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febrero 22nd, 2018 by lasvoces

Redacción – La sarta de mentiras sobre la política lingüística en Cataluña, que hemos ido desgranando hasta ahora y otras nuevas que iremos poniendo negro sobre blanco en el futuro (cf. blog Honestidad Radical), nunca dejó indiferente a la parte más concienciada, más informada y más comprometida de la sociedad civil catalana. Barcelona (España), jueves 22 de febrero de 2018. Fotografía: MADRID Y CATALUÑA (ESPAÑA), 10.08.2015. Vista de una aula en la escuela pública en Cataluña durante una clase del español (castellano). Una maestra enseña el español en catalán. Se puede ver claramente como da sus explicaciones en catalán durante la clase del español (castellano) cunado el mismo día, según Europa Press, “El Tribunal Supremo ha ordenado que las escuelas catalanas impartan un 25 por ciento de las clases en castellano y ha fijado, además, que deben darse en este idioma no sólo las asignaturas correspondientes a esta lengua sino también alguna de las materias troncales. En dos sentencias hechas públicas este viernes la Sala de lo Contencioso Administrativo ha avalado el porcentaje que fijó el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en ejecución de las resoluciones del alto tribunal, que reconoce desde 2010 que el castellano debe ser lengua vehícular en los colegios.Las resoluciones, fechadas el 23 y el 28 de abril y sometidas a resolución el 14 de ese mes, suponen un varapalo para la Generalitat que había recurrido la decisión del TSJ al considerar que este órgano no está legitimado para fijar el criterio a seguir y estaba suplantando sus competencias”. Archivo Efe

Ésta, desde hace muchos años, ha reaccionado ante la deriva de la política lingüística de los sucesivos Gobiernos de la Generalidad de Cataluña. En efecto, ante la imposición de la “inmersión precoz, total y obligatoria” y ante la entropía provocada por la misma, esta parte de la sociedad civil se ha movilizado para hacerle frente y para defender los derechos lingüísticos tanto de los hispanohablantes y como de los catalanoparlantes.

Desde los decretos de inmersión de 1992 y aún antes, de esta parte “ilustrada” de la sociedad catalana surgieron numerosas asociaciones (Acción Cultural Miguel de Cervantes, Asociación por la Tolerancia, Convivencia Cívica Catalana, Profesores por el Bilingüismo, Foro Babel, Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano, etc.), ocupadas y preocupadas en/por la defensa de los derechos lingüísticos de los ciudadanos de Cataluña. Con el mismo objetivo, también aparecieron tres nuevos partidos políticos: uno, en 2006, con implantación inicial en Cataluña y ahora en toda España, C’s; y los otros dos, en 2007 y 2013, con la pretensión de implantarse a nivel nacional, UPyD y VOX. Y, por otro lado, vieron el día nuevos medios de comunicación digitales (La Voz Libre, La Voz de Barcelona, Diálogo Libre, El Debat.cat, Crónica Global, Dolça Catalonya, etc.) y numerosos blogs, que recogen cotidiana y puntualmente, ante el pacto de silencio de los medios “apesebrados“, noticias y análisis sobre la problemática lingüística, y que reman en la misma dirección: defensa de los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos de Cataluña.

Ante la política de hechos consumados y ante los oídos sordos de las autoridades catalanas, estas asociaciones, estos partidos, estos medios y estos blogs han llevado a cabo una ardua, meritoria, intensa y persistente labor en pro de los derechos lingüísticos. ¿Cómo? Mediante estudios, análisis, manifiestos, conferencias, debates, etc.; mediante manifestaciones y concentraciones de protesta y reivindicativas; mediante iniciativas e intervenciones parlamentarias (por ejemplo, “la enmienda seis punto uno”, “la iniciativa legislativa popular”); mediante acciones judiciales ante el TSJC, el Tribunal Supremo y el Constitucional, y denuncias ante el Defensor del Pueblo. En todas estas acciones reivindicativas, la razón, “lo psico-pedagógicamente correcto” y la legislación vigente estaban y están del lado de los “protestantes” contra la política de “inmersión precoz, total y obligatoria” de la Generalidad de Cataluña.

Ahora bien, ¿dónde ha conducido todo esto? ¿Para qué ha servido tanta actividad? ¿Se ha conseguido algún resultado tangible y concreto que haya permitido un respeto efectivo y un ejercicio real de los derechos lingüísticos de los ciudadanos de Cataluña? No. Sin embargo, como hemos indicado ut supra, las razones y la razón están de parte de los “protestantes” contra la política lingüística de la Generalidad de Cataluña. Ahí están, por un lado, las reiteradas sentencias judiciales del TSJC y del Tribunal Supremo que lo ratifican. Ahí están también los argumentos psicopedagógicos, que apoyan científicamente sus reivindicaciones. Sin embargo y a pesar de que el fuero y la ciencia están de parte de los “protestantes”, las reiteradas sentencias judiciales ni fueron acatadas ni ejecutadas por las autoridades educativas de Cataluña, que están instaladas en el desacato permanente. Por su parte, el Gobierno de España y el Poder Judicial han hecho y hacen sistemáticamente mutis por el foro y también dejación de funciones, para cumplir y hacer cumplir las leyes y las sentencias firmes. Y como no pasa nada, la Generalidad de Cataluña ha seguido y sigue con su producción normativa, nueva y renovada, para profundizar, consolidar y blindar las mentiras sobre las que se asienta su política lingüística.

Ante este estado de cosas y ante los nulos resultados prácticos obtenidos, está claro, por un lado, que lo hecho ha servido de poco, de muy poco o de nada; y por el otro, que el camino seguido no ha sido correcto, aunque había que recorrerlo para darse cuenta de ello, y que es necesario rectificar, que es propio de sabios. Creo que fue Albert Einstein el que dijo que “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo“. Por eso, un cambio radical de paradigma se impone, si se quiere que triunfe la razón y, con ella, el respeto y el ejercicio real de los derechos lingüísticos en Cataluña.

Este cambio de paradigma implica una serie de transformaciones, que me permito simplemente apuntar, para alimentar un debate necesario entre la parte más concienciada, más informada y más comprometida de la sociedad civil catalana y así buscar soluciones funcionales, operativas y eficaces. Por un lado, creo que esta parte “ilustrada” de la sociedad catalana debería cambiar de interlocutores: no sirve de nada seguir confiando en el “parloteo” que se trae la casta política (y me refiero a todos los partidos políticos) en el Parlamento de Cataluña o en el Nacional; no sirve de nada tampoco dirigirse al Poder Judicial o a la casta política. Más bien, se deberían tender puentes con la sociedad civil y dirigirse a los propios afectados (padres, ciudadanos de a pie y alumnos).

Por otro lado, creo que habría que cambiar de discurso y adecuarlo a los nuevos interlocutores: los discursos y análisis de “mercadillo” y de papagayo, que es lo propio de la casta política y de los “todólogos” mediáticos, deben dar paso a mensajes, preñados de argumentos lingüísticos, psicopedagógicos y psicolingüísticos. Estas ciencias tienen mucho que decir y, hasta ahora, no se les ha escuchado ni mucho ni poco.

Finalmente y en función de los nuevos interlocutores y del nuevo discurso, habría que cambiar de estrategia y diversificar también las acciones que hay que llevar a cabo, para que la sociedad civil (ciudadanos de a pie, padres y alumnos) tome conciencia de lo que está en juego. Y, en consecuencia, se movilice para hacer cambiar, de una vez por todas, las cosas y para que el ejercicio de los derechos lingüísticos sea una realidad efectiva.

Ante los resultados obtenidos en 30 años, ante la evolución de la política lingüística y ante lo que se avecina, la sociedad civil catalana más concienciada, más informada y más comprometida debería hacer piña y proceder a los cambios que he sugerido, pero al margen de la interesada e ineficiente casta política (PP, C’s, UPyD y PSC). Para ello, se debe subordinar todo al éxito de la defensa de los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos, dejando de lado el sectarismo y los intereses partidistas de la casta política que trapichea con uno de los derechos fundamentales del ciudadano: los derechos lingüísticos.

Cuando escribo estas reflexiones, el Gobierno de Rajoy parece que empieza a salir de su letargo (cf. hemeroteca del pasado 16 de febrero), para anunciar, sin fijar ni el cuándo ni el cómo, su propósito de cumplir y hacer cumplir las leyes y las sentencias judiciales (¡Albricias! ¡Aleluya!), relativas a la obligación de implantar también el español como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña. Veremos si Rajoy y los suyos tienen bragueta para cumplir y hacer cumplir las leyes y las sentencias judiciales o se trata, una vez más, de un nuevo engaño al que nos tiene tan acostumbrados la cata política de todo cuño. ¡Vivir para ver!

Coda: «Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire» (Ch. Nodier).

Manuel I. Cabezas González

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas

Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada

Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)

marzo 7th, 2019 by lasvoces

Redacción – En octubre de 2018, publiqué un texto en el que daba cuenta de los resultados muy deficientes obtenidos por los candidatos a profesores en los niveles no universitarios de la mayor parte de las CC. AA. de España. En efecto, en las oposiciones celebradas en junio-julio de 2018, el 85% de los aspirantes demostraron que no habían progresado adecuadamente. Por eso, sufrieron una escabechina histórica y nunca vista. Barcelona (España), jueves7 de marzo de 2019.

A finales de junio y durante el mes de julio de 2019, las mismas oposiciones tendrán lugar en Cataluña. Según la RESOLUCIÓN EDU/1/2019, de 2 de enero, salen a concurso 5.005 plazas para educación infantil y primaria, formación profesional y enseñanza secundaria (ESO y Bachillerato). Con esta oferta de empleo público, se inicia la guerra contra la interinidad de buena parte del profesorado catalán: 50%, en FP; 43%, en enseñanza secundaria; 27%, en infantil y primaria. En el proceso de selección, los futuros profesores deben recorrer tres etapas: primero, la “fase de oposición”; luego, la “fase de concurso”; y, finalmente, “la fase de prácticas”.

En la “fase de oposición”, hay dos partes. En la primera, se evalúan la aptitud pedagógica y las técnicas docentes del candidato, mediante dos ejercicios eliminatorios. En el primero, los candidatos deben presentar y defender, ante un tribunal, la programación didáctica de un curso escolar de uno de los niveles de enseñanza o de una de las etapas educativas. En el segundo, deben hacer la presentación y defensa de una unidad didáctica. Estos dos ejercicios se superan si la nota es superior a 5 puntos sobre 10 en cada uno de ellos. La superación de estos dos ejercicios da acceso a la segunda parte de la fase de oposición. En esta segunda parte, se evalúan los conocimientos específicos de la especialidad, mediante dos nuevos ejercicios. En el primero, se evalúa la formación científica y las habilidades relacionadas con la especialidad (70%). En el segundo, los candidatos deben desarrollar un tema (30%). Para superar los dos ejercicios de esta segunda parte de la fase oposición, hay que alcanzar, como mínimo, 2,5 puntos sobre 10 en cada uno.

La superación de los 4 ejercicios de la “fase oposición” da acceso a la “fase de concurso”. En ésta, los candidatos deben acreditar los méritos profesionales (servicios prestados, formaciones complementarias, autoevaluación, etc.). Superadas estas dos fases (60% de la nota, la “fase oposición”; 40%, la “fase concurso”), los candidatos pasan a la “fase de prácticas”: prácticas tuteladas, durante 6 meses, en destinos provisionales y mediante el ejercicio docente con validez académica. Si las prácticas son satisfactorias, los candidatos reciben la calificación final de “apto” o de “no apto” y se convierten o no en funcionarios.

Esto es lo preceptivo, según la resolución precitada. Ahora bien, lo expuesto merece más de una glosa. Por un lado, en las oposiciones de Cataluña se ha modificado el orden tradicional de las pruebas de la primera fase, así como el valor atribuido a cada una de ellas. En efecto, en Cataluña, en primer lugar, se harán las pruebas relativas a la práctica docente (metodología y didáctica), que representan el 70% de la nota; y, luego, las pruebas temáticas o de contenidos curriculares, que representan el 30% de la nota global de la “fase oposición”.

El orden de las pruebas y el porcentaje atribuido a cada una de ellas privilegian y dan más importancia a los aspectos didácticos y metodológicos que a los contenidos curriculares en la formación de los profesores. Esta propuesta, como dice una paremia popular, no sólo coloca el carro delante de los bueyes. Además, devalúa y margina la formación académica en relación con la pedagógica. Por otro lado, esta devaluación, esta marginación y este desprecio hacia los conocimientos curriculares son corroborados por el hecho de que se pueda obtener una evaluación positiva obteniendo sólo 2,5 puntos sobre 10 en cada uno de los dos ejercicios sobre estos contenidos. Ahora bien, un 2,5 ha sido siempre un suspenso y, para más inri, un suspenso bajo.

Según la lógica y el sentido común, el cambio en el orden de las pruebas es absurdo, ilógico e irracional, y está en contradicción con el abecé de la pedagogía. En efecto, parece lógico y racional que, primero, habrá que saber “lo que se va a enseñar” (contenidos) para, después, poder planificar, prever y preparar “cómo se va a enseñar (metodología)“. Hacer lo contrario es empezar la casa por el tejado. ¿Cómo se puede planificar y organizar una enseñanza si, previamente, no se sabe lo que hay que enseñar? Para ilustrar lo que acabo de aseverar, basta con analizar la organización de la formación inicial de los futuros profesores en la universidad: a lo largo de los cursos del “grado” correspondiente, los estudiantes adquieren conocimientos o saberes (teóricos y prácticos) sobre la especialidad elegida (¿Qué enseñar?); y, después y sólo después, adquieren la formación pedagógica con los denominados “másteres habilitantes” (¿Cómo enseñar?).

Por lo que respecta al peso de cada una de las pruebas de la “fase oposición” y al hecho de que se puedan superar los dos ejercicios sobre contenidos curriculares con un 2,5 (i.e. con un suspenso en los dos), hay que reconocer que tanto lo uno como lo otro es un auténtico despropósito. No se puede enseñar lo que no se sabe. Además, los contenidos curriculares (los “savoirs”) y el saber enseñarlos (los “savoir-faire”) son indisociables en la actividad docente y son tan importantes los unos como los otros. Por lo tanto, un profesor con una formación completa y funcional es aquel que ha adquirido unos sólidos conocimientos curriculares en su especialidad y, posteriormente, unos conocimientos metodológicos o didácticos para enseñarlos. Sin un equilibrio entre estas dos patas de su formación, el profesor va irremediablemente a renquear.

Por lo que se refiere a la “fase de prácticas”, ¿qué sentido tiene esta tercera fase, si el 90% de los candidatos son profesores interinos, que ya imparten docencia desde hace muchos años? Por este motivo, estas prácticas son también un sinsentido o un puro trámite burocrático y formal, sin ninguna funcionalidad. Además, la práctica docente ya ha sido tomada en consideración y evaluada en la “fase de concurso”. Por lo tanto, ¿Qué sentido tiene esta fase? ¿O acaso, como interinos, los candidatos aseguraron una actividad docente para la que no estaban ni están preparados?

Y lo más grave del asunto es que, en rueda de prensa, el Sr. Bargalló haya vendido estos cambios genuinos y singulares como algo muy positivo y como sinónimos de calidad y de equidad para los candidatos, si lo comparamos con lo que se hizo el año pasado en las otras CC. AA. Según Bargalló, si las oposiciones dependieran sólo de la Generalidad de Cataluña, se hubiera privilegiado aún más la formación didáctica y metodológica en detrimento de la formación en contenidos curriculares. “No queremos a la persona que sabe más matemáticas, sino al profesor que mejor pueda enseñar matemáticas. No nos toca evaluar los contenidos, sino cómo se transmitirán a los alumnos”, Bargalló dixit. ¡Sin comentarios! Ante las facilidades que se van a dar a los candidatos y ante el “cordón lingüístico” para que los candidatos de otras CC. AA. no puedan concursar y competir con los candidatos catalanes, se les podría recordar a estos aquello de que “así se las ponían a Fernando VII”.

Este posicionamiento de la autoridad educativa de Cataluña denota, como en muchas otras decisiones en otros campos, el deseo de singularizarse por singularizarse y de hacer lo contrario que las demás CC. AA., aunque lo que se decida sea contraproducente, insensato y criticable. Por eso, el proceso de selección del profesorado en Cataluña, como hubiera dicho Michel de Montaigne, no permitirá seleccionar ni “têtes bien faites”, ni “têtes bien pleines”, i.e. a los mejores candidatos. Y esto va a degradar y devaluar, nuevamente y durante muchos años, la calidad de la enseñanza pública catalana.

Manuel I. Cabezas González

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas. Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada, Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB).

noviembre 22nd, 2018 by lasvoces

Redacción (Manuel I. Cabezas González) – En 2013, analicé los mensajes icónicos de los billetes de curso legal de la Unión Europea (U.E.), que utilizamos todos los días, sin reparar en los contenidos subliminales vehiculados por ellos. En estos billetes hay una simbología cargada semánticamente, que sintetiza algunos de los valores fundacionales y fundamentales de la U.E.: el de la apertura, el de las comunicaciones y el de la libertad. En efecto, en el reverso, hay siempre puentes, construcciones que permiten salvar dificultades orográficas y que facilitan el transito, la comunicación, la cooperación, el desplazamiento de personas, el comercio de mercancías y la conexión entre los diferentes Estados miembros. Y, en el anverso, aparecen siempre puertas y ventanas, espacios vacíos que dan acceso a otras realidades, a otras formas de vivir, de sentir y de ser, i.e. a otros mundos. Barcelona (España), jueves 22 de noviembre de 2018. Fotografía: BRUELAS (BÉLGICA), AÑO 2018. Bandera de la Unión Europea. Efe

Ahora bien, este mensaje positivo, ilusionante y esperanzador entra en contradicción con el mensaje, también subliminal, transmitido por la arquitectura del Parlamento Europeo con sede en Estrasburgo. Esta sede del Parlamento, de forma cilíndrica, parece un edificio inacabado, como la mítica Torre de Babel (cf. ut supra fotos del uno y de la otra). Según el relato bíblico, la inconclusa Torre de Babel representa la inestabilidad, el caos, la confusión así como la incapacidad para rematarla. Es el símbolo del fracaso, fruto del castigo divino por la arrogancia, la soberbia y las pretensiones desmesuradas del hombre.

El parecido entre ambas construcciones es muy claro y evidente. Y, por razonamiento analógico, podríamos afirmar que la arquitectura de la sede del Parlamento Europeo de Estrasburgo es, a priori, pájaro de mal agüero y un mal presagio para la empresa hercúlea (construcción de la Unión Europea), que no ha podido ser llevada a cabo todavía ni por los mandatarios europeos del pasado ni por los del presente. ¿Lo conseguirán los del futuro? Con los datos actuales disponibles, parece difícil o, incluso, imposible, si el proceso de construcción y consolidación de la futurible Unión Europea no cambia de rumbo y si no se piensa mucho más en la “Europa de los ciudadanos” y un poco menos en la “Europa de los mercaderes”.

En un ensayo reciente (2017), Javier Arregui (2017) lleva el agua al molino de la precitada interpretación pesimista de la arquitectura del Parlamento Europeo en Estrasburgo. En efecto, pone el dedo en la llaga del impasse en el que se encuentra la construcción europea. Para él, la construcción europea ha privilegiado las políticas de creación del mercado único europeo (la “Europa de los mercaderes”) y, por eso, ha adolecido de unas políticas correctoras de las leyes del mercado e impulsoras de los derechos sociales (la “Europa de los ciudadanos”). Y esto se ha traducido en un progresivo “des-empoderamiento” de los ciudadanos y en una serie de debilidades estructurales de la todavía non nata Unión Europea: creciente desigualdad, falta de transparencia y de rendimiento de cuentas, desregulaciones, desmantelamiento del Estado de bienestar, pérdida progresiva de las conquistas y de los derechos sociales, precariedad del empleo y altos niveles de desempleo, etc., debilidades que han desencadenado, en la ciudadanía, un profundo malestar y un creciente desencanto hacia el proyecto europeo.

Por eso, precisa J. Arregui, en la inconclusa y estancada construcción europea, hay unos ganadores y unos perdedores. Los ganadores y beneficiarios son sólo un 20% de los europeos, que conforman la élite política y económica (los eurófilos). Sin embargo, los perdedores son la inmensa mayoría de los ciudadanos (el 80%), que no han notado, en su día a día, ningún beneficio personal y tangible, propiciado por el proceso de construcción europea (los eurófobos). De ahí que, entre los ciudadanos de a pie, exista la percepción cierta de que las políticas europeas favorecen más a las clases pudientes que a las populares. Y esto ha ahondado cada vez más la brecha de las “desigualdades sociales” y ha provocado una real “crisis de legitimidad social” de la UE. El desafecto hacia las instituciones y hacia todo lo que huela a Unión Europea es una realidad. Para darse cuenta de esto, basta con pensar en el Brexit, en el crecimiento generalizado y constante de los euroescépticos, de los eurocríticos y de los eurófobos, así como en la resurrección de los nacionalismos y de los partidos de extrema derecha en la mayor parte de los estados miembros.

Ante este statu quo y para relanzar e impulsar el proceso de integración de una auténtica “Europa de los ciudadanos”, como preconiza J. Arregui, habría que, entre otras cosas, potenciar una revitalización de la democracia, reinventándola, para poner coto a los burócratas europeos y a la casta política. Por otro lado, se tendrían que implementar “políticas inclusivas” y de “solidaridad redistributiva”, para reducir y acabar con la brecha, cada vez mayor, de las desigualdades económicas, sociales y culturales entre europeos. Además, se tendrían que sustituir y/o compaginar las “identidades locales y nacionales” con una “identidad europea común”. Así se podría ir más allá de lo económico e instrumental y contrarrestar el auge de los eurófobos y el resurgimiento con fuerza de los nacionalismos. Por otro lado, se tendrían que abandonar las declaraciones retóricas y políticamente correctas (“la langue de bois”) para pasar a los actos, a la “política de las cosas” (“Facta, non verba”). Finalmente y sin ánimo de ser exhaustivo, se debería poner el acento en la formación, en general, y en la formación lingüística, en particular, de los ciudadanos europeos. De la comunicación nace el conocimiento de uno mismo y del otro, del conocimiento nace la autoestima y la estima del vecino y de este conocimiento mutuo surgen las sinergias (“identidad europea”) para llevar a cabo un proyecto común.

Sin la vista puesta en la “Europa de los ciudadanos”, gracias a la implementación, entre otras muchas, de las medidas desgranadas ut supra, no se podrá avanzar en la necesaria y vital construcción europea, que debe ser algo más que mercado. La “nascitura” Unión Europea o es algo más que mercado y economía, aunque también, o no será. De esto depende que los malos presagios de la arquitectura de la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo sean sólo augurios y no realidad.

noviembre 1st, 2018 by lasvoces

Redacción (Manuel I. Cabezas González) – En mi último texto, puse el dedo en la llaga de la deficiente formación universitaria de los cientos de miles de licenciados o graduados que se presentaron a las oposiciones, para ser profesores titulares en la enseñanza no universitaria, y que fueron eliminados ya en la primera prueba. Hoy quiero remachar el mismo clavo, analizando un aspecto concreto y transversal de la formación de los universitarios españoles: sus competencias lingüísticas, al terminar los estudios universitarios, en lenguas extranjeras. Barcelona (España), jueves 1 de noviembre de 2018. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), 11.11.2017. Un momento de la manifestación independnetista convocada en Barcelona por las entidades separatistas ANC y Ómnium, para exigir la libertad de los delincuentes los ‘Jordis’ -Jordi Sánchez, Jordi Cuixart- y los miembros del Gobierno catalán cesados que han sido encarcelados por la Justicia. Efe

En la formación universitaria española (excepto en las filologías, aunque aquí hay también mucha tela que cortar), las lenguas extranjeras no formaron parte tradicionalmente de los planes de estudios y, por lo tanto, no se exigían competencias lingüísticas para poder licenciarse o graduarse. Ahora bien, con la entrada de España en la UE (1986) y, en particular, con la Declaración de Bolonia (1999) y la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), se empieza a hablar de la necesidad de armar lingüísticamente a los futuros diplomados y “masterizados” españoles.

Fue la Generalidad de Cataluña la primera que verbalizó la necesidad de imponer el requisito, lógico y razonable, de acreditar el nivel B2 de inglés (o de francés o italiano o alemán) para poder graduarse. Para ello, en 2001, Andreu Mas-Colell, Consejero de Universidades, pidió a los rectores que modificasen los planes de estudios para introducir este requisito. Pero su petición fue echada en saco roto y no se hizo nada.

En marzo de 2002, el Consejo de Europa, en la Declaración de Barcelona, fijaba el objetivo de “mejorar el dominio de las competencias [lingüísticas] básicas, en particular mediante la enseñanza de al menos dos lenguas extranjeras desde una edad muy temprana”. Ahora bien, diez años después (en 2012), el porcentaje de europeos que podían comunicar en una lengua extranjera había disminuido del 56% al 54% y, por otro lado, el porcentaje de alumnos competentes en una lengua extrajera era muy variable, según el país considerado: por ejemplo, 82% en Malta y Suecia, y el 14% en Francia, para el inglés; 9% en Inglaterra, para el francés. Y, por lo que respecta a España, los alumnos seguían en el furgón de cola.

En 2008, con el Tripartito catalán (2003-2010), se anunció que el conocimiento del inglés sería un requisito obligatorio para que los alumnos que iniciasen sus estudios en 2012 pudieran graduarse. Pero tampoco se hizo nada para implantarlo. Por eso, en 2013, Andreu Mas-Colell, Consejero de Economía y Conocimiento del Gobierno de la Generalidad, anunció la medida de exigir a los futuros graduados universitarios, que iniciasen sus estudios en 2013-2014, el nivel B2 de inglés o de otra lengua extranjera (francés o italiano o alemán) para poder graduarse. Con este requisito se apostaba por el inglés, con el fin de poner remedio al deficiente nivel lingüístico de los universitarios catalanes, con el fin de propiciar la incorporación de España al EEES y facilitar así la inserción y la movilidad laborales de los graduados catalanes.

En 2014, en el Art. 211 de la “Ley 2/2014, de 27 de enero, de medidas fiscales, administrativas, financieras y del sector público”, se reguló finalmente el requisito del B2 para los alumnos que iniciaran sus estudios de grado a partir del curso 2018-2019. A pesar de esta previsión legal, en mayo de 2018, el Parlamento de Cataluña, a petición del Consejo Interuniversitario de Cataluña (CIC), votó por unanimidad una moratoria de 4 años para empezar a exigir el requisito del B2 de inglés y poder graduarse. ¿Motivos? Por un lado, se puso el acento en la falta de cobertura legal para la medida, ya que las lenguas extranjeras no formaban parte, en general, de los planes de estudios. Además, este requisito fue precipitado y no se previeron los recursos necesarios para implantarlo. Por otro lado, al final del grado, muchos universitarios no tenían un nivel suficiente en lengua extranjera para poder acreditar el B2. Y, en consecuencia, la aplicación de este requisito los privaría del título universitario durante el tiempo necesario para adquirirlo.

A nivel nacional, en 2016, Mariano Rajoy lanzó también la idea de tener que acreditar el B2 de inglés para obtener el título de grado. Para ello, se iba a lanzar un programa nacional de formación del profesorado de inglés y de enseñanza de disciplinas no lingüísticas en inglés. Ahora bien, para exigir el requisito del B2, fijó un plazo de 10 años (para el 2026). ¡Largo me lo fiáis!, hubiera respondido Don Juan Tenorio. Desde entonces, nunca más volvió a hablar de ello.

Así se gestó, en Cataluña, el requisito del B2 de inglés para poder graduarse. Sin embrago, esta gestación no ha desembocado todavía en un parto exitoso y viable. Ahora bien, esta accidentada gestación del requisito del nivel B2 merece, a modo de coda, algunas glosas.

Este requisito denota, sin duda alguna, la ineficiencia de la enseñanza-aprendizaje de las lenguas extranjeras en primara, secundaria y bachillerato. Y yo me atrevería a afirmar que la ineficiencia concierne también la(s) lengua(s) materna(s) (español y/o catalán). Sin embargo, como apuntó Xavier Grau, ex Rector de la URyV, durante los cuatro años de moratoria será muy difícil conseguir lo que no se ha alcanzado durante toda la enseñanza preuniversitaria. Sobre todo, teniendo en cuenta el bajo nivel con el que llegan a la universidad los bachilleres y el hecho de que los universitarios hayan sido abandonados a su suerte para solucionar estas deficiencias lingüísticas con sus propios medios (EOI, academias, estancias en el extranjero, etc.). Por eso, como ha precisado muy certeramente Ferran Sancho, ex Rector de la UAB, sería necesaria una “solución global” (actuar y crear sinergias en todos los niveles del sistema educativo español). Sólo así los graduados universitarios podrían adquirir las competencias lingüísticas para desenvolverse en un mundo global, interconectado, multilingüe y muy competitivo.

Por otro lado, la moratoria es el reconocimiento de un fracaso total de la iniciativa del requisito del B2 del Gobierno de la Generalidad y demuestra que, para los sucesivos Gobiernos catalanes así como para las universidades, la formación de los universitarios no ha sido una de sus prioridades. Y tampoco lo será en el futuro ya que dilata en el tiempo la exigencia del B2 de inglés, aspecto fundamental de la formación universitaria. Además, no se han previsto los recursos necesarios para conseguirlo y se ha abandonado a los universitarios a su suerte para que —en el plazo de 4 años y según su buen hacer, poder económico y querer— hagan lo necesario para dotarse del nivel B2.

Finalmente, la formación lingüística no es una cuestión baladí. Más bien, todo lo contrario. Desde que España forma parte de la UE, los ciudadanos españoles disfrutamos de nuevos derechos. Entre ellos, el derecho de circulación y de establecimiento en cualquier país de la Unión Europea. Ahora bien, para poder ejercerlo y para que deje de ser un derecho virtual o un brindis al sol, es fundamental tener ciertas competencias lingüísticas (al menos, el nivel B2), en la lengua del país donde uno quiere echar raíces. Y para conseguirlas, es preciso que las autoridades europeas, nacionales y autonómicas proporcionen los recursos necesarios, tanto en cantidad como en calidad. Algo que no han hecho hasta ahora y que no está previsto que hagan en el futuro.

Además, tras la IIª Guerra Mundial, los países fundadores de la actual Unión Europea optaron por la cooperación y el diálogo, abandonando la confrontación y el enfrentamiento. Esta elección tiene implicaciones lingüísticas claras en una Europa multilingüe y multicultural. Sin embrago, aunque las instituciones europeas sean conscientes de que todo progreso en la consolidación europea está condicionada por el aprendizaje-adquisición de las lenguas de los socios comunitarios, las autoridades europeas no han querido o no han sabido llevar a cabo una política lingüística decidida y eficaz.

Por eso, en los sucesivos Eurobaromètres se levanta acta de que la formación lingüística de los jóvenes y ciudadanos europeos deja mucho que desear y constituye un verdadero talón de Aquiles para la viabilidad de la Unión Europea. Y, así, no es descabellado afirmar que el Brexit, el crecimiento de los euro-escépticos y el renacimiento de los nacionalismos han encontrado un terreno propicio en el desierto de las competencias lingüísticas, instrumentos absolutamente necesarios para confraternizar, comunicarse, conocerse, establecer lazos entre los europeos y construir Europa. Ahora bien, esto será objeto de una próxima cogitación.

Manuel I. Cabezas González

diciembre 12th, 2017 by lasvoces

Redacción (Manuel I. Cabezas González. Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas. Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada en la UAB) – El próximo 21 de diciembre (21D), los ciudadanos catalanes han sido llamados a las urnas una vez más, en muy poco tiempo. Con su voto, tienen que tratar de arreglar los desaguisados, los desatinos y los desmanes provocados tanto por el Gobierno de Cataluña del prófugo y lenguaraz Carles Puigdemont, como por el Gobierno de España, presidido por el Anti-Principito Mariano Rajoy, y el resto de la casta política. San Cugat Del Vallés (Barcelona), martes 12 de diciembre de 2017. Fotografía: Un combo de fotografías de los llamados ‘anti-principios’, según el autor, de izquierda a la derecha: el actual presidente de Gobierno de España, Mariano Rajoy (PP), los expresidente de Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero (PSOE), el expresidente José Maria Aznar (PP), el expresidente Felipe González (PSOE), el fallecido expresidente Adolfo Suárez (última posición), entre otros anti-principios. Imagen, Manuel I. Cabezas González. Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas. Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada en la UAB. Lasvocesdelpueblo. 

Ahora bien, los responsables de la crítica situación que se está viviendo en Cataluña se presentarán de nuevo a las elecciones, como los bomberos-pirómanos, para atajar el incendio que ellos mismos han provocado, han atizado y siguen atizando, impelidos por el deseo patológico de mantenerse en el poder o de llegar a él.

• Ante estas dos constataciones objetivas, no está de más preguntarse por qué y cómo se ha degradado tanto el Estado de derecho así como la actividad económica, la convivencia cívica y política, el Estado de bienestar,… en Cataluña. Comprender las causas últimas del comportamiento de los dos gobiernos (el catalán y el español), de ahora y del pasado, y tomar medidas radicales y vinculantes contra ellos deberían vacunarnos contra nuevas intentonas golpistas y nuevos Anti-Principitos. La explicación racional de estas causas, la podemos encontrar si establecemos una analogía entre ciertos pasajes del Principito (relato de Antoine de Sant-Exupéry) y el comportamiento de la casta política catalana y española.

El Principito

• Al inicio del relato, Sant-Exupéry describe y narra el día a día del Principito en su diminuto planeta, el asteroide B-612. Su planeta estaba infestado de las terribles semillas de baobabs (árboles gigantescos). Por eso, cada mañana, tenía que recorrerlo para arrancar sus inofensivos tallos, nada más que sacaban la cabeza de la tierra. Era un trabajo monótono y aburrido. Pero, el Principito lo llevaba a cabo metódica, diligente y disciplinadamente, ya que de esto dependía la supervivencia de su planeta. En caso contrario, los minúsculos tallos de baobabs crecerían rápidamente, lo invadirían, lo perforarían con sus raíces y lo desintegrarían (cf. Cap. V).

• Además, el Principito deshollinaba periódicamente sus dos volcanes activos, con el fin de que ardiesen suave y regularmente, sin erupciones violentas que podrían también poner en peligro su casa-planeta. Y tampoco se olvidaba de hacer lo propio con un volcán dormido ya que, como confesó el Principito, “¡no se sabe nunca!” lo que puede suceder (cf. Cap. IX).

• Un día, haciendo la limpieza cotidiana de las malas hierbas, vio una brizna nueva, que no se parecía a ninguna otra. La dejó crecer. Con el paso de los días, surgió una flor, que se fue acicalando y embelleciendo, transformándose en una despampanante rosa. El Principito se enamoró de ella y empezó a prodigarle todo tipo de cuidados: la regaba cada día; la protegía de las corrientes de aire, con un biombo, y de los fríos nocturnos, con un globo; y la acariciaba cotidianamente con sus palabras. Pero, su rosa era altiva, presumida, vanidosa y mentirosa; y el Principito empezó a decepcionarse, a dudar de ella y a no ser feliz. Por eso, abandonó su asteroide y “puso espacio de por medio”, iniciando un periplo interplanetario (Cap. VIII).

Los Anti-Pricipitos

• Estos pasajes del Principito reflejan muy bien lo que ha sucedido y está sucediendo en el asteroide Hispania. Rajoy y también todos los presidentes que le precedieron (Suárez, Felipe, Aznar y ZP) han sido unos auténticos Anti-Principitos, cortados todos por el mismo patrón.

• En efecto, para llegar al poder y para mantenerse en él, no dudaron en practicar el “ayuntamiento político contra natura” con los nacionalistas. Además, llegados al poder, en vez de ocuparse de los problemas reales de los ciudadanos y de la diligente, metódica y disciplinada gestión de la “res publica” (como hacía el Principito en su planeta, arrancando las malas hiervas y deshollinando sus volcanes), han hecho dejación de sus funciones, poniendo en peligro la soberanía nacional, la paz social y la viabilidad de nuestra democracia; y se han dedicado sólo a asegurarse la permanencia en el poder, para defender únicamente sus intereses personales y los de sus partidos. Actuando así, han hecho honor al “Viejo Profesor”, Tierno Galván, que afirmó que “las promesas electorales están para no cumplirse” (i.e. para engañar a los votantes). ¿Y para esto no les pagamos el sueldo? Como dijo alguien, de cuyo nombre no quiero acordarme, “a la política se debería llegar comido y comiendo, y no para comer y, aún menos, para comer a dos carrillos”.

• Por otro lado, —conocedores del talón de Aquiles de los Suárez, los Felipe, los Aznar, los ZP y los Rajoy— los nacionalistas-independentistas catalanes les exigieron, durante los 40 años de democracia, el oro y el moro para que pudieran satisfacer sus desenfrenados apetitos de poder. De esta forma, el cortoplacismo y los intereses personales de los Presidentes de los Gobiernos de España provocaron la transferencia progresiva de competencias del Estado a la caprichosa, altiva, mentirosa y siempre insatisfecha “Rosa independentista catalana”. Por eso, los responsables políticos españoles nunca podrán ser tildados de estadistas ya que, para esto, deberían “pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” (W. Churchill). En consecuencia, no se les dedicará ni una sola línea en la Historia con mayúscula.

Ergo

• Este apetito enfermizo de poder de los Anti-Principitos de la casta política nacional y catalana (los Rivera, los Sánchez, los independentistas de todo cuño, etc.) han impelido y conducido a Rajoy a convocar elecciones para el próximo 21D. Ahora bien, muchos ciudadanos de a pie se han preguntado si no ha sido precipitado convocar, con tanta premura, las elecciones autonómicas en Cataluña y si éstas son la fórmula taumatúrgica para deshacer el nudo gordiano catalán. En efecto, no parece lógico ni razonable que el statu quo actual vaya a cambiar por medio de unas nuevas y simples elecciones autonómicas. Éstas pueden ser un parto de los montes y que todo siga como hasta ahora o aún peor. O también podría suceder que, engañados y decepcionados por unos y por otros, los votantes informados y responsables abandonasen, como el Principito su asteroide, el planeta electoral del próximo 21D.

• Como dijo Einstein, “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Por eso, no parece factible que se puedan esperar resultados electorales diferentes, cuando las reglas y las infraestructuras del juego político siguen intactas en Cataluña; cuando las malas hierbas independentistas no fueron arrancadas a su debido tiempo ni lo están siendo ahora por el Anti-Principito Rajoy; cuando los volcanes (político, educativo, cultural, comunicativo,…) no han sido deshollinados diligentemente. Los independentistas han ganado la “batalla del lenguaje”; han adoctrinado y siguen adoctrinando a los niños, adolescentes y jóvenes en los centros escolares; han desinformado y manipulado (y siguen haciéndolo) a todos los ciudadanos por medio de los 7 canales catalanes de TV, de las emisoras de radio, de los medios de comunicación tradicionales y digitales, profusamente subvencionados; han contado y siguen contando con una tupida red de asociaciones (entre ellas, la ANC y Omnium Cultural), bien dotadas económicamente y encargadas de difundir la falacia independentista.

• Con todo esto y desde hace 40 años, los independentistas han ido sembrando las semillas del odio, del rencor, de la disgregación, de la confrontación, de la división, de las fuerzas centrífugas…, que han echado raíces profundas en las mentes de muchos ciudadanos y que no pueden ser cercenadas, de la noche a la mañana, con la hoz de las elecciones del próximo 21D. Por eso, es difícil comprender la precipitación, que nunca es buena consejera, de la convocatoria de estas elecciones, sin antes desmontar las estructuras golpistas que condujeron a la aplicación “very, very,… light” del 155. La casta política “constitucionalista” tiene como único objetivo encaramarse en el poder, olvidándose de que, como dejó para la posteridad Casto Méndez Núñez, “más vale honra sin barcos (sin poder) que barcos (poder) sin honra”.

Manuel I. Cabezas González

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas. Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada,
Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)

noviembre 28th, 2017 by lasvoces

Redacción (Manuel I. Cabezas González. Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas) – Gracias al lenguaje (capacidad de hablar), los seres humanos somos diferentes de todos los demás seres vivos, animales o plantas. Además, si nos ocupamos y preocupamos de desarrollar y cultivar esta capacidad, seremos “dioses” todopoderosos. En efecto, según la tradición judeo-cristiana (cf. Génesis), Jehová (el “verbo”) y Adán (el “hijo del verbo“, creado a su imagen y semejanza) fueron nombrando alalimón y, por lo tanto, creando y dando vida (existencia) a todo lo que vemos, oímos, tocamos, olemos o degustamos. Y, por evidencia empírica, sabemos que quién domina el lenguaje y “nombra” tiene el poder y “manda”. San Cugat Del Vallés (Barcelona) España, martes 28 de noviembre de 2017. Fotografía: Ilustración del autor del este escrito facilitado junto al escrito a Lasvocesdelpueblo,  Manuel I. Cabezas González. Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas. Lasvocesdelpueblo.

Ahora bien, si no nos ocupamos de cultivar y de mimar nuestro “verbo”, dejaremos de ser “dioses” y nos convertiremos en esclavos o “proles” (según la denominación de G. Orwell, en su relato “1984”). Por desidia, habremos agostado nuestros poderes lingüísticos y nuestra capacidad para tener criterio propio y para no ser manipulados ni engañados. Por eso, si nuestro lenguaje es enclenque, estaremos expuestos, sin defensa posible, a todo tipo de manipulaciones y contratiempos, provocados por la verborrea de mercadillo de la casta política; y repetida, como un mantra, por los medios de comunicación.

Para ilustrar estas verdades de Perogrullo, nos vamos a referir al comportamiento lingüístico de la casta política nacionalista-independentista catalana durante los 40 años de democracia. Antes de dar el fallido “golpe de Estado de la DUI” (declaración unilateral de independencia), los independentistas llevaron a cabo, despacio pero sin pausa, un permanente y efectivo “golpe de Estado lingüístico”, que permitió manipular y descarriar las mentes de muchos ciudadanos de Cataluña, partidarios de la DUI del 27 de octubre de 2017.

Desde el inicio de la Transición (1975), la casta política independentista catalana está empeñada e inmersa en una “batalla del lenguaje”, que no se debe confundir con la “batalla de la lengua” (enseñanza del y en español y catalán), de la que nos hemos ocupado reiteradamente en numerosos textos. Gracias a la “batalla del lenguaje”, se ha tergiversado y prostituido el uso normal del lenguaje, al llevar a cabo el vaciado del contenido semántico de las palabras y a su sustitución por un contenido inapropiado, pero acorde con lo que la casta política quiere que digan, con vistas a la consecución de la independencia de Cataluña. En esta operación de “ingeniería lingüística”, la casta política independentista ha funcionado como el orwelliano “Ministerio de la Verdad” y ha creado, como hubiera dicho G. Orwell, una “neolengua”, que se ha ido enriqueciendo y modificando en función de la coyuntura política. Con esta “newspeak”, se ha pervertido, formateado y jibarizado la competencia lingüística de muchos de los ciudadanos de Cataluña, al tiempo que se ha convertido en vehículo de “posverdades” o “fake news”.

Para ilustrar esta metamorfosis permanente —llevada a cabo por el “Ministerio Catalán de la Verdad”, instalado en TV3, en numerosos medios de comunicación e instituciones varias (ANC y Omnium Cultural) de la “Cosa Nostra” independentista, así en todos los niveles de enseñanza— me permito dar algunos ejemplos de la manipulación lingüística de la “neolengua catalana”. Para ello, no hace falta ser un Sherlock Holmes o un Hércules Poirot para descubrir y desvelar el engaño-estafa de esta “nueva lengua”, que es moneda de curso legal y de uso cotidiano por parte de los independentistas catalanes.

Como en aquella película titulada ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”, también podemos preguntarnos por qué los independentistas hablan de “guerra de secesión” cuando deberían decir “guerra de sucesión”; o de “presos políticos” por “políticos presos”; o de “democracia” por “rechazo a la legalidad vigente”; o de “referéndum unilateral” por “consulta de la Señorita Pepis”; o de “diálogo” por “independencia sí o sí”; o de “facha” por “el que se opone al proceso independentista”; o de “franquismo” por “Estado democrático español”; o de “fuerzas de ocupación” por “Guardia Civil y Policía Nacional”; o de “represión” por “mantener el orden legal y social”; o de “pueblo catalán” por “los independentistas”; o de “derecho a decidir” por “derecho de secesión”; o de “votación pacífica del 1-O” por “votación ilegal”; o de “botiflers” por “los ciudadanos constitucionalistas”; o de “violación de los derechos humanos” por “uso legítimo de la violencia constitucional”; o de “legitimidad fáctica” por “legitimidad legal-racional”; o de “movilizaciones pacíficas” por “escraches y hostigamiento a las fuerzas de orden público”; o de “golpe de estado” por “aplicación del art. 155 de la Constitución”; o de “exiliados” por “prófugos de la justicia2; o de…; etc.

No he intentado ser exhaustivo en esta recopilación de “falsa moneda” lingüística. Basta con este muestreo para describir el comportamiento lingüístico del independentismo catalán, en el que las dos primeras víctimas han sido la verdad y el lenguaje. En este mundo independentista, el lenguaje ha dejado de ser un instrumento de ilustración y liberación, y se ha convertido en un “antilenguaje”, que propicia la confusión, la ambigüedad, la seudocomunicación y el “babelismo” disgregador. El lenguaje, no lo olvidemos, pertenece a todos los hablantes y nadie puede apropiárselo, para manipularlo a su antojo y en exclusivo beneficio propio.

Ahora bien, los independentistas catalanes no son los únicos falsificadores lingüísticos, que utilizan el lenguaje para engañar y desinformar. El PP y todos los partidos de la casta (PSOE/PSC, C’s, Podemos) son también prestidigitadores lingüísticos, embaucadores y manipuladores recalcitrantes. Por dar sólo algunos ejemplos, el PP ha utilizado “movilidad exterior” por “emigración, línea de crédito” por “rescate, procedimiento de ejecución hipotecaria” por “desahucio, incentivación de rentas no declaradas” por “anmistía fiscal, gravamen adicional” por “subida del IVA, flexibilizar el mercado laboral” por “abaratar el despido”, etc.

La manipulación lingüística no es una cuestión baladí. Es, más bien, un problema grave en la vida en sociedad y en la gestión política. La “langue de bois”, propia de la casta política en todas las latitudes, tiene muy mala prensa y aleja de sus derechos y deberes políticos a los ciudadanos, convirtiéndolos en practicantes del “silencio de los corderos”. A propósito de esta ingeniería lingüística, al escritor austríaco S. Zweig, en plena Segunda Guerra Mundial, le horrorizaba que “las palabras hubieran sido vaciadas de verdad, se hubieran vuelto huecas y desprovistas de sustancia interior”; y por eso temía y detestaba “vivir entre palabras sin verdad”. Estos temores se hicieron realidad y, por eso, el historiador P. Sawicki se permitió escribir, muchos años después, que “todos los genocidios (el holocausto fue uno) empezaron con palabras” castradas y preñadas de nuevo. Por eso, los responsables políticos deben respetar el lenguaje; esto es tan importante como respetar la legalidad vigente. No pueden seguir utilizando la palabra en vano, ya que “si dejamos que la lengua se corrompa, ella nos corromperá. Si la dignificamos, nos devolverá, en pago, dignidad” (Anjel Lertxundi, 2010).

Por eso, no está de más recordar a los independentistas y a los miembros o “miembras” de la casta política de cualquier signo, todos ellos saboteadores del lenguaje, la respuesta que, en el s. VI a. C., dio el maestro Confucio a uno de sus discípulos, cuanto le preguntó qué medidas deberían tomarse para ordenar el Estado: “Lo primero que hace falta es la rectificación de los nombres. Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan y, si las palabras no se ajustan a lo que representan, las tareas no se llevarán a cabo y el pueblo no sabrá cómo obrar. Si de lo que se trata es de gobernar una nación, lo más importante es la precisión de la lengua”. Por los hechos y los resultados, parece que los independentistas catalanes están sordos o ciegos y Confucio predicó en el desierto.

Manuel I. Cabezas González

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas; Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada; Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)

octubre 21st, 2017 by Manuel I. Cabezas González

Redacción (Manuel I. Cabezas González) -. A principios de septiembre, me preguntaba: ¿Para qué les pagamos el sueldo a los políticos en España? Para intentar contestar a esta pregunta, hacía dos constataciones. Por un lado, el Gobierno de Rajoy en el poder y los demás Gobiernos pretéritos de España han hecho dejación sistemática de sus funciones y no sólo no han cumplido las leyes sino que no las han hecho cumplir. San Cugat Del Valles (Barcelona), sábado 21 de octubre de 2017. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), 08.10.2017. Cabecera de la manifestación histórica, ‘Marcha Sobre el parlamento de Cataluña’, en el centro de Barcelona. En la Derecha: El líder del PP en Cataluña, Xavier García Albiol; el Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa; el presidente de la entidad catalana ‘Sociedad Civil Catalana (SCC), Mariano Gomà. y a la izquierda detrás de la pancarta, el asesor de Podemos y exfiscal general del Estado que denunció la corrupción de Convergencia con Jordi Pujol de Presidente y de partido y del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo; el portavoz del PSC en Cataluña;  el expresidente del Parlamento europeo y alto cargo del PSC, Josep Borell; durante la manifestación que movilizó a más de un millón de catalanes. Lasvocesdelpueblo.

En efecto, para satisfacer sus apetitos desenfrenados de poder (su plato de lentejas), no han dudado en entregar a ciertas CC. AA. chantajistas lo que éstas les han exigido. Y, por otro lado, para más inri, cuando los extorsionistas amenazaron con la independencia unilateral de Cataluña, Rajoy incitó, en agosto de 2017, a la sociedad civil a salir a la calle para defender el estado de derecho, puesto en peligro por los insaciables “catilinas secesionistas catalanes”, y así sacarle las castañas del fuego.

• Respondiendo a esta incitación de Rajoy, el sábado 7 de octubre, miles y miles de ciudadanos se manifestaron ante los ayuntamientos de toda España, para exigir “diálogo” entre el ineficaz vigía de la legalidad vigente, el Gobierno de Rajoy, y la cabra catalana independentista, que se había tirado al monte. Además, el domingo 8 de octubre, se manifestaron también cientos de miles de ciudadanos (algunos hablan de más de un millón), convocados por Sociedad Civil Catalana (SCC), para defender el estado de derecho en Cataluña. Finalmente, el 12 de octubre, SCC organizó también otra manifestación masiva (unos 65.000 ciudadanos, según la guardia urbana), con el mismo objetivo.

• Son muy loables y meritorias estas dos convocatorias de SCC que, como su nombre indica, debería ser una asociación civil, transversal y no partidista. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce, ni tampoco todo el monte es orégano. Por eso, quiero hacer una serie de puntualizaciones sobre la organización y el desarrollo de estas manifestaciones de la mayoría silenciosa y silenciada de Cataluña.

• En estas concentraciones-manifestaciones masivas, SCC se comportó como el alter ego o la franquicia o el lacayo o la correa de transmisión del PP y de C’s. Siempre llevó la batuta y la voz cantante. Para ello, marginó, ninguneó, eclipsó y obligó a llevar el burka, para hacerlas invisibles, a más de una veintena de asociaciones: Movimiento Cívico de España y Catalanes, Convivencia Cívica Catalana, Somatemps, Profesores por el Bilingüismo, etc., por citar sólo algunas. Todas estas asociaciones, sin ningún apoyo del Estado, se han fajado, desde hace muchos años, en defensa de la unidad de España, de la soberanía nacional y de los derechos de los ciudadanos de Cataluña. Pero, en aras de la unidad y de los objetivos perseguidos, tuvieron que hacer de tripas corazón y se plegaron, una vez más, ante la prepotencia, la soberbia y el poderío económico de SCC. Y aplicaron ese refrán que reza así: a mal tiempo, buena cara.

• Esta subordinación de SCC a los intereses del PP y de C’s es manifiesta, si observamos las cabeceras de las marchas del 8 y del 12 de octubre (cf. foto ut supra). Los protagonistas o actores principales no fueron las decenas de miles o el millón de ciudadanos, llegados de toda Cataluña y de otras regiones de España. A la cabecera de las manifestaciones y tras la pancarta principal, acudieron, como al panel de rica miel de la fábula de Samaniego, las moscas carroñeras de la casta política: Albert Rivera, Xavier García Albiol y otros miembros y “miembras” de las cúpulas de sus respectivos partidos (C’s y PP), desplazando a los auténticos protagonistas: los anónimos ciudadanos, durante tanto tiempo silenciados y, por lo tanto, silenciosos.

• En los últimos años, estos descarados oportunistas de la casta política (PP y C’s) nunca participaron en las manifestaciones del 12 de octubre (día de la Hispanidad) ni del 6 de diciembre (día de la Constitución); ni tampoco invitaron a sus militantes, simpatizantes o votantes a hacerlo. Este año, sin embargo, ante la perspectiva coyuntural de inminentes elecciones y la posibilidad de llegar a acariciar el poder, bien valía, como es habitual en ellos, el postureo de asistir a las manifestaciones del 8 y del 12 de octubre, para codearse con Mario Vargas Llosa y Josep Borrell, para quedar retratados, para gozar de unos minutos de gloria en televisiones y otros medios y así obtener réditos electorales. ¿Acaso no buscaron esto las silentes, mudas e impostadas figuras de Rivera y Albiol (charlatanes de mercadillo), escoltando —en la cabecera de la manifestación y en los parlamentos finales— a Vargas Llosa (príncipe de las letras) y a Borrell (pico de oro), que tomaron la palabra al final de la manifestación del 8 de octubre? Por cierto, el PSC ni estuvo ni se le esperaba.

• La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero y, en la lucha en defensa del orden constitucional vigente, no se deben hacer distingos entre aquellos que lo violan impunemente, por acción o por omisión, desde hace años. Todos deben ser denunciados para que apechuguen con sus responsabilidades. Con las manifestaciones de los pasados 7 y 8, los ciudadanos han protestado sólo contra las pretensiones ilegales y testiculares de los independentistas catalanes. Sin embargo, se han olvidado de los otros responsables (los sucesivos Gobiernos de España, presididos por González, Aznar, ZP y Rajoy), cuya gestión partidista e interesada de la “res publica” nos ha conducido a la situación crítica que estamos viviendo.

• Por eso, ante los actos o, más bien, la ausencia de actos de Rajoy, los ciudadanos deberíamos dirigir también nuestras críticas, nuestros dardos o nuestras armas verbales no sólo contra los “catilinas secesionistas catalanes” sino también contra el Gobierno de Rajoy. Hoy, él es el responsable de la situación crítica actual, que se ha ido gestando a lo largo de 40 años, que se ha agudizado en los dos últimos meses y que nos ha conducido al borde del precipicio; y de él depende que se ponga fin, para siempre, a la deslealtad y a la desobediencia de los poderes autonómicos actuales y futuros de Cataluña y de otras CC. AA. periféricas. Ahora bien, para esto, Rajoy debería tener redaños para abandonar la hamaca y el dolce far niente del que hace gala.

• Para alejarnos definitivamente del abismo, la casta política no puede volver al tradicional “pasteleo”; ni tampoco son de recibo los paños calientes o las medidas circunstanciales para salir del paso. Plagiando a Antonio Machado, podemos afirmar que los independentistas nos han dado jaque mate y todos sabemos cómo ha sido. Por eso, se deberían atacar las causas prístinas y fundamentales de los desafueros de los independentistas, privándoles de los instrumentos que les han permitido desestabilizar a la sociedad catalana: la educación, los medios de comunicación públicos, la seguridad,… y todas aquellas competencias transferidas, que les han permitido fabricar talibanes independentistas.

• Según la cultura japonesa, si se quiere conseguir una mejora en cualquier actividad, basta con hacer algunos retoques (es el efecto Kaizen”: si quiero que un tren vaya 20 Km./h. más rápido, es suficiente con añadir algunos caballos de más al motor). Ahora bien, si se trata de hacer una auténtica transformación, hay que cambiarlo todo (es el “efecto Shinkansen”: si quiero que el tren pase de 150 a 300 Km./h., hay que pensar de una forma totalmente diferente). Por eso, ante el desafío independentista, la ciudadanía debería exigir a toda la casta política el abandono de las rutinas del postureo político y la implementación de medidas radicales para provocar un real “Renacimiento” político (“efecto Shinkansen”), fruto de una auténtica y drástica regeneración democrática, de la que fue un adalid, en su tiempo, Joaquín Costa, el León de Graus.

Manuel I. Cabezas González

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas.

Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada

Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)

septiembre 30th, 2017 by lasvoces

Redacción (Manuel I. Cabezas González) -.  En este inicio del curso político y escolar, los ciudadanos estamos hartos de tanto “todólogo”, de tanto maestro Ciruela y de tanto político, que pululan por tertulias y columnas de opinión, para marear la perdiz y “asnificar” a la ciudadanía en vez de informarla e ilustrarla. Por eso, voy a dejar de lado el cansino monotema del proceso independentista catalán, que es un ejemplo paradigmático del suplicio de la gota malaya y del “bourrage de crânes”. Y voy a centrarme en la crianza-educación de los niños y en sus consecuencias entre los adolescentes y los jóvenes.  San Cugat Del Vallés (España), sábado 30 de septiembre de 2017. Fotografía: Imagen del autor.

Desde hace años, es cada vez más frecuente encontrar —tanto en los medios de comunicación tradicionales como en las redes sociales— informaciones, testimonios, análisis y reflexiones relativas a la deriva del comportamiento y de las actitudes de los niños y, como corolario, también de los adolescentes y de los jóvenes. De esto se puede inferir que algo se está haciendo mal en las familias y en la escuela. Sólo quiero dar algunas pinceladas para ilustrar esta deriva.

Es muy habitual ver a padres y abuelos cargar, como acémilas, con las mochilas de sus hijos o nietos; a padres que, en los claustros escolares, piden que no se premie a los mejores alumnos para no traumatizar a sus compañeros; a padres que dan siempre la razón a sus hijos frente a la de los profesores, para protegerlos; a padres que satisfacen todos los caprichos de sus hijos o que se adelantan a los mismos, sin exigirles nada a cambio; a padres que les atiborran de “gadgets” tecnológicos (T.V., ordenadores, tabletas y móviles), que se han convertido en sus nuevos canguros o niñeras; a padres que miman desmesuradamente a sus hijos, que no les llaman la atención, que no les prohíben nada, que no los corrigen y que no los castigan, no vaya a ser que se frustren y se depriman; a padres que hacen creer a sus hijos que su libertad es total y su voluntad omnipotente; a padres que, con la pretensión equivocada de ayudar a sus retoños, alimentan grupos tóxicos de WhatsApp, donde desprestigian a los profesores; a padres que… No quiero alargar más este Cahier de doléances.

Con estos mimbres y estas bases, no es difícil imaginar y prever el comportamiento, las actitudes y las aptitudes de los adolescentes y de los jóvenes, incluso universitarios. A estos últimos quiero referirme, citando algunas de mis vivencias en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

En la UAB, he sido testigo de alumnos/as que se hacen acompañar de sus madres para realizar la revisión de exámenes o para materializar la matrícula universitaria; alumnos/as que se ponen a llorar, como Boabdil “el Desdichado”, ante un inapelable suspenso y la obligación de repetir la asignatura; alumnos/as que utilizan argumentos inaceptables e impropios de personas adultas (es mi última asignatura, voy a perder la beca, tengo una oferta de trabajo, etc.), para conseguir un aprobado; alumnos/as que no dudan en utilizar los chantajes (si suspendo, pido una revisión extraordinaria; y si, a pesar de ésta, suspendo, abandono y no me matriculo en el máster, etc.); alumnos/as que se han tragado a pie juntillas ciertas ofertas típicas de la sociedad de consumo (el dos por uno, por ejemplo, de los grados combinados; o el yo he pagado la matrícula y tú me das el aprobado); alumnos/as que salen de o entran en clase como Pedro por su casa y que, en medio de una clase, hacen un uso impropio de sus móviles; alumnos/as… Que sais-je encore?

Estos hechos ponen el dedo en la llaga de la deficiente y deformadora educación que se está dando a los niños, adolescentes y jóvenes, así como de sus consecuencias. De aquellos polvos, estos lodos: niños, adolescentes y jóvenes que algunos han tildado ya de “blanditos”. Blanditos que han tenido y tienen todo y de todo, sin haber dado nada a cambio. Blanditos que hacen de su capa un sayo. Blanditos que se rigen, según Sigismund Freud, por el hedonista “principio del placer” (el clásico “carpe diem”) y nunca o muy poco por el “principio de realidad”. Blanditos malacostumbrados “a un mundo que nada tienen que ver con el que les aguarda en cuanto salgan del cascarón de la cada vez más prolongada infancia”, según Javier Marías en un texto reciente.

La vida —fuera de la familia y de los centros escolares— es dura, competitiva, exigente y, por eso, hay que entrenarse, como para cualquier deporte, con el fin de enfrentarse con éxito a ella. Si hay que prepararse para la vida, ¿por qué privar o alejar a los niños-adolescentes-jóvenes de los fracasos, de las decepciones, de las frustraciones, de los problemas, … que son inevitables, lógicos y necesarios para progresar en todos los órdenes de la vida? Como confesó David Babunski (exjugador macedonio del Barça B) vivimos en una sociedad en la que no nos educan ni para vivir ni para morir” y donde reina el vacío educativo, la falta de valores sólidos, la primacía del hedonismo y de la satisfacción inmediata, el rechazo de la cultura del esfuerzo y de la responsabilidad, el incremento y la defensa de los derechos, pero no de los deberes, etc. Todo esto me ha hecho pensar en esa frase, tan pertinente, que la profesora de baile pronunciaba al inicio de cada episodio de la serie Fama: Buscáis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor”.

Ante la magnitud, el alcance y las consecuencias de esta educación fisiocrática del “laisser faire, laisser passer”, son cada vez más numerosos los pedagogos y psicólogos que han levantado la voz para alertar sobre los desastres producidos y sobre la necesidad imperiosa de “destetar” a adolescentes y a jóvenes. Para conseguir esto, se han hecho numerosas propuestas. Sólo citaré tres, que someto a la consideración de mis lectores.

La primera es la loable iniciativa del profesor J.A. Marina. Para él, que sabe de qué va el paño, algo huele muy mal en la educación que los padres dan a los hijos y en la instrucción que los profesores imparten a sus alumnos. Además, no hay sinergia entre ellos y, en muchos casos, las AMPAS meten la cuchara en algo que desconocen. Por eso, ha creado la “Universidad de Padres” con el fin de que se formen y aprendan cómo educar a sus hijos y cómo destetarlos, como hacen nuestros hermanos, como diría San Francisco de Asís, los animales.

La segunda es la implantación de un “Erasmus Nacional”, idea lanzada por la Ministra de Sanidad, Dolors Montserrat. Con este “Erasmus” se pretende también alejar a los hijos de los padres, para que convivan, durante un cierto tiempo (¿un trimestre o semestre o año escolar?) con otras familias y así se preparen para abandonar la teta familiar, además de conocer otras regiones de España, otras realidades.

La tercera es la propuesta de Reinstauración del Servicio Militar Obligatorio, idea apoyada por el Juez de Menores Emilio Calatayud. ¡Cuidado! No se trataría de preparar a los jóvenes para luchar y morir en cualquier guerra que provoquen esos desequilibrados de la casta política para defender los intereses de los poderosos. El objetivo es otro: destetar también a los jóvenes y hacerles adquirir ciertos valores (la solidaridad, el compañerismo, el esfuerzo, el sacrificio, la disciplina, el respeto a la autoridad, el compromiso, el valor de la palabra dada, etc.), que los niños, los adolescentes y los jóvenes, en general, no han olido ni en casa de sus padres ni en las escuelas, ni en los colegios, ni en los institutos, ni en las universidades.

Destetar o seguir criando niños, adolescentes y jóvenes blanditos, hiperprotegidos y poco resolutivos, que deberán enfrentarse, solitos, a la vida real, que no es precisamente un parque temático de Disney. That’s the question.

Manuel I. Cabezas González

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas.

Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada

Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)

agosto 6th, 2017 by Manuel I. Cabezas González

Redacción (Manuel I. Cabezas González) -. Corrían los primeros días de noviembre del 63 a. de J. C. cuando el político romano Catilina, al no poder acceder al Consulado —después de varios intentos fallidos— por medios legales, decidió hacerlo ilegalmente mediante una conspiración o golpe de estado. Para ello, utilizaría los sobornos, perpetraría el asesinato de Cicerón, su rival y su mayor enemigo político, y provocaría la matanza del mayor número posible de senadores. Cicerón fue informado del complot y lo denunció con pelos y señales en el Senado, en la primera de sus catilinarias (el 8 de noviembre del 63 a. de J. C.). La primera frase de este breve discurso hizo fortuna, convirtiéndose en una de las citas más recordadas y famosas de Cicerón. Reza así: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?” (“¿Catilina, hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia?”). Barcelona (España), domingo 6 de agosto de 2017. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), Domingo 06.07.2017. Una viñeta del autor del texto muestra a un conductor separatista yendo en el sentido contrario en una carretera española. Dice el conductor separatista que: “Si puedo seguir adelante con el referéndum ilegal, por qué no voy a poder conducir hacia Madrid en el sentido contrario al tráfico?”. Lasvocesdelpueblo.

Cuando Cicerón pronunció este discurso, Catilina estaba también presente en la sesión del Senado. Ahora bien, ningún senador se sentó a su lado; le hicieron el vacío, como si fuera un apestado. Catilina intentó replicar a Cicerón, pero los senadores se lo impidieron, interrumpiéndole continuamente, insultándolo y acusándolo de traidor. Por eso, tuvo que salir por piernas del Senado, abandonó Roma y se reunió con Manlio, que estaba al mando del ejército rebelde en Etruria. Muy poco tiempo después, todos los conspiradores fueron detenidos y ejecutados, y Catilina, sin agallas para arrostar sus responsabilidades ante el Senado, se suicidó. De esta forma (con actos y no solo con palabras) terminó la conjura y así se salvó la República romana.

He traído a colación el hecho histórico de la conspiración de Catilina contra el juego político limpio y la legalidad de la República romana, porque la dinámica de su fracasado golpe de estado se parece mucho al “prusés” ilegal de independencia unilateral de Cataluña, que algunos “Catilinas” de la casta política catalana tratan de culminar el próximo 1 de octubre.

Desde el inicio de la Transición política española (1975), los “Catilinas” catalanes —con pasamontañas, en el pasado; o sin él, en la actualidad— se han dedicado a preparar, despacio pero sin pausa, el golpe de estado que quieren perpetrar, el 1 de octubre, con premeditación, publicidad y alevosía. De hecho, a lo largo de más de 40 años, han estado chantajeando a todos los Gobiernos de España, tanto a los del PP como a los del PSOE, y nunca nadie les ha parado los pies. Así, han ido arañando y mermando las competencias del Estado en Cataluña y, como contrapartida, han sido incrementadas las competencias, cada vez más exclusivas, del Gobierno de la Generalidad.

En efecto, para llegar al poder, los sucesivos presidentes de los Gobiernos de España casi siempre han vendido, como Fausto, su alma (la defensa de los derechos de todos los españoles) al diablo (los insaciables “Catilinas” nacionalistas catalanes). De esta forma, para satisfacer sus apetitos de poder a cualquier precio, González, Aznar, ZP y Rajoy han seguido el consejo contenido en esa frase atribuida a Enrique de Navarra, según la cual “Paris vaut bien une messe”: “París (la conquista del poder) bien vale una misa (tragar los sapos de los chantajes y exigencias de los “Catilinas” de Cataluña)”.

Desde hace más de 40 años, fruto de estos chantajes y exigencias, se ha producido, como hemos indicado, un goteo constante de traspasos de nuevas competencias a Cataluña; y ya no queda casi nada por trasferir. Por otro lado, en Cataluña, se ha utilizado sistemáticamente el fraude de ley, con recursos y apelaciones a las sentencias judiciales, para dilatar los procesos y retrasar el cumplimento de las mismas. Además, es moneda de curso legal, el desacato a las sentencias judiciales, el ninguneo y el desprecio hace el poder judicial así como las prevaricaciones de diferentes instituciones, que dictan leyes y resoluciones contrarias a la legislación vigente del más alto rango. No debemos olvidar tampoco las agresiones a las instituciones y símbolos de nuestro Estado de Derecho (quema de retratos del Jefe del Estado y de la bandera de España, abucheos al himno y a las autoridades legítimas, etc.).

Por otro lado, fruto también del recelo a provocar a la bestia independentista, los sucesivos Gobiernos de España han practicado el “silencio del miedo y de la cobardía” (abate Dinouart) ante los hechos que acabamos de exponer y también ante el latrocinio sistemático y sistémico del “Honorable” (?) Jordi Pujol y su “familia”, tanto de sangre como política, que Pasqual Maragall denunció con el “Ustedes tienen un problema y ese problema se llama el 3%”. Dentro de la misma lógica cómplice y cobarde, podemos situar la propuesta que el PSOE ha hecho, hace unos días, por boca de su portavoz, José Luis Ábalos: el Gobierno de España debería hacer borrón y cuenta nueva con las desequilibradas cuentas de Cataluña, por medio de una quita de su deuda. Propuesta increíble donde las haya, que prima a aquellos que no han sabido gestionar o que han despilfarrado los recursos de Cataluña y que, para más inri, amenazan con el jaque mate del referéndum ilegal del 1-O y de la independencia unilateral.

Basta con estos botones para ilustrar que, desde el inicio de la Transición, los Catilinas independentistas catalanes no han cejado en su empeño y se han crecido, poco a poco pero sin pausa, tirándose al monte y comportándose como genuinos “hooligans”, ante la dejación de funciones de los sucesivos Gobiernos de España. Entre nosotros, no ha habido un Cicerón ni un Senado romano que les hayan parado los pies y que les hayan administrado una buena dosis de cicuta sanadora, i.e. de democracia y de legalidad vigente; y, por eso, ellos han seguido erre que erre con el “prusés” de independencia de Cataluña.

Se suele decir que, si olvidamos la historia corremos el riesgo de repetir los errores del pasado. Ante el desafío del complot de Catilina, el Senado romano puso fin, en unos días, al golpe de estado; y los golpistas recibieron su merecido. Por eso, ante el jaque mate al Estado de Derecho, planificado desde hace décadas y datado para el próximo 1 de octubre, los “Catilinas independentistas catalanes” tampoco pueden salirse con la suya. Por un lado, son minoría y están solos, sin ningún apoyo nacional o internacional de importancia, aunque aparentemente parece que tienen más moral que el Alcoyano. Además, el que echa un pulso al Estado de Derecho, sólo puede perderlo. Para acabar con esta provocación y desafíos contantes, basta con que los poderes del Estado sigan el ejemplo de Cicerón y del Senado romano y cumplan y hagan cumplir las leyes, como juraron o prometieron cuando tomaron posesión de sus cargos. Como dijo el torero Rafael Guerra “Guerrita”, “lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible”.

Si no van seguidas de actos, las palabras solas no bastan. Ésta ha sido de los poderes públicos la actitud hasta ahora. Por eso, en estos momentos, ya no sirve de nada formular la pregunta retórica que dirigió Cicerón a Catilina: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”. Como reza el lema del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès, “facta, non verba” (“hechos, no palabras”) o, como dice también la sabiduría popular, “obras son amores y no buenas razones”.

julio 22nd, 2017 by Manuel I. Cabezas González

Redacción (Manuel I. Cabezas González)El pasado 8 de junio, el presidente Carles Puigdemont anunció la fecha (1 de octubre de 2017) y la pregunta (“¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?”) del referéndum de autodeterminación unilateral de Cataluña. Prácticamente un mes después, el 4 de julio, en dos actos de carácter informal, se hizo la presentación de la proposición de “Ley de Referéndum de Autodeterminación“. Almagarinos (Bierzo Alto), sábado 22 de julio de 2017. Fotografía: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i) junto al presidente autonómico de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, momentos antes de pasada reunión en el Palacio del Gobierno de la Nación española (La Moncloa), en Madrid; 25.05.2017. Twitter del Presidente de Gobierno Mariano Rajoy/Lasvocesdelpueblo.

En esta proposición de ley, se intenta fundamentar torticeramente (sin conseguirlo) el referéndum ilegal (cf. preámbulo); y, por

Almagarinos (Bierzo Alto), 20 de julio de 2017. Esta fábula refleja muy bien las relaciones entre los independentistas catalanes (la tortuga) y los sucesivos Gobiernos de España (la liebre). Lasvocesdelpueblo.

otro lado, regular cómo se llevará a cabo, aunque sin concretar nada (cf. articulado). En efecto, quedan en el aire los aspectos fundamentales de la operativa del mismo: el censo, las urnas, las papeletas, los centros de votación, la Junta Electoral, la convocatoria, etc. Y, sin esto, lo anunciado es un brindis al sol, dicen los de la casta política constitucionalista y sus desprestigiados “voceros”, los “tertulianos-todólogos”.

El anuncio del referéndum y la presentación de la proposición de ley constituyen toda una provocación y conducen a los detentadores del poder en Cataluña hacia el camino de la prevaricación, al planificar actos (referéndum) y al elaborar proyectos de ley contrarios a la legalidad vigente. Con estas iniciativas, los nacionalistas-independentistas catalanes se han echado nuevamente al monte y van a intentar pasarse por el arco del triunfo la legalidad vigente y el juramento-promesa de “guardar y hacer guardar las leyes”, al que están atados y obligados.

Ante estas provocaciones, la Generalidad catalana está convencida de que el Gobierno de España no actuará ni contra el anuncio del referéndum ni contra el proyecto de ley, porque no figuran en ningún documento oficial. El portavoz del Gobierno de España, I. Méndez de Vigo, le da la razón al declarar que el Gobierno de España sólo tomará medidas cuando el Gobierno catalán “pase del anuncio a los hechos”. Por su parte, la Vicepresidenta del Gobierno, S. Sáenz de Santamaría, ha manifestado que el Estado sólo recurrirá “la ley del referéndum de secesión, cuando sea aprobada por el Parlament”. Y de la misma opinión es el Fiscal General de Estado, J. M. Maza, que ha precisado que las “meras opiniones” y los “deseos” no son suficientes para que el ministerio público presente una denuncia. En conclusión, todos coinciden en la necesidad de esperar a que las palabras del anuncio y del proyecto de ley de referéndum se transmuten en hechos, en actos tangibles.

Ante estos puntos de vista convergentes tanto de los que pretenden burlar la aplicación de la legalidad vigente como de aquellos que están obligados a hacerla cumplir y que están en stand by”, quiero terciar en el asunto desde esa rama de la lingüística llamada “pragmática”. Así nos alejaremos de la lógica leguleya (la letra de la ley), causa de muchas aberraciones e injusticias, y analizaremos lo que significa el hablar y/o el escribir de la Generalidad de Cataluña (el espíritu de la palabra o de la ley), desde el punto de vista de esta rama de la lingüística.

Hablar y/o escribir no se pueden hacer a la ligera ya que, como escribió Horacio, “la palabra dicha [o escrita] no vuelve atrás”. Lo dicho, dicho está. Y a lo hecho, pecho. Por otro lado, según J.L. Austin, el padre de la “pragmática” y de la “teoría de los actos de habla”, (cf. How to do things with words, 1962), cuando hablamos o escribimos no sólo hacemos algo: hablamos o escribimos. En realidad, realizamos simultáneamente tres actos diferentes: un acto locutivo” (es el acto de producir un mensaje, hablando o escribiendo); un “acto ilocutivo” (que es aquello que hacemos al hablar o escribir: por ejemplo, podemos hacer una pregunta o una promesa, dar una orden o amenazar o protestar o insultar, etc.); y un acto perlocutivo” (nuestro “hacer verbal” produce un efecto, un resultado en el interlocutor). Por eso, desde la “pragmática” se afirma que “decir” es siempre hacer algo o, mejor dicho, realizar los tres actos diferentes y complementarios precitados.

Sólo dos ejemplos para ilustrar la teoría de Austin. Si le digo a alguien Friega los platos”, al pronunciar esta frase realizo un acto verbal (acto de locución); además, doy una orden a alguien (acto ilocutivo); y, finalmente, la orden que doy puede provocar el efecto (querido o no) de irritar o contrariar a mi interlocutor (acto perlocutivo). Consideremos, ahora, el anuncio de la fecha y de la pregunta del pasado 8 de junio por parte de Puigdemont. Con su anuncio, el Presidente de la Generalidad profirió un mensaje lingüístico (acto de locución); al hacerlo, el Presidente realizó también una aserción, i.e. informó sobre la fecha y la pregunta del referéndum (acto ilocutivo); y, como consecuencia de esto, Puigdemont reconfortó a los independentistas e irritó a muchos ciudadanos, al amenazar la legalidad vigente, al desafiar a los poderes constituidos, al mancillar los principios sobre los que descansa la democracia, etc. (acto perlocutivo).

Hechas estas precisiones, uno no puede estar de acuerdo con las actitudes y las respuestas dadas por los poderes constituidos del Estado (Gobierno de España y Fiscalía) a los actos de desafío y de provocación de los independentistas. El anuncio del referéndum y la presentación del proyecto de ley por la Generalidad son auténticos actos o hechos y no, como dice el Gobierno de España, parole, parole, soltando parole”. Además, representan, una vez más, un desprecio y una amenaza, en toda regla, a la legalidad vigente.

El comportamiento de los independentistas y de los sucesivos Gobiernos de España, desde el inicio de la Transición (1975), me ha traído a las mientes una fábula de Esopo, “La liebre y la tortuga”. Ante las burlas y la prepotencia de una liebre, una tortuga la reta a una carrera. Fijan día y lugar. A la hora prevista, inician la carrera. La liebre, burlona y prepotente, le dio ventaja a la tortuga, tumbándose a la sombra de un árbol, donde se quedó dormida. Mientras tanto, pasito a pasito y sin detenerse, la tortuga siguió su camino. Cuando la liebre se despertó, la tortuga ya había llegado a la meta y había ganado la carrera. Moraleja: no hay que ningunear ni despreciar al rival; además, la pereza, la inacción y el exceso de confianza pueden hacer que no alcancemos nuestros objetivos y metas.

Esta fábula refleja muy bien las relaciones entre los independentistas catalanes (la tortuga) y los sucesivos Gobiernos de España (la liebre). Desde el inicio de la Transición (1975), los independentistas catalanes —con disfraz o sin él— han estado chantajeando al Estado y arañando competencias y más competencias, han ido ganando terreno y han ido recorriendo —pasito a pasito, despacio, pero sin pausa— el camino que les va a llevar al 1 de octubre, día del referéndum unilateral e ilegal. Mientras tanto, los Gobiernos de España, al que asiste la legalidad vigente, han estado y están tumbados a la bartola, indolentes, impasibles y seguros de su superioridad, pero siempre dejándose chantajear y con miedo de agarrar por los cuernos a este morlaco. Moraleja: o el Gobierno de España se pone las pilas y considera que tanto el anuncio de la fecha y de la pregunta del referéndum como la presentación del proyecto de ley de referéndum son auténticos actos (desafío, desprecio, desacato, amenaza, etc.), que hay que combatir con la ley en la mano, o podemos esperarnos lo peor en las próximas semanas o meses. Lo que acabo de afirmar desde la pragmática es también el punto de vista de más de un catedrático constitucionalista, para los que el anuncio y el proyecto de ley de referéndum son actos y deben ser atajados.

En la coyuntura actual, el Gobierno de España (los detentadores del poder y del deber de cumplir y de hacer cumplir las leyes) se está comportando como la liebre de la fábula de Esopo: está remoloneando, sesteando, impasible ante el desafío nacionalista que, por cierto, viene de muy lejos. La reacción en el último minuto puede no ser tampoco eficaz ni suficiente (cf. fábula de Esopo) y puede crear grandes y peligrosas rupturas y frustraciones. Además, con esta actitud, el Gobierno de España está propiciando que la ancestral ley de la fuerza” vuelva por sus fueros para sustituir a la fuerza de la ley” (i.e. la fuerza de la palabra). Si esto se llega a producir, ¡que el Señor nos coja “confesaos”.