Es incuestionable no entregar parcelas de poder a los que tienen el empeño de dinamitar el Estado

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica)- Muchas veces desviamos la vista de lo que nos asusta y no nos predisponemos a escuchar con atención los muchos avisos que recibimos. “No interesa” y al interiorizar esa frase, nos suponemos inmunes cuando en realidad quedamos marcados en la forja del buen herrero. No somos reses en pastos cercados, a las que se alimenta y engorda, pero nos comportamos como tales en espera del etiquetado de origen. Fotografía: Ana Maria Torrijos, la articulista de esta casa. Imágenes archivo Joseph Azanméné Ngabgué/Lasvocesdelpueblo.

Hace pocos días el Pleno del Congreso nos mostró la mejor estampa posible del hemiciclo y de sus ilustres inquilinos. Algunos, entusiasmados de estar allí, nunca se lo hubieran imaginado, no se privaron de emitir saludos de lo más pintoresco, otros debieron equivocarse de sesión ya que confundieron un debate de investidura con el principio de la campaña electoral o con una moción al jefe del Gobierno provisional, aunque lo que causó más extrañeza por no esperado, fue descubrir que en el fondo de aquellos discursos de diferentes tendencias había una irracional inquina corrosiva y un afán desbordado de conseguir el poder o recoger parcelas de él.

En un gesto de generosidad, los diputados recién estrenados en la legislatura nos ofrecieron unas sesiones repletas de un lenguaje teatral irónico, burlesco e histriónico y  si por un instante se logró plasmar un debate parlamentario, desconocido desde hace años, pronto fue transformándose en lo propio de la oratoria que usaban, un espacio en el que sólo cabían reproches, ambiciones, cuentas de un pasado ya enterrado, zarpazos del que aspira a ser presidente y también del que busca ser reconocido como parlamentario nacional.

La resolución de elegir líder de la asociación de trabajadores UGT al señor Álvarez, sindicalista proclive al nacionalismo catalán, nos indica la pronta necesidad de hacer visible la presencia de España en cada rincón de su territorio; lo obligado sería realizarlo desde las instituciones pero si eso no se pone en marcha, cada ciudadano debe salir de su comodidad diaria…

Los ciudadanos, no adscritos a una fuerza política, y los que aún siendo afiliados son libres en sus opiniones, están lamentando el tiempo perdido para llegar a un gran pacto nacional. ¿Qué cuesta conjugar las posiciones de los tres partidos políticos, que se rigen por la Constitución?, un gran acuerdo en reformar lo prioritario y constituir Gobierno; el sentido de Estado permitiría afianzar la mejora económica, purgar la corrupción, abrir el PP a sus militantes, dar firmeza al PSOE frente a la izquierda radical,  y consolidar a C’s en todo el territorio. Si no se pudiera coincidir en quién debiera ser el Jefe del Ejecutivo, sería eficaz buscar en el resto de ámbitos económicos y sociales a alguien con prestigio suficiente para ocupar ese puesto. Es superior este pacto que las constantes concesiones a los secesionistas realizadas por el señor Felipe González, luego por el señor Aznar, el señor Zapatero y finalmente por el señor Rajoy, sin olvidar el modelo educativo con descentralización de competencias que diseñó mucho antes UCD.

Ahora es incuestionable no entregar parcelas de poder a los que tienen el empeño de dinamitar el Estado, incuestionable también desde la oposición, apoyar al Ejecutivo en respetar la legalidad vigente y en hacer pulso al Nacionalismo. En este sentido el partido socialista ha actuado con poca lealtad, siempre inseguro ante los símbolos nacionales, esgrimiendo el indefinido término federalista, dejando su espacio ideológico en manos de partidos “hermanos” con tintes nacionalistas, en Cataluña, en el País Vasco y votando en algunas alcaldías adherirse a la asociación de municipios por la independencia; esta continuada actuación del PSOE ha presionado tanto a la derecha que la ha empujado por cobardía de sus representantes, a abandonar sus principios y a no defender con contundencia todo lo que constituye la Nación y el Estado. La resolución de elegir líder de la asociación de trabajadores UGT al señor Álvarez, sindicalista proclive al nacionalismo catalán, nos indica la pronta necesidad de hacer visible la presencia de España en cada rincón de su territorio; lo obligado sería realizarlo desde las instituciones pero si eso no se pone en marcha, cada ciudadano debe salir de su comodidad diaria y significarse en la defensa no sólo de la legalidad sino también de la legitimidad. Legítimo es que un francés, un italiano, un alemán se enorgullezcan ante el mundo de serlo, de la misma manera el ciudadano español debe mostrar con satisfacción su pasaporte y saber que él es el heredero de una gran Nación.

Las Fuerzas Armadas garantizan el ordenamiento constitucional, la soberanía, la integridad territorial y se les debe el máximo respeto por la gran labor desempeñada dentro y fuera de nuestro territorio. Ellas no discriminan, atienden a todos los ciudadanos sin preguntarles cuál es su adscripción política…

Estamos dando una imagen de insolvencia y en gran medida, estamos mostrando un nivel bajísimo de educación cívica. Con estos bagajes no se puede creer en una profunda renovación de todos los resortes del poder institucional. Quienes pretenden asumir esa importante tarea, son los causantes de nuestra compleja situación, lo que hace difícil suponer las reformas requeridas. La mofa a nuestras esencias y el desacato continuo a la ley, debería preocuparnos y a continuación, debería obligarnos a exigir una rápida enmienda. Pruebas de lo delictivo o de la sórdida actuación política hay muchas, en pocos meses se han acumulado bastantes; la última, no menos importante , se la atribuye la Alcaldesa de Barcelona, la señora Ada Colau, que no tuvo en el Salón de la Enseñanza de la ciudad condal la mínima educación obligada por el cargo que ostenta. Las Fuerzas Armadas garantizan el ordenamiento constitucional, la soberanía, la integridad territorial y se les debe el máximo respeto por la gran labor desempeñada dentro y fuera de nuestro territorio. Ellas no discriminan, atienden a todos los ciudadanos sin preguntarles cuál es su adscripción política , ni su credo, ni su clase social, ni de qué comunidad autónoma son, a diferencia de la alcaldesa que da muestra día sí, día también de su compostura sectaria y ofensiva contra la mayor parte de los ciudadanos.

-El pueblo que no se hace respetar, no merece serlo-, es la frase que deberíamos interiorizar, pensar y de ella deducir cómo se ha de obrar en consecuencia. La palabra está para comunicarnos no para insultar, los modales para saber estar no para ofender, los espacios públicos para servir en ellos a la ciudadanía y respetar el país, no para llenarlos de oprobio a todo lo que es nuestro patrimonio cultural y tradición.

Nos cansamos de insistir que tenemos la juventud más preparada de cualquier época anterior; si los que están ocupando puestos directivos en algunos partidos, los equipos de gobierno de ciertos ayuntamientos, escaños del Parlamento y de las Cámaras Autonómicas, es esa juventud “tan preparada”, lo que nos puede sobrevenir  en todos los espacios sociales es algo muy grave y sobre todo cuando nos encontramos en el momento más crítico de la Soberanía Nacional.

Mientras que en Política no se destierre los intereses personales o partidistas, mientras que el Poder Judicial no rompa la dependencia a otra causa que no sea la de ajustarse a la ley que emana de la Constitución, mientras que los medios informativos no redacten las editoriales por intereses ajenos a servir a la verdad, mientras que el dinero público no se utilice para enmudecer a sectores sociales, no se conseguirá tener una verdadera democracia. Una tarea por hacer.

 

marzo 13th, 2016 by