mayo 3rd, 2016 by lasvoces
Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Si la educación tiene como objetivo el pleno desarrollo de la personalidad humana, según consta en la Constitución, y si los resultados académicos nos indican al día de hoy, dos realidades incuestionables: el alto fracaso escolar por un lado y por el otro el bajo nivel de comprensión lectora junto con una deficitaria capacidad de cálculo, nos encontramos con una realidad evidente, hemos fracasado. Barcelona, 3 de mayo 2016. Fotografía: Alumnos en un colegio durante la huelga educativa del pasado 24 de octubre 2013. La CE alerta a España de los recortes en Educación y de los retos ‘agravados’ por la crisis. Archivo Efe.
Cabe revisar lo que se ha realizado en este ámbito. A lo largo de todo el periodo democrático ha habido un único sistema educativo, el del
Ana María Torrijos. Lasvocesdelpueblo
gobierno del señor Felipe González -un igualitarismo a la fuerza y una falsa compensación ante la desigualdad existente en la sociedad-. Con esta obsesiva intención ideológica se implantó una norma, la constante supresión de exámenes y suspensos, al mismo tiempo que se alentó a la no repetición de curso al grito salvador de “progresa adecuadamente”. Se descartó el concepto de autoridad, pilar fundamental del docente ante el alumno, y se dio paso a la palabra “colega”; el profesor ya no impartió lecciones del saber, desde ese instante se convirtió en un amiguete al frente de un aula llena de jóvenes, la mayoría dispuestos por decreto ley a no realizar esfuerzo alguno. El profesor poco a poco llegó a ignorar lo que debía enseñar.
Pero para conseguir este plan se modificó lo que aún podía impedirlo, los contenidos. Los alumnos, superarían curso y conseguirían, con capacidad o no, un título universitario; esa idea indujo a eliminar materias académicas. Las más sacrificadas fueron las Humanidades, la literatura, el arte, la historia, las asignaturas que forman a la persona y que le permiten tener criterios firmes. La filosofía, disciplina orientada a hallar respuestas y sobre todo a construir preguntas en un mundo tremendamente complicado, fue reducida a lo mínimo. En aras de no agravios comparativos entre los alumnos, en la etapa obligatoria prolongada hasta los dieciséis años, se descartó cualquier dificultad matemática y las complicadas estructuras gramaticales del latín. A toda esta desenfrenada locura intelectual, se incorporó también “el igualitarismo” para el acceso al cuerpo docente, al descartar el mérito y la calidad.
Un lenguaje adaptado al “buenismo” empezó a llenar la dialéctica educativa: oficinas de garantías lingüísticas, agrupaciones flexibles, esfuerzo compartido, comisión de expertos para la prevención y resolución de conflictos, mediador didáctico, atención a la diversidad, adaptación curricular personalizada, promoción automática, comprensividad. Muchas decisiones erróneas se fueron tomando a medida que el proceso avanzaba. El resultado es que en estos momentos hay una mayoría de jóvenes sin formación laboral específica y otros con título universitario desvalorizado por no exigirles, al incorporarse a la facultad, un expediente curricular bueno, ambos grupos destinados al paro.
España es uno de los paises de Europa que más invierte en enseñanza y parece increíble que tengamos ese panorama tan desolador.
Con la implantación de las sucesivas fases de la reforma, surgieron grietas y para taparlas se pusieron parches con la única intención de salvar el sistema; el proyecto de la izquierda no podía fracasar y por mucho que los gobiernos de la derecha intentaron diseñar otro modelo, nunca pudo salir adelante pues los únicos legitimados para liderar la cultura era la fuerza política socialista. Y la sociedad tragó sin reaccionar, era cómodo callar y no ser tachado con calificativos desmoralizadores. Las víctimas fueron nuestros niños y nuestra juventud. A este páramo educativo hay que sumar las especificidades lingüísticas de las comunidades bilingües con su decreto de inmersión, obligatorio y excluyente de la otra lengua cooficial, el español y además con un dirigismo doctrinario nacionalista que rompió cualquier intento de formar en libertad, y el maestro el lacayo de la deriva.
Para ir redondeando el modelo al servicio del sectarismo ideológico, se le privó de los valores imprescindibles en el aula : el esfuerzo, la responsabilidad, la disciplina, el estudio, el compañerismo, el respeto, la abnegación. Ausencias que culminaron en la renuncia del alumno a desarrollarse, a progresar en las distintas facetas personales e incluso a destacar en relación a los demás. De este cultivo únicamente pudo resultar una sociedad desorientada, una sociedad maleable para que no prime el aprendizaje teórico, que es exigir al alumno adaptarse a los conocimientos, sino para que consienta un aprendizaje doblegado a la idiosincrasia del estudiante e instrumentalizado en aras de alcanzar el igualitarismo. Falso igualitarismo por no ser en oportunidades, tan sólo es igualitarismo en el bajo nivel de formación académica. Las clases pudientes son las que pueden elegir centros de pago para acceder a la enseñanza de calidad, que les permitirá ocupar los mejores puestos directivos de la sociedad. Constata esta afirmación el que los hijos de los políticos y sobre todo los de los llamados progresistas, defensores a ultranza del deficiente programa educativo vigente en España, son escolarizados en centros de élite y realizan el master adecuado para alcanzar la formación que sus padres les niegan al resto de la población y sobre todo al sector más desfavorecido por su nivel económico.
No se han puesto límites al comportamiento del alumno y se ha generado una persona incapaz de tomar en serio sus obligaciones con la sociedad. No tener conciencia de la cultura en la que vivimos, con la que nos hemos conformado como individuos y como pueblo, hace muy difícil tener las referencias imprescindibles para saber los principios que mueven la Democracia, el modelo político vigente:
1.- La cultura y la educación son los instrumentos más necesarios para que el hombre desarrolle mejor sus aptitudes y rompa el concepto de clase que imperaba en otros momentos históricos.
2.- La conjunción de derecho y ley con la intención de limitar la intervención excesiva del Estado sobre la vida de los ciudadanos, dará mayores cotas de decisión.
Los Diputados, gobierno y oposición, están obligados a dejar contiendas partidistas y desarrollar un modelo educativo de calidad al servicio de la ciencia y sobre todo de los ciudadanos. Los valores superiores que afirman defender, que son la libertad, la justicia y la igualdad, se harán realidad si se consigue un gran pacto educativo, digno y fecundo. Nos lo merecemos.
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mayo 3rd, 2016 by lasvoces
Redacción: (Juan Carlos Girauta; Diputado a Cortes por Ciudadanos (C’s) y Portavoz de C’s en el Congreso de los Diputados.) – Los de la Basura. Como sospecha el lector avispado, el único partido al que Génova tiene por amigo estratégico es Podemos. Y el único al que tiene por cordial enemigo es Ciudadanos. Podemos les -PP- encanta; es por la retroalimentación y porque, a fin de cuentas, es hijo suyo. Concurrí a tres elecciones -2003 y 2004- bajo el logo del PP; lo hacía por convicción, y mi nombre iba de relleno; Creí un deber cívico ayudar al único partido -PP- [al que entonces creía] no contaminado por el nacionalismo, al único capaz de hacerle frente en última instancia. Aún no existía Ciudadanos, que se fundaría en 2006. Barcelona, 3 de mayo 2016. Fotografía: El portavoz de Ciudadanos (C’s) en el Congreso de los Diputados, Juan Carlos Girauta, en rueda de prensa en la sede de Ciutadans Partido de la Ciudadanía Ciudadanos (C’s). Archivo de Lasvocesdelpueblo.
Los de la basura
El Rajoyesco Cuerpo de Difamadores, también conocido como “los de la basura”, cuenta con un arma definitiva, una que rasga famas y rompe prestigios con tal eficacia que el blanco queda irrecuperable. ¿Y cuál es esa arma? ¿En qué consiste? ¡En acusarle a uno de haber sido del PP! Desconcertante, ya lo sé.
Lo hacía por convicción, y mi nombre iba de relleno
Debo de ser un verdadero canalla porque, tal como se han encargado de difundir, concurrí a tres elecciones bajo el logo del PP. Las municipales de 2003 por Castelló d’Empúries, bello pueblo costero gerundense, como cuarto de la lista. Las catalanas de 2003 por Gerona, en idéntica posición. Las generales de 2004 por la misma provincia, cerrando la lista. Alicia Sánchez Camacho, entonces presidenta del PP gerundense, había solicitado mi ayuda en la provincia más dura de España para su partido. Sería la única circunscripción donde el PP se quedaría sin representación en 2004. Durante meses conduje cientos de kilómetros diarios, gastándome la pasta y la energía en precampañas y campañas a cambio de nada. A diferencia de los otros asesores, no cobré ni un euro. Lo hacía por convicción, y mi nombre iba de relleno; todos sabíamos que no existía la más remota posibilidad de obtener concejalía o escaño más allá del primer puesto de la lista.
Aún no existía Ciudadanos, que se fundaría en 2006. Creí un deber cívico ayudar al único partido [al que entonces creía] no contaminado por el nacionalismo, al único capaz de hacerle frente en última instancia. Y lo ayudé en el lugar más difícil, la provincia a la que los altos cargos, cuando se dejaban ver en campaña por allí, llamaban “territorio comanche”. Luego, cuando el PP era linchado sin piedad y de forma permanente en los medios catalanes, lo defendí a diario, y a solas, en platós y estudios radiofónicos. Estrictamente a solas. Cualquiera de mis conciudadanos lo sabe. Sin embargo, en el relato que Génova ha tejido sobre mí, ahora que soy portavoz de Ciudadanos, todo lo que hice fue interesado: en realidad quería un escaño.
Nunca me ha importado estar en minoría; me atengo a mis principios
Tanto lo querría que luego rechacé por dos veces la oferta de Albert Rivera para ir en sus listas; en ambas ocasiones habría salido elegido. Los afiliados y simpatizantes de Ciudadanos que fueron testigos de mi compromiso público con su partido se llevarán las manos a la cabeza cuando lean las acusaciones de arribismo: llegué cuando todos daban por muerta a la formación, que acababa de cosechar unos 20.000 votos en toda España. Nunca me ha importado estar en minoría; me atengo a mis principios por encima de cualquier consideración y, por supuesto, por encima de las siglas. He defendido ininterrumpidamente la Constitución del 78 desde antes de que se promulgara; no todos en el PP pueden decir lo mismo. No calculé dedicarme a la política: me ganaba bien la vida como periodista de opinión y disfrutaba sobremanera al ver publicadas mis columnas; hoy gano menos y trabajo mucho más que entonces. No alegro los oídos de nadie ni sirvo para cortesano; he abandonado trabajos bien remunerados por discrepancias éticas o estéticas. Así que soy lo contrario de un arribista. Sé que nada de esto hará dudar a los lanzadores profesionales de zurullos genoveses.
Ah, antes de ser del PP fui socialista. Sí. Hasta 1986. Me fui hace ahora treinta años. Con mi arribismo habitual, dejé el PSC justo antes de la segunda victoria de Felipe González, después de haber trabado amistad con quien mucho decidía y todo lo decidiría en calle Nicaragua. Pero eso seguro que se lo explicará un día de estos Pepe García Domínguez, otro tan arribista como yo.
El único partido al que Génova tiene por amigo estratégico es Podemos
Como sospecha el lector avispado, el único partido al que Génova tiene por amigo estratégico es Podemos. Y el único al que tiene por cordial enemigo es Ciudadanos. Por eso trataron de acabar con Rivera comerciando en venales zahúrdas con una falsa hoja de inscripción… ¡a Nuevas Generaciones! Por eso envían copias de viejas papeletas a las redacciones acusándome ahora a mí de haber concurrido en sus listas. ¡Alguien que hace tal cosa no tiene perdón de Dios!, oigo ya exclamar a Celia Villalobos de Arriola. ¿Ha sido usted alguna vez comunista, cazabrujas?
Podemos les -PP- encanta; es por la retroalimentación y porque, a fin de cuentas, es hijo suyo
¿Por qué usarán sus armas de destrucción masiva contra Ciudadanos, un partido constitucionalista que permite el gobierno del PP en cuatro comunidades autónomas y trece capitales de provincia? Por varios motivos. De entrada, y abreviando, porque consideran que nuestros votos son suyos. Loca premisa que llevó al pobre Maroto a afirmar, al conocer los resultados de diciembre (y su falta de escaño), que tres millones y medio de españoles votantes de Ciudadanos habían arrojado su voto a la papelera. O sea, que lo de ERC o Bildu sí estaba bien votado, o lo de Compromís, o lo de DyL. Eso no iba a ninguna papelera, eso permitía una justa representación de todos los ricos matices políticos del noble pueblo español. Pero los cuarenta escaños de Ciudadanos eran detritus, no pintaban nada.
Podemos les encanta. Es por la retroalimentación y porque, a fin de cuentas, es hijo suyo; y no me refiero a que sean la indignada respuesta a sus políticas; me refiero a una relación padre-hijo. ¡Qué digo! ¡Madre-hijo! Hablo del minucioso mimo con que se les ha amamantado bajo los focos y abrigado en las frías alcantarillas del Estado. Hablo del espantajo que permite advertir “yo o el caos” y partirle las piernas al PSOE. Hablo de sustituir a los socialdemócratas por los revolucionarios para perpetuarse en el poder. Los figurones más extravertidos de la derechita viven esta paternidad, esta maternidad con tanto orgullo que a menudo se emocionan y rompen en públicos panegíricos a los chicos del comunismo bolivariano que un día cerrarán sus medios. Cosas de los conservadores españoles
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abril 11th, 2016 by lasvoces
Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Libertad es una palabra fetiche para los que creen, por el simple hecho de nombrarla, conseguir el reconocimiento de los ciudadanos, en cambio nosotros, los ciudadanos, nos refugiamos en ella por ser la que nos permite ser personas con derechos. Barcelona, 11 de abril 2016. Fotografía: Ana Maria Torrijos, la articulista de esta casa. Imágenes archivo Joseph Azanméné Ngabgué/Lasvocesdelpueblo.
Es sabido que el paso de los años y de las centurias ha servido al hombre para proyectarse hacia adelante aunque hayan habido espacios de tiempo que frenaran ese trayecto. Nos encontramos en uno de esos espacios proclives al retroceso. Los pregoneros que lanzan al aire enganches autodestructivos, no son un peligro por lo que dicen, siendo grave, sino por la falta de respuestas inteligentes y claras a sus insidiosos mensajes.
¿Para qué ha servido la descentralización de la administración del Estado?
Con mucha ligereza pensamos que nosotros ya pagamos la cuota de esfuerzo democrático con los impuestos, con el voto en las urnas y que son los otros, los servidores públicos, los obligados a dirigir nuestras vidas. La consecuencia de esta actitud es que presenciamos impertérritos el desmantelamiento de lo que hemos sido, somos y podemos ser sin pestañear y sin casi atrevernos a alzar la voz. Por eso cuando uno de los “defensores de las causas”, se le ocurre una brillante propuesta, previa consulta con sus asesores, la pone a rodar y nadie cuestiona los resultados posibles al llevar en el redactado términos mágicos: Pueblo, subvención, democrático, trabajador, igualdad, injusticia y otros vocablos vacios de contenido por el mal uso que se ha hecho de ellos, entonces se está desandando el trayecto de la libertad. Y si el silencio es la respuesta, un silencio interrumpido sólo por el “defensor de las causas” opuesto al “anterior defensor”, que con el mismo proceso nos golpeó antes en los resortes del sentimiento, nos estamos acercando al final de la ruta, la muerte de la democracia.
Las críticas no son siempre elementos desestabilizadores, ni son realizadas únicamente por personas a la contra; la crítica nos sirve para debatir los motivos y procedimientos empleados, para enmendar posibles injusticias, para mejorar las actuaciones, las decisiones, todo aquello que alguien legisla o lleva a cabo por y para nosotros. Si nunca se cuestionasen propuestas e incluso opiniones, el dogmatismo imperaría y no avanzaríamos, seríamos rehenes. No lo hemos tenido en cuenta y nos hemos visto envueltos en una situación de la que nos será difícil salir sino emprendemos el ejercicio de opinar, de hacer valer nuestro criterio. Los últimos acontecimientos sucedidos en Europa, atentados yihadistas o llegada multitudinaria de emigrantes, nos ha mostrado la tortuosa actuación de quienes tienen que velar por la seguridad de los ciudadanos y en ocasiones con la aportación manipulada de los medios informativos y la no presencia del poder judicial. Un hecho puede ser delito o no, si se informa o según se informe. ¿Quién decide, importante es saberlo?
El engaño ha ido inmovilizando los resortes que tenemos para alcanzar esa libertad
La libertad se desquebraja si claudicamos ante el poder mal practicado. Un poder que en democracia, no depende de unos pocos, sino de la mayoría y está al servicio de la ley, igual para todos. Debemos repartir libertad a muchos niveles y clarificarla si la hemos desviado o adulterado. Nos hemos acostumbrado al recorte de los derechos y hasta a su total privación si no reaccionamos; esa hipotética situación nos obliga a demandar libertad en las redacciones de prensa, en los tribunales de justicia, en el ámbito educativo, en la elección de nuestros representantes dentro de candidaturas abiertas, en los convenios laborales, en actividades culturales, en definitiva en todo aquello donde nuestro criterio y dignidad lo requiera.
El engaño ha ido inmovilizando los resortes que tenemos para alcanzar esa libertad y ha derivado en un escenario desestabilizador, con focos cegadores -las televisiones, y unos actores- los políticos, que con soliloquios o diálogos cargados de irresponsabilidad, disponen de un coro- los periodistas y directores de programas audiovisuales, en tono estridente con consignas forjadas en el seno de la discordia-el sectarismo ideológico. Una disputa destinada a mantener a la “casta política” pues en eso es a lo que ha llegado el Estado de las Autonomías. Comunidades en número de diecisiete, que para afianzar el reparto de satisfacciones a unas élites sociales blindadas, incapaces de competir en libertad, de poner su valía en tela de juicio y poder ser aventajadas por otras más competentes, han alzado murallas -estatutos para hacer difícil la superación de la nota localista frente a la vorágine de los espacios abiertos de la tecnología en punta-. ¿Qué mejor anestésico? obligarnos a echar raíces con la ensoñación de conceptos identitarios sean de relatos míticos, de lengua excluyente, de fiestas desempolvadas.
La democracia parlamentaria liberal ha firmado la defunción de la sociedad clasista, la que permitía que sólo unos elegidos tuvieran derecho a decidir, mandar y repartir prebendas. Ahora es el momento de dar por implantado el marco de libertades y creer en ellas con el fin de impedir cualquier ilegalidad y los tantos privilegios de los que hacen gala los numerosos servidores públicos. Los partidos, superando con prontitud diferencias ideológicas, sin líneas rojas, deciden sus sueldos, vacaciones, jornada laboral y todos los demás ingredientes que constituyen su status, en cambio muestran poca prisa en facilitar la formación de Gobierno y los españoles nos encontramos sin timonel, pues si el presidente en ejercicio, no ha sido diligente en tomar decisiones importantísimas en defensa del Estado de Derecho, difícil por no decir imposible, el que las tome en funciones.
El espectáculo televisivo se ha trasladado a la Cámara Baja. Hasta que los nuevos diputados ocuparon los escaños con bebé incluido y ejecutaron dos intentos de investidura cargados de formas esperpénticas, frases durísimas hacia un lado y hacia otro, con un adorno efusivo, un ósculo entre dos señorías, sin olvidar la multiplicación de ruedas de prensa, de encuentros, de apretón de manos, de regalo incluido y el paseo-desfile de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, felices con la sonrisa en los labios, por la calle, fuera del Congreso, no se había hecho mayor concesión a los ciudadanos que la ridícula farsa de unos aprendices de políticos.
Un pódium desde el que miran a distancia, esquilman el dinero de nuestro trabajo
Libertad para relegarlos a unas funciones concretas, exigirles seriedad ante los graves problemas por resolver, limitarles su ejercicio con legislaturas tasadas, obligarles a asistir a los plenos y sobre todo que completen sus discursos con frases frescas, pronunciadas al hilo de las distintas intervenciones, no traídas ya escritas por el sanedrín del partido.
El cansancio del proceso sufrido por los ciudadanos a lo largo de las últimas legislaturas es enorme. Se reconocen decisiones importantes y favorables al desarrollo económico, social y de formación, pero no es menos notorio el ninguneo al que han sido sometidos los ciudadanos mientras se creaba un sistema para beneficio de los partidos políticos. Un pódium desde el que miran a distancia, esquilman el dinero de nuestro trabajo, agreden con calificativos ofensivos por el simple hecho de no coincidir con su ideología, modifican nuestros hábitos, imponen los símbolos que les conviene de la misma manera que en el principio de la etapa democrática crearon circunscripciones territoriales con sus banderas correspondientes, sin pulsar la opinión de la ciudadanía, y a medida que les interesó como partidos cedieron todo lo que fue necesario para saciar las ansias identitarias de una élite, a costa de segar los derechos individuales de todos los ciudadanos. ¿Para qué ha servido la descentralización de la administración del Estado? Lo consumado es algo muy distinto, a lo que se pretendía. Partimos de una Nación y un Estado, y al llegar a la estación término tenemos diecisiete mini estados y diecisiete mini naciones, a falta de entregar el modelo identitario de la que va a la cabeza a las que continúan detrás.
El resultado de todo este proceso ha sido la fragmentación del pilar fundamental de la Democracia, la cobertura de la ley. Son bastantes los españoles a los que se les ha privado de ella y lo más lamentable es que los Organismos del Estado encargados de velar por su cumplimiento, no han asumido sus competencias. El carnet de identidad, el pasaporte y otros documentos oficiales señalan la nacionalidad de las personas y por ello están obligadas a tributar, a asumir toda normativa legislada. Pero no se cumple la contrapartida de los entes oficiales para con ellas. Sentirse ciudadano de un país requiere una pedagogía continuada desde la escuela, la lengua y la historia, desde la política, los símbolos y el respeto a los derechos, desde las televisiones públicas, la verdad en la información, pero sobre todo requiere desde las Instituciones no poner en peligro la existencia de la Nación y el cumplimiento de la ley.
No hay sentido de responsabilidad ante una ciudadanía que trabaja
La Democracia Liberal Parlamentaria es el mejor sistema para defender los derechos individuales y lo será si estamos dispuestos a exigir Libertad para encontrar soluciones a los graves problemas y al deterioro político. Produce estupor que un pueblo como el nuestro, fraguado en innumerables glorias y reveses de la historia, esté en manos de estos ineptos que sólo saben lucir imagen y asegurarse un futuro a costa de nuestro esfuerzo diario. No hay sentido de responsabilidad ante una ciudadanía que trabaja, se sacrifica, se preocupa ante lo que pueda ser el mañana del país y de su familia.
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