abril 12th, 2017 by José Basaburua
Redacción (José Basaburua es funcionario de la Administración Central del Estado y escritor) – Los actos conmemorativos celebrados en Bayona el pasado 8 de abril, con motivo del desarme (¿?) de la banda terrorista ETA, evidenciaron varias cuestiones. Pamplona (España), miércoles 12 de abril de 2017. Fotografía: Bayona (Francia), sábado 8 de abril de 2017. Teatrillo terrorista y proetarras de la ETA, desarme y entrega de Armas. El terrorista exmiembro de la banda terrorista de las Vascongadas de España (ETA), Josu Zabarte (en el primer plano de la imagen), conocido como el ‘Carnicero de Mondragón’, durante el teatrillo terrorista de Bayona (Francia) el sábado 8 de abril de 2017, con el motivo de la entrega de parte de las armas de la banda terrorista ETA. Efe.
1. ETA no ha desaparecido. No se trata únicamente de que, acaso, conserve una parte de su arsenal, por ejemplo cierto número de las pistolas robadas en su día en Francia, sino que ETA, como organización “desarmada”, seguirá jugando un papel en permanente ajuste con el resto del autodenominado MLNV; incluso más allá de su absoluta disolución. De ser “impulsor” y “vanguardia” iniciales, pasó décadas después a “garante”. Ahora se reducirá progresivamente a “guardián de las esencias” y “mito movilizador”, lo que no implica que su liderazgo desaparezca, pues persistirá al menos en la continuidad personales de líderes muy concretos de Sortu. Además, ¿dónde termina ETA y empieza Sortu?
2. El proceso anterior está siendo muy controlado por sus protagonistas. Ha sido largo, tampoco ha resultado sencillo, ni han podido evitar algunas disidencias (Ibil, ATA) debidamente aisladas y contenidas de manera oportunista. Pero, con todo, el control de ETA del conjunto de sus arsenales indica que el retorno al terrorismo –por parte de algún grupo disidente al modo del IRA Auténtico o IRA Continuidad- encontraría dificultades de todo tipo; especialmente el rechazo de la masa social “abertzale” que ha demostrado gran cohesión interna y una incuestionable fidelidad a su liderazgo.
3. Aunque la banda se encuentra “licuada”, el terror de ETA continuará desplegando sus perversos efectos: cientos de crímenes sin esclarecer ni castigar (de lo que casi 400 de ellos, asesinatos), persistencia del miedo y prácticas mafiosas unilaterales, perversión del lenguaje, intento de apropiación del denominado “relato” del terrorismo, imposición de escenarios ficticios de convivencia presuntamente plural, etc.
Bayona (Francia), sábado 8 de abril de 2017. Teatrillo terrorista y proetarras de la ETA, desarme y entrega de Armas. El terrorista exmiembro de la banda terrorista de las Vascongadas de España (ETA), Josu Zabarte (en el primer plano a la derecha de la imagen), conocido como el ‘Carnicero de Mondragón’, durante el teatrillo terrorista de Bayona (Francia) el sábado 8 de abril de 2017, con el motivo de la entrega de parte de las armas de la banda terrorista ETA. Efe.
4. El teatro desplegado en Bayona fue, ante todo, un acto propagandístico dirigido a la masa social explícita y fielmente “abertzale” -además de escaparate para los medios de comunicación internacionales-, que deberá emprender un nuevo proyecto sin el aval del terror de las armas y con la persistencia de un duro enjuiciamiento ético desde amplios, aunque escasamente dinámicos, sectores sociales.
5. La presencia coreográfica de los autodenominados “artesanos de la paz” –a quiénes nunca se vio con las víctimas de ETA y que, por el contrario, alguno de ellos fue tristemente conocido por verdugo (el “carnicero de Mondragón”)- no ha logrado engañar a la mayoría de analistas españoles, salvo que ya estuvieran predispuestos al adormecimiento autocomplaciente de un giro dialéctico más.
6. Pese al radical anticristianismo de las masas “abertzales”, han figurado entre los “artesanos” dos clérigos. La del obispo metodista irlandés es anecdótica, pues apenas hay vascos o navarros adeptos a esta confesión en vías de desaparición. La presencia de uno de los dirigentes de la católica Comunidad de San Egidio (sin arraigo significativo en estas tierras; entidad en ocasiones agente vaticano para situaciones delicadas y de emergencia), indica que los obispos católicos de ambos lados de la muga se encuentran más que “quemados” tras décadas de servilismo acrítico y de prácticas equidistantes de buena parte de sus antecesores frente al terrorismo. En este difícil contexto, para sus fines pastorales, persiguen el reagrupamiento de la base residual de creyentes vascos y navarros todavía practicantes, en general muy alejados del totalitarismo separatista, quienes conviven en unos territorios que se sitúan entre los que cuentan con mayor porcentaje de anticatólicos militantes de todo el mundo.
7. Los “agentes sociales” implicados al servicio de ETA, así como su característica dinámica interior y exterior -antes y durante el teatro de Bayona- confirman que la concepción ideológica de la autodenominada “izquierda abertzale” sigue siendo la de siempre: nacionalista panvasquista, marxista-leninista y gramsciana. Su “sociedad civil” es la de los “agentes populares” al servicio de los mismos fines que el de sus correlativos “agentes políticos” y hasta ayer mismo, “armados”, es decir, terroristas. La admisión y práctica, aunque fuere parcial y mínima, de su lenguaje y tácticas, implica un plus de aparente legitimidad y una ventaja de juego para los amigos de los terroristas.
8. Las declaraciones allí pronunciadas, y el editorial de Gara del día siguiente (enlace), marcan las líneas de trabajo del trabajo emprendido por ETA/Sortu y demás “brazos”: acumulación de fuerzas rupturistas; relanzamiento del proceso “soberanista”; cohesión de la masa social afín; acercamiento oportunista a Podemos al objeto de cercenarle progresivamente su base electoral; disputa del liderazgo del bloque burgués del PNV; apoyo a las “salidas individuales” de los 300 terroristas encarcelados (entre España y Francia) y exigencia simultánea del “acercamiento” de los “enfermos”, primero, y de los demás después; control y deslegitimación de los radicales de ATA; presión creciente a sus socios de gobierno navarros.
9. Por lo que respecta a Navarra, ETA/Sortu, una vez superado el “periodo de debate interno” con el que se ha desactivado ETA en su modalidad histórica y se viene redefiniendo Sortu por enésima vez, tendrá más espacio y capacidad de maniobra en su política de presión sobre el resto de socios de gobierno. Todo ello se orienta hacia una radicalización en sus línea políticas y propagandísticas: petición de acercamiento de los “presos navarros” a Pamplona-1, profundización de la “agenda” de la construcción nacional vasca en Navarra, mantenimiento de la presión callejera, nuevos “avances” en la educación, marginación y ostracismo de las voces navarristas disidentes, control formal e informal del espacio público, imposición del imaginario panvasquista en todos los órdenes de la vida pública, impulso de toda medida que quiebre las figuras de autoridad ajenas a su cosmovisión totalitaria, etc.
10. En este “nuevo escenario”, en el que se seguirán sucediendo nuevas iniciativas cuyo objetivo es anular la voluntad de resistencia del españolismo navarrista, social y político, la sociedad civil navarra deberá transitar un camino jalonado de trampas, chantajes, manipulaciones y presiones en el que no habrá atajos ni para el que existen soluciones mágicas. La renuncia de cualquiera de sus signos de identidad implica el fortalecimiento del separatismo panvasquista -en esta fase que concibe como decisiva- así como la pérdida de espacios físicos o morales devenidos en irrecuperables; dinámicas a la que únicamente podrá responderse desde la diversificación, la especialización y la incorporación de nuevos agentes sociales con voluntad de lucha en el ámbito público y metapolítico.
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febrero 23rd, 2017 by José Basaburua
Redacción (José Basaburua es funcionario de la Administración Central del Estado y escritor) – Este retazo demoscópico apuntaría, por una parte, a que España sería una de las naciones que se ha descristianizado más rápidamente y, por otra, a que el nacionalismo español (dígase también patriotismo, aunque evitaremos en esta ocasión polémicas sobre la no correspondencia de ambos conceptos que nos llevarían a un sinfín de matizaciones escasamente operativas) que en su día pudo caracterizar a las Derechas, se ha diluido socialmente. En cualquier caso, el denominado nacional-catolicismo se habría extinguido, sociológicamente entendido. Pamplona (España), jueves 23 de febrero de 2017. Fotografía: En la imagen, un hombre indicando la derecha y la izquierda, ¿Existe una Derecha política en España? ¿Pervive todavía una mentalidad ‘de Derechas’?, Lasvocesdelpueblo.
En nuestros últimos dos artículos, publicados en La Tribuna del País Vasco, nos hacíamos eco de algunas cualificadas tesis que aseguran que la Derecha política española habría desaparecido. De este modo, a decir del historiador Stanley Payne, habiéndose impuesto en España el pensamiento radical-progresista en prácticamente todos los ámbitos de la convivencia familiar, social y de la vida pública, únicamente perviviría una “no izquierda”.
En segundo lugar, recordando otras de las tesis de Gonzalo Fernández de la Mora y de Rodrigo Agulló, sosteníamos que el hecho de que la derecha política española hubiera desaparecido se debía tanto a factores externos como internos; es decir, habría sido desmantelada adrede.
En ambos artículos afirmábamos, no obstante, que en determinados ámbitos sociales, ya a nivel colectivo, ya a título individual, todavía era posible encontrar sujetos con una mentalidad “de Derechas“.
Stanley Payne concretaba los valores ideológicos de la derecha histórica española en los siguientes conceptos: la religión, el nacionalismo y el autoritarismo; un juicio ajustado al menos para la de los años 30, 40 y 50 del pasado siglo, pero no para la de las décadas subsiguientes.
De hecho, en la actualidad, salvo para algunos grupúsculos —término empleado no en sentido peyorativo sino como constatación sociológica— de ideas tradicionalistas o franquistas, tales valores han dejado de cumplir función alguna en la cosmovisión y la vida cotidiana de la mayor parte de la sociedad española; también entre aquellos sectores herederos —biológica o socialmente— de aquellas primigenias derechas. Veamos, a continuación, una perla ilustrativa de tamaña transmutación.
Según el trabajo de investigación de Pew Global intitulado What It Takes to Truly Be ‘One of Us` («Qué es necesario tener para ser verdaderamente ‘uno de los nuestros») apenas un 9% de los españoles considera que la tradición religiosa de un país sea indispensable para la definición de su identidad nacional. Por el contrario, en Grecia tal convicción supera el 50%, en EEUU, el 32%, en Italia el 30% y en Reino Unido el 18%.
Suecia y Holanda nos acompañarían en unos niveles igualmente bajos. Este trabajo concluye que, en general, la lengua y el hecho de haber nacido en el país en cuestión son los elementos que los ciudadanos consideran como más importantes a la hora de definir a alguien como “de aquí” o “de fuera”; unos factores que podríamos calificar como un tanto light y muy alejados del coherente corpus ideológico de las derechas históricas españolas.
Este retazo demoscópico apuntaría, por una parte, a que España sería una de las naciones que se ha descristianizado más rápidamente y, por otra, a que el nacionalismo español (dígase también patriotismo, aunque evitaremos en esta ocasión polémicas sobre la no correspondencia de ambos conceptos que nos llevarían a un sinfín de matizaciones escasamente operativas) que en su día pudo caracterizar a las Derechas, se ha diluido socialmente. En cualquier caso, el denominado nacional-catolicismo se habría extinguido, sociológicamente entendido.
Por otra parte, tal ratio no deja de ser indicador de una percepción social coloquial de que en España no es posible ser patriota y que de producirse alguna expresión pública en este sentido, rápidamente se es descalificado como franquista, reaccionario, casposo, etc.; cuando no atacado físicamente. A no pocos y muy recientes hechos me remito.
Entonces, ¿cómo definir esa “no izquierda” que, según afirma Payne, pervive aún en España? A su juicio, recordémoslo, sería «una entidad amorfa, democrática, práctica y tolerante, que no acepta los mitos de izquierda». En principio no parece ser un enunciado excesivamente clarificador; siendo muy distante de los tres principios que él mismo especificara como propios de las derechas de los años 30. Más que una definición dogmática, se nos antoja una intuición de carácter “transversal”.
Ciertamente, “mitos de izquierda” hay muchos: prácticamente todos los que integran lo “políticamente correcto”, nutridos desde el posmarxismo, la ideología de género, el animalismo, el multiculturalismo, el mundialismo y la globalización; es decir, el omnipresente y totalitario “pensamiento único”.
De modo que si existen —todavía— sujetos y sectores no asimilados a esta ideología totalitaria de rasgos aparentemente suaves, a pesar de todas las técnicas de ingeniería social empleadas desde hace décadas, tal desafección debe ser tenida muy en cuenta; no en vano es el único entorno social del que pudiera surgir una protesta y, ulteriormente, una propuesta alternativa al actual estado de cosas. Una posibilidad que —ya anticipamos— en España vislumbramos como muy remota.
De hecho sí que existen desajustes sociológicos difíciles de explicar, a pesar del machacón discurso imperante, si bien no han sido capitalizados políticamente. Es el caso, por ejemplo, de la percepción social de la pena de muerte. Todos los partidos políticos con representación parlamentaria rechazan tal posibilidad.
Tampoco se escucha voz alguna, en ningún foro público relevante, que reclame tal solución punitiva, por valorarse inaceptable desde cualquier perspectiva y a extirpar; salvo ocasionalmente como muestras de dolor en el entorno de brutales crímenes de resonancia mediática. No estamos justificando, ni explicando, tal posicionamiento: nos limitamos a recordar un dato sociológico público.
Con todo, pervive entre los ciudadanos españoles una cierta adhesión a tan expeditiva medida. En 2008 un tercio de los jóvenes españoles la apoyaban. Cuatro años después, conforme un estudio de Simple Lógica Investigación de febrero, un 20,6% de encuestados era partidario de la pena de muerte para casos especialmente graves.
Desgranémoslo un poco. Tal porcentaje era superior entre los hombres (un 23,2%) que entre las mujeres (bajando al 18,0%). Era más alto entre los más jóvenes con respecto a los de mayor edad; de modo que en los consultados con edades situadas entre los 16 y 24 años representaba un 27,5%, mientras que en mayores de 65 años ese porcentaje se reducía al 13,2%. Por otra parte, sus partidarios se reducían conforme se elevaba su nivel de estudios o estatus social, situándose en un 13,2% y un 17,2%, respectivamente, entre los sujetos con estudios universitarios y de clase social alta o media alta, mientras que ascendía al 23,9% entre los titulares de estudios primarios o con nivel inferior, y al 22,1% entre los de clase media-baja o baja.
Por último, las diferencias eran manifiestas entre los votantes del PSOE y del PP, pues mientras que entre los socialistas representaban un 16,3%, los partidarios de la pena de muerte, entre los populares, sumaban un 23,0%; tampoco era un diferencia insalvable. Volviendo al segmento joven, en 2014 el porcentaje de partidarios de la pena de muertes se habría elevado al 56%.
Pese a tantas campañas sensibilizadoras, siempre en contra, de ONG´s en medios de comunicación, ámbitos locales y diversos entornos multiculturales; de los temarios de educación para la ciudadanía, en la misma línea, para colegios y universidades; de no pocas películas unánimes -en sentido contrario- y celebrado éxito internacional… ¿cómo explicarlo?
Un último apunte al respecto. A lo largo de estos días se ha difundido, en algunas cadenas radiofónicas españolas, que en Gran Bretaña se había detectado un mayor porcentaje de partidarios del Brexit entre los favorables a la pena de muerte que en el resto de la ciudadanía. Un dato, ciertamente, no poco malicioso…
Esas referencias anteriores indican —n su conjunto— que los estudios demoscópicos encierran, en ocasiones, paradojas de muy compleja explicación y que las etiquetas apriorísticas no explican ni determinan todos los comportamientos y sistemas de creencias personales; además de que en otros países —al menos en los de tradición cultural anglosajona— estos indicadores no se excluyen, en un intento de integrarlos en los movimientos de la opinión pública.
Volviendo al esquema derecha/izquierda, el mencionado Rodrigo Agulló, por su parte, no niega la existencia de ciudadanos situados a la derecha del espectro ideológico, si bien suaviza muchos de sus rasgos, conforme la conceptuación primera de Payne, caracterizándolos como: «una persona “de orden” a la que no gustan las “cosas raras”, trasunto secularizado de lo que antes venía en llamarse “pueblo de Dios“.
Con una actitud básicamente reactiva a los asaltos de la izquierda, la derecha pierde inevitablemente la batalla de la imagen. Extraviada en un mundo de ligereza y banalidad, la derecha comunica severidad y rigidez. Cuando trata de adaptarse a los modos de la izquierda, “suena falso” y diluye su identidad».
Coincide con Payne, no obstante, en que las derechas españolas se han desdibujado culturalmente, a la par de haber perdido suelo político. Traigamos a colación, aquí, cómo los diversos estudios demoscópicos en los que los consultados deben situarse ideológicamente en una escala de 10 a 0 (por ejemplo los de Metroscopia) de derecha a izquierda, el centro izquierda y las diversas izquierdas constituyen mayoría absoluta; quedando relegados los situados a la derecha en un pequeño porcentaje tendencialmente decreciente.
Pero, dado el momento histórico, la ausencia generalizada de un sentido crítico y la presión social, ¿no existirá, también, una “cifra negra” aplicable a la propia autopercepción de los consultados? Además, ¿conciben tal dilema como una cuestión relevante y significativa?
Volviendo a los derechistas “residuales” y dando un paso más, éstos, nos preguntamos, ¿se sienten representados políticamente? Veamos una opinión interesante. Es el caso del editorial de 3 de marzo de 2016 del digital Gaceta.es, que finalizaba con la siguiente afirmación:
«Los discursos de investidura en las Cortes han sido muy elocuentes. La deriva de la política española ha arrojado a los márgenes de la vida pública a millones de españoles. Son los nuevos huérfanos del sistema. Antes se los llamaba “Derecha”. Ahora ya son otra cosa. Y tarde o temprano buscarán un nombre».
Se refiere, evidentemente, al discurso del Partido Popular. Coincidimos con este juicio que cuestiona la virtualidad de tan histórica dualidad: existió una derecha de la que perviven sus huérfanos; más “otros” sujetos arrojados por el propio sistema a sus márgenes.
Nacionalismo y/o patriotismo, una concepción trascendente de la vida, familia “a secas”, defensa de la vida en su inicio y término, esfuerzo, sacrificio, masculinidad, espíritu de milicia, anti-estatismo…, unos valores que aparentemente ya no dicen nada, o muy poco, a la inmensa mayoría de españoles; tampoco a muchos de los definidos genéricamente como “derechistas“.
Pero, pese a su existencia residual, decíamos, concurre otro fenómeno: la “producción” de nuevos “huérfanos” del sistema. Nos referimos a un tipo antaño atípico: el del agnóstico o ateo que tras deambular una parte de su existencia por el mundo de hoy “viviendo la vida”, se ha desengañado de los mitos impuestos y ya no cree en los contravalores promulgados desde la izquierda biempensante.
Unos sujetos que están redescubriendo el valor de la autoridad en determinados ámbitos profesionales, que han chocado frontalmente con los dictados ultrafemisnistas al ser privados de cualquier rol relevante en el seno de la pareja y por su extensión de la familia misma, que se han contrastado desde el esfuerzo frente a las políticas igualitarias que favorecen el parasitismo y la subvención clientelista (de ahí el atractivo del liberalismo economicista entre antiguos izquierdistas y del florecimiento de grupos de esta ideología)… que se sorprenden cuando, viajando por el extranjero, descubren que el patriotismo sea un valor vivo que cohesiona comunidades allende nuestras fronteras.
La mentalidad derechista “clásica”, al menos la del siglo pasado, cuando no ha desaparecido por completo, se ha diluido y, como poco, se ha transmutado en otra cosa parcialmente coincidente; un tanto indefinida y tendencialmente reactiva. Se trata, pues, de una categoría cambiante y progresivamente carente de significado real.
Constatamos, en cierta medida, que hoy confluyen diversos contingentes humanos —desde experiencias y tradiciones educativas muy distintas— en lo que Payne antes definía como «una entidad amorfa, democrática, práctica y tolerante, que no acepta los mitos de izquierda».
Y que Agulló calificaba como «una persona “de orden” a la que no gustan las “cosas raras”». A esta mixtura humana no le une su adscripción derechista, pero sí su rechazo a lo políticamente correcto, por lo que se impone la búsqueda de unos nuevos paradigmas explicativos. Por ello, la división histórica entre derechas e izquierdas también ha perdido vigencia y capacidad operativa.
Lo anterior es evidente en ciertos espacios europeos en los que masas de antiguos votantes a los partidos comunistas, y a otras izquierdas, han abandonado su antigua adscripción, adhiriéndose a movimientos nacional-populistas; revelándose con ello como más omnicomprensivos otros paradigmas interpretativos. Es el caso de “identidad versus multiculturalismo”; pero también el de “justicia social versus neoliberalismo”.
No obstante, debemos precisar que en ello concurren ciertas circunstancias sociales que fraccionan la convivencia colectiva a causa de una inmigración no integrada que, poco a poco, está derivando en la “libanización” de un número creciente de barrios de las periferias de cientos de las más populosas ciudades del continente. Un fenómeno que en España —si bien existen barrios y pueblos en los que este cambio empieza a ser visualmente innegable— es menos acusado al ser muy alta la inmigración de habla hispana y la procedente del este europeo; acaso más afines que otra de identidad religiosa más acusada.
Hemos tocado, hoy, dos cuestiones asociados entre sí que no podemos dejar de tratar: vigencia de la polaridad derecha/izquierda e irrupción de los populismos; temas a los que dedicaremos nuestras próximas entregas.
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febrero 13th, 2017 by José Basaburua
Redacción (José Basaburua es funcionario de la Administración Central del Estado y escritor) – Una primera falsedad: ETA no fue la única organización panvasquista que asesinó en Navarra. Además es un titular del todo impreciso; sin ser aclarado después en la venenosa crónica subsiguiente: “fracasa el intento de utilizar…”, pero ¿por parte de quién? Y ¿por qué ha fracasado? ¿Acaso porque se gritó viva España? ¿O porque no se linchó a los prebostes del Gobierno? Navarra (España), lunes 13 de febrero de 2017. Fotografía: En la imagen, las víctimas del terrorismo de ETA, la organización terrorista del actual líder de EH Bildu y Sortu, Arnaldo Otegi, durante la concentración en Pamplona contra ETA, de este domingo 12 de febrero de 2017. Lasvocesdelpueblo.
“Fracasa el intento de utilizar a las víctimas de ETA contra el Gobierno“. Este es el titular interior de ‘Diario de Noticias’, en su edición impresa del día 12 de febrero, por el que vendía su interpretación acerca de la concentración del día anterior en Pamplona en apoyo a las víctimas del terrorismo.
Una primera falsedad: ETA no fue la única organización panvasquista que asesinó en Navarra. Recordemos los Comandos Autónomos Anticapitalistas, quienes no formaban parte de su estructura y constituían una organización propia.
Portada interior de papel del Diario de Noticias de Navarra sobre la concentración de las víctimas del terrorismo de ETA contra ETA de este 12.022017 en Pamplona. Lasvocesdelpueblo.
Además es un titular del todo impreciso; sin ser aclarado después en la venenosa crónica subsiguiente: “fracasa el intento de utilizar…”, pero ¿por parte de quién? Y ¿por qué ha fracasado? ¿Acaso porque se gritó viva España? ¿O porque no se linchó a los prebostes del Gobierno?
¿Qué más dice el Boletín Oficial de Guipúzcoa en su cabecera navarra? Pues, como siempre, no dan puntada sin hilo. Veamos:
«Varias decenas de personas secundaron ayer la concentración de apoyo a las víctimas de ETA convocada por varios colectivos extremistas vinculados a UPN, como Vecinos de Paz, Sociedad Civil o Recuperar Navarra. La convocatoria organizada con motivo del día de las víctimas de ETA y en la que se acusó a la izquierda abertzale de “actos de genocidio” y de “limpieza nacional” derivó en un acto contra el gobierno de Navarra, al que los organizadores acusaron de una “insensibilidad intencionada, evidente y continua con las víctimas de ETA y los funcionarios públicos” por el acto previsto para la próxima semana de reconocimiento a las víctimas de la violencia ultra y policial. Tras la lectura de un comunicado la cita finalizó con gritos de “viva España”. Diario de Noticias».
Otra crónica propia de su temperamento: una dosis de su propio veneno y adió el Noticias. Ya se sabe: eres lo que lees.
El texto merece ser analizado línea por línea, palabra por palabra. Pero nos limitaremos a un par de expresiones.
¿Varias decenas?
Fueron medio millar. No es mucho. Pero más que en las últimas ocasiones; sobre todo dado el clima de intimidación que se sigue prolongando en el tiempo a causa del terrorismo sufrido.
Claro, que para el Noticias únicamente merecen consideración de ciudadanía los manifestantes que lo sean en decenas de millares procedentes de todos los “territorios vascos” movilizados a toque de irrintzi, obedeciendo consignas, con corte de pelo “vasko” y en formación paramilitar. Será que los moderaditos del PNV se sienten cómodos entre esas multitudes. Pero otros muchos, no. Para nada.
¿Colectivos extremistas?
De las asociaciones convocantes, Vecinos de Paz es la que más trabaja pegada al terreno desde hace muchos años. Se les conoce muy bien.
No les interesa la política partidaria. Son humanistas, por encima de todo; en el sentido de preocuparse más que nada por el dolor causado por el terrorismo. Acompañan y están con las víctimas, y no sólo el día del funeral. Pero tienen las cosas muy claras; por ejemplo que los símbolos también son importantes. Son congruentes y la politiquería no les va.
Las otras entidades: Libertad Ya, que no se moviliza como en otros momentos de su interesante historia, pero sigue siendo una referencia moral; Asociación por la Tolerancia, que viene realizando una interesante labor de titular pedagógica especialmente en el mundo del cine y la comunicación, de raíces catalanas; y la Fundación Tomás Caballero, cuyo sólo nombre lo dice todo.
Las otras son más recientes. Es el caso de Sociedad Civil Navarra, Doble 12 y Recuperar Navarra. Bienvenidas a la lucha. Bienvenidas a la realidad.
Tras este repaso, las cosas se aclaran: quienes no comparten los presupuestos del Gobierno son extremistas. Vale, se entiende mejor así: el Gran Hermano ha pontificado. Y es que eres lo que lees. Totalitarismo.
Qué lástima
La moderación de todas estas asociaciones, hasta el punto de que no sonaran los himnos de Navarra y España, al igual que en otras concentraciones, no ha impedido ser calificados de “extremistas” por el Noticias; que es en definitiva la consideración que tiene de ellas tanto el Gobierno como el cuatripartito.
Recordemos, además, que en consecuencia con tanta moderación, las banderas de Navarra y España, únicos símbolos que acaso unían a tantas víctimas de existencias y naturalezas tan heterogéneas, tampoco presidieron formalmente la cabecera de la concentración: las portaban algunos manifestantes libremente.
En la imagen, En la imagen, las víctimas del terrorismo de ETA, la organización terrorista del actual líder de EH Bildu y Sortu, Arnaldo Otegi, durante la concentración en Pamplona contra ETA, de este domingo 12 de febrero de 2017. Lasvocesdelpueblo.
Gracias a ellos las disfrutamos, y a los organizadores, por no impedirlo. Pero, no por ello, los nacionalistas se dejaron ver… ni han cambiado su mirada. Lo suyo es la “equidistancia”; esperemos que el ejemplo no cunda en casa ajena.
Queridos amigos blanditos:
Hagáis lo que hagáis, salvo en el supuesto de rendición total, siempre estará mal a ojos de los nacionalistas. Y decimos bien: de los nacionalistas, pues algunos de ellos, representando al Gobierno, estuvieron en la concentración. Y escucharon alguna palabra fea.
Y algún reproche fuera de lugar (“muy mal lo del concierto con la Universitaria”, ¡pero por favor, ¿qué se celebraba allí?!). Y alguien gritó “nacionalistas terroristas”, siendo acompañado por unos y siseado por otros. Y ahí terminó todo. Ni fueron linchados, ni se marchó hasta Diputación para tratar de asaltarla. Tranquilos: que la tele, ni los periódicos sacaron a relucir ese último grito.
Insistamos en una cuestión: aunque tamaña afirmación pueda entenderse como un exceso verbal, los asesinos de ETA, ETA (pm) y CCAA eran nacionalistas. De modo que, aunque todos los asesinos eran nacionalistas, faltaría más, no todos los nacionalistas lo son. Y si las víctimas eran españolas, ¿cómo puede dividir a la gente normal la enseña común? Decimos bien:
La gente normal, no las masas paramilitares y justicieras a las que estamos “acostumbrados” ver desfilar por toda la geografía. Que quede claro: unos cientos de personas que se manifiestan tranquilamente, y sin apenas organización, es lo normal en democracia.
Los desfiles de la “izquierda abertzale” y sus amigos NO lo es.
Y si lo vemos normal, es que están ganando. Y si cedemos con los símbolos, es que también ganan. Y cuando avanzan, nunca retroceden.
De modo que, ¿están las cosas un poquito más claras?
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