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julio 21st, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – A nivel institucional ha empezado el trámite de investidura, un periodo de contactos -¿qué te doy y qué me das tú?- proceso que si se ciñese a las variables posibles de gestión y a las grandes reformas que requiere el sistema, sería notable y correcto. Pero si entra en trapichear con valores fundamentales de la Constitución, será negativo por romper todos los esquemas de la legalidad (…). Seria dinamitar a España. Barcelona (España), jueves 21 de julio de 2016. Fotografía: Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Archivo Lasvocesdelpueblo.

La corrupción está presente, nos acompaña a todas horas, la información periodística nos la sirve en exclusiva, supuestas filtraciones, como si los delitos no pudieran tramitarse por los cauces legales al uso y tuvieran que ir por los derroteros del que le interesa darlos a la carta y con eclosión mediática. La corrupción es en sí negativa, un daño profundo a la sociedad y sobre todo cuando se institucionaliza. Muchas denuncias publicadas en libros, en artículos, mencionadas en debates, en tertulias pero la única respuesta ha sido un silencio profundo o en todo caso se han abierto diligencias que han quedado en nada, impunidad absoluta, y de vez en cuando alguna condena que pronto encuentra su correspondiente indulto. El delito si no se ataja, no queda limitado a lo que le ha dado origen, en nuestro caso enriquecerse a través de la acción pública, sino que se extiende y daña los resortes morales de las personas, de los políticos, de los partidos, de la Administración y de las más altas instancias del Estado.

A nivel institucional ha empezado el trámite de investidura, un periodo de contactos -¿qué te doy y qué me das tú?- proceso que si se ciñese a las variables posibles de gestión y a las grandes reformas que requiere el sistema, sería notable y correcto. Pero si entra en trapichear con valores fundamentales de la Constitución, será negativo por romper todos los esquemas de la legalidad. Ya no es un millón de euros, de tres, de cinco, sería la venta de los principios que dan sentido a la democracia, sería dinamitar a España. Y nadie se mueve, ni el fiscal general, ni el Tribunal Constitucional, ni el Superior de Justicia ante las continuas embestidas secesionistas. España no tiene en el Parlamento un partido que la respete tal cual reza la Carta Magna en el título preliminar pues algunos hacen cábalas sobre lo que ha sido, lo que es o lo que será como si tuvieran derecho a destruir el patrimonio heredado de muchas generaciones; otros dicen respetar su unidad pero cuesta entenderlo cuando no se defienden sus elementos identificativos entre los que está la lengua española, proscrita en amplias zonas del país desde que los nacionalistas alcanzaron el poder en algunas autonomías; escuelas, televisiones, radios, rotulación callejera, folletos oficiales, información hospitalaria, comunicados de distintos organismos, todo aquello que recibe subvención de la administración correspondiente deja de usar la lengua que nos une a todos, que nos permite comunicarnos y que a la vez nos hermana con muchos países del mundo. En bastantes ocasiones, desde la tribuna del Congreso de diputados se han jaleado frases despectivas contra la Nación y se ha alentado a su ruptura sin que los organismos competentes aplicasen la legalidad correctora.

De estos incumplimientos deriva el expolio a los ciudadanos de sus derechos fundamentales; muchos se ven obligados a sentirse marginados, en primeras instancias por la ley electoral, pero luego, a ello hay que sumar el olvido premeditado del poder, al no defenderlos, al considerarlos moneda de cambio para presidir el ejecutivo; barceloneses, mallorquines, valencianos, ejemplos de los muchos que son. Y en las entrevistas que requiere el posible apoyo al ejecutivo del señor Rajoy, ya se empiezan a barajar concesiones a los que su única preocupación es medrar a toda costa, prosperar social, laboral o económicamente al amparo de destruir la unidad nacional, sin tener en cuenta el candidato a la presidencia las consecuencias tan dañinas para la democracia, para los ciudadanos y para la paz social que han reportado estos oscuros manejos en anteriores legislaturas.

En un país normalizado no se cuestiona la estabilidad económica y social, mientras que aquí lo que le preocupa a los “servidores públicos” es su entorno personal y de grupo. Sería satisfactorio el apreciar que la toma de decisión de apoyo o no a la investidura fuera por el interés nacional, en cambio las señales muestran todo lo contrario y las razones que se dan rayan en el ridículo. El Parlamento es una palestra para dar puñetazos por doquier, en vez de un espacio adecuado a la gobernabilidad. Esta anomalía nos lleva a oir disparates tales “el PSOE y el PP son incompatibles como el aceite al agua”, frase que crea confusión en la ciudadanía, e impacta con efectos perniciosos en los que se mueven sólo por impulsos; dos partidos que han ostentado el gobierno, que saben de la responsabilidad de dirigir un país, siempre tienen un espacio de encuentro, el respeto a la legalidad vigente y la defensa de la nación española, aunque discrepen en los medios para conseguir el bienestar social. Cada vez son más las personas que excluyen de las conversaciones los temas políticos. Los arrinconan en el trastero con la intención de no provocar divisiones en la familia, tibieza en las amistades y encono entre los compañeros de trabajo. Situación fomentada por frases igual o parecidas a la expuesta más arriba.

La sociedad si desea conseguir normalidad en el funcionamiento, encontrar soluciones posibles a los retos y por encima de todo crear espacios alternativos a la política oficial, ha de fomentar la libertad de las personas; ellas tienen que participar en la búsqueda de soluciones para que luego las fuerzas políticas las ajusten a las ideologías y con la ayuda de los técnicos las perfeccionen, les den viabilidad y rentabilidad. Es imperdonable consentir que el ciudadano sea un simple espectador y un consumidor a ciegas. Si eso es así, más cierto es que los mejores individuos de cada sector profesional deberían postularse para dirigir las instituciones, para representar en los foros internacionales al país. Conseguir las dos propuestas, implica poner los medios adecuados; por una parte incentivar al ciudadano a ser protagonista digno y por otra remunerar con holgura al que por un afán de servir se ofrezca a tal noble tarea. Estas son piezas fundamentales para recuperar España.

Basta con observar otros comportamientos en Europa para comprender la imperiosa necesidad de retomar la dinámica del nuestro. Por encima de la crisis que ha vivido el Reino Unido -un referéndum controvertido, la dimisión del presidente del gobierno, la rectificación de discursos de los más importantes defensores del no a la UE, la movilización de los ciudadanos que quieren seguir en la situación anterior- lo más importante ha sido la pronta elección de una sustituta para ocupar la sede del primer ministro. Seguir adelante y todo en pocas fechas.

Aquí nos lo tomamos con una parsimonia desesperante, no importa la pérdida de tiempo, la inmovilidad institucional, la falta de inversiones posibles, los gastos en sueldos sin trabajo realizado, el coste de la repetición de las elecciones, y todo ello con la irrisoria imagen de los diputados elegidos, en reuniones, en encuentros con el flash de las cámaras fotográficas, en ruedas de prensa, una plataforma propagandista de sus figuras y discursos engañosos. El acto cotidiano en política ha sido la hipócrita dialéctica, el uso de datos falsos y la ausencia de dimisiones; es de admirar que haya más allá de nuestras fronteras una predisposición a dejar los cargos a la mínima aparición de sospecha de corrupción y sobre todo al descubrir la mentira en labios de los que deben dar muestra de la ética más exquisita.

El dilema es estar a las puertas de una posible investidura en precario, sin programa de reformas aún y con comunicados a los medios, repletos de concesiones sociales pero sin explicar cómo las podrán llevar a término. La deuda es tan descomunal que requiere una pronta reducción de la estructura del Estado, en cambio los políticos siguen ocultando esas cifras y llenan sus arengas con las muchas partidas económicas que destinarán a esos delirios sociales.

Europa ha vuelto a sufrir el latigazo terrorista, muchas víctimas inocentes, entre ellas niños a los que no han sabido proteger los poderes públicos. Este grave problema, ya  lleva meses mostrando su más terrible rostro, y poco se ha hecho o por lo menos no han calado hondo las medidas a tomar. Un modelo de convivencia que tiene como piedra angular la libertad y la ley, exige un instante para reflexionar: La libertad para pensar, valorar, decidir, para escuchar e intentar comprender, pero también para poner los medios que impidan la gestación de espacios de radicalismo, de violencia irracional y de odio a nuestra cultura, a nuestros valores; La ley para permitir la convivencia y la solidaridad, para garantizar la igualdad de todos sin exclusión alguna, siempre que la acaten.

Tampoco ha entrado este grave problema en el debate político, no conocemos los máximos y mínimos que defiende cada uno de los cuatro líderes con más opciones. Vamos a ciegas y luego surgen los desengaños y lo peor es que no hay en ocasiones remedio. Después, todos los aprendices a político han hecho acto de presencia en el minuto de silencio, han pronunciado palabras de repulsa al atentado, han ocupado su lugar ante las cámaras, hasta sus atuendos estaban ajustados al luto ambiental. Horas más tarde contradicción absoluta, se tilda a esas masacres de actos delictivos y en aras de la tolerancia se descarta tomar medidas para atajar la siembra de la barbarie.

En las circunstancias más fáciles y en las más tensas que son constantes en la sociedad, la política y los candidatos a ella han de estar a la altura exigida, y si se equivocan deben retirarse a tiempo, es la gallardía del responsable y la salvación de todos nosotros.

febrero 2nd, 2016 by lasvoces

Cruciales son los días y las semanas próximas para el futuro de España

La vanidad facilita anunciar reflexiones y planteamientos muy poco coherentes. Una predisposición humana como ésta, puede ser no arriesgada cuando las consecuencias son leves, en cambio adquiere tintes dramáticos cuando son desestabilizadoras. En política son frecuentes los actos vánales sin previa

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

valoración, es más rentable encandilar al súbdito que alentar al ciudadano a meditar sobre lo que puede ser más beneficioso. Barcelona, 2 de febrero 2016. Artículo de Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Una mujer con una bandera de España en una plaza de la patria española. Foto Buscatrabajo.org.

Una actitud que está de moda y que se pretende acuñar como parcheo a todos los problemas que estamos obligados a soportar, es el mantener el falso debate “la nueva política mejor que la vieja política”, “los políticos jóvenes más reconocidos que los de más edad”, con un sibilino planteamiento para descartar sin exclusión todo lo hecho antes e incluso la transición democrática, y además a todos los que han participado hasta este momento. Las soluciones exitosas no dependen de la edad sino de la inteligencia y en esta tesitura la realidad presente no dista tanto de la del pasado: mismos agentes, los hombres, y mismas tensiones, las grandezas o mediocridades humanas; no cabe justificar nuestra vanidad blandiendo en voz alta el desarrollo científico y tecnológico del momento actual, pues sólo es un simple espacio en el que nos movemos, contando en primer término los sujetos y sus sensibilidades íntimas.

Plutarco, siglo I d. JC, en la Roma imperial, manifestó” el verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines, donaciones y regalos” sabia afirmación en el momento histórico que la vio nacer, pero incluso ahora está vigente y es necesaria para comprender los importantes errores que se han cometido, errores que han deteriorado la política al desvirtuarla en su esencia.

Los partidos han dejado de ser plataformas de ideas, proyectos serios y viables, para trufarse de innumerables concesiones a favor del votante. La facilidad con que se juega con el dinero de los presupuestos al hacer creer a una parte del electorado que todo es gratis, cuando en realidad sale de los impuestos, inyecta en la masa social una actitud soterrada de dependencia. El populismo está calando y es debido a la falta de pluralidad informativa que reina en las televisiones de mayor audiencia, altavoces de propaganda de masas, pero hay otro factor importante que agudiza la situación, la baja calidad del modelo educativo. No se educa ni se informa al ciudadano para que en parámetros de libertad pueda discernir lo adecuado en cada momento.

Si con espíritu curioso repasamos los” discursos recientes”, de dos años hacia aquí, son visibles los engañosos favores que están dispuestos a ofrecernos: todos por el simple hecho de vivir, tenemos derecho a un salario, a una vivienda, al suministro de luz, agua, gas, a la plaza escolar, a la universidad, sanidad y dentro de poco a un coche de gran lujo y a vacaciones en el Caribe, eso sí, todo gratis, el maná bajará del cielo, mejor dicho, para ajustarnos más al lenguaje laico de lo políticamente correcto, descenderá del espacio con platillo volante incluido. Dicho así parece un guion de una farsa literaria, cuando en realidad es una descripción sin engaños y sin analgésicos atenuantes. Te seducen con falsos espejismos, que después has de pagar con el IVA, con el IRPF, con el IBI, con los impuestos camuflados en la gasolina, en la factura de la corriente eléctrica y con otras muchas más sangrías. Pero gran parte de la población o no quiere o no alcanza a saber que de esos euros recaudados, se pagan sólo algunas prestaciones sociales, pues antes se ha de cubrir las sisas que se dispensan a sí mismos los representantes públicos.

Desde que fue escrito el Lazarillo de Tormes muchos siglos han pasado, los suficientes para haber aprendido los españoles a ser honrados y en especial los representantes públicos. Constatamos que no hay enmienda, continuamos pagando un peaje mortal, la drávida al “listillo de turno” y sonreímos cuando el operario nos camufla el pago de un arreglo sin factura, no percatándonos de que incentivamos con este gesto a los ladrones de guante blanco, los que ejercen sus funciones de presidentes, de diputados, alcaldes y concejales. Lo que prima es conseguir dinero: si para ello ha de venderse la vida privada y destrozarla ante una pantalla televisiva, no importa; si se ha de retener un expediente en un cajón para que se eternice, no importa quién salga perjudicado; si se obliga a mentir o a callar ante un tribunal, no importa que culpen a un inocente, el delincuente compensará; si se ha de engañar en un debate público para conseguir el poder y las remuneraciones que comporta, no vale inmutarse; si se mete la mano en el erario público que repercute en más impuestos a los ciudadanos, es indiferente, mientras que el autor salga impune.

El ser humano necesita desafíos y no conseguirá superarlos si no desarrolla sus capacidades y su recto proceder. Siempre ha sido así. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” nos dejaron por escrito nuestros antepasados. El verdadero bienestar es propiciar el desarrollo económico, facilitar la creación de puestos de trabajo, incentivar el estudio, el aprendizaje laboral y acompañarlo con la honestidad. Tenemos derechos pero también obligaciones, esforzarnos, estudiar, colaborar, ya que el conjunto de los ciudadanos, o sea el país necesita a cada uno de nosotros. Es de necios pretender tocar una estrella sin subir a una “escalera”. Primero hay que descubrir las estrellas , captar su belleza, querer rozarlas, conseguir un trabajo remunerado, adquirir la escalera adecuada, estar bien físicamente, lanzarse a subir con estabilidad y finalmente si aún te interesa el proyecto, rozarlas con la punta de tus dedos. Son varias las etapas a cubrir para alcanzar las metas posibles, etapas que requieren dedicación pues casi todo se puede lograr si uno se lo propone, pero llegado el caso que no fuera así, nos queda la satisfacción de haberlo intentado sin atajos engañosos.

Cruciales son los días y las semanas próximas para el futuro de España, observemos bien el comportamiento de nuestros representantes, califiquemos sus conductas, la sinceridad de sus opiniones, y luego obremos según consideremos qué es lo mejor.

La crítica situación a la que hemos llegado se debe en parte a la poca exigencia en nuestras vidas personales y en gran medida en la vida pública. No queramos falsos reclamos pero tampoco a los que nos los venden y sobre todo a los que nos engañan presentándose como salvadores. No se avanza con salvadores sino con personas responsables que valoren con seriedad y tiento no sólo lo que hay sino también lo que se avecina.

 

enero 17th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: El expresidente catalanista Artur Mas Gavarró (i) junto al nuevo presidente Carles Puigdemont Casamajó (c) y la presidenta del Parlamento Carme Forcadell Lluís (d9 durante la toma de posesión. Lasvocesdelpueblo.

No hay ideología ni interés alguno por encima de la integridad de España

Todo lo que nos aturde en estos días surge de la pesebrera en el que nos hemos acostumbrado a estar. Dura es la afirmación aunque acertada. El trabajo, las preocupaciones familiares, las actividades lúdicas nos han aislado, nos han encerrado en lo nuestro, y ese círculo creado paso a paso ha impedido que no viéramos más allá de lo cercano, en todo caso estaba la televisión, el cine o las escapadas de fin de semana para

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

toparnos con otras realidades, que observábamos como historietas de un pequeño libro de cuentos pero que quedaban olvidadas al regreso a la cotidianidad.

Ahora afloran la preocupación, la duda y la angustia por lo que pueda acontecer después del fraude realizado con el pacto para elegir al presidente autonómico catalán, un pacto sombrío, conseguido -in extremis-; no valen las urnas tanto si son de cartón como si están homologadas por ley, a los nacionalistas sólo les importa su esquema mental extraviado, anclado en un pasado superado, y todo lo que no sea “casa nostra” es la barbarie; tachando de invasores a los que no se les considera nativos del lugar y por eso necesitan tirar hacia delante el “Procés”, lo que permitirá a los que conservan la esencia identitaria o en todo caso a los que la han adorado al renunciar sus orígenes, repartirse los cargos y fuentes económicas: la organización territorial en autonomías ha permitido más reparto de poder y esto para los nacionalistas ha sido la clave para controlar férreamente los órganos de gobierno correspondientes y también los aledaños sociales.

Pero nuestra desgracia no queda aquí, se complica mucho más cuando empezamos a observar el desgaste sufrido por las instituciones, el escenario es el Congreso, y los actores son los Diputados. Estampa inmortalizada para la posteridad, atuendos, verborreas al asumir el escaño, gestos impropios. Un Mariano Rajoy invernado para mayor gloria del PP, un Pedro Sánchez histérico en la búsqueda de acuerdos camuflados para no ser descartado por el PSOE, un Albert Rivera sin posibilidad de dar una imagen de liderazgo definido porque la existencia de C’s es el resultado de votos de la izquierda y de la derecha y un Pablo Iglesias con una oratoria creada en la barra del bar de Podemos, son los políticos que van a decidir nuestro próximo mañana, nuestro equilibrio económico, el plan de estudios de los escolares, las pensiones, el funcionamiento sanitario, entre otras muchas cosas de vital importancia y en una situación muy delicada al tener frente al Estado los kamikazes más destructores, los nacionalistas, abanderados del enfrentamiento, del odio, de la diferencia, del privilegio, del racismo que corroe a cualquier mente no preparada y sin antídoto, sólo disponiendo de un elemento muy poco firme y tendón de Aquiles, el sentimiento.

Si el voto ciudadano es el que decide y si el mismo término de democracia significa el poder del pueblo, es inconcebible que los partidos políticos obligados a acatar las decisiones ciudadanas sean los que desempolven lo más nefasto del periodo de la Restauración -el pucherazo-. La CUP cede diputados para que el cómputo permita al señor Puigdemont ser presidente de la Generalidad, el PSOE hace lo mismo para que ERC y los sucesores de Convergencia tengan grupo parlamentario con su correspondiente subvención, y para más desprecio a las decisiones de los contribuyentes, el PP avala tal decisión mintiendo sobre el tanto por ciento conseguido por los separatistas.

Si la ley electoral no respeta la equidad de los votos de los españoles dando más valor a unos que a otros, y ahora para más oprobio de la democracia, los que dicen por boca del señor Rajoy que defenderán el cumplimiento de la ley, se burlan de ella al dar mayor fuerza a los que atacan a nuestra Nación, ¿Qué nos queda hacer?. La complicada legislatura que se plantea, nos aconseja no cambiar la Constitución, en ella están detallados los valores que definen la democracia, los asentamientos de la Nación y del Estado, los derechos de los ciudadanos, lo que no impide su reforma si los tiempos lo piden, pero siempre sin extirpar la esencia, “la soberanía nacional”. No hay ideología ni interés alguno por encima de la integridad de España.

No queramos presenciar más aquelarres, los formalismos son necesarios en una sociedad estructurada en un ambiente de respeto y de pautas correctas, no queramos que lo asambleario deje la calle y ocupe los espacios de autoridad política , no queramos trivializar los gestos más bellos de la maternidad, no queramos apuntalar al margen de las urnas a los que insultan, humillan y desprecian a una parte importante de los españoles, no queramos confraternizar con los violentos, con los integristas, con los que ponen precio a los más altos principios de una sociedad, dispuesta a organizarse entorno a la justicia y a la libertad.

noviembre 21st, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: El presidente catalanista, Artur Mas Gavarró (c) arropado por su gobierno, alcaldes separatistas, ERC, CDC, CUP, ANC, AMI, Ómnium Cultural ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), en una clara campaña de opresión y de “ataques directos” al TSJC liderada por el consejero de Justicia de su propio gobierno, a raíz de su imputación y declaración ante el TSJC del pasado 15 de octubre 2015. Lasvocesdelpueblo.

El Nacionalismo sigue movilizando en España sentimientos azuzados por mentes poco dadas a la razón

“Mientras yo sea presidente de España, no habrá ruptura” así se expresó la más alta personalidad del poder ejecutivo. La grave situación que se

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

cierne sobre España requería una afirmación de más calado jurídico, no un reclamo preelectoral. Después de oír la frase a modo de sentencia se extendió el silencio, la perplejidad y el arrebato de muchos ciudadanos.

Ciudadanos a los que la trivialidad de los políticos de turno ha golpeado profundamente por promover o facilitar la destrucción de lo generado con mucho esfuerzo; ciudadanos, allá por el año 1950, adolescentes que con su escaso primer sueldo de aprendiz experimentaron el reconocimiento de trabajador en un pequeño taller; jóvenes de estratos sociales populares, que accedieron a las aulas universitarias después de haber estado horas descargando fruta en los mercados centrales de distribución; padres de familia murcianos, extremeños, andaluces que forzados por no ser incluido su municipio en los planes de desarrollo del Gobierno de entonces, abandonaron su querido pueblo para darles una mejor vida a sus hijos en unas urbes inóspitas y hasta en ocasiones hostíles; ciudadanos de diversas edades que dominaron a destajo las máquinas de la industria téxtil; trabajadores en fín que se apuntaban a aumentar una hora más su larga jornada laboral, no para disfrute de unas idílicas vacaciones estivales sino para cubrir las necesidades diarias; ciudadanos que disfrutaron de encuentros familiares con un vaso de vino y una zarzaparrilla.

Pasados los años llegó el momento de equipararse a la Europa constitucional, fue entonces cuando esos ciudadanos se entregaron sin reparos a la causa y recibieron con ilusión el proceso democrático, el modelo territorial que se les ofrecía porque los españoles necesitaban una transición pacífica y una convivencia que los acercase sin marcar diferencias, olvidando los agravios; el primer Parlamento Nacional fue ejemplo de la concordia: diputados comunistas con un pasado necesitado de olvido, socialistas definidos como tales, para marcar distancias de sus familias con carrera económica y política durante décadas, conservadores reconvertidos, liberales aflorados, muchos tecnócratas y todos en un pacto por la transición democrática.

Legislatura tras legislatura se les ha distanciado del deseado modelo, y se lo han transformado en una mesa de poquer para poder cantar premio seguro, una carta   escondida en la manga que a muchos arribistas les ha permitido vivir a costa de los impuestos e incluso enriquecerse; aquel proyecto político que con la tutela de la ley auguraba progreso social, desarrollo educativo y diversos modelos de vida en libertad , ha quedado reducido a una carcasa vacía de valores y falta de cualquier interés por el bienestar de la ciudadanía.

Día transcurrido, aumenta la incertidumbre pero no sólo ante la crítica situación económica sino también por los fraudes de ley, que algunos políticos vestidos de falsos jabatos osan hacer. Nos hemos olvidado de exigir a los que dirigen las altas Instituciones del Estado, incluido las autonómicas, cuotas altas de preparación y de honradez, lo que ha derivado en unos representantes incapacitados por curriculum, con disfraces de ocupas e incluso aficionados a las comisiones, a trapicheos, a enchufismos y a verlas venir con “moderación impertérrita”.

Aquellos ciudadanos, conscientes de sus responsabilidades familiares, laborales y sociales, fueron capaces de levantar un país desolado por enfrentamientos fraticidas; consiguieron superar el atraso académico, poner en vías de desarrollo el medio rural y espandir el sector fabril en los municipios más poblados, pero ahora, frente a sus ojos se ha planteado en la Cámara autonómica catalana un debate asolador, dirimir el asalto al Estado, a la Ley e iniciar la fractura de la Nación.

La Cataluña actual con peso específico en número de habitantes y en nivel económico, es el resultado de muchos años de vida en común con el resto de españoles tanto fuera de los límites del territorio catalán como dentro de él; costumbres, hábitos y formas de pensar distintas o no, se incorporaron y se mezclaron para generar una sociedad plural y eso fue bueno, todos salieron beneficiados, unos y otros. En ese contexto los nacionalistas, abrazados a sus tesís excluyentes, no se han ajustado a la realidad actual, se han querido trasladar a un país de laboratorio y han forjado su idílico mundo: “Martas i Jordis”, reunidos alrededor de una mesa con un menú de pan tostado con tomate, una “escalivada” y todo ello regado con vino, pero en “porró”, han aumentado sus cuentas corrientes y regalado buenas prebendas a los deseosos de recoger la calderilla en nombre de la IDENTIDAD. Han faltado a la democracia, lamentablemente apoyados en años por el séquito que todo poder déspota fomenta, medios de comunicación escritos, asociaciones, organismos profesionales, emisoras de radio y televisiónes subvencionadas con dinero público.

El Nacionalismo, a pesar de los estragos que ocasionó a Europa en el siglo pasado, sigue movilizando en España los sentimientos azuzados por mentes poco dadas a la razón. Muchos han de recapacitar y medir su parte de culpa, pues en un supuesto sistema de libertades cada acción u omisión realizada por pequeña que sea, es transcendente y tiene consecuencias posteriores. Si queremos enderezar nuestra vida en común y enfrentarnos a los monstruos que nos acechan , no hay otra alternativa más que despertar de ese letargo en el que nos encontramos y valorar con capacidad crítica a los protagonistas del derrumbe institucional.

Es el momento de introducir cambios profundos en la estructura del Estado, simplificarlo a la medida de nuestro nivel demográfico y económico, jubilar a través del voto a los políticos e incluso a los partidos que son generadores de corrupción, cuyo único fín es sólo su lucro personal, ilegalizar los que tienen la violencia como arma política y ser implacables con los que no acatan la ley , no respetan las sentencias de los tribunales de justicia y avasallan los derechos de la ciudadanía.

Una sociedad revestida con un halo de dignidad no debe permitir que políticos o aficionados a serlo, se arroguen a usurpar la soberanía popular, mercadeando los apoyos parlamentarios con la única intención de destruir un patrimonio común de lustros, legado de nuestros antepasados y herencia destinada a nuestros jóvenes.

La unidad prevalece por encima de los enanos de papel que han ilustrado las páginas de tantos cuentos nefastos, inventados y relatados en estos años de democracia; nos han narcotizado con multiples llamadas al consenso, al diálogo como si en eso consistiese unicamente un sistema parlamentario, cesión paulatina y constante a los hostiles a la Nación española. El golpe de Estado, dado desde las propias instituciones, tiene su origen en las constantes presiones de los nacionalistas, ansiosos e insaciables a pesar del balsamo suministrado desde los gobiernos sucesivos de derecha y de izquierda. De hechos consumados, hemos de sacar válidas conclusiones: a una ideología identitaria que pretende conseguir privilegios, no se le puede tratar con concesiones al margen de la ley, pues no se la reduce, se la hace más fuerte y con ello destruimos el Sistema democrático.

Aquellos ciudadanos, los que están ya en nuestro recuerdo y los que aún siguen en su actividad anónima, merecen un profundo respeto por la responsabilidad y el amor que mostraron a su país. ¡Tomemos el relevo!

agosto 21st, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Se ha significado en negativo a la Derecha desde el inicio del sistema Parlamentario Liberal y se le han achacado todos los males, desastres y barbaridades posibles. Ella, según esos criterios, es la causante de las guerras, de la pobreza, de la desnutrición, de la desforestación y sobre todo de la proletarización o de la insolidaridad, el de no preocuparse de la gente, que es el término de moda al uso. Tampoco hay que obviar los planteamientos esgrimidos por los que ven con mente obtusa a la Izquierda en general de inepta, de demoniaca ya que los métodos son tan inmorales como los anteriores, aunque de este lado hay un elemento nuevo que son los medios de comunicación, mayoritariamente con visión pro Izquierda sin olvidar las cuñas nacionalistas en ciertas Autonomías. Barcelona (España), domingo 21 de agosto de 2016. Fotografía: Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto archivo Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo.

Se nace libre por encima de lo que restringe la herencia genética y la situación social de la familia. A partir de ese momento el individuo empieza a aprender y a recibir influencias desde el entorno. Todo lo que le rodea se conjuga con su Yo y de ahí surge su carácter. Los condicionantes son muchos -a veces orientan, en ocasiones modelan y en otras se imponen-.

Todos estamos llamados a intervenir en las actividades que la sociedad suele desarrollar. La pluralidad es la manifestación más espontánea de un colectivo, por eso es lógico que en el ámbito de la participación política las distintas sensibilidades se muestren sin coacción alguna. Los únicos excluidos de esta espontánea actividad son los que atropellan la ley, la garantía de la convivencia. La terminología propia en los usos de gobierno y de gestión está marcada por los vocablos Derecha e Izquierda -aunque dentro de esa escala se identifiquen conservadores, liberales, socialdemócratas, comunistas-. Los dos conceptos anteriores tienen la misma legitimidad de existir y de representar a los ciudadanos. El sistema democrático ha sido organizado tanto por los componentes de uno como por los del otro y además han participado ambos en los éxitos y fracasos que hayan podido surgir en ese proceso. España no es diferente a otros países europeos, la historia de todos se ha ido escribiendo de una forma paralela, salvando ciertas especificidades. Hace ya bastantes años iniciamos esa gran aventura después de los altibajos que se fueron sucediendo a lo largo del siglo XIX y parte del XX, pero lo que no hemos acabado de abandonar es la carga negativa de los términos de adscripción política, una carga arrastrada de épocas ya pasadas y no válida en la actualidad.

Democracia es disenso, transparencia, honestidad pero sobre todo respeto. Las dos opciones ideológicas tienen el mismo reconocimiento legal y de partida la misma capacidad de poder ofrecer a la sociedad las mejores cotas de bienestar, el mejor proyecto educativo, la más alta tasa laboral de puestos de trabajo, y así en las restantes áreas de acción. La práctica, según los medios empleados y la intensidad del esfuerzo para alcanzar las metas previstas, dará a un sector o al otro el reconocimiento del ciudadano.

Estamos en un impasse, diputados y senadores pero sin Presidente de Gobierno. A pesar de haber acudido dos veces a las urnas ha sido imposible constituir un Ejecutivo en la primera tentativa y en la segunda parece que se puede reproducir la frustración anterior. De pronto, el hastío reinante se ha visto alterado por la necesidad imperiosa de protagonismo del señor Albert Rivera; un paso adelante hacia un acuerdo con el candidato del Partido Popular, gesto muy parecido al que hizo en la anterior legislatura con el intento de investidura del candidato socialista, el señor Pedro Sánchez. Los protagonistas no alcanzan el nivel que requiere la tarea de gobernar. Muchas son las frases pronunciadas por los distintos líderes antes y después de las urnas, pero si las intentamos entender no contentan por su vaciedad. En vez de acometer los puntos programáticos y discutir sobre ellos y promover un acercamiento en vistas de facilitar el ritmo democrático, se dedican a esquivar todo lo que sea compromiso. El señor Pedro Sánchez con tono altivo subestima a la Derecha hasta extremos de insistir en que entre la Izquierda y la Derecha no hay nada en común que tratar y enfatiza en que él lidera la oposición para eliminar todo lo que ha hecho en la legislatura el Gobierno de Derechas. Por su parte el presidente de Ciudadanos se ha esforzado al máximo en alejarse de ese espacio de la Derecha para no ser identificado con el arquetipo endosado a esta denominación política. Con estos estilos de hacer estamos entrando otra vez en un terreno muy peligroso, un terreno de crispación, el de darle al otro, con el que se comparte el amplio espacio político, el estigma de ser el antihéroe cuyas características, signos distintivos son contrarios a los suyos o sea malos. Se ha significado en negativo a la Derecha desde el inicio del sistema Parlamentario Liberal y se le han achacado todos los males, desastres y barbaridades posibles. Ella, según esos criterios, es la causante de las guerras, de la pobreza, de la desnutrición, de la desforestación y sobre todo de la proletarización o de la insolidaridad, el de no preocuparse de la gente, que es el término de moda al uso.

No se conseguirá una vida social sana hasta que no empleemos los mismos parámetros al enjuiciar a un sector político igual que al otro. Utilizar en la dialéctica criterios estigmatizadores es envenenar a la sociedad, es no ofrecerle a los individuos la oportunidad de ser ellos los que den su veredicto final y apoyen a la ideología que crean que puede solucionar mejor sus problemas. Si volvemos al principio del escrito, cada persona es libre de ir formando su carácter de la manera que le sea posible o que quiera; si alguna limitación “fortuita” puede impedirlo es de lamentar y hay que procurar enmendarlo, pero lo que no se puede permitir es que esa limitación sea pensada, prefabricada y echada a andar cuanto más por una fuerza política, utilizando el escarnio al otro para magnificar sus propias propuestas. En la memoria está el uso sectario del dóberman, del cordón sanitario, de ir al notario para dejar constancia de rechazo, de lanzar el calificativo fascista. Las referencias son suficientes para dar firmeza a la reflexión expresada. Rehuir por salud democrática de esos procedimientos obscenos es lo más viable y conveniente.

Tampoco hay que obviar los planteamientos esgrimidos por los que ven con mente obtusa a la Izquierda en general de inepta, de demoniaca ya que los métodos son tan inmorales como los anteriores, aunque de este lado hay un elemento nuevo que son los medios de comunicación, mayoritariamente con visión pro Izquierda sin olvidar las cuñas nacionalistas en ciertas Autonomías. Imprescindible y complementaria al sistema democrático es la pluralidad informativa que ha sido sesgada por la intervención sectaria de los políticos. Las subvenciones a la prensa escrita, las concesiones arbitrarias de emisoras de radio y televisión, los monopolios provocados por el reparto de la propaganda ha incidido en negativo mermando la tan necesaria pluralidad y en gran medida la profesionalidad periodística. Una dificultad más es la fragmentación en “taifas” de las cadenas autonómicas que han alambicado todo el proceso informativo. Esta tendencia a opinar sin argumentos, con mente dogmática embrutece la trayectoria social. Ahora más que nunca necesitamos una ciudadanía capaz de superar los socavones que nos han colocado en el camino y que por displicencia los hemos sorteado dando un rodeo cuando lo correcto hubiera sido haberlos arreglado. En política nunca debe dejarse para otro momento lo que requiere enmienda inminente. Habrá que repetir infinidad de veces que los elegibles para el servicio público deben tener una firme preparación y una experiencia activa en el mundo socioeconómico, no vale cualquiera, todos tenemos derecho, pero se han de cumplir unos requisitos como en otra actividad humana.

Una más de las alteraciones democráticas ha sido introducir la mentira en el discurso. El engaño parece ser el salvoconducto preferido para embaucar a la sociedad, engaño con la difamación al contrincante político, engaño con las promesas en campaña, sabiendo que son imposibles de cumplir o que no está en los planes del partido cumplirlas, engaño por cobardía ante lo políticamente correcto. Si con cierta insistencia nos apabullan con los resultados de encuestas que esconden cierto deseo de influir en la predisposición del elector, sería más interesante saber el grado de valoración que los políticos tienen del ciudadano porque viendo la cínica manera de expresarse, la farsa que suelen montar para hacer creíble lo canallesco, nos permite comprender que somos muñecos en sus manos, que cuanto menos informados estemos y menos preparados, ellos podrán hacer creíble lo más inverosímil: el gasto público.

El gasto público es tan descomunal para un país de las dimensiones geográficas, demográficas y económicas de España que es imposible que lo superemos si no se toman medidas lo más pronto posible. Los impuestos de los ciudadanos deben de ir dirigidos con prioridad a las tres áreas que vertebran socialmente, Sanidad, Educación y Pensiones, y luego a lo que constituye la maquinaria necesaria del Estado. Cuando dirigimos la mirada a otra nación europea con la intención de comparar, se aprecia la cantidad de entidades y personal que sobra en nuestra Administración -amigos de políticos y de partidos-, cuyo único fin es vivir del erario público en detrimento del gasto social. Algunos de esos puestos prescindibles van acompañados de unos sueldos desmesurados y lo más inmoral es que a la mayoría de los que llegan a ocuparlos no les avala ni un Currículo ni una experiencia profesional. Los datos más recientes nos indican que las Comunidades Autónomas han aumentado el número del personal contratado contraviniendo lo marcado por la Comunidad Europea. La obsesión de las distintas administraciones de hacer creer que aumentar la inversión y engrosar el cuerpo de trabajadores públicos es la solución, carece de realidad, procedimientos que no generan riqueza para el país, todo lo contrario, gravan negativamente los presupuestos del Estado a costa de la carga impositiva sobre los ciudadanos. Basta recordar el “Plan E” del expresidente, señor Zapatero, una inversión fantasma en cuanto a eficacia, ya que se gastó en comparación más en carteles propagandísticos que en el objetivo de salida.

El peaje de seis puntos de obligado cumplimiento para el candidato al debate de investidura, noticia que llena las páginas de los rotativos, no tendría que centrar nuestra atención, lo trascendental sería buscar medidas legales y políticas, unidad constitucional, para impedir los graves sucesos que se avecinan en el País Vasco y en Cataluña.

Mientras no nos ofrezcan los políticos imágenes o manifestaciones más interesantes que las triviales caminatas del presidente en funciones, el señor Rajoy, las jornadas playeras del señor Sánchez, la presencia ante la prensa del señor Rivera con corbata o sin ella según el momento y el periodo emprendido de meditación del señor Iglesias, los ciudadanos por la experiencia vivida debemos aprender a saber exigir, saber votar y saber valorar lo que nos interesa por encima de las prevenciones que nos generan los interesados en manipular nuestra voluntad. No permitamos que nos quiten esta parcela de libertad, nuestro protagonismo en la Política desde la Izquierda o desde la Derecha.

junio 19th, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – El clímax alcanza su mayor intensidad. La sociedad se encuentra en un estado de ánimo expectante. Los partidos políticos con ropajes de mercaderes. Las encuestas desorientando. “No queremos una campaña crispada”; “el cambio con nosotros”; “los únicos que hemos dialogado”; “somos una palanca para el gobierno”. Son las frases repetidas en el continuo pregón que dura demasiado, medio año. Ausentes el colectivo de feministas cuando deberían en estos momentos de tensión pública estar más presentes con sus reclamos: Unas mujeres agredidas en una carpa informativa pro la selección nacional de fútbol; en Barcelona, la candidatura electoral de VOX rechazada por Fiscalía con la argumentación de no cumplir la cuota de paridad, el número once una mujer en lugar de estar en el diez, decisión que ha derivado en la imposibilidad de ser votada cuando lo más correcto hubiera sido rectificar el orden y así cumplir con el espíritu de la ley -ninguna mujer marginada-; un debate electoral televisivo sólo de mujeres, al estilo de la Atenas del siglo IV antes Jesus Cristo en donde las féminas tenían un lugar reservado, el gineceo, e incluso al modo de «Al-Ándalus», en el que el denominado “sexo débil”, nunca mejor dicho, estaba confinado en el harén. Sant Cugat del Vallés (Cataluña) España, domingo 19 de junio de 2016. Fotografía: Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo.

El Ejecutivo se escuda en que está en funciones, pero con capacidad de entregar, en vísperas de elecciones generales, mayor porcentaje del fondo de ayuda a la Comunidad Autónoma que está lanzando un órdago al Estado, deslealtad a la Constitución. La alcaldía de Madrid impide la contratación de miles de puestos de trabajo al vetar planes urbanísticos de gran relevancia, la de Barcelona dificulta la labor de las fuerzas del orden frente a los okupas violentos, lo que fomenta la crispación. Muchos otros hechos se podrían enumerar para completar las anomalías que se amontonan, sucesos que crean un desconcierto general.

El Estado tiene que mantener la prevalencia de la ley y su cumplimiento, defender la seguridad de los ciudadanos frente a cualquier violencia

Si afirmamos que la acción política debe crear el marco legal adecuado para que los sectores sociales impriman su ritmo, esta última legislatura no ha respondido a las expectativas anunciadas por el señor Rajoy; se cansó de insistir en campaña, una y otra vez, las muchas reformas necesarias, pero a la hora de la verdad sólo se aplicó en paliar algo la situación económica. Cuatro años de mayoría absoluta, fundamentales para enmendar los desaguisados, han sido cuatro años desperdiciados. España continua en tierras movedizas y la causa supera cualquier coyuntura sobrevenida desde el exterior. La debilidad que la pone en situación de emergencia es su estructura interna y las normas legales que marcan su funcionamiento. El Estado tiene que mantener la prevalencia de la ley y su cumplimiento, defender la seguridad de los ciudadanos frente a cualquier violencia, facilitar a todas las personas el acceso a la asistencia sanitaria, a la educación y al amparo de los tribunales de justicia. Las otras muchas prestaciones puede propiciarlas la sociedad en un marco legal que le permita realizarlas.

Algunos servicios propios de la Administración no se ejecutan ni a niveles locales, autonómicos ni nacionales, lo que ha extendido la sensación de desprotección. La ausencia de la aplicación de la ley y de la presencia del Estado, ha alimentado los ímpetus de los que tienen puesto el leitmotiv de su existencia en la destrucción del sistema democrático o en la desaparición de la Nación española; los primeros con propuestas sacadas de fórmulas no viables, ya usadas y fracasadas, un Comunismo dispensador de pobreza y secuestrador de las libertades; los segundos con un discurso lleno de engaños y de tintes identitarios, dificultando el aprendizaje de la lengua española, paso intermedio en su gran proyecto nacionalizador. La calle está plagada de  vendedores ilegales, muchos edificios ocupados por quienes funcionan en la clandestinidad, abucheos en la vía pública, insultos y deseos de muerte en los Twitter, asaltos a tenderetes de propaganda de partido y banderolas electorales arrancadas.

El nacionalismo, la más dañina ideología que enfrenta a los ciudadanos y a las comunidades autónomas, no centró el interés del debate

En tal desorden, los espectadores de la pantalla televisiva han accedido al único debate diseñado a gusto del poder, cuatro candidatos a ocupar la Moncloa. ¿Porqué no cinco o seis? Es posible que la respuesta sea – sólo son invitados los que tienen representación parlamentaria-, sentencia falsa pues en el que hubo en los anteriores comicios se descartó a UPyD que sí la tenía. Acabado el intercambio de propuestas, réplicas y contrarréplicas por parte de los dirigentes políticos, es pertinente interpelar por la ausencia en sus discursos de uno de los más graves problemas que tiene el país: El nacionalismo. La más dañina ideología que enfrenta a los ciudadanos y a las comunidades autónomas, no centró el interés del debate y posiblemente fue intencionado el olvido. Les hubiese obligado a definirse con claridad pero a lo mejor para sus intereses partidistas no fuera conveniente. La Lacra que arrastra la democracia desde sus inicios y que la ha perjudicado. Los primeros de lista al Parlamento no fueron leales, no mostraron la altura moral que debe manifestar cualquier candidato a la presidencia de un país. El daño casi irreversible de muchos años de adoctrinamiento sobre la población menos informada, la de corta edad, no les ha obligado a tratar sin cortapisas uno de los problemas de mayor interés nacional. Irregularidad que ha forzado a muchas familias a cambiar de domicilio, de colegio, a sufrir persecución en el trabajo, en las diligencias administrativas y a no tener derecho a la información en el idioma oficial del Estado.

Terminada la presencia de los dirigentes políticos en el espectáculo audiovisual, los comentarios emitidos por los medios adquirieron rasgos pintorescos desde la vestimenta, arreglo del cabello, gestos, tono de voz, la dirección de la mirada, sonrisa sí, sonrisa no y otros detalles banales, sin olvidar las cábalas sobre la edad de los protagonistas. No tiene sentido que de un tiempo a aquí lo que se valore sea la juventud y el grado de belleza de los posibles presidentes. La política es una actividad transcendente para la vida de los ciudadanos y para hacer viable la paz social; sería imperdonable si la asumiéramos con una disposición superficial.

¿Sabemos acaso lo que proyectan en cuestión de pensiones, de emigración, de reformas estructurales? La demografía de la población está en declive y en poco tiempo será imposible mantener a las personas que hayan entrado en periodo de jubilación, pero ningún dirigente ha propuesto una reflexión profunda sobre su mantenimiento. La emigración está en la puerta de nuestras fronteras y no hay quién se enfrente a ella con el criterio debido que requiere este importante reto. Se ha de tratar con seriedad la defensa de nuestras raíces cristianas y con humanidad el socorro debido a las personas.

No puede recaer el funcionamiento del Estado en manos de unas élites insolventes, dispuestas sólo a llenar sus discursos de palabrería, de lisonjas fáciles y de ver cuál de ellos promete más favores

Por situación geográfica y por apuesta social somos un país regido por un sistema democrático lo que implica transparencia y eficacia en las decisiones tomadas. No puede recaer el funcionamiento del Estado en manos de unas élites insolventes, dispuestas sólo a llenar sus discursos de palabrería, de lisonjas fáciles y de ver cuál de ellos promete más favores con los que conquistar al mediocre ciudadano, que es así como nos consideran. Ante este panorama inevitable se requiere un llamamiento a toda la población para que valore su voto y sepa que depositado, no hay vuelta atrás.

No permitir más corrupción, no consentir más banalidades, no más demagogias, ha de ser la referencia, y en especial se ha de primar la libertad, los derechos de las personas no los históricos, ni los de los territorios, ni los de clase, ni los de género, sino los de Todos sin exclusión alguna.

mayo 25th, 2016 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) Si el españolito de a pie vive en Cataluña, pierde sus más elementales derechos que son la libertad y el amparo de la ley. Realidad con una implícita advertencia: Aquí reina la república nacionalista-secesionista. Si se deja someter, forma parte de los siervos de la gleba, pero si está convencido que este calificativo responde a épocas finiquitadas y osa enarbolar el libre albedrío, facultad humana de obrar por propia elección, es estigmatizado; “no es de los nuestros” le sentencian y no le atribuyen el ser considerado ciudadano catalán; “es español” le dicen con desprecio y con el agravante de la más profunda ignorancia, porque ser español le concede el ser catalán, por ser el primero un nombre genérico que incluye el segundo también genérico. Barcelona, 25 de mayo 2016. Fotografía: Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo.

Día que pasa, nos cansamos de oír una y mil veces la palabra demócrata y el calificativo democrático. Todos repiten constantemente esos términos como acreditación, en un país que dice gozar de democracia. Si fuera así, sería innecesario vociferar los términos salvadores con tanta insistencia. No se encuentra a faltar lo que se tiene, por el contrario se invoca cuando no se posee o se quiere hacer creer que se posee.

A pocas semanas de las elecciones generales sería gratificante estar convencidos de que acercarse a las urnas a emitir el voto, permitirá encontrar soluciones a las carencias existentes. Pero no es esa la situación que se vive. Por ser muchas las limitaciones que se han aplicado al sistema parlamentario-liberal en sucesivas legislaturas, ha resultado un modelo de participación ciudadana encorsetado. Quienes tanto alardean y viven de él, quienes no tienen interés en introducir reformas positivas para el propio sistema por si pierden los beneficios adquiridos , han logrado inhabilitarlo.

El ciudadano sin adscripción política y sin el voto debido, se encuentra en una deriva delicada, no tiene espacio posible de libertad para decidir el sufragio. La ley electoral que rompe la igualdad de los votos emitidos, el aval en firmas de los ciudadanos a los nuevos partidos como requisito para participar en campaña electoral, la falta de igualdad para acceder a los medios audiovisuales, las subvenciones de dinero público destinado a la campaña según el número de representantes que hayan conseguido las fuerzas políticas en la anterior legislatura, las encuestas dirigidas por los intereses del que las ordena y otras varias dificultades, distorsionan el sufragio. Después de considerar que no se siente representado por unos partidos ni por unos políticos que se han alejado de las pautas constitucionales, el ciudadano está en un callejón sin salida, se mueve en un dilema, quiere votar, pero le es difícil y hasta en ocasiones imposible.

El relato descrito no está dramatizado. La verdad siempre sale al encuentro por mucho que se quiera ocultar, obviar y escamotear. Los causantes del expolio serán señalados en corto o a largo plazo. Los anales de la Historia son implacables.

Si el españolito de a pie vive en Cataluña, pierde sus más elementales derechos que son la libertad y el amparo de la ley. Realidad con una implícita advertencia: Aquí reina la república nacionalista-secesionista. Si se deja someter, forma parte de los siervos de la gleba, pero si está convencido que este calificativo responde a épocas finiquitadas y osa enarbolar el libre albedrío, facultad humana de obrar por propia elección, es estigmatizado; “no es de los nuestros” le sentencian y no le atribuyen el ser considerado ciudadano catalán; “es español” le dicen con desprecio y con el agravante de la más profunda ignorancia, porque ser español le concede el ser catalán, por ser el primero un nombre genérico que incluye el segundo también genérico. Está en su país pero no puede ejercer y lo más grave, se le priva de los derechos inherentes a la democracia. Una y otra vez los pregoneros políticos insisten en vano: el nacional -se hará cumplir la ley- , es su letanía y el autonómico con la suya, -no hay intención de acatarla-. Hecho incompatible con el sistema democrático del que tanto alardean unos y otros. Y mientras tanto el ciudadano en una confusión total, sea por dejarse dirigir por enganches identitarios desde la escuela, desde las distintas emisoras radiofónicas y cadenas de televisión al servicio del poder sectario que preside las instituciones, o por habérsele marginado al no encajar en la futura tierra prometida monolingüe y arropada con la estelada, y lo más terrible por habérsele convertido en moneda de cambio de la mano de una clase política indigna de representarle. No queda aquí la anomalía democrática, pues si nos dirigimos algo más al sur del país, topamos con la Comunidad valenciana, una tierra a la que se la quiere desnaturalizar, hacerle perder su personalidad para convertirla en apéndice del imaginario imperio catalán y si se puede, también a las Islas Baleares y parte de Aragón. En este escenario, el Estado democrático, inexistente frente a las hordas nacionalistas, sigue prometiendo lo que no se ha dignado a mantener y ejecutar, la ley frente a los intentos de sortearla.

Es de sonrojo los muchos incumplimientos fiscales por parte de los que poseen mayor poder adquisitivo y de sonrojo supino el encontrar en la lista de defraudadores los que durante años han dado lecciones de progresismo social, jaleando que ser honesto, solidario y garante de las libertades es de izquierdas, mientras que mayoritariamente los trabajadores por cuenta ajena están cumpliendo cada año con sus obligaciones.

Para salvar esta sociedad de la pérdida de todo lo alcanzado, es imprescindible poner coto a la acampada en las instituciones de personas no preparadas ni moral ni académicamente. Los partidos se han ido convirtiendo en sectas endogámicas, que permiten existir en los puestos decisivos internos a los que se hacen adeptos, que suelen ser los menos preparados, los que no son capaces de hacer valer su currículum en el ámbito privado. Tiene que desaparecer la infinidad de beneficios que se dan los políticos a ellos mismos, si quieren en voz alta atribuirse el calificativo democrático: Menos días de trabajo al año, menos cotización para recibir una pensión, más indemnización por el puesto perdido, coches oficiales e infinitas subvenciones a asociaciones afines o gestionadas por ellos. Es difícil entender que los políticos diseñen su interesante ritmo de vida y en paralelo marquen los límites a la del resto de ciudadanos en pensiones, en precios de suministros domésticos, en todo aquello que es imprescindible para ser tratados con dignidad.

Si en todo el mundo, con el paso de los años las estructuras de gobierno, los dirigentes, los métodos de acción y la población han ido ajustándose según necesidades y posibilidades, ahora en esta encrucijada difícil, no nos queda más salida que transformar la estructura del Estado si queremos vivir con dignidad y respeto para con nosotros mismos. La salvación no sólo de la Democracia sino también de España y de los Ciudadanos, pasa por este peaje próximo, las elecciones del 26 de junio, una parada demasiado gravosa por los niveles de calidad tan bajos a lo que ha llegado la política. No hay debate de ideas, sólo interesa el poder y esquilmar más aún a las personas que constituyen la soberanía nacional; las movilizan como manada amorfa, de ahí el uso falso y constante de la palabra demócrata, convencidos los políticos de que al nombrarla, las mantendrán sumisas por temor a que les nieguen participar de ella. Llegado a este punto de manipulación innoble, una máxima es obligada, exigirles a los dirigentes de las fuerzas políticas, el respeto a la libertad. Esa meta será alcanzable si conseguimos despertar la conciencia cívica en cada uno de nosotros al eliminar la apatía que de alguna manera nos han impuesto.

Otro concepto emocional, no oral que ha compartido las formas habituales en la acción pública, es el “buenismo” desplegado por ciertos políticos y seguido por otros sin rechistar, otra forma de dinamitar la gran capacidad del hombre de llevar una vida libre, jalonada de momentos de diverso signo, sean exitosos, fáciles de asumir o penosos y arriesgados. Seducen con favores no gratuitos y pretenden que el ciudadano dependa cada vez más del Estado en todas sus necesidades, sujeto a una reglamentación extrema que le ha hecho renunciar a su libertad y sucumbir ahogado en la multitud anónima.

Sí, a la dinámica de la libertad, al concepto de democracia, al talante democrático, a la iniciativa, al hombre conductor de decisiones, al esfuerzo de la sociedad para organizarse. No, a la burocracia, a los infinitos reglamentos, a los déspotas de turno, a los falsos igualitarismos, a los espíritus timoratos y sobre todo a los que nos aplastan en el silencio al arrojarnos a la cara “yo soy demócrata”.

febrero 12th, 2016 by lasvoces

Secesionistas alentadas por la dejación del Estado y extrema izquierda cautivan la juventud con “Derecho a decidir” o “Democracia popular”

Los ciudadanos al iniciar el día, tienen ante sí una agenda apretada. Lo inminente es saber si la podrán cumplir. Esa lista , en ocasiones cargada de obligaciones, ha carecido de prioridades, y ante la imposibilidad de abarcarla al completo, se han descartado algunas de vital importancia; la entrañable atención al crecimiento de los peques y adolescentes, no ha sido de las más observadas. Importante la salud, el aseo, la escolarización, algún que otro regalo o satisfacer un capricho, pero hemos olvidado el crecimiento de sus personas en valores cívicos y en lo referente al espíritu. Artículo de Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Barcelona, 12 de febrero 2016. Fotografía: Un extremista separatista catalán durante la manifestación separatista del 11-S 2014 reclamando al “Gobierno autonómico de Cataluña desobediencia” a las leyes democráticas del Estado de la Nación. Efe.

El ir al colegio bastaba para conseguir el juicio de una persona adulta y allí ya se encargarían de sus aptitudes. Con estas consignas se ha dejado

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

en manos de los profesores la orientación moral que requiere un niño. La injerencia de la política en el ámbito académico ha distorsionado las ideas, los conocimientos y la capacidad crítica. Los padres, relegados de la educación de sus hijos, tampoco han vigilado los conocimientos que les enseñaban en el aula, cuyos contenidos muchas veces eran torpedos en la línea de flotación de su adiestramiento como persona.

Cada generación tiene una máxima, fijar los fundamentos humanos, sociales y culturales que permitan continuidad. Función que ha venido realizándose desde que el hombre existe y cuando no se ha conseguido, las consecuencias han sido negativas, retroceso en el desarrollo. Tarea no cumplida en estos últimos años. Una franja amplia de edad joven desorientada, unos sin proyecto de futuro al faltarles preparación profesional por el alto fracaso escolar, otros sin ideales, sin referencias que les hagan ser capaces de ofrecerse con altura de miras, otros con el propósito de conseguir dinero fácil o entregarse a la juerga. Situación negativa que desestabiliza a cualquier sociedad.

Un sistema democrático se legitima con la ley y con la participación plena de los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría de edad, el derecho a voto. Ir a las urnas no es un gesto banal, en ellas se deciden los gobiernos y éstos trazan la dirección de la política, en definitiva el futuro y el desarrollo. Los votantes y afiliados a las opciones que han constituido el bipartidismo, son más en número y mayores de cuarenta años. ¿Qué ocurrirá cuándo en poco tiempo se coloquen en edad de emitir el sufragio para la gobernabilidad, los niños y los no tanto, que por cierto, ya han empezado a hacerlo?

Las posiciones secesionistas, alentadas por la dejación de las funciones del Estado y los partidarios de la extrema izquierda radical, salidos del activismo callejero, no desactivado desde aquel 15M, han cautivado a parte de la juventud con proclamas “Derecho a decidir” o “Democracia popular”. No hay nada fácil, el momento es complicado y la población en sus casas está inquieta. Las alternativas no satisfacen. La pluralidad de ofertas no es mala en sí, ayuda a pensar, a ampliar matices, responde a la sociedad de la comunicación.

Lo asombroso es no tener dirigentes sólidos capaces de planteamientos válidos. Estamos entre dos encrucijadas: en una, los partidos asentados, con experiencia pero rígidos por no primar alternativas internas que dinamicen contenidos y no facilitar a los militantes comprometidos con la rectitud y la legalidad, a estar presentes en cargos de dirección; en otra, los partidos de nuevo cuño, iniciados hace poco en los espacios políticos y con una impronta que puede ir desde la bisoñez hasta las ganas de llegar a toda costa y lo peor, asumir fórmulas delirantes. Unas organizaciones políticas incapaces de poner en primer término el interés del país, proclives únicamente a la búsqueda del poder; algunos de sus miembros, aunque jóvenes ya llevan tiempo viviendo de la subvención fácil, mal endémico de la actividad pública, en la universidad, en el asociacionismo, en la política, en el sindicalismo y en otras muchas áreas, cuando lo que vale realmente es tener iniciativas, emprender . El riesgo es intrínseco en la vida. Proponerse vivir siempre con muletas es la muerte anticipada y dar pie a que impere la picaresca, vividores de la ayuda social, es un lastre inevitable. En los países encuadrados en la Europa democrática, los departamentos encargados del control de las ayudas, que en ocasiones son necesarias y es justo darlas, están muy vigilantes para que no se cometan fraudes con el dinero de los impuestos que todos los ciudadanos pagan. Nosotros por el contrario regalamos a través de las distintas administraciones a los de aquí y a los venidos de fuera, un dinero fácil, “el dinero público no es de nadie” en detrimento de los servicios de la ley de dependencia y de las pensiones.

Y la sociedad, con un déficit en conciencia ciudadana por no haberse implicado a fondo en tres ámbitos esenciales, la familia, la escuela y el sector informativo, tiene parte de culpa en el deterioro en el que nos encontramos.

Los que se van incorporando a la actividad social, laboral y política requieren por su juventud una carga de ideales que les haga vibrar y les haga tener ilusión; por el contrario, por no oponernos a un falso progresismo, se les ha privado de los valores que puede aportar el estudio con la lectura, el trabajo con la disciplina, la religión o actividades solidarias con el respeto y amor al otro, la cultura con el entusiasmo por lo bello, la historia con el orgullo de ser ciudadano de un gran país. Estas son unas de las bases imprescindibles para una sociedad segura de sí misma, capacitada para discernir lo que a todos nos conviene y sobre todo para saber convivir.

En el marasmo de gestos impropios de una democracia seria, aún surgen por suerte, acciones cívicas de anónimos ciudadanos – títeres de carnaval perniciosos, unos niños inocentes y unos padres responsables-; estas iniciativas se dejan notar a lo largo del país, son resistentes frente al desorden, a la falta de respeto a las mínimas normas de comportamiento. Pero es sintomático que salgan de la ciudadanía y sean aún pocas. Las causas de la falta de implicación pueden ser diversas, desde el que cree que es obligación de los políticos hacerlo, el que siente vergüenza o miedo por mostrar sus opiniones y hasta el que ha renunciado a ir contra corriente. La argumentación para contrarrestar estas formas de proceder es fácil. Nunca se ha de dejar el mando en exclusividad al que gobierna, el sonrojo y la cobardía son sentimientos penosos de pérdida de la dignidad y por último poner diques a cualquier fuerza avasalladora permite salvarse. Notable sería seguir el ejemplo de las personas que mantienen la conciencia de serlo. La libertad no es un regalo , es una conquista de sociedades reflexivas, cultas y educadoras de sus “nuevas promesas”, la juventud.

enero 9th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Unas de las 400 millones de papeletas impresas así como 66,8 millones de sobres para las últimas elecciones generales del 20D 2015 en España. lasvocesdelpueblo.

La ley Electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños

Sorprenderse o su sinónimo asombrarse señala una impresión instantánea en el ánimo ante algo inesperado y extraño. Ésta rápida respuesta produce estupor, aturdimiento y hasta pasmo.

Después de esta incursión en el ámbito de la gramática, es indispensable señalar la causa que ha provocado tal reflexión. En la crispación

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

política que surge con posteridad al cierre de las urnas, se han escuchado frases de lo más pintorescas y por desgracia, muy pocas dignas de ser consideradas resultado de una responsable valoración del momento institucional. Uno de esos chascarrillos ha sido el pronunciado por el portavoz de – Democràcia i Llibertat -, en calidad de réplica al discurso del Jefe del Estado, denunciando la injusticia que se cometería si a una parte, en la que él y su partido se encuentran, más aún se ha atrevido a decir Cataluña, no se le permitiera el derecho a decidir frente a esa mayoría de la que se excluye y se supone es España.

En un país con un sistema de hacer política igual que en el nuestro, no se daría una situación parecida; haría ya muchos meses que se habría aplicado un corrector, el marco legal vigente. Se anunció con gran impacto mediático que con un retoque de las competencias atribuidas al Tribunal Constitucional, se podría desactivar el delirio independentista, frente a la opinión de los que señalaban la variada legislación que ya poseían las instituciones para interrumpir el proceso de desmembración del Estado; hecha la reforma no ha servido para nada, la situación es la misma, alardear de una supuesta prudencia. Parece inaudito que cuando todos estamos sometidos al imperio de la ley por ser la mejor forma de reconducir la convivencia, hayan organismos públicos, que se rebelen e intenten destruir lo que forma parte de su esencia, el Estado y más aún, que quien tiene la potestad de impedirlo no reaccione. Es anómalo y suicida para la Nación el que la ley electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños con menor número de votos de los que consiguen las otras fuerzas de ámbito nacional.

En estos momentos, el único planteamiento posible sin dañar el entramado institucional, sería no aceptar por parte de los miembros del PSOE Y PP con cierta experiencia de gobierno y madurez política, la deriva del país a la destrucción como colectivo de hombres libres, y luego propiciar un pacto de Estado. Pero no sólo los políticos deben ser los que se comprometan en ofrecer la posibilidad de vivir con normalidad, sin lanzarnos a experimentos inviables por la falta de cordura y de racionalidad, sino que han de ser todos los ciudadanos los que se impliquen de verdad en el rechazo a los que quieren destruirnos o pretenden retroceder en el tiempo con la consigna de una casposa revolución.

Muchas trabas nos alejan de la plena participación ciudadana, subvenciones a amigos, amiguetes y a organizaciones afines, sean partidos o sindicatos y no concederlas a organizaciones independientes con un fin social verdadero. Con este planteamiento se llega a la conclusión de que el sistema está montado en gran parte para beneficio y gloria de los partidos políticos no para la verdadera sociedad. El modelo que nos hemos dado requiere una reforma profunda con la intención de recuperar la presencia de los ciudadanos, sus verdaderas necesidades y de que el coste económico no alcance las desorbitadas cifras en euros que exige el funcionamiento de la administración actual, no es de recibo el haber creado un ” monstruo ” que nos está devorando y destruyendo; da la sensación de que muchos aficionados a hacer política, eligen a gusto la ideología que les puede dar más réditos, la defienden, se presentan a las elecciones y , si salen elegidos, roban una parte suculenta de los presupuestos con la intención de trazarse un plan económico, que les permita seguir viviendo a costa de los ” modernos siervos ” de nuestra época, los ciudadanos.

Se ha abusado mucho de los medios que nos brinda el proceso democrático, pero lo lamentable es que ese abuso se ha decantado con intención o no, por la renuncia de la conciencia nacional, por la desintegración del Estado, por el enfrentamiento social, por la pérdida de valores, por el deterioro del poder judicial, arropado todo ello por la más descarnada corrupción. No podemos descartar el perverso papel representado por los dos grandes partidos, ellos han sido los artífices más implicados en el expolio al que se ha sometido todo lo que representaba la estabilidad democrática, equilibrio que nos costará bastantes años reparar.

El despojo sufrido ha sido demoledor y hasta ha herido de muerte a los que lo han programado; es evidente que las dos fuerzas políticas, supuestamente adalides de la libertad, para eso se les dio el voto, han ido perdiendo apoyo ciudadano al mostrarse organizaciones incapaces de alejar a quienes el único deseo que les mueve es destruir lo que en siglos ha costado crear, España o que pretenden involucionar el proceso democrático. Conviene no dejarnos arrastrar por falsos profetas o por avispados vendedores de feria; la última hazaña de los distorsionadores de la realidad, incrustados en el tejido social, alcaldes o presidentes de comunidades autónomas, es no haber querido celebrar la toma de Granada por las tropas cristianas e insistir en que se debería pedir perdón por haberlo hecho. Si no nos preguntamos a quiénes se les ha facilitado poder institucional por haber mostrado tanta falta de conocimiento histórico y sobre todo qué calidad tienen los líderes de las otras fuerzas políticas por no emitir una réplica ajustada a tal desatino, no seremos capaces de iniciar el camino de la reconstrucción, acaso temamos la respuesta, la única posible – hemos entregado la dirección de nuestro país y de nuestras vidas, a insolventes -.

En la caótica situación en la que nos encontramos, sin saber lo que dará de si las arenas movedizas, localizadas bajo los cimientos del Estado, el señor Rajoy trajeado según las exigencias de la víspera a la noche de Reyes, nos ha lanzado con su ya conocida flema la seguridad de que nadie incumplirá la ley, un sonsonete cansino, y además se ha propuesto como artífice de las grandes reformas que se necesitan hacer; entonces es indispensable plantearnos a qué engaño nos quiere llevar, si con una mayoría absoluta , la que nadie logró en democracia, no ha cambiado casi nada, imposible hacerlo con una mayoría minoritaria, y más aún cuando ya se está insinuando el retoque de la reciente reforma laboral con el único fin de conseguir el apoyo del señor Pedro Sánchez.

Terminados los festejos navideños, estamos obligados ante tal desvarío a proteger nuestro modelo de sociedad y a potenciar nuestros gustos y costumbres de la manera que queramos y no al estilo de unos políticos devaluados que en lo único que son expertos es en charangas bien orquestadas, vayan vestidos con traje y corbata o en mangas de camisa.

 

diciembre 25th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Los principales candidato a la presidencia del Gobierno de España al 20D. Rajoy (PP), Sánchez (PSOE), Iglesias (Podemos) y Rivera (C’s). Foto La Sexta.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia

Somos simples ciudadanos, familias con niños pequeños, abuelos solitarios, jóvenes dispuestos a incumplir alguna que otra norma establecida, y un sin fin de singularidades humanas que se esfuerzan o tan sólo “las ven pasar”. Constituimos una sociedad, que espera con

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

entusiasmo las fiestas señaladas en el calendario para dedicarlas al descanso y al encuentro. Este año, Presidencia del Gobierno decidió enmarcar las elecciones generales en vísperas de la Navidad, rasgando la aureola de las fiestas más bellas y entrañables; sólo se necesitó pensarlo para imprimirlo en el boletín oficial del Estado.

Nuestro espacio social ha sido invadido una y otra vez por la estrategia política , pero en esta ocasión se ha ido más allá, se han desdibujado unas costumbres, unos usos arraigados en nuestros pueblos y ciudades al introducir la cuña electoral, una pesada losa que ha gravitado sobre nosotros durante días, con efectos secundarios, secuelas que han secuestrado por horas las conversaciones distendidas que solemos mantener con los compañeros de trabajo en las comidas de “¡hasta pronto!”, antesala a los ágapes posteriores, que han aumentado preocupación en nuestras caras por la inestable situación resultante de las urnas, incertidumbre aumentada por las propuestas periodísticas que tertulia en tertulia nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo.

Repasar lo sucedido desde la notificación de los comicios o si se quiere desde unos meses antes, nos permite resaltar hechos no fortuitos que de alguna manera han influido, han modelado y posiblemente han condicionado el resultado de las urnas.

La televisión es un factor importante para mover la opinión pública, no requiere en ocasiones reflexiones profundas, sólo observar la pantalla para que al instante imágenes, frases elaboradas, redactadas con sutileza impacten en múltiples mentes relajadas, receptivas a cualquier información y en la mayor parte de las ocasiones sin réplica ágil ni oportuna. Los espectáculos audiovisuales nos han trasladado a un escenario de rótulos luminosos, pantallas digitales, pizarras didácticas y en el centro los asientos dispuestos para los políticos de los partidos, seleccionados según criterio desconocido: por representatividad, por intereses ideológicos o por obscuros propósitos. Este procedimiento ha sesgado la libre iniciativa, ha postergado a segundo término a fuerzas políticas con bagaje digno de resaltar y ha impedido a otras nuevas presentarse ante la sociedad.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia, cuando se convocó en primer lugar a Pedro Sánchez, a Albert Rivera y a Pablo Iglesias a la Moncloa a través de una selección arbitraria, un aval a la carta; al centrarnos en la fuerza que lidera este último, comprenderemos que a un líder sin representación en el Congreso y anti-sistema, el jefe del Ejecutivo no debería haberle dado la relevancia de la que no es merecedor por varios motivos y más aún cuando no tenía la intención de firmar el pacto frente al terrorismo radical islámico y sólo asistiría al encuentro como observador.

Fiestas, tres paradas de gran encanto celestial, -la llegada al mundo del Amor, la Paz y la Esperanza, el tañido de las campanas mensajeras de un Nuevo Año y la inocencia en los ojos infantiles al recibir los regalos de aquellos Reyes Magos que supieron seguir la estrella de Oriente-, fiestas que se verán eclipsadas por la impostada voz de los líderes lanzando sus soflamas cargadas de egoísmo, de falta de compromiso, de “SALVESE QUIEN PUEDA PORQUE YO HE GANADO LAS ELECCIONES”.

Si a todo representante público le importase la estabilidad de las instituciones, el bien común y en estos momentos la salida de la crisis económica, bastaría unos pocos días de reflexión para facilitar la gobernabilidad del país, un acuerdo entre los partidos constitucionalistas o como mínimo un pacto de Estado entre los dos más votados, el PP y el PSOE para cumplimentar las pautas de formar gobierno.

Ésta es la noticia que la mayoría de españoles esperamos para vivir felices la Navidad , con turrones, brindis en copas de cava al son de los alegres villancicos que nuestros padres tararearon años y años, a lo largo de esta vieja España en la que estamos todos porque fuimos todos los que la forjamos. Superemos el vaivén de las propuestas de pactos en el panorama nacional y también el largo sainete representado por los aprendices de servidor público en el ámbito catalán, no nos dejemos deprimir y vivamos con esperanza el próximo futuro, siempre nos queda asumir con más sabiduría el volver a las urnas.