mayo 5th, 2017 by Custodio Ballester Bielsa
Redacción: Custodio Ballester Bielsa, Sacerdote de la Parroquia Inmaculada Concepción de Hospitalet de Llobregat (Barcelona)-. ¿Pero la corrupción moral tiene algo que ver con la corrupción económica? ¿Que si tiene algo que ver? ¿Algo? Todo, absolutamente todo. La destrucción de la familia tiene todo que ver con la economía. (…) Y eso (que es todavía corrupción económica infinitamente más grave que la exhibida en el circo mediático), aún es una cuestión de menor cuantía a pesar de su monstruosidad, si la comparamos con la corrupción moral: una corrupción, ésta sí, que destruye nada menos que el caudal vital de muchas generaciones. Ahí están el aborto y el infanticidio, ahí la ideología de género, ahí el poner a los niños en la escuela en manos de los más avezados corruptores de menores (…). Hospitalet de Llobregat (Barcelona) España, viernes 5 de mayo de 2017. Fotografía: Una madre embaraza con su primer hija y su marido en un parque disfruta del día en una fotografía del colectivo ‘Fundación Educatio Servanda’, en Twitter. Lasvocesdelpueblo.
Sus centinelas son ciegos, ninguno sabe nada. Todos son perros mudos que no pueden ladrar, soñadores acostados, amigos de dormir (Isaías 56,10)
¿Corrupción? ¡Y eso qué es! ¿De qué corrupción hablamos? ¿De la económica o de la moral? Aunque bueno sería que previamente nos hiciéramos la pregunta de si realmente es posible la corrupción económica si no va precedida y sostenida por la corrupción moral de la que nadie nos cuenta nada: como si no existiese, y como si no fuese conditio sine qua non para la corrupción económica.
¿Mil euros? ¿Un millón? ¿Mil millones? ¿Diez mil millones de euros? Todo eso está muy bien para el circo mediático; y ya ven, mil euros pueden dar más juego (¡y vaya si lo han dado!) que diez mil millones. ¡Y el circo funciona de maravilla! El circo es así, ahí tenemos brillantemente exhibido una vez más el mito circense del “más difícil todavía”. Parecía difícil engañar a tantos y durante tanto tiempo con numeritos del dos al cuarto. Pero sí, se están superando. Realmente han conseguido hacernos ignorar y despreciar la corrupción moral gracias al ingenioso y excitante espectáculo de la corrupción económica.
¿Así hay truco en todo ese espectáculo de luz y sonido, y humo (sobre todo mucho humo) de la corrupción? ¿Que si hay truco? Es todo un montaje siniestro de cabo a rabo. Es un espectáculo gestionado con un exquisito savoir faire. ¿Para qué tanto truco? ¿Que para qué? Pues nada más y nada menos que para ocultar la CORRUPCIÓN MORAL (y permitidme que traduzca: corrupción de las costumbres), que ésa sí que es corrupción por todo lo alto, corrupción hipermegamaxiplusquamsuperlativa. ¡Ese es el máximo yacimiento, la gran mina de corrupción! Todo lo demás es calderilla. Hasta los diez mil millones de euros son calderilla. Hay, por ejemplo, infinita mayor corrupción en el endeudamiento de todo el país, y por consiguiente de todos sus ciudadanos (que sólo por la deuda han pasado a la condición de súbditos) durante lo que les queda de vida, más la vida completa de sus hijos (antes se vendían para pagar las deudas), que en la suma total de lo que han robado con sus coimas todos los políticos de todos los bandos. Lo que digo: pura calderilla.
Y eso (que es todavía corrupción económica infinitamente más grave que la exhibida en el circo mediático), aún es una cuestión de menor cuantía a pesar de su monstruosidad, si la comparamos con la corrupción moral: una corrupción, ésta sí, que destruye nada menos que el caudal vital de muchas generaciones. Ahí están el aborto y el infanticidio, ahí la ideología de género, ahí el poner a los niños en la escuela en manos de los más avezados corruptores de menores: ¡para que les eduquen en toda clase de sexualidades!; ahí el invento de todo género de “nuevas familias”, con los vientres de alquiler incluidos, para desmantelar y arruinar la familia de verdad, la de toda la vida.
¿Pero la corrupción moral tiene algo que ver con la corrupción económica? ¿Que si tiene algo que ver? ¿Algo? Todo, absolutamente todo. La destrucción de la familia tiene todo que ver con la economía. Una destrucción que empieza en la desnaturalización y desocialización de las relaciones sexuales, desarticula toda la sociedad y la convierte en inoperante. Es por ahí por donde empieza toda decadencia. La desarticulación social es el preludio de la ruina de toda sociedad. Y del mismo modo que fue a través de la moral sexual como se articuló la sociedad, estableciendo como fundamento de toda legislación el tabú del incesto, haciendo nacer de ahí la familia con los extensos lazos de parentesco (esposos, padre, madre, hijos, hermanos, abuelos, etcétera etcétera); del mismo modo que de la estricta reglamentación sexual nació la sociedad bien estructurada, es a través de la corrupción de las costumbres sexuales como se desarticula la sociedad desde sus mismas raíces, perdiendo algo tan básico como las relaciones esponsales, las paterno-filiales, las fraternales y todas las demás relaciones de parentesco. Es ahí donde hace los mayores estragos la corrupción moral.
Y como está mal visto hablar de moral sexual, aquí están callados calladísimos todos los que tienen obligación moral de hablar (¿he dicho moral? ¡Menuda guasa!), y han dejado el campo totalmente libre a la corrupción sexual, empezándola por los menores en la misma escuela. Con esa corrupción sexual destruyen a la madre (convertida en un mero instrumento de reproducción si es de alquiler, y propietaria de la cosa ésa que gesta, si no lo es); destruyen al padre, que con las nuevas leyes de salud reproductiva ha dejado de existir; destruyen la familia, que en ese contexto no tiene el menor sentido; liquidan la relación paterno-filial y materno-filial inventando todo género de paternidades y maternidades. Y no sólo dictan leyes que desmantelan pieza por pieza el tabú del incesto, sino que acusan directamente a la familia (¿habráse visto mayor desvergüenza?) de ser una institución creada para el incesto: en realidad, proyectan en la familia las perversiones de sus nuevos inventos de familia, en los que el incesto tiene un papel muy decisivo.
Y digo yo: ¿no es infinitamente más perverso quitarnos el padre, la madre, los hijos, los hermanos, los abuelos, que quitarnos el dinero? ¿No nos hace mucho más desgraciados quedarnos totalmente sin relaciones humanas (las más sólidas, las familiares), que sin dinero? ¿No fue ésa y no la de sexo -que para ellos se instituyó la prostitución- la principal privación que sufrieron los esclavos bajo la bota del imperio? ¿No es infinitamente más perniciosa la corrupción de los políticos destructores -y esclavizadores- de la sociedad, que la de los políticos destructores de la economía?
Pero de eso no habla ninguno de los partidos políticos con representación parlamentaria: porque a todos ellos les encanta la corrupción moral y no lo disimulan: compiten entre sí por ver cuál es más corrupto y cuál se empeña más en la corrupción de la sociedad, empezando por los niños. Miren la Cifuentes con la imposición de la agenda LGTB en los colegios. Todos los representantes políticos de los ciudadanos, todos sin excepción, mientras se conjuran para corromper a la sociedad, nos entretienen con las bagatelas ésas de la que tan pomposamente llaman “corrupción”: la económica. Y eso que todos, absolutamente todos, están de acuerdo en el endeudamiento criminal de toda la sociedad para esta generación y la siguiente. Porque de esa suprema corrupción (con la coartada de que nos quieren servir más y mejor, todos a porfía), medran todos ellos. Todos, absolutamente todos de acuerdo en los más escandalosos rubros de la corrupción mientras nos entretienen con el espectáculo de las migajas. Sí, también son migajas los diez mil millones de euros, comparados con la deuda pública de la que mantienen su pesebre y con la corrupción moral, que ya es decir.
En fin, que corrompidos moralmente y, en consecuencia, económicamente; como perros mudos los pastores -salvo alguna que otra honrosa excepción- ya pueden besuquearse obscenamente las dos lesbianas de la Esquerra Independentista en una catalana basílica ante la imagen de Nuestra Señora de Montserrat, que nosotros nos sumergiremos en el piélago como cobardes capitanes de un submarino que parará sus motores en el fondo marino y esperará en silencio a que pase por la superficie la flota enemiga y hunda a todos los nuestros. Y es que emerger a la altura del periscopio y disparar nuestros torpedos —defender a las ovejas de los lobos— parece que ya no está hecho para nosotros.
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marzo 30th, 2017 by Custodio Ballester Bielsa
Redacción [Custodio Ballester Bielsa, Sacerdote de la Parroquia Inmaculada Concepción de Hospitalet de Llobregat (Barcelona)] – Atenta contra la doctrina oficial de que el aborto es el paraíso de yupi-yei, el mayor don que le ha hecho la sociedad a la mujer. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? (Santa Teresa de Calcuta). Ése podría ser el título de la noticia. Suena a pleonasmo; porque ¿qué es un abortorio más que una factoría de muerte? Pero como la muerte del “producto” (nomenclatura propia de granjas) ya está descontada, la gran noticia es que en el matadero haya muerto el matarife. En este caso, el muerto no es el matarife, sino la víctima accesoria del aborto, cuya muerte no está prevista en la actividad ordinaria de la factoría. En este caso, el muerto no es el matarife, sino la víctima accesoria del aborto, cuya muerte no está prevista en la actividad ordinaria de la factoría. Hospitalet de Llobregat (Barcelona) España, jueves 30 de marzo de 2017. Fotografía: Madrid (España), 29.03.2009. ‘El Mundo’ Cabecera de la manifestación por las calles de Madrid. “No existe el derecho a matar, existe el derecho a la vida”, que encabeza la manifestación, o pancartas contra la ministra de Igualdad, ‘Aído deja a las niñas de 16 años en paz. Mujer sí, aborto no’ centran esta protesta, que se une a cerca de 50 más que se celebran en el resto de España y Sudamérica. Decenas de miles de personas -500.000, según los organizadores- han recorrido durante dos horas el centro de Madrid para expresar su rechazo a la reforma de la ley del aborto planteada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Archivo Efe.
En la clinica abortista Los Lagos de Santa Cruz de Bezana se provoca la muerte cada día a 3 niños. De algunos de ellos, hay quien sospecha que no sean seres humanos sino alguna otra cosa. En realidad, en la tecnología propia del negocio se denominan “producto” del embarazo. No hay por qué suponer a priori mala fe en todos los que se agarran a esta sospecha. En especial si no tienen la posibilidad de ver en una ecografía qué es eso que llevan en el vientre, y de escuchar los latidos del nuevo corazón: que ahora están al alcance de casi cualquier móvil. Las aplicaciones más sofisticadas permiten escucharlos incluso desde la 8ª semana. Existen en el mercado aparatos específicos para esta función (muy asequibles: entre 30 y 60 euros), pensados para regalar a las embarazadas ilusionadas.
El caso es que esta vez, junto al hijo ha muerto la madre
La noticia no es que mueran cada día en esa clínica 3 niños, porque ya se cuenta con ello y no hay sorpresa. Que el matador mate al toro es lo previsto; no en cambio que el toro mate al matador, al picador o al banderillero. El caso es que esta vez, junto al hijo ha muerto la madre. El riesgo sanitario, por pequeño que sea, está presente en todo procedimiento, dijo tan pancho el gerente de la clínica. Y añadió que ni por parte del ginecólogo ni por parte del anestesista había habido complicaciones. Pero diga lo que diga la autopsia, lo evidente es que ¡ha muerto como consecuencia del aborto! De un aborto cuya única complicación fue la muerte de la que sin padecer de nada, fue tratada por el sistema sanitario como “paciente” a la que había que “curar” del embarazo.
Es una noticia muy sorprendente, porque va contra la fama inmejorable que tiene el aborto en España, y sobre todo contra los servicios de la salud pública volcados en la promoción y en el buen nombre del aborto. Es una mala noticia. Y como los medios viven de las malas noticias, pues ahí la tenemos.
Atenta contra la doctrina oficial de que el aborto es el paraíso de yupi-yei, el mayor don que le ha hecho la sociedad a la mujer
Ésta es, evidentemente, una información políticamente incorrecta, porque atenta contra el principio de promoción y prestigio social del aborto. Atenta contra la doctrina oficial de que el aborto es el paraíso de yupi-yei, el mayor don que le ha hecho la sociedad a la mujer, la máxima expresión de su libertad sexual-reproductiva. Un derecho de la mujer, que como tal ha de ser promocionado para que lo disfrute abundantemente. ¡Así son los derechos!
Otras noticias como ésta fueron censuradas a tiempo; pero para ésta llegaron tarde. Se les coló. ¿Cómo ha podido ser? Es que en esta ocasión alguien se saltó el protocolo que manda censurar la realidad. Sí, censurar la realidad. ¿Recuerdan? Es incorrecto decir los niños tienen pene y las niñas tienen vulva. Lo correcto es decir algunos niños tienen vulva y algunas niñas tienen pene. Ya ven lo que le está ocurriendo al autobús que anda propalando al respecto lo que le da la gana.
Pues lo mismo con el aborto. Como afecta a la salud (¡y a los derechos!) de las mujeres, es llevado con una discreción muy superior a la empleada en otras áreas de la salud. ¿Morir por abortar? Eso no existe. El aborto no es una enfermedad, así que nadie muere por abortar, igual que nadie muere por hambre, porque el hambre no es una enfermedad. La muerte siempre se debe a otras causas que concurren con el aborto. Una hemorragia, una septicemia, un paro cardíaco… el catálogo da mucho de sí. Se necesita muy mala fe para asociar cualquiera de estas incidencias al aborto previo; se necesita ser enemigo declarado de la libertad de las mujeres, claro que sí.
¿Cuál es pues la pregunta clave?
La pregunta es cuánto se nos oculta de los incidentes postoperatorios de los abortos, que no dejan de ser intervenciones quirúrgicas realizadas sin que la persona “operada” sufra ninguna enfermedad. De éste no ha quedado más remedio que informar, porque ocurrió en la misma clínica, minutos después de la intervención médica abortadora. ¿Y si ocurre al día siguiente o a la semana siguiente en casa? Pues no pasa nada: es un accidente que nada tiene que ver con el aborto, sino con el estado de salud de la mujer, y que no hay que vincular con el aborto. Ni las noticias ni las estadísticas lo recogen. La prueba es que sólo tenemos noticia de las que se producen en el mismo abortorio.
Es que el juramento hipocrático se la tiene jurada al aborto
Es que como el aborto es un tema fatalmente ideológico, y por obsesión ideológica se cometen aberraciones de todo género, el oscurantismo que se practica en torno al aborto es escalofriante. Como se trata de una práctica en torno a la cual se requiere el máximo secreto (¿por qué será?: no pasa lo mismo con las intervenciones cardíacas o renales), se han inventado todas las trampas para camuflar los datos. Sin ir más lejos, el Hospital de San Pablo de Barcelona no publica sus abortos a instancias de un cardenal emérito. Y al amparo de ese secretismo puede ocurrir y en efecto ocurre de todo. Es evidente que tal como el médico de familia, el cardiólogo, el neurólogo o el otorrino presumen de su especialidad entre los colegas y en sociedad, no ocurre lo mismo con los médicos que se dedican a practicar abortos, que ocultan discretamente su especialidad tras la de “ginecólogo”. Porque a pesar de todos los pesares, se trata de una actividad mal vista por mucha más gente de la que aparenta lo contrario esforzándose en ser políticamente correctos. Es que el juramento hipocrático se la tiene jurada al aborto.
La multinacional abortista, bendecida por Barak Obama y Hillary Clinton, ‘Planned Parenthood’ oculta las violaciones de las esclavas sexuales
La multinacional abortista, bendecida por Barak Obama y Hillary Clinton, Planned Parenthood oculta las violaciones de las esclavas sexuales, porque constituyen parte sustancial de su negocio: una esclava sexual llegó a abortar 17 veces en una de estas clínicas. Fue siempre con el proxeneta que la explotaba. Pero nadie sospechó nada. Del mismo modo se ocultan violaciones y malos tratos. Ni una pregunta. Y como tras el secreto se esconde la impunidad, resulta que hasta el momento dos médicos de Planned Parenthood (sólo 2 por el momento, entre tantísimos miles repartidos por sus centros abortistas de todo el mundo) han sido condenados (no acusados, sino condenados en sentencia firme) por cometer toda clase de abusos sexuales con sus aterrorizadas clientas. Las condiciones en que funciona el negocio del aborto (porque ésta es su sección de “negocio”) propician estas conductas. Tampoco puede esperar uno que sean virtuosos unos médicos cuya profesión es matar. Quien se atreve a lo más, ¿cómo no se va a atrever a lo menos? Y lamentablemente, lo que ocurre con los médicos ocurre con toda la sociedad que promueve esta aberración. Si nos parece bien matar, ¿cómo vamos a tener escrúpulos ante delitos menores?
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