Redacción (Ana Maria Torrijos) – Lamentos, frases cargadas de desasosiego, gestos demudados por doquier, pero no originados por actos terroristas, por terremotos, por epidemias sino por lamentables decisiones políticas o si queremos ser más explícitos, decisiones no al servicio del bien común. Sorprende que se hayan generado estos comunicados ahora y no cuando aparecieron los primeros atisbos de ilegalidad. La falta de reacción en los origines del mal nos ha arrastrado a consecuencias tan negativas que se requerirán muchos años para enmendar el perjuicio. Barcelona (España), sábado 3 de febrero de 2018. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), 30.1.2018. Los fanáticos ultraviolentos de la plataforma de ERC, CUP, ANC, Ómnium, y Convergencia-PDECAT-Juntos Por Cataluña (JxCAT) denominada «Comités de Defensa de la Republica» (CDR) se han hecho este martes con el control de la agresión del fascismo catalán convocada inicialmente para jalear la investidura del prófugo de la Justicia, el delincuente Carles Puigdemont, que se ha convertido tras la suspensión de investidura en una manifestación de repulsa al aplazamiento ordenado por el presidente del Parlamento de Cataluña -en obediencia a la Justica-, el racista Roger Torrent (ERC). Los CDR han comandado el asalto al Parque de la Ciudadela, que cobija el Parlamento de todos los catalanes, y han intentado superar las vallas que protegen el edificio parlamentario regional, para imponer su doctrina fanática a los catalanes. Efe.
El instigador a sabiendas del gran calado de sus destructivos planes, supo disfrazar sus propósitos, colocarles ropajes de fiesta para conseguir la inhibición o como mínimo la sonrisa equidistante. “Vale pactar si en contrapartida tenemos cuatro años más por delante”, éstos han sido los mezquinos pensamientos de los Ejecutivos sucesivos de nuestra democracia. Pensamientos que pueden disculparse cuando no hay referencias para ver más allá de las palabras. Ahora bien si lo que viene ocurriendo es el fruto de esa programación implacable, arrastrada desde el siglo pasado, de unos sentimientos cercados por instintos viscerales, supremacistas, entonces no caben disculpas, ni sorpresas, ni palabras sacadas del sillón del psicólogo, cuando el paciente busca calmar su angustia. Es el momento de exigir responsabilidades, de señalar a los que pasaron de puntillas ante un delito que hubiera puesto en marcha a las Instituciones de cualquier Estado similar al nuestro.
Una oligarquia social, díscola a lo largo de la historia, sujeta a un inmovilismo de intereses acumulados, un sector social minoritario, consentido y convencido de su supremacía, no puede seguir marcando nuestro devenir. Ahora, después de un rodaje de campañas electorales llenas de propaganda falaz, no de compromisos firmes y seguidas de reiterados incumplimientos de la ley, de derechos ciudadanos atropellados y de un ataque feroz a la Nación española, es obligado con la mayor rapidez posible poner en funcionamiento los resortes legales que impidan tales atropellos a la convivencia.
En la comunidad catalana, por medio de la manipulación de la ley se ha pasado de un sistema democrático a uno autoritario y por eso cabe reaccionar. La Constitución por si sola no puede salvar la democracia, es necesario que los ciudadanos y en gran medida sus representantes políticos quieran hacerlo.
Estos años, en un transcurrir de comicios de todo tipo, municipales, autonómicos, nacionales y europeos, nos han ido sumergiendo en un sueño onírico con un único tema alentador, vivir del erario público, de derechos por doquier, de bajo nivel de obligaciones y por mencionar algo más, de poca competitividad para no valorar la propiedad privada. La propiedad privada abarca desde los enseres materiales hasta incluso el pensar, el Yo personal y nunca uno puede ser libre si sus decisiones no fluyen de su profundo interior. Es intolerable esa vorágine para eliminar al individuo, el juicio particular frente a la utópica idea de lo colectivo, de la identidad, sea el feminismo, el nacionalismo o el derecho a decidir.
Hemos de saber iniciar el día con un sin fin de propuestas por apostar, saber colocarnos ante ellas con ilusión de abordarlas enarbolando la referencia de las normas establecidas y la libre voluntad. Conseguirlo es factible si terminamos con el bochorno diario de la farsa de las sonrisas, de diputados sobredimensionados por una ley electoral discriminatoria, de un posible presidente de correrías en el extranjero y de una constante letanía de improperios al Estado español. Incomprensible la dejación de las pautas básicas en una cantidad importante de Ayuntamientos. Perjudicial es tener las calles deterioradas por pinturas y lazos independentistas, las fachadas de edificios oficiales exhibiendo pancartas en favor de los presos golpistas, pero peor es ver sin actuar a los órganos administrativos cuya finalidad es corregir estos atropellos de ley.
Gobernar es administrar, asegurar el orden público, el preservar los derechos de los ciudadanos. Las cámaras autonómicas como parte del Estado, están obligadas de igual manera a todas esas competencias. Pero se da el caso que en estos niveles prima el sentimiento más feroz, la discriminación de todo lo que nos recuerde a España , a lo español y no pasa nada; nadie con autoridad institucional sale al encuentro de esta tropelía, no hay ninguna voz que defienda lo común, lo milenario, el haber dicho nuestros antepasados “Soy español”.
No hay ningún país occidental que esté dejando a una Nación en manos de los más cerrados en mente, de los más ineptos, a una Nación que apostó por la democracia con la aprobación mayoritaria de su Constitución en 1978. El descontrol y sin intención de aplicar medidas correctoras nos ha arrastrado a esta gravísima situación. Se ha dejado la escuela y los medios de información pública en manos de los secesionistas, no ha actuado la alta inspección, todos han pasado, derechas e izquierdas. El sistema educativo ha sido moneda de cambio de los gobiernos españoles frente a los totalitarios, semillero de futuras identidades. Noticias recientes nos susurran que puede llegar a su fin el proceso hacia la República catalana. En cambio el peligro de liquidación del Estado de Derecho no ha desaparecido. De sorpresa en sorpresa, sin atisbar un proyecto oficial que asegure la libertad. Los cuerpos nacionales encargados del orden establecido, Guardia Civil y Policía Nacional, han sido arrinconados por los Mozos de Escuadra al servicio de la cúpula secesionista.
¿Quién defenderá a más de un millón de ciudadanos que salió a las calles de Barcelona para librarse de la losa que les fueron poniendo los arribistas, los traficantes institucionales, los acoplados a sueldos, prebendas y amiguismos políticos?