por qué se ha elegido este momento y no otro, antes o después? También lo explican: “En el Estado español no hay condiciones para una democratización y el ciclo del autonomismo se ha agotado. El vuelco en Nafarroa, la creación de la Mancomunidad Vasca o la amplia mayoría por el derecho a decidir en la CAV facilitan “un itinerario confederalista” en que los tres espacios podrían ir convirtiéndose en Estado por sus ritmos y vías e integrar finalmente si lo desean una República vasca”.

Arnaldo Otegi, en una amplia entrevista concedida a Gara el 19 de junio, demuestra, además, ser un alumno aventajado del tantas veces mencionado Antonio Gramsci, al afirmar que “Vemos que la gente percibe a EH Bildu en un extremo del eje izquierda-derecha, en feminismo, en independentismo… y sin embargo ahí convivimos culturas muy diferentes: sectores socialdemócratas, comunistas, ecosocialistas… Desde mi punto de vista, esa síntesis conecta bien con las amplias mayorías del país, aunque aún no se haya traducido en mayoría electoral, porque esos son los valores hegemónicos”.

Por lo que a Navarra se refiere, asegura que: “Todo el mundo es consciente de que EH Bildu está jugando un papel fundamental en el sostenimiento del cambio en Nafarroa. Y se reconoce. Dicho esto, hay una demanda de que el cambio tenga otra intensidad e incluso otra dirección en determinadas esferas. Sacar a UPN, como sacar a Maroto, era una condición imprescindible, pero no suficiente. El Gobierno del cambio tiene que hacer cambios. Con toda la responsabilidad del mundo, sabiendo lo que nos jugamos, decimos que la mayoría social que existe se tiene que ver reflejada en la acción de Gobierno”. Gramsci, puro Gramsci.

Sin duda hay que reconocer su capacidad de trabajo interno y de adaptación a las nuevas condiciones objetivas, sociales y políticas, en el contexto de la globalización, de los “escenarios vasco y navarro”. Bien harían sus rivales políticos en analizar las motivaciones de unos cambios aparentemente poco importantes y en poner en práctica las enseñanzas tácticas-organizativas derivadas de ese pragmatismo organizativo. En definitiva: nuevos escenarios, nuevas tácticas y nuevas formas de organización. Por el contrario, PP, UPN, Ciudadanos y PSN-PSOE, mantienen desde hace años los mismos estatutos y la misma cultura organizativa: la de ser “partidos de gestión del poder”. Lógicamente, tan rígida y precisa estructuración, propia de unas circunstancias políticas muy determinadas –democracia formal, juego parlamentario clásico, turnismo gubernamental-, impide trabajar de una manera eficiente desde la oposición; careciendo en consecuencia de experiencia y estructuras propias del trabajo de calle y de base.

Un pequeño paso, en suma, desde una gran estrategia. Que nadie se llame a engaños.

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