julio 22nd, 2017 by Manuel I. Cabezas González

Redacción (Manuel I. Cabezas González)El pasado 8 de junio, el presidente Carles Puigdemont anunció la fecha (1 de octubre de 2017) y la pregunta (“¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?”) del referéndum de autodeterminación unilateral de Cataluña. Prácticamente un mes después, el 4 de julio, en dos actos de carácter informal, se hizo la presentación de la proposición de “Ley de Referéndum de Autodeterminación“. Almagarinos (Bierzo Alto), sábado 22 de julio de 2017. Fotografía: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i) junto al presidente autonómico de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, momentos antes de pasada reunión en el Palacio del Gobierno de la Nación española (La Moncloa), en Madrid; 25.05.2017. Twitter del Presidente de Gobierno Mariano Rajoy/Lasvocesdelpueblo.

En esta proposición de ley, se intenta fundamentar torticeramente (sin conseguirlo) el referéndum ilegal (cf. preámbulo); y, por

Almagarinos (Bierzo Alto), 20 de julio de 2017. Esta fábula refleja muy bien las relaciones entre los independentistas catalanes (la tortuga) y los sucesivos Gobiernos de España (la liebre). Lasvocesdelpueblo.

otro lado, regular cómo se llevará a cabo, aunque sin concretar nada (cf. articulado). En efecto, quedan en el aire los aspectos fundamentales de la operativa del mismo: el censo, las urnas, las papeletas, los centros de votación, la Junta Electoral, la convocatoria, etc. Y, sin esto, lo anunciado es un brindis al sol, dicen los de la casta política constitucionalista y sus desprestigiados “voceros”, los “tertulianos-todólogos”.

El anuncio del referéndum y la presentación de la proposición de ley constituyen toda una provocación y conducen a los detentadores del poder en Cataluña hacia el camino de la prevaricación, al planificar actos (referéndum) y al elaborar proyectos de ley contrarios a la legalidad vigente. Con estas iniciativas, los nacionalistas-independentistas catalanes se han echado nuevamente al monte y van a intentar pasarse por el arco del triunfo la legalidad vigente y el juramento-promesa de “guardar y hacer guardar las leyes”, al que están atados y obligados.

Ante estas provocaciones, la Generalidad catalana está convencida de que el Gobierno de España no actuará ni contra el anuncio del referéndum ni contra el proyecto de ley, porque no figuran en ningún documento oficial. El portavoz del Gobierno de España, I. Méndez de Vigo, le da la razón al declarar que el Gobierno de España sólo tomará medidas cuando el Gobierno catalán “pase del anuncio a los hechos”. Por su parte, la Vicepresidenta del Gobierno, S. Sáenz de Santamaría, ha manifestado que el Estado sólo recurrirá “la ley del referéndum de secesión, cuando sea aprobada por el Parlament”. Y de la misma opinión es el Fiscal General de Estado, J. M. Maza, que ha precisado que las “meras opiniones” y los “deseos” no son suficientes para que el ministerio público presente una denuncia. En conclusión, todos coinciden en la necesidad de esperar a que las palabras del anuncio y del proyecto de ley de referéndum se transmuten en hechos, en actos tangibles.

Ante estos puntos de vista convergentes tanto de los que pretenden burlar la aplicación de la legalidad vigente como de aquellos que están obligados a hacerla cumplir y que están en stand by”, quiero terciar en el asunto desde esa rama de la lingüística llamada “pragmática”. Así nos alejaremos de la lógica leguleya (la letra de la ley), causa de muchas aberraciones e injusticias, y analizaremos lo que significa el hablar y/o el escribir de la Generalidad de Cataluña (el espíritu de la palabra o de la ley), desde el punto de vista de esta rama de la lingüística.

Hablar y/o escribir no se pueden hacer a la ligera ya que, como escribió Horacio, “la palabra dicha [o escrita] no vuelve atrás”. Lo dicho, dicho está. Y a lo hecho, pecho. Por otro lado, según J.L. Austin, el padre de la “pragmática” y de la “teoría de los actos de habla”, (cf. How to do things with words, 1962), cuando hablamos o escribimos no sólo hacemos algo: hablamos o escribimos. En realidad, realizamos simultáneamente tres actos diferentes: un acto locutivo” (es el acto de producir un mensaje, hablando o escribiendo); un “acto ilocutivo” (que es aquello que hacemos al hablar o escribir: por ejemplo, podemos hacer una pregunta o una promesa, dar una orden o amenazar o protestar o insultar, etc.); y un acto perlocutivo” (nuestro “hacer verbal” produce un efecto, un resultado en el interlocutor). Por eso, desde la “pragmática” se afirma que “decir” es siempre hacer algo o, mejor dicho, realizar los tres actos diferentes y complementarios precitados.

Sólo dos ejemplos para ilustrar la teoría de Austin. Si le digo a alguien Friega los platos”, al pronunciar esta frase realizo un acto verbal (acto de locución); además, doy una orden a alguien (acto ilocutivo); y, finalmente, la orden que doy puede provocar el efecto (querido o no) de irritar o contrariar a mi interlocutor (acto perlocutivo). Consideremos, ahora, el anuncio de la fecha y de la pregunta del pasado 8 de junio por parte de Puigdemont. Con su anuncio, el Presidente de la Generalidad profirió un mensaje lingüístico (acto de locución); al hacerlo, el Presidente realizó también una aserción, i.e. informó sobre la fecha y la pregunta del referéndum (acto ilocutivo); y, como consecuencia de esto, Puigdemont reconfortó a los independentistas e irritó a muchos ciudadanos, al amenazar la legalidad vigente, al desafiar a los poderes constituidos, al mancillar los principios sobre los que descansa la democracia, etc. (acto perlocutivo).

Hechas estas precisiones, uno no puede estar de acuerdo con las actitudes y las respuestas dadas por los poderes constituidos del Estado (Gobierno de España y Fiscalía) a los actos de desafío y de provocación de los independentistas. El anuncio del referéndum y la presentación del proyecto de ley por la Generalidad son auténticos actos o hechos y no, como dice el Gobierno de España, parole, parole, soltando parole”. Además, representan, una vez más, un desprecio y una amenaza, en toda regla, a la legalidad vigente.

El comportamiento de los independentistas y de los sucesivos Gobiernos de España, desde el inicio de la Transición (1975), me ha traído a las mientes una fábula de Esopo, “La liebre y la tortuga”. Ante las burlas y la prepotencia de una liebre, una tortuga la reta a una carrera. Fijan día y lugar. A la hora prevista, inician la carrera. La liebre, burlona y prepotente, le dio ventaja a la tortuga, tumbándose a la sombra de un árbol, donde se quedó dormida. Mientras tanto, pasito a pasito y sin detenerse, la tortuga siguió su camino. Cuando la liebre se despertó, la tortuga ya había llegado a la meta y había ganado la carrera. Moraleja: no hay que ningunear ni despreciar al rival; además, la pereza, la inacción y el exceso de confianza pueden hacer que no alcancemos nuestros objetivos y metas.

Esta fábula refleja muy bien las relaciones entre los independentistas catalanes (la tortuga) y los sucesivos Gobiernos de España (la liebre). Desde el inicio de la Transición (1975), los independentistas catalanes —con disfraz o sin él— han estado chantajeando al Estado y arañando competencias y más competencias, han ido ganando terreno y han ido recorriendo —pasito a pasito, despacio, pero sin pausa— el camino que les va a llevar al 1 de octubre, día del referéndum unilateral e ilegal. Mientras tanto, los Gobiernos de España, al que asiste la legalidad vigente, han estado y están tumbados a la bartola, indolentes, impasibles y seguros de su superioridad, pero siempre dejándose chantajear y con miedo de agarrar por los cuernos a este morlaco. Moraleja: o el Gobierno de España se pone las pilas y considera que tanto el anuncio de la fecha y de la pregunta del referéndum como la presentación del proyecto de ley de referéndum son auténticos actos (desafío, desprecio, desacato, amenaza, etc.), que hay que combatir con la ley en la mano, o podemos esperarnos lo peor en las próximas semanas o meses. Lo que acabo de afirmar desde la pragmática es también el punto de vista de más de un catedrático constitucionalista, para los que el anuncio y el proyecto de ley de referéndum son actos y deben ser atajados.

En la coyuntura actual, el Gobierno de España (los detentadores del poder y del deber de cumplir y de hacer cumplir las leyes) se está comportando como la liebre de la fábula de Esopo: está remoloneando, sesteando, impasible ante el desafío nacionalista que, por cierto, viene de muy lejos. La reacción en el último minuto puede no ser tampoco eficaz ni suficiente (cf. fábula de Esopo) y puede crear grandes y peligrosas rupturas y frustraciones. Además, con esta actitud, el Gobierno de España está propiciando que la ancestral ley de la fuerza” vuelva por sus fueros para sustituir a la fuerza de la ley” (i.e. la fuerza de la palabra). Si esto se llega a producir, ¡que el Señor nos coja “confesaos”.

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abril 17th, 2017 by lasvoces

Redacción: [Manuel I. Cabezas González es Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas; Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada; Departamento de Filología Francesa y Románica; Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)] — El pasado 3 de marzo, participé, por primera vez, en esta romería. Un grupo de amigos salimos desde Cerdanyola del Vallès, pueblo limítrofe con Sant Cugat (…). Al llegar al recinto de la ermita de Sant Medir, ya estaba dispuesta la mesa sagrada (el altar), para la concelebración del banquete religioso, en conmemoración de la Santa Cena. A las 13h. 10, empezó el ágape religioso (…). Cuando todos los asistentes creíamos que el acto religioso había llegado a su término y que podíamos iniciar el ágape laico, el oficiante principal, el mossen Enric Subirà i Blasi, Consejero de las Cofradías de Sant Medir y Rector del barrio de La Bordeta, se arrancó con un lógico, razonable y pertinente “Visca Sant Medir!”; y con un sectario, “cizañesco” y fuera de lugar “Visca Catalunya Lliure!”. San Cugat Del Vallés (Barcelona) España, Lunes de Pascua de 2017 (17 de abril de 2017). Fotografía: Ermita de Sant Medir, San Cugat Del Vallés (Barcelona). (Generalidad de Cataluña)-. La fiesta de Sant Medir. La devoción al Vallés por Sant Medir como patrón de los agricultores es muy antigua y ligada a la ermita románica situada en el corazón de la sierra de Collserola, en el término de Sant Cugat del Vallès, población de la que Sant Medir es copatrón. El encuentro moderno inicia en 1802 y se consolida con la fundación de la Hermandad de San Medir en Sant Cugat del Vallès. No será hasta 1846 que se añadirán grupos de romeros, desde los entonces municipios, del entorno de Barcelona, especialmente Gracia, pero también Sarrià, Horta y Sant Gervasi de Cazuelas. La fiesta se celebra cada 3 de marzo y, cuando cae en domingo, puede hacerse el sábado anterior o el lunes siguiente, según deciden los grupos federadas. (Fuentes fotografía, Generalidad de Cataluña). Lasvocesdelpueblo.

En los alrededores de Barcelona se encuentra la sierra de Collserola, verdadero pulmón de la ciudad y de la zona metropolitana, cuyo territorio se reparte entre nueve municipios. En esta sierra hay numerosas ermitas. Una de ellas es la  dedicada a Sant Medir en el término municipal de Sant Cugat. Según la leyenda, el ahora Sant Medir (el San Isidro catalán) era un campesino del municipio de Sant Cugat. Un día del 303, mientras sembraba habas en sus campos, ayudó al Obispo de Barcelona Severo (más tarde, también santo) a escapar de las garras de los esbirros de Diocleciano, perseguidor de los cristianos. Ahora bien, fugitivo y campesino-cómplice fueron enseguida hechos prisioneros y martirizados por su fe cristiana.

En 1828, en el nº 111 de la calle Gran de Gràcia, sita en el actual barrio de Gracia, instaló su panadería Josep Vidal i Granés. Pero, este panadero no gozaba de buena salud. Por eso, como era muy devoto de Sant Medir, le hizo la promesa de que, si lo curaba, iría en peregrinación, cada 3 de marzo, a su ermita, sita en el corazón de Collserola (Sant Cugat). En 1830, al encontrarse mejor de salud, cumplió su promesa e hizo su primera peregrinación en solitario. Al año siguiente, le acompañaron algunos familiares y amigos, creando la primera cofradía (“colla”). Año tras año, se fueron añadiendo más familiares, más amigos, más vecinos, más conocidos y desconocidos, etc. y se crearon nuevas cofradías. Hoy, hay ya 26 “collas” en diferentes barrios de Barcelona, que participan, cada 3 de marzo, en la romería a la ermita de Sant Medir.

El pasado 3 de marzo, participé, por primera vez, en esta romería. Un grupo de amigos salimos desde Cerdanyola del Vallès, pueblo limítrofe con Sant Cugat. A través  de un bosque henchido de una frondosa vegetación, nos dirigimos al transitado camino que conduce de Sant Cugat a la ermitita del San Isidro catalán. Llegados a este camino, tuvimos que hacer un recorrido de más de media hora hasta la ermita del santo, precedidos y seguidos por un reguero de gentes de todas las edades y de toda condición (padres, hijos, adultos, jóvenes, niños, españoles, extranjeros, etc.).

Al llegar al recinto de la ermita de Sant Medir, ya estaba dispuesta la mesa sagrada (el altar), para la concelebración del banquete religioso, en conmemoración de la Santa Cena. Además,  humeaban las barbacoas, ofrecidas gratis et amore por el Ayuntamiento de Sant Cugat. Y también estaban ya preparadas las mesas laicas —por su tamaño, adecuadas para familias “opusdeistas”— para meterse entre pecho y espalda las “nourritures terrestres”, como hubiera dicho André Gide: enormes y sabrosas paellas, pantagruélicas y olorosas barbacoas, amén del contenido de numerosos “tupers”, preñados de variadas vituallas para iniciar y/o rematar el consistente yantar.

A las 13h. 10, empezó el ágape religioso. Tres ministros del Señor oficiaron una misa solemne: introito, lecturas sagradas (epístola y evangelio), glosa de las mismas (sermón), transustanciación del pan y del vino, y consumo del cuerpo y de la sangre del Señor, … y, para rematar el acto, el consabido y protocolario “ite misa est”. Cuando todos los asistentes creíamos que el acto religioso había llegado a su término y que podíamos iniciar el ágape laico, el oficiante principal, el mossen Enric Subirà i Blasi, Consejero de las Cofradías de Sant Medir y Rector del barrio de La Bordeta, se arrancó con un lógico, razonable y pertinente “Visca Sant Medir!”; y con un sectario, “cizañesco” y fuera de lugar “Visca Catalunya Lliure!”.

Cuando escuché este exabrupto, se me revolvieron las entrañas de tibio creyente y de fe vacilante. Y, detrás de mí, una feligresa empezó a refunfuñar palabras de censura, de rechazo y de desaprobación, pero no de sorpresa: “Lo sabía y me lo esperaba. El mossen Subirà tenía que cagarla. Y, como siempre, la ha cagado“.

Esto fue lo que vi, viví y oí, como hubiera podido decir Julio César. Las palabras del concelebrante denotan claramente que el mossen Enric Subirà i Blasi tiene costumbre de mear fuera del texto/tiesto evangélico. No es nada nuevo para sus feligreses, según las palabras, citadas de verbo ad verbum, proferidas por uno de ellos. Este comportamiento de un ministro del Señor, en un acto litúrgico masivo, merece, al menos, tres sucintas consideraciones.

La primera se refiere al contexto en el que fueron proferidas: la ceremonia religiosa en honor de Sant Medir. Desde que España es un país aconfesional y desde que hay una separación entre el poder político y el poder religioso, no parece lógico ni razonable que los ministros del Señor utilicen los púlpitos como altavoces, para verbalizar y defender sus querencias políticas, para participar en la litis política e influir descaradamente en su grey. No está bien que sean partidistas y dividan el rebaño de los creyentes, ya que todos somos hijos del mismo Padre y, por lo tanto, hermanos en Cristo, como puede leerse en las Santas Escrituras. Está claro que el mossen Subirà hace tiempo que ha olvidado las palabras de su Maestro que rezan así: “Mi reino no es de este mundo” (Juan, 18:36). Además, por mandato de Jesús a Pedro, debería dedicarse a pastorear y apacentar el rebaño de los hijos de Dios (Juan, 21:16 y 17) y no a meter cizaña, a dividirlo y a enfrentar unos contra otros.

La segunda tiene que ver con el contenido literal de lo apostrofado por el  mossen Subirà: “Visca Catalunya Lliure!” Este grito de enardecimiento independentista es un claro ejemplo de utilización del verbo en vano (sin razón e injustamente). Según quien lo dé, esta excitación irracional del ánimo contiene una falsedad o mentira o rueda de molino, con la que es imposible comulgar. En efecto, desear y exigir una “Cataluña libre”, por parte de los independentistas como el mossen Subirà, es afirmar falsamente y sin fundamento que, en  Cataluña, los ciudadanos no gozamos de libertad, que somos esclavos, que estamos oprimidos y privados de los derechos del hombre y del ciudadano. Y esto no pueden afirmarlo los enajenados nacionalistas-independentistas de todo cuño, que se han tirado al monte y se dedican a violar las leyes democráticas.

Más bien, los únicos que no son libres y que luchan por su libertad son los ciudadanos catalanes que se sienten, que se consideran y que quieren ser catalanes y españoles o españoles y catalanes. Éstos son, por ejemplo, los únicos que no pueden elegir la lengua vehicular para la educación de sus hijos; los únicos que no pueden expresar su identidad española o hispano-catalana, sin exponerse a las agresiones verbales y físicas de los independentistas; los únicos que son discriminados por razón de lengua; los únicos que no pueden ser ellos mismos y expresarse libremente sin ser tildados de fachas o “españolistas” que, para los independentistas, es lo mismo; los únicos… ¿Para qué seguir con el “Cahier de doléances” que todos conocemos? Ahora bien, por aquí no iban los tiros del mossen Subirà, que ha mostrado el rostro de un auténtico talibán, que desprecia aquel otro mensaje de su Maestro que dice: “La verdad os hará libres” (Juan 8:32).

Finalmente, la tercera consideración concierne el comportamiento de algunos miembros de la Iglesia (es el caso del mossen Subirà), que ponen por delante del mensaje evangélico sus desvaríos de ovejas negras y descarriadas: los intereses del César sobre los de los hijos de Dios; y, en vez de sembrar amor, siembran cizaña, división y enfrentamiento. ¡Qué lejos está el mossen Subirà de la letra y del espíritu del mensaje evangélico!: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). ¡Con amigos así, la Iglesia como institución no necesita enemigos podemitas!

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marzo 18th, 2017 by Manuel I. Cabezas González

Redacción: [Manuel I. Cabezas González es Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas; Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada; Departamento de Filología Francesa y Románica; Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)] – El Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC) y la Coordinadora de Asambleas de Facultad (CAF) convocaron dos jornadas de huelga a primeros de marzo: el día 1, en la UAB; y el 2, en todas las universidades públicas de Cataluña. A pesar de la labor de los piquetes, el seguimiento fue desigual, dependiendo de las universidades y de las facultades. El día 2, tuvo lugar también, en el centro de Barcelona,  una manifestación no muy concurrida (un 2,3% de los 170.000 universitarios catalanes). San Cugat Del Vallés (Barcelona) España, sábado 18 de marzo de 2017. Fotografía: De las tasas universitarias en Cataluña. Manuel Cabezas González a Lasvocesdelpueblo. San Cugat del Vallés (Barcelona), 18.03.2017. Lasvocesdelpueblo.

Según rezaban las pancartas y los grafitis, los universitarios se movilizaron principalmente por dos motivos. Por un lado, contra el incumplimiento, por parte del Gobierno de Cataluña, de un mandato del Parlamento catalán de 2016: se debía proceder a una reducción del 30% de las tasas universitarias que, en 2012, habían subido un 67%. Además, se exigía  una equiparación del precio de los créditos de “grado” y de “máster”, ya que los de máster duplican a los de grado.

A simple vista y desde la óptica estudiantil, estas reivindicaciones pueden parecer lógicas y razonables para justificar las movilizaciones. Sin embargo, si las analizamos desde un punto de vista más sistémico, podremos constatar que denotan cortedad de miras y una patente falta de análisis y de argumentos. Por eso, se podría afirmar que las exigencias estudiantiles precitadas son los árboles que, aunque forma parte del bosque, no dejan ver el meollo del bosque: el origen de los problemas de financiación de la universidad catalana.

Por un lado, llama poderosamente la atención que los planes de estudio de Bolonia (en 2010, el 4+1; y luego, en 2015, el 3+2) hayan sido implantados y que, a partir de 2012, las tasas universitarias hayan subido como la espuma, sin una oposición clara, firme, decidida, contundente y masiva de los dos principales actores universitarios: alumnos y profesores. Ante estos hechos, las movilizaciones del pasado y las de hace unos días han sido minoritarias, tímidas e inconsistentes. En efecto, no se ha conseguido que la comunidad universitaria tome conciencia de lo que estaba y está en juego. Por eso, después de las últimas movilizaciones de principios de marzo, el statu quo se consolida aún más: la implantación del 3+2 sigue su curso y el Gobierno de Cataluña mantiene las desorbitadas tasas académicas. ¿Para qué han servido las jornadas de huelga? Simplemente, para que se entrenen los piquetes, que tienen el cerebro en los extremos de los brazos, y para desperdiciar días de actividad docente.

Por otro lado, uno no llega a comprender por qué el SEPC pide sólo una reducción del 30% de las tasas, perpetuando así la discriminación de los universitarios catalanes, en relación con los de las otras CCAA o de la Unión Europea (UE). Si todos somos iguales ante la ley y si todas las universidades ofrecen los mismos servicios (formación), no es de recibo que las tasas universitarias en Cataluña sean, de media, el doble (para los créditos de “grado”) y el triple (para los de “máster”) que en las otras CCAA. Además, si se debe converger con los países de la UE en todos los campos, habría que acercarse a la mayoría de los países de la UE que tienen una enseñanza universitaria gratuita o con unas tasas simbólicas. Hoy, las tasas en las universidades públicas españolas (¡y no digamos en las de Cataluña!) son las más altas de Europa. Y, según un informe de CCOO, la subida de tasas se ha visto agravada por una bajada de la cuantía de las becas, sin que se haya habilitado un sistema de préstamos o de beneficios fiscales o de ayudas distintas de las becas.

En tercer lugar, las reivindicaciones del SEPC se han centrado sólo en  cuestiones crematísticas, olvidando aquellas otras que, en un mundo cada día más globalizado y competitivo, deberían mejorar la calidad de la enseñanza universitaria y la formación de los universitarios. De esta formación depende el tránsito hacia la vida laboral y el éxito en la misma, como puso de relieve Ramón y Cajal al escribir: “El cerebro humano es como una máquina de acuñar moneda. Si echas en ella metal impuro, obtendrás escoria; si echas oro, obtendrás moneda de ley”. Sólo dos ejemplos que ilustran la despreocupación y la ceguera de los estudiantes y de los profesores universitarios sobre los aspectos cualitativos de la enseñanza española a la boloñesa.

Uno es el de los “grados combinados”. Los estudiantes y los profesores nunca criticaron ni se opusieron a este nuevo “producto”, que constituye una degradación o devaluación de los estudios universitarios. Además, los alumnos no sólo mordieron este anzuelo sino que incluso protestaron, el curso pasado, contra la eliminación de algunos de estos grados. Si los grados simples (240 créditos) no proporcionan una formación sólida y satisfactoria, y, por eso, se aconseja a los alumnos que hagan un máster, ¿qué se puede conseguir con unos grados combinados (por ejemplo, francés e inglés), en los que se dedican sólo 120 créditos a cada una de las lenguas? Como he escrito en otro lugar y explico siempre a mis alumnos, estos grados son un engaño y una estafa a los universitarios. Y sólo pueden conducir a una decepción y a una frustración de los mismos, al poner en entredicho la inserción y el éxito laborales de aquellos que los hayan elegido.

La “evaluación” y la “revaluación” es el otro ejemplo. Con los planes de estudio a la boloñesa, se suprimieron los tradicionales exámenes de septiembre y se implantó, una semana después de la evaluación final, una antipedagógica y absurda revaluación. Después de haber hecho una “evaluación continua” de cada estudiante,  cualquiera con dos dedos de frente puede comprender, excepto si cree en el milagro de Pentecostés, que es imposible que se puedan aprender, en sólo unos días, aquellos conocimientos o competencias que no se adquirieron durante todo un semestre. Por eso, parece lógica, razonable y necesaria la recuperación de los exámenes de septiembre que, por cierto, nunca han exigido ni estudiantes ni profesores.

Finalmente, con sus pacatas reivindicaciones crematísticas, los universitarios catalanes han dado muestras de una ceguera severa. Se han fijado sólo en los síntomas (subida de tasas), pero no han buscado las causas prístinas de los recortes en los presupuestos de las universidades y de la subida astronómica de tasas. Para los economistas, “los recursos son siempre escasos” y, en la gestión de los mismos, funciona el “principio de los vasos comunicantes”: los incrementos de partidas en un capítulo concreto hay que detraerlas de otros capítulos. Así de simple.

Es una evidencia que las políticas equivocadas, interesadas y partidistas tanto del Gobierno Central como del Gobierno de Cataluña, así como el despilfarro, la malversación y el saqueo generalizado de los recursos públicos por parte de la casta política nos han conducido a la larga y profunda crisis actual. Por eso, los Gobiernos de turno nos han obligado a apretarnos el cinturón, han utilizado la tijera en educación, en sanidad, en servicios sociales, etc. y nos ha pasado la factura a los trabajadores en activo (despidos, congelación o reducción de salarios, etc.), a los jubilados (copago sanitario y subidas vergonzosas de pensiones), a los estudiantes universitarios (subida de tasas, reducción de las becas),… ¿Para qué seguir enumerando damnificados y abusos?

Por eso, llama poderosamente la atención la falta de lucidez y agallas de los jóvenes universitarios catalanes y el hecho de que no hayan puesto en la picota y lanzado sus críticas contra la casta política catalana, sólo ocupada y preocupada por el “proceso de independencia” y por cubrir con la “senyera” o con la “estelada” las vergüenzas de tanto cleptómano, que ha esquilmado el erario público catalán con mordidas del 3% (Maragall) o del 4% (Millet y Montull) o del 6% o el 10% (según otros) en toda obra pública. Y esto parece que es sólo la punta del iceberg. De estos polvos, también los lodos de las subidas de tasas.

 

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