Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – ¡Goooool!, esta expresión eufórica aglutina muchos anhelos y moviliza muchos corazones. Hombres, mujeres, jóvenes son capaces de salir a la calle, de viajar, de gritar, de correr, llorar de desaliento o de alegría por algo efímero, un partido de fútbol. Pero en defensa de la ley, lo que implica ajustarse a las pautas que dicta la Carta Magna, sólo unos cuantos ciudadanos son capaces de refrendarla. Mantener la estabilidad social y asegurar la continuidad de la convivencia, hoy día no aúna los deseos de la mayoría como lo hace una liga, una copa del Rey y en pocos fechas la europea. Cataluña (España), martes 7 de junio 2016. Fotografía: La afición del Real Madrid anima al equipo durante el partido de vuelta de cuartos de final de la Liga de Campeones que Real Madrid y Atlético de Madrid disputan en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. Archivo Efe.
La sociedad que muestra esos síntomas contradictorios tan evidentes, está obligada a someterse a terapia, recuperar el sentido común y plantearse dos únicas alternativas, o la superación de la debilidad y con ella impedir su posible desaparición como colectivo, o deslizarse por el abismo. Esta anomalía no ha aparecido de repente, su gestación ha sido lenta pero constante, en un primer momento no se empezó a valorar con objetividad el inminente pasado y se identificó a la derecha política con la herencia del franquismo, al empresario con el asaltacaminos y a la religión con el narcótico de moda, luego se incluyó en el programa la continua huida del saber y de la lengua española de las aulas, la desaparición de la responsabilidad en el estudio, y se añadió el ataque a la autoridad de los padres al desmantelar la unidad familiar, pero también se implantó en ciertas administraciones el hábito de incumplir la ley y enriquecerse con el erario público; pero no quedó ahí los atropellos, cada vez se cometieron unos más graves, más negativos, hasta llegar al comunicado de un proceso independentista emitido por la Presidencia de la Generalidad catalana y a la desprotección de los ciudadanos por quienes tienen obligación de darles seguridad legal- el Poder Judicial y el Ejecutivo -. Anatematizar una parte del electorado, fulminar la enseñanza de calidad, homogénea en todo el País y controlar los medios de comunicación con la intención de hacer un vacío o una distorsión de lo que representa la Nación española, ha sido siempre la clave del Nacionalismo, ideología no democrática y excluyente.
El hombre está necesitado de símbolos, señales de su propia humanidad, que le faciliten reconocerse y captar su entorno, pero también que aseguren la continuidad de las instituciones, las costumbres, las creencias. En estos instantes el desmoronamiento es total, se esconde la bandera española, no se emiten los compases del himno nacional, el término España se elude, se quitan los signos religiosos, se saltan las normas de protocolo, se vacían o se descartan ciertos festejos tradicionales, se cuestiona la territorialidad. Mientras tanto el país va perdiendo los ropajes que le daban prestancia y le permitían reconocerse.
Ana María Torrijos. Lasvocesdelpueblo
En este vacío de referencias, una gran pantalla en la ciudad de Barcelona para ver los partidos de la selección nacional de fútbol, “la roja” que es así como ahora se llama va a ser la única vía para sentirse la ciudadanía identificada con su país y servir de evasión para muchos de los que no reaccionan ante todo lo que sucede en el ámbito nacional. Y este derecho deportivo, negado en un primer momento por la alcaldesa, la señora Colau, ha sido represaliado por las hordas identitarias con una violencia inusitada al ser las víctimas unas mujeres. El silencio, fruto de la rendición de todos, desde las instituciones, medios de comunicación y entidades locales, ha obligado a los jóvenes promotores de la campaña a favor de la selección, a movilizarse para dar a conocer los graves hechos ocurridos en la carpa informativa.
En plena calle, los aficionados al deporte rey, amontonados frente a la pantalla, se alterarán, se excitarán y hasta desahogarán los enfados acumulados, y luego regresarán a casa, al trabajo, a la escuela para seguir siendo cobayas en manos de las fuerzas políticas. En el sur los ere , en el este las comisiones, en el norte los chantajes, en el oeste dañinas subvenciones, y el Estado se difumina frente a unos ciudadanos que están en el limbo, a la espera de no sé qué suerte, el silencio de los cementerios.
La mentira se ha implantado en los discursos políticos y no provocan rechazo ni rectificaciones rápidas debido a la ausencia de réplica del sector afectado; nadie responde como si no existieran buenos profesionales, capaces de argumentar una reflexión clara y exacta ante el reclamo engañoso. Necesitados de trabajo, es fácil la aparición del Moisés del siglo XXI y con el cayado mover las aguas profundas para dejar pasar al pueblo, con la salvedad de que ahora toca conseguir puestos de trabajo con contrato indefinido según las consignas establecidas, pero sin indicar las medidas necesarias. Prometer lo que convenga, piensan con socarronería y para poder seguir haciéndolo, es necesario el panorama más desolador desde el inicio de la transición democrática. No es el político quien tiene que garantizar el empleo, es el emprendedor, el empresario. El representante público lo único que hace es aumentar sin necesidad el número de funcionarios, cargar los presupuestos de forma desorbitada cuando lo que interesa es tener sólo los necesarios y los más competentes. Basta observar con un mínimo de atención para darse cuenta de que han utilizado las Autonomías para colocar infinidad de allegados en todos los resortes sociales, en vez de agilizar los trámites burocráticos. Derechos adquiridos no fácil de disminuir si sólo está en sus manos la posibilidad de hacerlo.
Los organismos internacionales deportivos han redactado normas, reglamentos para que el deporte sea una actividad noble, abierta a todos, por encima de cualquier ideología. En la Grecia Antigua cuando se celebraban los Juegos Olímpicos se interrumpían hasta las guerras, nada podía ensombrecer el encuentro pues competir era conseguir un profundo ideal: la perfección corporal, la capacidad intelectual y espiritual. Hace ya varios años una campaña implacable de los líderes políticos, por acción u omisión, ha hecho que los intereses ideológicos hayan ido ahogando la libre participación de los deportistas, aficionados e hinchas en el escenario deportivo; el fútbol, evento de masas, ha sido el vehículo propicio para conseguir el control de los ciudadanos.
El día 26 de junio, cuando se introduzca la papeleta en la urna, hay que negarse a gritar ¡Gol!