julio 21st, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – A nivel institucional ha empezado el trámite de investidura, un periodo de contactos -¿qué te doy y qué me das tú?- proceso que si se ciñese a las variables posibles de gestión y a las grandes reformas que requiere el sistema, sería notable y correcto. Pero si entra en trapichear con valores fundamentales de la Constitución, será negativo por romper todos los esquemas de la legalidad (…). Seria dinamitar a España. Barcelona (España), jueves 21 de julio de 2016. Fotografía: Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Archivo Lasvocesdelpueblo.

La corrupción está presente, nos acompaña a todas horas, la información periodística nos la sirve en exclusiva, supuestas filtraciones, como si los delitos no pudieran tramitarse por los cauces legales al uso y tuvieran que ir por los derroteros del que le interesa darlos a la carta y con eclosión mediática. La corrupción es en sí negativa, un daño profundo a la sociedad y sobre todo cuando se institucionaliza. Muchas denuncias publicadas en libros, en artículos, mencionadas en debates, en tertulias pero la única respuesta ha sido un silencio profundo o en todo caso se han abierto diligencias que han quedado en nada, impunidad absoluta, y de vez en cuando alguna condena que pronto encuentra su correspondiente indulto. El delito si no se ataja, no queda limitado a lo que le ha dado origen, en nuestro caso enriquecerse a través de la acción pública, sino que se extiende y daña los resortes morales de las personas, de los políticos, de los partidos, de la Administración y de las más altas instancias del Estado.

A nivel institucional ha empezado el trámite de investidura, un periodo de contactos -¿qué te doy y qué me das tú?- proceso que si se ciñese a las variables posibles de gestión y a las grandes reformas que requiere el sistema, sería notable y correcto. Pero si entra en trapichear con valores fundamentales de la Constitución, será negativo por romper todos los esquemas de la legalidad. Ya no es un millón de euros, de tres, de cinco, sería la venta de los principios que dan sentido a la democracia, sería dinamitar a España. Y nadie se mueve, ni el fiscal general, ni el Tribunal Constitucional, ni el Superior de Justicia ante las continuas embestidas secesionistas. España no tiene en el Parlamento un partido que la respete tal cual reza la Carta Magna en el título preliminar pues algunos hacen cábalas sobre lo que ha sido, lo que es o lo que será como si tuvieran derecho a destruir el patrimonio heredado de muchas generaciones; otros dicen respetar su unidad pero cuesta entenderlo cuando no se defienden sus elementos identificativos entre los que está la lengua española, proscrita en amplias zonas del país desde que los nacionalistas alcanzaron el poder en algunas autonomías; escuelas, televisiones, radios, rotulación callejera, folletos oficiales, información hospitalaria, comunicados de distintos organismos, todo aquello que recibe subvención de la administración correspondiente deja de usar la lengua que nos une a todos, que nos permite comunicarnos y que a la vez nos hermana con muchos países del mundo. En bastantes ocasiones, desde la tribuna del Congreso de diputados se han jaleado frases despectivas contra la Nación y se ha alentado a su ruptura sin que los organismos competentes aplicasen la legalidad correctora.

De estos incumplimientos deriva el expolio a los ciudadanos de sus derechos fundamentales; muchos se ven obligados a sentirse marginados, en primeras instancias por la ley electoral, pero luego, a ello hay que sumar el olvido premeditado del poder, al no defenderlos, al considerarlos moneda de cambio para presidir el ejecutivo; barceloneses, mallorquines, valencianos, ejemplos de los muchos que son. Y en las entrevistas que requiere el posible apoyo al ejecutivo del señor Rajoy, ya se empiezan a barajar concesiones a los que su única preocupación es medrar a toda costa, prosperar social, laboral o económicamente al amparo de destruir la unidad nacional, sin tener en cuenta el candidato a la presidencia las consecuencias tan dañinas para la democracia, para los ciudadanos y para la paz social que han reportado estos oscuros manejos en anteriores legislaturas.

En un país normalizado no se cuestiona la estabilidad económica y social, mientras que aquí lo que le preocupa a los “servidores públicos” es su entorno personal y de grupo. Sería satisfactorio el apreciar que la toma de decisión de apoyo o no a la investidura fuera por el interés nacional, en cambio las señales muestran todo lo contrario y las razones que se dan rayan en el ridículo. El Parlamento es una palestra para dar puñetazos por doquier, en vez de un espacio adecuado a la gobernabilidad. Esta anomalía nos lleva a oir disparates tales “el PSOE y el PP son incompatibles como el aceite al agua”, frase que crea confusión en la ciudadanía, e impacta con efectos perniciosos en los que se mueven sólo por impulsos; dos partidos que han ostentado el gobierno, que saben de la responsabilidad de dirigir un país, siempre tienen un espacio de encuentro, el respeto a la legalidad vigente y la defensa de la nación española, aunque discrepen en los medios para conseguir el bienestar social. Cada vez son más las personas que excluyen de las conversaciones los temas políticos. Los arrinconan en el trastero con la intención de no provocar divisiones en la familia, tibieza en las amistades y encono entre los compañeros de trabajo. Situación fomentada por frases igual o parecidas a la expuesta más arriba.

La sociedad si desea conseguir normalidad en el funcionamiento, encontrar soluciones posibles a los retos y por encima de todo crear espacios alternativos a la política oficial, ha de fomentar la libertad de las personas; ellas tienen que participar en la búsqueda de soluciones para que luego las fuerzas políticas las ajusten a las ideologías y con la ayuda de los técnicos las perfeccionen, les den viabilidad y rentabilidad. Es imperdonable consentir que el ciudadano sea un simple espectador y un consumidor a ciegas. Si eso es así, más cierto es que los mejores individuos de cada sector profesional deberían postularse para dirigir las instituciones, para representar en los foros internacionales al país. Conseguir las dos propuestas, implica poner los medios adecuados; por una parte incentivar al ciudadano a ser protagonista digno y por otra remunerar con holgura al que por un afán de servir se ofrezca a tal noble tarea. Estas son piezas fundamentales para recuperar España.

Basta con observar otros comportamientos en Europa para comprender la imperiosa necesidad de retomar la dinámica del nuestro. Por encima de la crisis que ha vivido el Reino Unido -un referéndum controvertido, la dimisión del presidente del gobierno, la rectificación de discursos de los más importantes defensores del no a la UE, la movilización de los ciudadanos que quieren seguir en la situación anterior- lo más importante ha sido la pronta elección de una sustituta para ocupar la sede del primer ministro. Seguir adelante y todo en pocas fechas.

Aquí nos lo tomamos con una parsimonia desesperante, no importa la pérdida de tiempo, la inmovilidad institucional, la falta de inversiones posibles, los gastos en sueldos sin trabajo realizado, el coste de la repetición de las elecciones, y todo ello con la irrisoria imagen de los diputados elegidos, en reuniones, en encuentros con el flash de las cámaras fotográficas, en ruedas de prensa, una plataforma propagandista de sus figuras y discursos engañosos. El acto cotidiano en política ha sido la hipócrita dialéctica, el uso de datos falsos y la ausencia de dimisiones; es de admirar que haya más allá de nuestras fronteras una predisposición a dejar los cargos a la mínima aparición de sospecha de corrupción y sobre todo al descubrir la mentira en labios de los que deben dar muestra de la ética más exquisita.

El dilema es estar a las puertas de una posible investidura en precario, sin programa de reformas aún y con comunicados a los medios, repletos de concesiones sociales pero sin explicar cómo las podrán llevar a término. La deuda es tan descomunal que requiere una pronta reducción de la estructura del Estado, en cambio los políticos siguen ocultando esas cifras y llenan sus arengas con las muchas partidas económicas que destinarán a esos delirios sociales.

Europa ha vuelto a sufrir el latigazo terrorista, muchas víctimas inocentes, entre ellas niños a los que no han sabido proteger los poderes públicos. Este grave problema, ya  lleva meses mostrando su más terrible rostro, y poco se ha hecho o por lo menos no han calado hondo las medidas a tomar. Un modelo de convivencia que tiene como piedra angular la libertad y la ley, exige un instante para reflexionar: La libertad para pensar, valorar, decidir, para escuchar e intentar comprender, pero también para poner los medios que impidan la gestación de espacios de radicalismo, de violencia irracional y de odio a nuestra cultura, a nuestros valores; La ley para permitir la convivencia y la solidaridad, para garantizar la igualdad de todos sin exclusión alguna, siempre que la acaten.

Tampoco ha entrado este grave problema en el debate político, no conocemos los máximos y mínimos que defiende cada uno de los cuatro líderes con más opciones. Vamos a ciegas y luego surgen los desengaños y lo peor es que no hay en ocasiones remedio. Después, todos los aprendices a político han hecho acto de presencia en el minuto de silencio, han pronunciado palabras de repulsa al atentado, han ocupado su lugar ante las cámaras, hasta sus atuendos estaban ajustados al luto ambiental. Horas más tarde contradicción absoluta, se tilda a esas masacres de actos delictivos y en aras de la tolerancia se descarta tomar medidas para atajar la siembra de la barbarie.

En las circunstancias más fáciles y en las más tensas que son constantes en la sociedad, la política y los candidatos a ella han de estar a la altura exigida, y si se equivocan deben retirarse a tiempo, es la gallardía del responsable y la salvación de todos nosotros.

Posted in Artículo Tagged with: , ,

julio 3rd, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Ahora necesitamos un presidente con un proyecto claro de la Nación Española, con voluntad de encarar la corrupción, de acatar la ley y hacerla cumplir. Puede parecer simple, pero la experiencia nos indica lo complejo que es. Ninguno de los líderes propuestos cumple con el primer requisito, en ningún momento se les ha oído plantearlo con claridad (…). El señor Pablo Iglesias nunca ha ocultado su hostilidad, insultos a los símbolos y compañas pro-etarras dan testimonio. Barcelona (España), domingo 3 de junio de 2016. Fotografía: El dirigente extremista podemita, Pablo Manuel Iglesias Turrión (i) junto al presidente separatista catalanista, Carles Puigdemont Casamajó (d) durante un encuentro en el Palacio del gobierno regional de Cataluña. Archivo lasvocesdelpueblo.

Por dos veces los colegios electorales están cerrados, la ciudadanía con el cómputo de los votos en su poder, las televisiones colapsadas por tantos datos emitidos y los partidos políticos empeñados en buscar aclaraciones a sus escaños. La realidad es implacable: tiempo perdido, dinero gastado y lo más irritante el país a la espera otra vez de una sesión de investidura.

La última fase de la reflexión es aplastante, no por no ser esperada sino por la claridad con que manifiesta el deterioro de la democracia en España. El sistema participativo tiene como premisa máxima que el individuo exprese lo que quiera, lo que decida, lo que anhele, siempre ajustado a la ley y puede hacerlo a través de los medios establecidos: manifestaciones, concentraciones, asociaciones reivindicativas, artículos, recogida de firmas y el voto que se puede emitir a nivel local, autonómico y nacional.

No hemos reaccionado ante todos estos hechos, hemos mirado hacia otro lado y hemos preferido que los graves problemas los encarasen los políticos

En los últimos días anteriores al 26J, debilitado el huracán de las encuestas, planeó sobre la voluntad de los ciudadanos mensajes por correo electrónico o por WhatsApp para dirigir el voto. Procedimientos que siendo legales, pretenden falsear la libertad del individuo en su deber al sufragio. Cada vez es mayor la intención de dirigir la participación ciudadana con los procedimientos mencionados, a los que han precedido programas televisivos que no ofrecen más que una imagen distorsionada de la política.

La soberanía reside en los ciudadanos, imprime deberes y derechos, colaborar con la sociedad, al mismo tiempo que recibir de ella reconocimiento. España que celebró con ilusión la llegada de la democracia, una ciudadanía que quiso poner fin a los bandos hostiles, que quiso homologarse con el resto de Europa, tendría que haber sido apoyada y bien representada por sus políticos cuya noble labor era administrar con honestidad y tesón. Pero si fue así durante un tiempo, luego el modelo bipartidista, creado para facilitar el sistema de turno y dar estabilidad, fue corrompido por los mismos protagonistas al hacer de él un camino de trapicheos económicos y de prevaricación. No queda aquí los desmanes, han alcanzado hasta los cimientos de la seguridad del Estado, el Ministerio del Interior.

Desde el uso del dinero de los fondos reservados para montar el GAL, con la intención de eliminar el terrorismo no por el camino de la ley sino por los mismos métodos usados por los violentos, el asesinato; la manipulación en vísperas de unas elecciones generales, el atentado del 11M que tiró por tierra la continuidad del PP en el poder: Unos trenes destrozados, víctimas inocentes, manipulación de pruebas, medios de comunicación al servicio de poderes oscuros y un vil eslogan «No Nos Merecemos Un Gobierno Que Nos Miente»; hasta el Chivatazo del bar Faisán, las muchas escuchas y expedientes judiciales filtrados, casos delictivos muy graves y ralentizados en los juzgados, otros hinchados por intereses políticos y por último, antes del domingo 26 de este mes volvimos a encontrarnos en un idéntico escenario, unas elecciones en puertas y un gran escándalo de escucha ilegal al ministro señor Jorge Fernández.

No hemos reaccionado ante todos estos hechos, hemos mirado hacia otro lado y hemos preferido que los graves problemas los encarasen los políticos sin preocuparnos las sendas escogidas. Reconocer no haber cumplido con la responsabilidad a la que todos estamos obligados, es el primer paso para emprender una salida a la grave etapa en la que está nuestra democracia. Somos un pueblo con suficiente andadura participativa y madurez democrática para haber descubierto que el método de aprendizaje para ejercer la soberanía es dedicar unos instantes a revisar la acción de los distintos partidos, tengan cotas de poder o no.

En eso se ha fallado y la consecuencia ha sido el voto preparado en escenarios televisivos: creer que la cercanía de un político se mide por la cantidad de besos que reparte en los mítines, congresos o paseos callejeros, estar en programas de máxima audiencia, bailar, reír, tutear, ir en mangas de camisa, indicar el periódico que lee, el deporte que practica, lo que come, dejarse acompañar por su esposa de simple adorno estético sin existir la réplica, un politico mujer en compañía de su pareja.

Ahí está nuestra meta, sumarnos a la propuesta de afianzar la Europa de las Naciones-Estado, la que han abandonado los burócratas del Parlamento de Bruselas

Europa, hija del rey de Fenicia, era de una belleza deslumbrante. El dios Júpiter al verla decidió raptarla. Para realizar tal deseo, se transformó en toro y cuando ella observó el porte dulce y atractivo del animal , su gracia y su tierno mugido, se atrevió a subir sobre sus espaldas. En ese mismo momento el animal empezó a correr y se lanzó al agua. Ella se lamentó largamente y se le contestó “debes hacerte digna de tu elevada suerte y de hoy en adelante una parte del universo llevará tu nombre” -resumen de un fascinante mito que encuadra o facilita afrontar los hechos acontecidos en nuestro continente-. El Reino Unido decidió por poca mayoría salirse de la Unión Europea. Muchos titulares de los medios de comunicación han definido muy negativa tal decisión, y la mayoría de nuestros políticos han pronunciado “más Europa” como respuesta. Todo sin argumentos, sin estar seguros de a qué aspiran. Lo único claro es que el referéndum realizado fuera de nuestras fronteras ha podido influir en el resultado de las elecciones generales. Si se quiere estar o no se pretende estar, hay que expresarlo con claridad y también cómo hacerlo para ser coherente y honesto con los ciudadanos; organizar mejor la política interior requiere tener claras las ideas en relación a Europa. No es lo mismo una Europa que debilite la soberanía de los Estados que la constituyen, que una que se dedique sólo a desarrollar el ámbito económico-mercantil y el de defensa.

Somos ya Europa y hemos sido uno de los artífices de ella , por lo que no nos tenemos que dejar embaucar por los que nos venden el continente como algo ajeno a nosotros y por lo tanto que nuestra única alternativa está en someternos a las directrices de los países más potentes, pero tampoco debemos aceptar los reclamos radicales de los que la rechazan por ser, según ellos, espacio del capitalismo más aberrante y también hemos de dejar de oír los aplausos de los que la invocan con gran entusiasmo al creer que con la disminución de la soberanía de los Estados, se conseguirán los proyectos nacionalistas. Ahí está nuestra meta, sumarnos a la propuesta de afianzar la Europa de las Naciones-Estado, la que han abandonado los burócratas del Parlamento de Bruselas.  La renuncia de uno de sus miembros, el gran problema de la emigración en el marco de la grave crisis económica que padecemos, nos permite plantear una nueva reestructuración y rectificar los fallos cometidos. Los candidatos a cubrir un escaño en la Cámara europea deben ser competentes y capaces de defendernos por encima del bloque político al que estén adscritos. Es el momento para afianzar nuestra presencia en la Comunidad Europea y conseguir lo que merece España. No por un trasnochado patriotismo debemos aspirar a tener una presencia relevante, sino por ser un país de los importantes en el continente y sobre todo porque nuestra juventud merece participar en esa gran Europa de las libertades.

Por ahora el examen de los candidatos es inviable, las muestras están contaminadas

Ahora necesitamos un presidente con un proyecto claro de la Nación Española, con voluntad de encarar la corrupción, de acatar la ley y hacerla cumplir. Puede parecer simple, pero la experiencia nos indica lo complejo que es. Ninguno de los líderes propuestos cumple con el primer requisito, en ningún momento se les ha oído plantearlo con claridad. El señor Rajoy con cuatro años de Gobierno no ha ejercido ni cuando se ha pitado el himno o al rey, ni cuando el tribunal de Estrasburgo ha dictado sentencia, ni cuando se ha formulado una clara secesión ilegal. El señor Pedro Sánchez tampoco, pues por estar obligado a afianzar su liderazgo, hace de mercader esgrimiendo el concepto federal, afirmando la singularidad de Cataluña y al mismo tiempo saliendo a  escena con una bandera española descomunal de fondo. El señor Pablo Iglesias nunca ha ocultado su hostilidad, insultos a los símbolos y compañas pro-etarras dan testimonio. El señor Albert Rivera entre el Centro-Derecha y Centro-Izquierda, busca el voto moderado de CiU y se postula como un catalán para reformar España, indefinición total. Por ahora el examen de los candidatos es inviable, las muestras están contaminadas. Contaminación creada por interés de una minoría que aún no ha asumido la evolución de los tiempos, un clasismo que el proceso histórico ha derribado y quienes lo ostentan son reacios a aceptar la libre competencia. Ahí está la tan aireada singularidad o la identidad. Una falacia, un engaño , un fraude, una trampa que un buen presidente debe saber desmontar y la ley es el instrumento.

Se requiere gobernante -honesto, inteligente y valiente -. No es poca cosa.

Posted in Opiniones Tagged with: , ,

junio 19th, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – El clímax alcanza su mayor intensidad. La sociedad se encuentra en un estado de ánimo expectante. Los partidos políticos con ropajes de mercaderes. Las encuestas desorientando. “No queremos una campaña crispada”; “el cambio con nosotros”; “los únicos que hemos dialogado”; “somos una palanca para el gobierno”. Son las frases repetidas en el continuo pregón que dura demasiado, medio año. Ausentes el colectivo de feministas cuando deberían en estos momentos de tensión pública estar más presentes con sus reclamos: Unas mujeres agredidas en una carpa informativa pro la selección nacional de fútbol; en Barcelona, la candidatura electoral de VOX rechazada por Fiscalía con la argumentación de no cumplir la cuota de paridad, el número once una mujer en lugar de estar en el diez, decisión que ha derivado en la imposibilidad de ser votada cuando lo más correcto hubiera sido rectificar el orden y así cumplir con el espíritu de la ley -ninguna mujer marginada-; un debate electoral televisivo sólo de mujeres, al estilo de la Atenas del siglo IV antes Jesus Cristo en donde las féminas tenían un lugar reservado, el gineceo, e incluso al modo de «Al-Ándalus», en el que el denominado “sexo débil”, nunca mejor dicho, estaba confinado en el harén. Sant Cugat del Vallés (Cataluña) España, domingo 19 de junio de 2016. Fotografía: Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo.

El Ejecutivo se escuda en que está en funciones, pero con capacidad de entregar, en vísperas de elecciones generales, mayor porcentaje del fondo de ayuda a la Comunidad Autónoma que está lanzando un órdago al Estado, deslealtad a la Constitución. La alcaldía de Madrid impide la contratación de miles de puestos de trabajo al vetar planes urbanísticos de gran relevancia, la de Barcelona dificulta la labor de las fuerzas del orden frente a los okupas violentos, lo que fomenta la crispación. Muchos otros hechos se podrían enumerar para completar las anomalías que se amontonan, sucesos que crean un desconcierto general.

El Estado tiene que mantener la prevalencia de la ley y su cumplimiento, defender la seguridad de los ciudadanos frente a cualquier violencia

Si afirmamos que la acción política debe crear el marco legal adecuado para que los sectores sociales impriman su ritmo, esta última legislatura no ha respondido a las expectativas anunciadas por el señor Rajoy; se cansó de insistir en campaña, una y otra vez, las muchas reformas necesarias, pero a la hora de la verdad sólo se aplicó en paliar algo la situación económica. Cuatro años de mayoría absoluta, fundamentales para enmendar los desaguisados, han sido cuatro años desperdiciados. España continua en tierras movedizas y la causa supera cualquier coyuntura sobrevenida desde el exterior. La debilidad que la pone en situación de emergencia es su estructura interna y las normas legales que marcan su funcionamiento. El Estado tiene que mantener la prevalencia de la ley y su cumplimiento, defender la seguridad de los ciudadanos frente a cualquier violencia, facilitar a todas las personas el acceso a la asistencia sanitaria, a la educación y al amparo de los tribunales de justicia. Las otras muchas prestaciones puede propiciarlas la sociedad en un marco legal que le permita realizarlas.

Algunos servicios propios de la Administración no se ejecutan ni a niveles locales, autonómicos ni nacionales, lo que ha extendido la sensación de desprotección. La ausencia de la aplicación de la ley y de la presencia del Estado, ha alimentado los ímpetus de los que tienen puesto el leitmotiv de su existencia en la destrucción del sistema democrático o en la desaparición de la Nación española; los primeros con propuestas sacadas de fórmulas no viables, ya usadas y fracasadas, un Comunismo dispensador de pobreza y secuestrador de las libertades; los segundos con un discurso lleno de engaños y de tintes identitarios, dificultando el aprendizaje de la lengua española, paso intermedio en su gran proyecto nacionalizador. La calle está plagada de  vendedores ilegales, muchos edificios ocupados por quienes funcionan en la clandestinidad, abucheos en la vía pública, insultos y deseos de muerte en los Twitter, asaltos a tenderetes de propaganda de partido y banderolas electorales arrancadas.

El nacionalismo, la más dañina ideología que enfrenta a los ciudadanos y a las comunidades autónomas, no centró el interés del debate

En tal desorden, los espectadores de la pantalla televisiva han accedido al único debate diseñado a gusto del poder, cuatro candidatos a ocupar la Moncloa. ¿Porqué no cinco o seis? Es posible que la respuesta sea – sólo son invitados los que tienen representación parlamentaria-, sentencia falsa pues en el que hubo en los anteriores comicios se descartó a UPyD que sí la tenía. Acabado el intercambio de propuestas, réplicas y contrarréplicas por parte de los dirigentes políticos, es pertinente interpelar por la ausencia en sus discursos de uno de los más graves problemas que tiene el país: El nacionalismo. La más dañina ideología que enfrenta a los ciudadanos y a las comunidades autónomas, no centró el interés del debate y posiblemente fue intencionado el olvido. Les hubiese obligado a definirse con claridad pero a lo mejor para sus intereses partidistas no fuera conveniente. La Lacra que arrastra la democracia desde sus inicios y que la ha perjudicado. Los primeros de lista al Parlamento no fueron leales, no mostraron la altura moral que debe manifestar cualquier candidato a la presidencia de un país. El daño casi irreversible de muchos años de adoctrinamiento sobre la población menos informada, la de corta edad, no les ha obligado a tratar sin cortapisas uno de los problemas de mayor interés nacional. Irregularidad que ha forzado a muchas familias a cambiar de domicilio, de colegio, a sufrir persecución en el trabajo, en las diligencias administrativas y a no tener derecho a la información en el idioma oficial del Estado.

Terminada la presencia de los dirigentes políticos en el espectáculo audiovisual, los comentarios emitidos por los medios adquirieron rasgos pintorescos desde la vestimenta, arreglo del cabello, gestos, tono de voz, la dirección de la mirada, sonrisa sí, sonrisa no y otros detalles banales, sin olvidar las cábalas sobre la edad de los protagonistas. No tiene sentido que de un tiempo a aquí lo que se valore sea la juventud y el grado de belleza de los posibles presidentes. La política es una actividad transcendente para la vida de los ciudadanos y para hacer viable la paz social; sería imperdonable si la asumiéramos con una disposición superficial.

¿Sabemos acaso lo que proyectan en cuestión de pensiones, de emigración, de reformas estructurales? La demografía de la población está en declive y en poco tiempo será imposible mantener a las personas que hayan entrado en periodo de jubilación, pero ningún dirigente ha propuesto una reflexión profunda sobre su mantenimiento. La emigración está en la puerta de nuestras fronteras y no hay quién se enfrente a ella con el criterio debido que requiere este importante reto. Se ha de tratar con seriedad la defensa de nuestras raíces cristianas y con humanidad el socorro debido a las personas.

No puede recaer el funcionamiento del Estado en manos de unas élites insolventes, dispuestas sólo a llenar sus discursos de palabrería, de lisonjas fáciles y de ver cuál de ellos promete más favores

Por situación geográfica y por apuesta social somos un país regido por un sistema democrático lo que implica transparencia y eficacia en las decisiones tomadas. No puede recaer el funcionamiento del Estado en manos de unas élites insolventes, dispuestas sólo a llenar sus discursos de palabrería, de lisonjas fáciles y de ver cuál de ellos promete más favores con los que conquistar al mediocre ciudadano, que es así como nos consideran. Ante este panorama inevitable se requiere un llamamiento a toda la población para que valore su voto y sepa que depositado, no hay vuelta atrás.

No permitir más corrupción, no consentir más banalidades, no más demagogias, ha de ser la referencia, y en especial se ha de primar la libertad, los derechos de las personas no los históricos, ni los de los territorios, ni los de clase, ni los de género, sino los de Todos sin exclusión alguna.

Posted in Artículo Tagged with: ,