Redacción (Ana Maria Torrijos) – Descanse en paz Víctor Laínez, te recordaremos siempre. Otra víctima de la intransigencia y de la barbarie, una larga lista difícil de olvidar, pero se olvida, una sutil amnesia que intenta eludir el por qué un ser humano decide matar, quitar la vida a un semejante, a alguien que ni conoce, y más grave aún, una amnesia que intenta evitar el saber quién le induce a cometer tal atrocidad. San Cugat Del Vallés (Barcelona), sábado 16 de diciembre de 2017. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), centenares de catalanes rinden homenaje al vecino de Tarrasa, Víctor Lainez, asesino brutalmente por un grupo de antifascistas en Zaragoza por llevar tirante con los colores de la bandera de España. la víctima que era un veterano de la Legión española, recibía este homenaje en la sede la Hermandad de antiguos Caballeros Legionarios de Barcelona en el barrios de San Andrés (Barcelona) en un acto espontaneo, convocado la tarde del martes 12 de diciembre de 2017, tras confirmarse su fallecimiento después de 4 días en una situación de muerte cerebral, tras la agresión mortal antifascista. Lasvocesdelpueblo.
Un crimen político. Son tantos ya, que en apariencia no causan aflicción o por lo menos, los informativos no responden, no les interesa. Muchas crueldades, catalogadas todas pero con prioridad algunas, con un sinfín de detalles y para cumplir con lo establecido, desmesuradas, fuera de tono muchas veces, en cambio las demás, una gran mayoría, edulcoradas, tergiversadas, suavizadas o sea, una interpretación no ajustada. El ambiente es complejo. La agenda informativa parece marcarla una mente super estelar —la dirige y la dosifica—. Pocos son los que se quejan. Nefasto para la opinión que se forma cada ciudadano. La pluralidad ausente, los disidentes son vilipendiados.
La sociedad es plural por naturaleza, son muchos los individuos que la configuran, un gratificante conglomerado de ideas, maneras y decisiones multiples, con las que se puede diseñar un variado país a modo de mosaico según pongamos las piezas en uno u otro lugar. El colectivo humano. Después de muchos siglos de practicar las distintas formas de organización posible, hemos llegado a la conclusión de que el sistema democrático parlamentario liberal, es el adecuado para permitir a cada uno de sus componentes, poder convivir sin que se llegue a un enfrentamiento continuo. La máxima imprescindible es respetar el marco que rige ese funcionamiento. Si los talantes que controlan a las personas son rígidos, excluyentes y dominantes, se hace muy difícil la convivencia entre todos, de ahí que se haga necesario un pacto de mínimos —la ley—.
En libertad, la democracia permite elegir nuestros proyectos, programar nuestras vidas. Somos nosotros, con nuestros aciertos y errores, nosotros. Pero algo ha dañado profundamente este sencillo aunque complejo anclaje, el creer que podría funcionar sin prestar por nuestra parte la atención adecuada, un gran desafio a la democracia. Hemos permitido a los políticos apropiarse del aparato del Estado para sus propios fines y lo que nos han dejado es una institución agrietada.
El panorama es desolador, una cita electoral en puertas y duda ante las siglas. No hay debates, sólo jóvenes a cuál más falto de ideas, con frases al uso, sin propuestas y a gritos atacan al contrario. Insultos de fascistas y ultras son los adjetivos acuñados por una izquierda desnortada y la derecha simplona, pretende recuperar lo que no ha sabido defender ni liderar. Conocíamos que nuestro voto no vale lo mismo estemos en Berga o en Hospitalet, que nuestra lengua, el español, no tiene derecho a coexistir con el catalán, que los nacidos fuera de Cataluña no pueden aspirar a ocupar un puesto relevante a no ser que abjuren de sus orígenes, que no toca exhibir la rojigualda o la “senyera”, pues mola la “estelada” y otras muchas limitaciones podríamos señalar, pero no queda aquí todo, ahora nos hemos enterado de algo muy hiriente, que nuestro voto, pensado, reflexionado, doloroso a veces por la falta de opciones serias, es un voto calificado de basura cuando no se entrega al político adecuado de turno.
Muchas propuestas están a la espera de ser planteadas, hay infinidad de carencias, un despilfarro en las administraciones, comunidades autónomas casi despobladas, una ausencia de planificación del agua disponible, las pensiones en peligro, la educación necesitada de una gran reforma para la mejora del futuro de la sociedad, manipulación informativa, falta de honestidad en la actuación de demasiados políticos. Sería un listado largo de reivindicaciones, pero parece ser que no tienen suficiente importancia esos deficits, no son tema de debate en las Cortes, donde reside la soberanía nacional.
Un conciudadano ha sido asesinado, nos ha dejado. La obcecación, el no reflexionar, el dejarse llevar por los instintos más bajos, hábito generalizado, le ha dado un zarpazo mortal. Necesitamos poner límite a este declive y somos nosotros los que debemos hacerlo. Los que estarían obligados, no tienen suficiente valía o valentía personal para colocar los intereses de todos por encima del cualquier otro empeño, el resultado de las urnas. En pocos años hemos visto bajar el nivel de exigencia para cubrir los puestos de mayor impacto social: políticos, profesores y periodistas. Por eso no podemos dejarles que por su cuenta sigan, unos gobernándonos al son de lo que intuyen “correcto ” el líder y sus asalariados asesores, otros manipulando la Historia y dejando asoladas las aulas con consignas ajenas al saber y los restantes desinformándonos según sean sus planteamientos o la benefactora subvención.
Somos muchos los que queremos formar parte de un país, capaz de convivir dentro de un modelo de sociedad ordenada en los parámetros de la cultura occidental. Eso es lo que vale y lo que debería marcar el ritmo vital. Tenemos que ser exigentes con nosotros mismos y más con los que tienen que pautar el ritmo de un país, desde un órgano de gobierno, desde las aulas o desde un rotativo. Ofrecer los conocimientos que primen en cada momento, informar y organizar el funcionamiento del Estado, son tareas suficientes e importantes.
El Congreso de los diputados ha votado medidas para contrarrestar el boicot a los productos catalanes, que siendo conveniente, nos hace plantear una pregunta ¿Qué hay de los derechos lingüísticos para con los catalanes castellanohablantes ? Por lo que se ve, eso no es motivo de debate, sólo se argumenta lo que pasa la censura de las oligarquías políticas. Hoy interesa esto, mañana lo otro, y para más habilidad la postura ambigua.
Dos generaciones de dejadez, de no priorizar valores de conducta, de mantener vivos hechos del pasado, no para aprender de los fallos sino para crispar a los ciudadanos y machacar a la oposición haciéndola heredera de aquel modelo autoritario. Todo ese talante sectario nos pasa factura y nos encontramos con una víctima, cuyo gran desatino fue exhibir en sus tirantes los colores de la bandera española.
Hemos de acabar con la destrucción de la convivencia. No podemos amparar a los violentos, a los de palabra soez, a los que no respetan las normas, a los que van de forajidos, a los usurpadores de lo ajeno. Hay que cortar toda ayuda a esos grupos cuya finalidad es destruir la sociedad y avasallar a las personas decentes. Los cargos públicos que han apoyado de palabra y acción a estos personajes, tienen que asumir su responsabilidad y en especial por ir ese respaldo acompañado de dinero público. Un dinero que se niega a sectores sociales necesitados. Por justicia no podemos darlo a quienes ni han trabajado ni hacen nada para mejorar la convivencia.
Descanse en paz Víctor Laínez, te recordaremos siempre.