junio 9th, 2017 by Antonio Robles Almeida

Redacción (Antonio Robles Almeida; Exprofesor de Filosofía español y autor del Libro «Historia De La Resistencia Al Nacionalismo en Cataluña, 1979-2006»)-. El joven Ignacio Echeverría murió el sábado pasado en Londres y resucitó 7 días después en el corazón de millones de personas. Su actitud cívica al defender a una mujer desconocida de tres asesinos yihadistas nos acaba de dar una lección de sencillez, que los medios han convertido en extraordinaria lección de humanidad. Barcelona (España), viernes 9 de junio de 2017. Fotografía: Fotografía: Fotografía facilitada por la familia de Ignacio Echeverría (en la imagen), el joven español que es una de las ocho víctimas mortales del atentado de Londres, según han confirmado las autoridades británicas. En el ataque terrorista del pasado sábado 3 de junio de 2017 en la zona del puente de Londres y el mercado de Borough han fallecido 8 personas y otras 48 resultaron heridas, de los que 29 aún están hospitalizados. Efe.

 Sin esos nudos invisibles la vida en sociedad se tornaría imposible

No, la actitud de Ignacio es un acto sencillo, cotidiano, normal. Millones de seres humanos se comportan así todos los días en todas partes. La gente se ayuda, se presta la sal, corre a auxiliar a la persona que acaba de ser atropellada, o se queda a cargo de la hija pequeña de la vecina ante un imprevisto de sus padres. Son infinitos actos solidarios que tejen los lazos afectivos de pequeños grupos sociales en aldeas y barrios. Es la telaraña social creada por un sinfín de valores trasmitidos de generación en generación que hacen posible las relaciones sociales, la amistad, la solidaridad y la complicidad contra el despotismo. Sin esos nudos invisibles la vida en sociedad se tornaría imposible.

Sin embargo, todos se han puesto de acuerdo en que Ignacio es un héroe. ¿Por qué, si hizo exactamente lo que cualquier persona de bien debería haber hecho…?

¿Alguien se sorprende de que el acto sencillo de socorrer al débil se convierta en heroico?

Porque vivimos en un mundo donde el idealismo cívico ha sido suplantado por el darwinismo social. La vida de la metrópolis, de cualquier metrópolis, de cualquier lugar del mundo, es una selva donde salir corriendo es más inteligente que enfrentarse a la adversidad del otro, y prestarle ayuda. Lo hemos visto en la campaña electoral: el laborista Jeremy Corbyn y la conservadora Theresa May se han enzarzado en una pelea obscena arrojándose la sangre de los muertos a la cara por un puñado de votos. Hay que ganar a cualquier precio. Si a esto llegan por arañar unos votos, ¿alguien se sorprende de que el acto sencillo de socorrer al débil se convierta en heroico?

Parece ser que Ignacio tenía convicciones éticas. Y murió por ser coherente con ellas. Sus dos amigos se asustaron. Incluso puede ser entendible en situación tan terrible. Lo extraño no es que nos asustemos en situaciones tan extremas, lo malo es que nos desentendamos en situaciones sencillas; o lo que es peor, que instituyamos relaciones depredadoras como una manera de vivir.

Ignacio Echeverría es un héroe porque morir por comportarse como debemos se ha convertido en extraordinario

La lección de este joven abogado ha sido subrayada aún más por la actitud de su familia ante la prensa. Su hermana Ana supo sacar lo mejor de lo peor: “Algo muy triste y muy duro se está convirtiendo en algo más bonito y muy grandioso”. Y lo dijo con una sonrisa angelical que nos recuerda los valores que hicieron de Ignacio un héroe cuando sólo era una persona corriente.

Sí, efectivamente, Ignacio Echeverría es un héroe, porque, en un tiempo donde lo normal se convierte en extraordinario, morir por comportarse como debemos se ha convertido en extraordinario. Ha honrado lo mejor del ideal de Don Quijote, aquel loco maravilloso que ha sido suplantado definitivamente por la pachorra interesada de Sancho. Aunque no es verdad del todo, para muestra, su propia actitud, que, al menos el sábado, desmiente la sentencia de Burke: “Para que triunfe el mal solo es preciso que los buenos no hagan nada”.

La Policía del Reino Unido no es mejor que la nuestra ni trata mejor a sus muertos que nosotros a los nuestros

La tragedia de Londres nos ha enseñado también que nuestro país, España, no es tan diferente a la admirada Europa. La Policía del Reino Unido no es mejor que la nuestra, ni trata mejor a sus muertos que nosotros a los nuestros; sus políticos no son menos obscenos, ni sus ciudadanos votan más inteligente que los nuestros. Ahí está el Brexit. Es un complejo que debemos empezar a superar. Lo malo que ocurre en nuestro país, ocurre en Francia, en Alemania, en Italia, en Bélgica… y en algunas cosas, incluso podemos dar lecciones, como la que ha dado Ignacio, y su familia.

Ignacio Echevarría no murió en Londres, nació como icono cívico para siempre. No lo reduzcamos a un icono español, él, como el loco de Alonso Quijano, son universales.

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mayo 18th, 2017 by lasvoces

Redacción: Redacción: José Basaburua es funcionario de la Administración Central del Estado y escritor —. Sin duda alguna, ETA ha sido —y en no pocos aspectos lo sigue siendo— la organización terrorista más dañina y peligrosa de nuestra Historia. Otra banda, el PCE(r)-GRAPO, le acompañó durante bastantes años en tan delirante recorrido, compartiendo ambas organizaciones buena parte de la ideología marxista-leninistas en su versión maoísta, y unas tácticas explícitamente terroristas. Pamplona (Navarra) España, jueves 18 de mayo de 2017. Fotografía: Captura pantalla del vídeo del comunicado de la banda terrorista de ETA, 18 de febrero de 2004, de apoyo al separatismo xenófobo de Juntos Por El Sí y CUP. Lasvocesdelpueblo.

Pese a tamaño empeño, ambos grupos no alcanzaron análogo arraigo social.

Los atentados perpetrados por los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), brazo armado de su “organización política”, el Partido Comunista de España (reconstituido), resultaron especialmente perturbadores en los primeros años de la Transición española a la democracia.

Así, entre otros, alcanzaron un enorme impacto social, mediático y político los secuestros del presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo y del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, Emilio Villaescusa Quilis, en noviembre de 1976 y enero de 1977, respectivamente. Además, los GRAPO ocasionaron numerosas víctimas mortales, particularmente entre las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado. Su último secuestro de envergadura, el del industrial zaragozano Publio Cordón, todavía no se ha aclarado en todos sus extremos, desconociéndose su suerte final; pese a haber sido juzgados y condenados sus autores.

Conforme a sus documentos, análisis y decisiones, el PCE(r) privilegió, por encima de otras tácticas, la que denominaba “lucha armada”, es decir, el terrorismo puro y duro. No obstante, también lanzaron “organizaciones de masas”, en un intento de sumar sectores sociales, supuestamente proclives a su dinámica revolucionaria, encuadrándolos en diversos “frentes”: ya hemos mencionado el terrorista de sus GRAPO, el estudiantil, el de apoyo a presos, etc.

Recordemos, en este contexto, a la ODEA (Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas), que apenas logró nuevas captaciones y que, en realidad, agrupó, bajo esa sigla, a los militantes del PCE(r)-GRAPO de la Universidad. De hecho, la organización “de masas” que gozó de mayor continuidad fue la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (AFAPP), constituida a semejanza de las Gestoras Pro–Amnistía, estructurada en torno a los terroristas encarcelados del GRAPO y que, por propia definición, nunca podría extenderse más allá del entorno social más afín e inmediato.

Otra sección del partido, que gozó de notable relevancia mediática, fue la del “aparato de prensa y propaganda”, capaz de editar durante años, pese a sucesivas caídas de sus responsables, unos periódicos impresos de notable calidad tipográfica; circunstancia que contribuyó, y no poco, a alimentar el mito conspiracionista de una supuesta naturaleza oscura de los GRAPO.

Pese a ello, fue el terrorismo más descarnado el que absorbió la mayor parte de las fuerzas de la organización, subordinándose todos los demás “frentes” –apenas desarrollados– a las necesidades de su estrategia “acción–represión–acción”; prototípica en las numerosas bandas terroristas presentes –algunas de dimensiones propias de un ejército “regular”- en aquellas décadas por todo el mundo.

La ideología del PCE(r)-GRAPO se basaba en una peculiar interpretación del marxismo-leninismo–maoísmo, adaptada –supuestamente– a la realidad española, conforme “la visión del Camarada Arenas”; si bien llegó a experimentar, a lo largo de su larga agonía, un efímero giro pro–soviético. A su juicio, España era, realmente, un “Estado fascista” dominado por una estrecha oligarquía, pese a su apariencia democrática, que sólo podía derrocarse por medio de la “lucha armada”.

Las “masas obreras y campesinas”, completamente alienadas y dominadas, anhelarían impacientes un “partido-vanguardia” que liderara la “ineludible” revolución proletaria. La organización histórica y mayoritaria del tradicional entorno marxista revolucionario hispánico, el Partido Comunista de España (PCE), así como los demás grupos comunistas concurrentes (existían, por entonces, una treintena de ellos así denominados; trotskistas, maoístas, pro–soviéticos, pro–albaneses, marxistas-leninistas varios), errarían todos ellos en sus diagnósticos y estrategias; siendo rehenes de unas interpretaciones erróneas –a juicio de Arenas y los suyos- del “marxismo científico”.

El PCE(r)-GRAPO, al contrario que el PCE y demás, consideraba que el acatamiento de la legalidad “fascista” —la democrática, se entiende— no sólo no facilitaba el avance hacia el socialismo, sino que lo retardaba; integrando a los comunistas “posibilistas” en el sistema burgués, neutralizándose así el empuje revolucionario de las masas.

Pero, ¿cuál era la base teórica que impulsaba la ciega lucha terrorista de ese puñado de fanáticos? Nos referimos a la doctrina denominada “Guerra Prolongada y de Desgaste”, estrategia y táctica concebidas cuatro décadas atrás por Mao en algunos textos escritos en torno a 1938, de las que se sirvieron en múltiples interpretaciones y praxis sus seguidores por todo el planeta.

La capacidad terrorista del PCE(r)-GRAPO, que se arrastró penosamente hasta fechas muy recientes, desconcertó a los analistas de la época: no podían comprender su sorprendente capacidad de regeneración, tras las numerosas caídas que afectaron a la casi totalidad de sus órganos centrales y comandos operativos. Por ello se acuñó la teoría de la “infiltración”, ya desde la extrema derecha, ya por obra de “ciertos” servicios de información extranjeros nunca determinados. Pero, realmente, tales teorías, ¿eran verosímiles? En definitiva, ¿en qué factores radicaba esa sorprendente capacidad de regeneración?

La explicación es mucho más sencilla, proporcionándola el historiador Pío Moa en su libro De un tiempo y de un país (Ediciones Encuentro, Madrid, 2002) en el que narra sus peripecias en la extrema izquierda de la época y en esa organización concreta; describiendo la exacta procedencia de la militancia del PCE(r)-GRAPO. En ese libro, Moa narra magníficamente cómo el marxismo revolucionario -particularmente el marxismo-leninismo- cinceló toda una generación de militantes que con la fe del converso se empeñaron en transformar la Historia por medio de la violencia. Y, si fuere preciso, intentando “asaltar los cielos”. En este sentido, los del GRAPO fueron un colectivo más entre otros muchos.

La acción del PCE(r)-GRAPO coadyuvó, por otra parte, en una dirección inesperada: la moderación del PCE, y demás fuerzas marxistas, en su pretensión de no ser confundidos con el ciego terrorismo desatado por tan denostada organización; que no sólo no logró tan apocalíptica como vetusta insurrección obrera, sino que generó un profundo rechazo en todos los estratos sociales y la opinión pública española.

Algunos medios de comunicación, aleccionados en muchos casos desde las factorías ideológicas de esa misma extrema izquierda, bien en los aledaños del PCE o en los de un socialismo marxista que ahora nos suena muy trasnochado, no podían explicarse –no podían aceptar, tal vez– que esos sanguinarios terroristas procedieran de sus mismos entornos ideológicos; de un mismo humus humano moldeado por aquella ideología totalitaria.

Por ello, acaso para justificarse, inventaron esas exóticas teorías acerca del origen e impulso del PCE(r)-GRAPO. Pese a tales intentos, la explicación era bastante sencilla, existiendo otros muchos casos similares en la Historia: un grupo humano se movilizó impulsado por una lectura muy particular del marxismo, persiguiendo una sociedad utópica; sin reparar en medios, costes y sacrificios.

De hecho, los escasos supervivientes del PCE(r)-GRAPO siguen justificando su existencia con un análisis ideológico, tan  supuestamente ortodoxo como alejado de la realidad, en el que repiten los tópicos manejados desde hace treinta años.

Así afirman, todavía hoy, que «Claro que no les interesa explicar por qué los GRAPO han permanecido en la brecha durante tanto tiempo y hayan logrado más de una vez poner al Estado contra las cuerdas, pues de lo contrario tendrían que reconocer también, entre otras cosas, primero, la permanencia del régimen fascista y, segundo, la existencia en nuestro país de un partido comunista verdaderamente revolucionario, firme y bien cohesionado, que aplica una línea política justa de resistencia y no escatima ningún apoyo a la organización guerrillera» (“Esos extraños y oscuros GRAPO”, artículo de Antorcha nº 3, junio de 1998; publicación digital de la organización). Una auténtica aberración, un delirio retórico, barroco y autojustificado, en el que unos pocos siguen inmersos.

Conocer, asumir e intentar aplicar el marxismo-leninismo, no fue suficiente para triunfar, ni siquiera para consolidarse; aunque fuera mediante el empleo de la violencia terrorista más brutal. Ya lo hemos visto en el caso del PCE(r)-GRAPO.

Pero, ¿cómo puede explicarse la continuidad de ETA?

A esta cuestión le dedicaremos el artículo “ETA, marxismo-leninismo y la cuestión nacional”.

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