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febrero 25th, 2016 by lasvoces

Redacción: (Eduardo J. García; Licenciado en Comunicación Audiovisual) – El nacionalismo catalán demuestra con el nombramiento del nuevo Presidente de la Generalidad Catalana una vez más, que la democracia y las leyes son sólo un medio para la consecución de sus fines  además de una fuente de inagotables y  jugosas prebendas que hasta ahora nunca ha debido justificar pese a su continua malversación y su  uso para construir un  armazón del odio y un proceso de ingeniería social que nadie en su sano juicio o sin un cinismo mayúsculo y una grave úlcera además de otras muchas taras puede defender. Barcelona, 25 de febrero 2016. Fotografía: El expresidente autonómico de Cataluña y presidente de Convergencia, Artur Mas Gavarró, junto a su sucesor en el cargo, Carles Puigdemont Casamajó, durante la investidura. Imágenes archivo Efe.

La democracia pese a que ha engordado a los nacionalismos (todos son excluyentes por definición) no es evidentemente  su objetivo final. Es sólo una etapa, una vaina, un organismo del cual parasitar, hasta  que una vez desangrado, lo deseche. Y haga de su verdadera razón de ser, su única ideología supremacista, profundamente étnica, feudal  y del monopolio y ramificaciones tribales  su único modelo  social y económico.

Una vez asumidos estos motivos (hay bastantes más) se entienden a la perfección los movimientos  y derivas del nacionalismo durante los últimos cinco años.  No es una cuestión de personas, como siguen defendiendo algunos visionarios desde Madrid o Barcelona, con la renuncia de Más ni se ha arreglado nada. Ni mucho menos. Es otra de sus jugarretas. Pujol, el hombre de consenso, la cara razonable, el líder en el que podía confiar todo el empresariado y patronal, no es más que una imitación bajita, blanca y ultramontana de la familia de Mobutu Sesseko.

Y es que el separatismo catalán tiene en Artur Mas, a uno de sus principales activos, que siempre va un paso por delante, del gobierno del PP, de sus compañeros y  a la vez supuestos adversarios políticos rupturistas en el arco catalán.

Si bien ha tenido que renunciar al poder, el recién investido Presidente de la Generalitat  se ha dado un plazo de 18 meses para el éxito del proceso separatista  o para la convocatoria de unas nuevas elecciones. Para las cuales él, no se presentará. Adivinen quien sí, lo hará o al menos está convencido de hacerlo.

ERC sigue pensando en un sorpasso que ve posible desde la irrupción del golpismo cantonalista catalán, pero que no llega a alcanzar nunca. Pese a los increíbles, por inmerecidos 9 diputados que ostenta en las Cortes Generales de una nación a la que niega y  odia, a la que quiere destruir, cuya legalidad quiere socavar e incumple repetidamente junto con el resto de fuerzas nacionalistas catalanas. ERC debe someterse a sus mayores, a la pequeña burguesía catalana, a los empresarios, a las medianas fortunas CDC  mientras ellos siguen siendo los primos de pueblo menos dotados y a los cuales suman palabras biensonantes para cubrir su desmedida ambición, su falta de ideología, profundo racismo, su encubrimiento y perpetua justificación de la violencia, y a fin de cuentas su incapacidad.

Sin embargo siguen siendo un actor importante, pero sin la tutela de CDC, saben que no habría proceso, ni tan siquiera por mayoría proporcional. Ya que la electoral, la de los votos, les es esquiva. Aunque en Cataluña las Matemáticas son diferentes al resto del mundo. Será otra consecuencia del excelente sistema educativo catalana, otra  más de  las innumerables ventajas de la inmersión lingüística. Pues aquí se dice que también han obtenido la mayoría de votos, y restan los votos blancos, la abstención, la multiplican por los referéndums de Podemos y les da una abrumadora mayoría, una enorme masa incluso igual a la de los millones de manifestantes. Bueno,quizá no tantos.

Intentemos recuperar la seriedad y obviar lo que parece un circo, un aquelarre  clínico y en el que cada cual quiere ser más ocurrente y fervorosamente patriota que su convecino de escaño o de desfalco.

Existe una voluntad de romper el país. De herir a España, y por supuesto a todos los españoles sean de la ideología que sean. No estamos ante ningún proceso ni pacifico, ni democrático, ni siquiera mayoritario. Algo que realmente debería llamar a la mayor de las sorpresas. Sin embargo  no hay reacción .Y es por esta razón, por la cual la desidia del estado ha sido capital para el desarrollo y empeoramiento de la fractura social en Cataluña, que además de ser honda y sangrante, se irá agudizando y enconando durante estos meses de un gobierno catalán ya, abiertamente golpista.

La negación de la Constitución  y del Rey, guste o no, Jefe de Estado no deja lugar a dudas. Es innegable.  La no aplicación del 155, ni siquiera inhabilitación por causas múltiples( se han olvidado ya de la corrupción del propio Artur Mas y de su reconocido desacato y  prevaricación, por no hablar de sedición) y el sometimiento del Rey de España al nacionalismo catalán al ser incapaz de realizar ninguna presión sobre las fuerzas parlamentarias (a diferencia de sobre la justicia para que su hermana salga absuelta  de unos cargos de los que es culpable y a los que se pueden sumar bastante más, no sólo de índole judicial) para firmar algo que no es legítimo firmar, el nombramiento del nuevo President de la Generalitat; no llaman al optimismo para la resolución de esta crisis abierta, ni para una conclusión pacifica ni dialogada.

El unilateralismo y la hegemonía práctica del nacionalismo catalán sin oposición, larvado tras 30 años de poder casi absoluto en esta región lo impiden.

Las que han sido presentados, como antisistema, revolucionarios, anarquistas; algunos incluso se han atrevido a decir que son consecuentes y honestos en  sus ideas, hablamos de las Cup, han aupado a CDC a la Presidencia de la Generalitat. Y lo han hecho tras unas asambleas y votaciones tan transparentes y sinceras como la integración y acogida de los “no catalanes”.

Volvemos al símil de los entes huésped, al que hay que añadir el del vasallaje aceptado y del sometimiento voluntario. Aunque ese es un tema que debe tratar la antropología social, y que ni siquiera una figura tan lamentable como el cargo de ERC, Gabriel Rufián puede explicar por sí mismo.

Si algo ha revelado, este período de tragicómica incertidumbre  en el gobierno catalán, es que las CUP están sometidas a los dictados por una parte de CDC y por otra de ERC. Los creadores y amos del perro de presa del separatismo catalán. Ese representante del nacionalismo catalán, insignificante, y de repente sobre financiado, con una presencia descomunal en las calles gracias a generosas donaciones de centros, espacios, tribunas e incluso medios de comunicación públicos. Una unión de varias fuerzas residuales, con la acepción más tóxica del termino hipotéticamente izquierdistas, a las que lo menos granado y más dócil del periodismo nacional ha calificado como jueces del devenir político nacional.

Por supuesto la derecha ha estado encantada de subirse al carro del catastrofismo y usar a las CUP, sin actuar, a la espera de réditos electorales y una legitimidad que les haga, los únicos capacitados para enderezar la situación. Y viendo la ausencia de la izquierda del PSOE, la amalgama de inutilidad y futilidad de Podemos, tampoco es posible aventurar que su táctica sea equivocada.

Las CUP han ungido a la burguesía catalana al trono. No podía ser de otra manera. Muchos sospechábamos que no habría elecciones, simplemente porqué  el nacionalismo  convergente tenía miedo a la pérdida de poder., una vez tanteado el panorama electoral nacional, con el gobierno en funciones de Mariano Rajoy. Una de las razones por las que se convocaron las elecciones catalanas, para condicionar toda la política y estabilidad nacional.

El factor tribal de las CUP es irrefutable, por más coletas, tatuajes, argollas y droga blanda que ostenten, son un producto de la clase dirigente.  El lumpen, versión. CAT, Los resentidos, quienes siempre quisieron una batasuna catalana, aquellos que creen que ser anti todo es lo más , los etnicistas, los violentos, los descastados de las zonas rurales y los charnegos inadaptados de las zonas urbanas, que pretenden ser superiores a lo que son.

Un producto de laboratorio, otro logro más del proceso de ingeniería social que no debe engañar a nadie. Mientras se votaba al President de la Generalitat, dos de sus directivos, se manifestaban  en Bilbao a favor de la liberación de los criminales etarras. Todo un canto a la reconciliación, al pacifismo, y al abrigo de esperanzas para un final pacífico del proceso separatista catalán.

Cuando ese grotesco personaje, ya presidente de la Generalidad habló de invasores entre otras muchas afirmaciones insoportablemente difamatorias y discriminatorias que constituyen  por si solas un compendio de la apología del odio que es el nacionalismo catalán; llaman a reflexionar sobre los delitos de odio, que a buen seguro serían denunciados a voz en grito por las fuerzas “progres” si se tratará de cualquier otra víctima, pero siendo españoles….

Con el bramido y gestos propio  de aldeano carlista  iracundo que quiere aumentar sus propiedades  para dios, su bolsillo, y su patria, otra vez bolsillo, sin abandonar su característica idiocia, que él cree amor a la patria y a sus tradiciones no hace otra cosa que explicitar la naturaleza del nacionalismo catalán, manifiestamente hipócrita, pero sobre todo etnicista, primacista y clasista. Unos elementos que no tienen nada que ver con una democracia, la cual subvierten cuando así lo piden sus intereses.

El 11 de Septiembre si vivimos una invasión, de gente que nunca había estado en la Meridiana, ni lo volverá a estar. Gente que no visitaba Barcelona porque no la sentía suya, le era extraña,  era diferente a su Cataluña profunda, con otra lengua, con mayor pluralidad, incluso hasta con un conato de pequeño cosmopolitismo, de liberalismo en formas, política y costumbre. Para ello no faltaron vecinos quienes cambiaron las banderas españolas y los toros de Osborne de la pasada Eurocopa por las esteladas y sonrojantes lemas de la ANC enarbolando sus viviendas de aluvión. Tampoco faltaron los trenes fletados por el hoy Presidente, para lo que fue suspendida una huelga de los trabajadores de ADIF convocada meses atrás.  Otra muestra más de lo social que es la revuelta de las sonrisas catalanista. Una larga marcha humana, tan similar en espíritu, a las racistas procesiones anti socialistas y anti eslavas de los países bálticos, a la marcha sobre Roma, lo que no puedes ganar en las urnas, se gana en las calles con golpes de efecto, amedrantar sin disparar es el primer paso.

Quienes lo hacían por cierto fueron vitoreados en la Avenida Meridiana, por esas familias inocentes, de buenos catalanes, de lo mejor que ha dado Cataluña según las palabras del ahora presidente en la sombra. Vivas a terra lliure fueron coreados durante varios minutos en la zona del clot, sede por cierto de asociaciones culturales, casales de la Cup y otras entidades cívicas. La no violencia que calla como una niña es zarandeada y arrojada por las escaleras por haber pedido enseñanza en castellano, la superioridad moral de quien amenaza con un recibimiento especial a quienes no brindó cobertura a la “votación” del 9 n. Los profundos valores pacifistas y cívicos de quienes usurpan absolutamente todo, sea historia, deporte, educación o infancia para acrecentar un odio atávico, irracional que haga perder de vista la realidad.

Una CCAA en la que hace ya mucho tiempo de la de donde salieron miles de personas para no volver, de profesores, de intelectuales, de profesionales liberales borrados de la historia  y vida barcelonesa para siempre.  Una región en donde hay pecadores por nacimiento y habla, una región europea en al cual se vulneran constantemente dos derechos  humanos fundamentales, la libertad de elección (por supuesto que la inmersión lingüística es una herramienta fascista, y antes de esta colonial) y la libertad de expresión.

Por suerte aún hay una exigua mayoría, sometida y cabizbaja, pero todavía viva que permite que algunos podamos seguir expresando nuestra opinión y ejercer nuestra libertad personal. Otros muchos han empezado a hacerlo.

El gran problema es que los integradores, los pacíficos, las víctimas indefensas, los oprimidos y explotados burgueses, agobiados a base de privilegios y de inversiones que se niegan a otras zonas, los demócratas aventajados, quienes pueden enseñar a la UE sobre política económica, como podría ser de otra manera con Junqueras de responsable, no pueden permitir bajo ningún concepto que esto sea así. Ni que todavía sean minoría por hegemónicos que sean. Por eso  la provocación, la confrontación, división y crispación crecerán hasta que prenda la chispa.

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febrero 8th, 2016 by lasvoces

Redacción [Fernando José Vaquero Oroquieta es Licenciado en Derecho; Estudios de Criminología; Autor de los libros: ‘La Ruta del Odio. 100 Respuestas claves sobre el terrorismo’ y ‘¿Populismo en España? Amenaza o Promesa de una Nueva Democracia]. La formación liderada por Pablo Iglesias se encuentra en una encrucijada formidable: no en vano, cualquier escenario le es favorable. Acaso participe en un gobierno “progresista y de reforma” presidido por el socialista Pedro Sánchez. Pero, de formarse cualquier otra fórmula de gobierno, Podemos estaría, ahí, en la oposición, dispuesta a recoger todos los réditos del desgaste de las demás formaciones. Y, de no forjarse tales, de celebrarse nuevas elecciones, a principios de verano tal vez, deglutiría Izquierda Unida y captaría nuevos votos socialistas, convirtiéndose en el segundo partido español; materializándose el temido sorpasso a un PSOE en declive como partido hegemónico de las izquierdas. No obstante, persiste sin ser elaborado todavía un diagnóstico compartido, y en todo caso decisivo, acerca de su naturaleza. Podemos, entonces: ¿es neocomunista?, ¿es populista?, ¿ambas cosas? ¿O estamos ante otra cosa? Fotografía: Una mujer muy furiosa con un billete del dolar americano en la cara. Foto attec tv. 

¿Neocomunistas o populistas?

Es innegable que muchos de los líderes y de los activistas de Podemos proceden del marxismo-leninismo. Así, el propio Pablo Iglesias militó durante años en las Juventudes Comunistas (rama juvenil del Partido Comunista de España) al igual que la que fuera su pareja Tania Sánchez, la eficaz “submarino” de Podemos en Izquierda Unida. También estuvieron vinculados con ambas formaciones de izquierda, en diversos niveles y circunstancias, Juan Carlos Monedero y numerosos “cuadros medios” de Podemos. Íñigo Errejón, por su parte, se movió inicialmente en el entorno de los trotskistas de Izquierda Anticapitalista, ahora Anticapitalistas a secas; colectivo de larga trayectoria que ha generado no pocas tensiones en el seno de Podemos y que contribuyó, particularmente en sus inicios, a su lanzamiento, extensión y configuración.

El tercer ingrediente humano de Podemos es el de los procedentes de diversos colectivos asociados -de un modo a otro- al Movimiento del 15 M; es el supuesto de la cofundadora de la formación Carolina Bescansa. Cuestión aparte y más compleja es su relación con los agregados en algunas comunidades, por ejemplo las Mareas municipalistas gallegas. Por último, otras fuerzas se les han asociado electoralmente, caso de Compromís en Valencia; otra coalición de múltiples ingredientes a su vez.

En cualquier modo, pervive un razonable interrogante en torno a su verdadera naturaleza; no en vano ésta determinaría su programa político en toda su extensión, del que en realidad, se sabe muy poco. Por ello, es lícito preguntarse, ¿existe, tal vez, una agenda oculta?

Es incuestionable, antes que nada, que la figura de Lenin genera, entre la mayoría de líderes podemitas, un enorme atractivo. Es más, Pablo Iglesias, alardea de ello sin ningún recato. Pero, ¿qué significa ser leninista en pleno siglo XXI? Pues, ante todo, la conquista y el ejercicio del poder a cualquier precio. Y para conseguirlo, servirse de un tacticismo despiadado; lo que explica las contradicciones, lagunas, pronunciamientos demagógicos y oportunistas -también las mentiras más o menos veladas- de los líderes podemitas. Recordemos la polémica y comentarios que generó su invocación, en la asamblea fundacional de Podemos en octubre de 2014, al “asalto de los cielos”; como horizonte activista ideal. Una invocación al impulso revolucionario de los comunistas, desde la experiencia frustrada de la Comuna, según palabras de Karl Marx, hasta llegar a la mismísima Revolución rusa de 1917. Pero todo aquello hoy día parece muy lejano, carente de interés e incomprensible, salvo para iniciados.

Y, ciertamente, no nos encontramos en un contexto de guerra mundial con millones de movilizados, desplazados y víctimas. Ni sufrimos un régimen autocrático con millones de desposeídos al borde de la insurrección y espoleados por diversas fuerzas revolucionarias de naturaleza violenta. Tampoco existe un partido bolchevique o similar que maneje unos miles de militantes fanáticos, decididos y despiadados, dispuestos a jugárselo todo.

El mundo se encuentra interrelacionado, globalizado, con una economía de alcance planetario. Ya no existen fuerzas insurreccionales, al menos en Europa, que aspiren a una transformación radical del capitalismo, hacia un renovado “socialismo real”, al precio del aniquilamiento de la burguesía y de todo opositor. Es más, lo que queda de proletariado aspira, más que a nada, a vivir como buenos burgueses. Y el modelo vital de gran parte de las izquierdas es el de la gauche-caviar.

Si el marxismo-leninismo “clásico” se sustentaba en el control de los medios de producción, en la eliminación de la propiedad privada, y el ejercicio terrorista de un poder político centralizado y omnipresente, los izquierdistas de hoy quieren vivir bien y sus modelos vitales están por completo alejados de aquellos militantes austeros, rudos y disciplinados, capaces de sacrificar todo confort y proyecto personal en aras de los intereses del partido. No existen, pues, “condiciones objetivas” para el despliegue fatal de un estallido revolucionario violento.

El socialismo del siglo XXI

Las diversas izquierdas, especialmente desde la caída del Muro de Berlín allá por 1989, se encuentran, sobre todo las del espectro “comunista” (ya pro-soviéticas, estalinistas, pro-maoístas, pro-albanesas, pro-yugoslavas, trotskistas o castristas), en un período de debate y remodelación.

Para ello vienen buscando nuevos instrumentos teóricos; de ahí la importancia del análisis gramsciano, de su interés por la conquista de la “hegemonía cultural” y su vocación de “intelectuales orgánicos” catalizadores de novedosos modelos de transformación social potencialmente revolucionarios. De ahí ese constructo denominado “socialismo del siglo XXI”, enunciado por primera vez por Heinz Dieterich Steffan, y al que se remitiera Hugo Chávez en el V Foro Social Mundial; de modo que la denominada “Revolución Bolivariana” era su criatura más desarrollada.

No es casualidad, pues, que algunos de los dirigentes de Podemos (y los de las CUP, ETA, etc.) hayan mantenido –o mantengan- estrechas relaciones con el régimen chavista. Y, en el caso de sus vínculos con el régimen iraní actual, no se trata tanto de abiertas simpatías políticas, como de mero oportunismo: soportes técnicos accesibles, financiación de laque beneficiarse, alianzas tácticas para poder avanzar, coincidencias revolucionarias en suma.

Una vinculación que escandaliza a tantos, dado el trato dispensado a la mujer en aquél país tan alejado en sus usos del modelo feminista implantado en nuestra decaída Europa; lo que se antoja como una alianza contra-natura que, sorprendentemente, desde las izquierdas se ignora por completo. Pero, ya dijimos, el leninismo es, ante todo, oportunismo y ausencia de escrúpulos; o si lo prefieren, puro y duro tacticismo.

El continuo reclamo de Podemos, entre otras, a nuevas fórmulas de democracia directa y representativa, les ha generado la acusación de “populista”; término empleado a modo de insulto, o descalificativo apriorístico, indiscriminadamente.

Y, es bien cierto, no pocas de las actuaciones de Podemos pueden calificarse inequívocamente como tales: sus discursos altaneros, sus propuestas de “empoderamiento” de determinados colectivos (especialmente “las mujeres”, lo que les hace abrazar la ideología de género), sus ataques sentimentales a “la vieja casta” y a “los poderes mediático-financieros” (de los que también se han beneficiado y mucho, caso de diversas televisiones privadas), su persistencia en la denuncia de hipotecas abusivas, sus continuas invocaciones al hambre y la supuesta degradación de amplios sectores populares, su denuncia de la expatriación de muchos de los integrantes de la “generación mejor formada de la historia”, etc., etc. Acaso la naturaleza última de Podemos no sea populista, pero muchas de sus tácticas sí lo son.

En todo caso, decíamos, el proletariado ya no es un actor revolucionario. Entonces, ¿qué sectores sociales son susceptibles de una acción transformadora? Hablemos, ya, del precariado.

Un nuevo actor en escena: el precariado

Este neologismo, que por su paralelismo al de proletariado suena un tanto mordaz, se viene empleando, desde hace una década, en diversos estudios políticos, económicos y sociológicos de las escuelas de izquierdas más vanguardistas. Pero el término empieza a ganar fortuna, también en otros medios ideológicos.

Así, el analista de Libertad Digital José García Domínguez aseguraba, el pasado 26 de enero, que es en relación a esta cuestión del precariado donde radicaría la principal contradicción de Podemos. Dirigiéndose a un “público” instalado en la precariedad, esta formación no estaría en condiciones de satisfacer sus necesidades, por lo que está garantizado su fracaso.

No en vano, difícilmente puede resolver «La contradicción que se deriva de querer ser, por una parte, el gran partido del precariado, la fuerza que represente a los excluidos del colchón de seguridad del Estado del Bienestar, ese que configuran los contratos laborales indefinidos, los salarios decentes auspiciados por el poder de negociación sindical y la estabilidad vital garantizada, y, por otro lado, vindicarse como un grupo progresista al uso que rechaza por retrógrada y reaccionaria cualquier limitación nacional a los movimientos migratorios».

De modo que «Expresado de forma sintética: los sueldos de su base electoral tenderán de modo crónico a mantenerse estancados en el nivel de subsistencia a causa de que, a su vez, la oferta de mano de obra tiende a hacerse infinita merced a los flujos migratorios». Si fuera realmente populista, Podemos adoptaría la posición del Frente Nacional francés ante la emigración; lo que dado su radicalismo izquierdista, es genéticamente imposible.

Para otros analistas no existe precariado, sino precariedad, todo hay que decirlo; incluso desde posiciones de izquierda. En cualquier caso, se trata de un concepto novedoso, en alza y progresivamente aceptado en las ciencias sociales y algunos analistas de los medios de comunicación.

Pero, ¿cómo surge este concepto de precariado? Luis González afirma que “precariado” «se usa desde hace al menos una década. Según la mayoría de las fuentes, este neologismo se forma a partir de los sustantivos “precariedad” y “proletariado”, aunque para el sociólogo [francés, ya fallecido] Robert Castel se trata de una contraction des mots précarité et salariat.

Entre los principales valedores y difusores de este neologismo tenemos representantes del mundo académico, como el propio Robert Castel, y activistas, como el italiano Alex Foti, uno de los promotores de las “celebraciones” de San Precario en Europa. Para Foti, el “precariado” de nuestra sociedad posindustrial vendría a ser lo que fue el proletariado de la sociedad industrial. Para aproximarnos a una definición del término podríamos proponer, como punto de partida: “clase de desempleados y trabajadores que se encuentran en situación de precariedad prolongada por su bajo nivel de ingresos y por la incertidumbre sobre su futuro laboral”».

Uno de los autores que más ha difundido este concepto, y lo que de él se deriva, es el británico Guy Standing, catedrático de la Universidad de Londres y cofundador de la Red Mundial de Renta Básica. En su libro Precariado.

Una carta de derechos (Capitán Swing, Madrid, 2014) entiende que la estructura de clases nacida en la Revolución Industrial está sufriendo profundos cambios. Así, hoy día, especialmente en países como España, Italia y Grecia, existirían a su juicio seis clases sociales, tal y como lo sintetiza el periodista de la revista izquierdista Alternativas Económicas J. P. Velázquez-Gaztelu.

1. Una minúscula plutocracia acaparadora de buena parte de los recursos.
2. La élite, también muy minoritaria, quien obtiene sus ingresos de las rentas del capital.
3. Una clase media, media-alta, bien formada, quien disfruta de un trabajo por cuenta ajena, bien remunerado y con gran seguridad económica.
4. El proletariado tradicional, con empleo a tiempo completo, pero sin posibilidades de ascenso social.
5. El nuevo precariado, predestinado a una inestabilidad laboral, con sueldos de supervivencia indefinidamente, y que en los tres países citados podría sumar al 40 % de la población.
6. El lumpen-precariado, al margen de cualquier actividad laboral y sin apenas prestaciones por parte del Estado.

¿Una nueva clase social en ciernes?

El precariado, según Guy Standing, sería la clase que más crece en número, siendo muy demandada por las grandes corporaciones transnacionales; al tratarse de mano de obra barata y de fácil despido, condenada a una “incertidumbre crónica” y en un “estado de frustración personal permanente”.

El politólogo, cofundador e ideólogo de Podemos Juan Carlos Monedero, en su artículo  ‘Precariado’, o la frustración en el capitalismo del deseo, de 13 de septiembre de 2013, se mostraba muy crítico con la consistencia y valores de esta “nueva clase”, que se estaría conformando, y que todavía carecería de una autoconciencia revolucionaria. Así, afirmaba que «Vivimos en un capitalismo del deseo, de la información, de las marcas, del diseño, del dinero las finanzas virtuales.

En este capitalismo de diseño el precariado es el pasmado que ha gastado sus ahorros en un publicitado perfume y el éxito social no llega. Es el invitado a una fiesta –no el excluido de siempre- donde todos los que son como él o ella están convocados pero a los que les dan con la puerta en las narices. La condición esencial del precariado es su frustración. ¿Puede convertirse en voluntad política de cambio?».

El precariado se caracterizaría, siempre según Monedero, por ser gente muy formada, urbanita, que se sostiene en buena medida al disfrutar de una red familiar, que vive en un entorno en el que la juventud se extiende a los 40 años y en que las mujeres disfrutan y luchan por la igualdad, que comparte la rebeldía e inconformismo heredado de mayo del 68. Pero, paradójicamente, se encuentran «profundamente conectados a las redes, al tiempo que desconectados del mundo real». Un juicio, en todo caso, muy sugerente.

Como buen marxista, Monedero no elude la pregunta inevitable: ¿acaso no son lo mismo precariado que proletariado? Respondiendo que «Standing insiste en que son realidades diferentes. En el fondo, lo que está diciendo es que el mundo del Estado social se está marchando. La diferencia entre el precariado y otras formas laborales subalternas no está tanto en su “descenso” laboral, sino en la lectura que construyen del lugar que merecen».

Existiría, a su juicio, un problema de “conciencia de clase”, pues el precariado todavía no se concibe ni como clase en sí, ni como proletariado. De ahí que José García Domínguez, coherentemente, entienda –según veíamos- que Podemos no puede llegar a satisfacer esas necesidades tan “pequeño-burguesas”, diríamos en un lenguaje un tanto arcaico, de esta nueva clase.

Ya en el plano estrictamente político, Standing asegura que el precariado no puede compartir, dado su estado, necesidades y desarrollo, las clásicas posiciones ofertadas desde el centro-izquierda y el centro-derecha; puesto que ni lo entienden ni contemplan en sus políticas reales. Así, el precariado se orientaría políticamente en tres direcciones, conforme su encuadramiento social:

1. Los procedentes de medios obreros “tradicionales”. En el caso francés, por ejemplo, achacarían sus males a los inmigrantes, por lo que se explicaría el desplazamiento de antiguos votantes de la izquierda, especialmente del PCF, al Frente Nacional.

2. Las minorías y los inmigrantes, quienes tratan de permanecer desapercibidos en un intento de evitar problemas y agresiones.

3. Los jóvenes con mejor formación, las mujeres, los ecologistas, los discapacitados. Todos aquéllos a quienes se ha prometido una carrera profesional al uso; lo que se ha incumplido al encontrar la precariedad, perdiendo derechos sociales y capacidad de consumo. Standing concibe este grupo, que califica como “ciudadanos de segunda”, como el electorado natural de Podemos, Syriza, etc.; no en vano los partidos tradicionales, así como los sindicatos “de clase”, no les representan. Pero, asegura Monedero, concurre la dificultad añadida de «Los golpeados históricos [el proletariado] que desprecian al precariado (siendo ellos mismos precarios) y el precariado despreciando a la capa inferior de la clase obrera. De lo que se trataría es de encontrar la ventana de oportunidad para unir fuerzas». Todo ello configura la crisis de la “izquierda tradicional” a la que, desde Podemos y sus cenáculos intelectuales, pretenden dar la respuesta que contemple una hipotética “alianza de progreso” entre ambas clases sociales por “conscientes” y “avanzadas”.

Proletariado y precariado: mismo combate

Vemos, pues, que los ideólogos de este “socialismo del siglo XXI” en permanente reelaboración entienden que, ante este nuevo escenario social de alcance internacional, las fórmulas tradicionales han fracasado; no en vano, la derecha habría impuesto su recetario neoliberal como un “nuevo sentido común”, y, según Juan Carlos Monedero en el artículo citado, «la  izquierda socialdemócrata abrazó el neoliberalismo bajo el paraguas de la tercera vía.

La izquierda no socialdemócrata se socialdemocratizó». De modo que una nueva izquierda sería más necesaria que nunca para avanzar, desde una perspectiva de progreso, y responder adecuadamente a las “agresiones” del neoliberalismo. Y así concluía Monedero ese artículo de 2013: antaño «La clase obrera podía asaltar los cielos porque el grueso de la humanidad era trabajadora y el sistema capitalista es un modo de producción sostenido sobre el trabajo ajeno.

Pensar revolucionariamente al precariado sin cambiar el capitalismo es un exceso. Un precariado que, de momento, lo que quiere es mejorar sus condiciones de vida. La conciencia será el resultado de las luchas».

Para cualquier observador atento de la realidad sociopolítica actual, parece evidente que la agit-prop de Podemos está enfocada fundamentalmente hacia estos sectores sociales precariados emergentes; así como al proletariado “clásico” al que invoca bajo las fórmulas de “poder y unidad popular”, en la pretensión táctica de una “alianza de progreso”.

Si «la conciencia será el resultados de las luchas», Monedero dixit, la canalización política de las fuerzas eclosionadas en el entorno de los movimientos del 15 M, merced al impulso de las minorías dirigentes de Podemos y sus laboratorios de intelectuales, viene perfilando y acentuando el potencial revolucionario del precariado y su alianza táctica con el proletariado residual.

En esta labor, los dirigentes de Podemos, y sus cenáculos académicos y mediáticos, conforman el “intelectual orgánico” que elevaría y trasladaría la conciencia colectiva de ambas clases, de virtualidad revolucionaria, en una nueva mentalidad común hegemónica de indudable orientación radical-progresista.

En cualquier caso, el marxismo es una ideología elitista que desprecia al pueblo, por entenderlo inculto y alienado. De este modo, los dirigentes de Podemos, como buenos marxistas-leninistas que son, y encantados de conocerse, con toda seguridad contemplan una “agenda oculta”. La cuestión es: ¿Cuáles son sus líneas rojas y los límites de sus ambiciones?

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febrero 2nd, 2016 by lasvoces

Cruciales son los días y las semanas próximas para el futuro de España

La vanidad facilita anunciar reflexiones y planteamientos muy poco coherentes. Una predisposición humana como ésta, puede ser no arriesgada cuando las consecuencias son leves, en cambio adquiere tintes dramáticos cuando son desestabilizadoras. En política son frecuentes los actos vánales sin previa

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

valoración, es más rentable encandilar al súbdito que alentar al ciudadano a meditar sobre lo que puede ser más beneficioso. Barcelona, 2 de febrero 2016. Artículo de Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Una mujer con una bandera de España en una plaza de la patria española. Foto Buscatrabajo.org.

Una actitud que está de moda y que se pretende acuñar como parcheo a todos los problemas que estamos obligados a soportar, es el mantener el falso debate “la nueva política mejor que la vieja política”, “los políticos jóvenes más reconocidos que los de más edad”, con un sibilino planteamiento para descartar sin exclusión todo lo hecho antes e incluso la transición democrática, y además a todos los que han participado hasta este momento. Las soluciones exitosas no dependen de la edad sino de la inteligencia y en esta tesitura la realidad presente no dista tanto de la del pasado: mismos agentes, los hombres, y mismas tensiones, las grandezas o mediocridades humanas; no cabe justificar nuestra vanidad blandiendo en voz alta el desarrollo científico y tecnológico del momento actual, pues sólo es un simple espacio en el que nos movemos, contando en primer término los sujetos y sus sensibilidades íntimas.

Plutarco, siglo I d. JC, en la Roma imperial, manifestó” el verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines, donaciones y regalos” sabia afirmación en el momento histórico que la vio nacer, pero incluso ahora está vigente y es necesaria para comprender los importantes errores que se han cometido, errores que han deteriorado la política al desvirtuarla en su esencia.

Los partidos han dejado de ser plataformas de ideas, proyectos serios y viables, para trufarse de innumerables concesiones a favor del votante. La facilidad con que se juega con el dinero de los presupuestos al hacer creer a una parte del electorado que todo es gratis, cuando en realidad sale de los impuestos, inyecta en la masa social una actitud soterrada de dependencia. El populismo está calando y es debido a la falta de pluralidad informativa que reina en las televisiones de mayor audiencia, altavoces de propaganda de masas, pero hay otro factor importante que agudiza la situación, la baja calidad del modelo educativo. No se educa ni se informa al ciudadano para que en parámetros de libertad pueda discernir lo adecuado en cada momento.

Si con espíritu curioso repasamos los” discursos recientes”, de dos años hacia aquí, son visibles los engañosos favores que están dispuestos a ofrecernos: todos por el simple hecho de vivir, tenemos derecho a un salario, a una vivienda, al suministro de luz, agua, gas, a la plaza escolar, a la universidad, sanidad y dentro de poco a un coche de gran lujo y a vacaciones en el Caribe, eso sí, todo gratis, el maná bajará del cielo, mejor dicho, para ajustarnos más al lenguaje laico de lo políticamente correcto, descenderá del espacio con platillo volante incluido. Dicho así parece un guion de una farsa literaria, cuando en realidad es una descripción sin engaños y sin analgésicos atenuantes. Te seducen con falsos espejismos, que después has de pagar con el IVA, con el IRPF, con el IBI, con los impuestos camuflados en la gasolina, en la factura de la corriente eléctrica y con otras muchas más sangrías. Pero gran parte de la población o no quiere o no alcanza a saber que de esos euros recaudados, se pagan sólo algunas prestaciones sociales, pues antes se ha de cubrir las sisas que se dispensan a sí mismos los representantes públicos.

Desde que fue escrito el Lazarillo de Tormes muchos siglos han pasado, los suficientes para haber aprendido los españoles a ser honrados y en especial los representantes públicos. Constatamos que no hay enmienda, continuamos pagando un peaje mortal, la drávida al “listillo de turno” y sonreímos cuando el operario nos camufla el pago de un arreglo sin factura, no percatándonos de que incentivamos con este gesto a los ladrones de guante blanco, los que ejercen sus funciones de presidentes, de diputados, alcaldes y concejales. Lo que prima es conseguir dinero: si para ello ha de venderse la vida privada y destrozarla ante una pantalla televisiva, no importa; si se ha de retener un expediente en un cajón para que se eternice, no importa quién salga perjudicado; si se obliga a mentir o a callar ante un tribunal, no importa que culpen a un inocente, el delincuente compensará; si se ha de engañar en un debate público para conseguir el poder y las remuneraciones que comporta, no vale inmutarse; si se mete la mano en el erario público que repercute en más impuestos a los ciudadanos, es indiferente, mientras que el autor salga impune.

El ser humano necesita desafíos y no conseguirá superarlos si no desarrolla sus capacidades y su recto proceder. Siempre ha sido así. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” nos dejaron por escrito nuestros antepasados. El verdadero bienestar es propiciar el desarrollo económico, facilitar la creación de puestos de trabajo, incentivar el estudio, el aprendizaje laboral y acompañarlo con la honestidad. Tenemos derechos pero también obligaciones, esforzarnos, estudiar, colaborar, ya que el conjunto de los ciudadanos, o sea el país necesita a cada uno de nosotros. Es de necios pretender tocar una estrella sin subir a una “escalera”. Primero hay que descubrir las estrellas , captar su belleza, querer rozarlas, conseguir un trabajo remunerado, adquirir la escalera adecuada, estar bien físicamente, lanzarse a subir con estabilidad y finalmente si aún te interesa el proyecto, rozarlas con la punta de tus dedos. Son varias las etapas a cubrir para alcanzar las metas posibles, etapas que requieren dedicación pues casi todo se puede lograr si uno se lo propone, pero llegado el caso que no fuera así, nos queda la satisfacción de haberlo intentado sin atajos engañosos.

Cruciales son los días y las semanas próximas para el futuro de España, observemos bien el comportamiento de nuestros representantes, califiquemos sus conductas, la sinceridad de sus opiniones, y luego obremos según consideremos qué es lo mejor.

La crítica situación a la que hemos llegado se debe en parte a la poca exigencia en nuestras vidas personales y en gran medida en la vida pública. No queramos falsos reclamos pero tampoco a los que nos los venden y sobre todo a los que nos engañan presentándose como salvadores. No se avanza con salvadores sino con personas responsables que valoren con seriedad y tiento no sólo lo que hay sino también lo que se avecina.

 

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enero 23rd, 2016 by lasvoces

José Luis Restán Martínez es un periodista español. Dirige de lunes a jueves El Espejo, la edición religiosa diaria de la Cadena COPE y es el jefe de contenidos y de la programación religiosa de dicha radio. Fotografía: Imágenes facilitada por José Luis Restán. Lasvocesdelpueblo.

La sociedad vasca tiene que mirarse al espejo

Hace ahora cinco años, José Ignacio Munilla pronunciaba una memorable homilía en la fiesta de San Sebastián, cuando apenas llevaba un año al frente de la diócesis que lleva el mismo nombre de este mártir romano. Corría el mes de enero de 2011 y habían transcurrido pocos días desde el anuncio de una tregua indefinida por parte de la banda terrorista ETA. El obispo Munilla realizó entonces algunas observaciones que conviene traer a la memoria en este momento. Sin ocultar la esperanza latente ante un futuro sin terrorismo, advertía que «es muy difícil, por no decir prácticamente imposible, alcanzar la deseada paz, sin un verdadero arrepentimiento por la violencia y los daños causados… La paz no tendría unas bases firmes si estuviese fundada en meros cálculos estratégicos de efectividad».

¿A qué viene recordar esto ahora, cuando aparentemente la normalización se ha establecido, cuando afortunadamente ya nadie espera ser sorprendido por el sonido de las bombas mientras desayuna antes de ir al trabajo, cuando las gentes de ETA empuñan ahora tranquilamente el bastón municipal y manejan los presupuestos… y parece que definitivamente aquí no pasa nada? También el lehendakari Urkullu, dentro de su política de moderación y prudencia en los tiempos y las formas, ha pedido disculpas a las víctimas del terrorismo por la falta de cercanía del nacionalismo vasco durante años. Hace pocos días, treinta y cinco acusados en el macro-juicio contra el entramado de ETA-Batasuna reconocían también el daño causado a las víctimas. Así lograban eludir la cárcel tras un acuerdo con la Fiscalía al que se sumaron varias asociaciones de víctimas. Por último, a finales de marzo, Arnaldo Otegi habrá cumplido su condena por integración en ETA, y aunque de momento ha sido inhabilitado para ejercer cargos públicos, con su salida de la cárcel se habrá completado un ciclo. Entonces, ¿todo está bien?

Las palabras de Munilla de hace un lustro me han venido a la mente al leer unas declaraciones de otra figura de referencia en la sociedad vasca, Joseba Arregi, ex dirigente del PNV, que ha publicado en 2015 «El terror de ETA. La narrativa de las víctimas». Su análisis tiene especial valor, no sólo por su rigor sino por provenir de alguien que ha participado en las tareas del gobierno vasco en los años de plomo. Más de uno habrá pensado que se trata de un aguafiestas por afirmar que la sociedad vasca «necesita un mínimo de conciencia» y denunciar que «hasta ahora, mira para otro lado, porque ya ha pasado la tormenta y ahora vamos a darnos abrazos y a reconciliarnos», olvidando que «aquí se ha dado el verdadero terror».

Hay que inclinarse ante el coraje y la libertad de un intelectual que procede del mundo nacionalista y que hoy se atreve a decir desde Andoáin que «la sociedad vasca no ha vencido a ETA… han sido los poderes del Estado, las fuerzas de seguridad y media docena de resistentes vascos… la sociedad vasca ha pasado y no quiere verlo. Bien haría en mirarse al espejo y preguntarse: ¿dónde he estado yo?». Y a la pregunta de la entrevistadora sobre qué sucedería si la sociedad vasca no realiza esa catarsis, Arregi sentencia: «creo que no tendremos ningún futuro en libertad; parecerá que somos libres, pero no lo seremos, y seguiremos dejando agujeros que algún día reventarán».

En su homilía de hace cinco años, Munilla sostenía la necesidad de purificar todas las imágenes idealizadas o románticas elaboradas en torno a la violencia, una tarea que el sociólogo Arregi denuncia que no se ha llevado a cabo. Y es importante, ahora que se elabora una nueva narración que mezcla «todas las violencias», aclarar que el eje central del drama vivido en el País Vasco ha sido la violencia de ETA, porque se trataba de un terror con un proyecto político claro. Se ha tratado, como bien disecciona Arregi, de un terror propiamente moderno, que utilizaba la violencia de manera precisa y seleccionada contra determinadas personas y grupos para generar el aislamiento y el miedo de todos los suyos, con vistas a implantar un proyecto histórico-político basado en una supuesta superioridad moral. Tan horrendo como cierto.

«La libertad de conciencia es hoy difícil en Euskadi», sostiene Joseba Arregi. Y bien mirado, tiene su lógica, ya que falta la necesaria catarsis, el necesario dolor. Munilla diría el saludable arrepentimiento. Como el que experimentaron en su día Yoyes o Mario Onaindía, lo llamaran o no de esta manera. Como el expresado por el socialista y antiguo miembro de ETA Teo Uriarte, cuando reconoce que en los años 70 sacralizó la violencia y pide a los jóvenes que no cometan sus mismos errores.

La hermosa tierra vasca tiene pendiente una ardua tarea de incierto final, pero reconozcamos que en ella, a través de un parto especialmente doloroso, han surgido algunas de las voces más libres e interesantes del panorama español.

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enero 17th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: El expresidente catalanista Artur Mas Gavarró (i) junto al nuevo presidente Carles Puigdemont Casamajó (c) y la presidenta del Parlamento Carme Forcadell Lluís (d9 durante la toma de posesión. Lasvocesdelpueblo.

No hay ideología ni interés alguno por encima de la integridad de España

Todo lo que nos aturde en estos días surge de la pesebrera en el que nos hemos acostumbrado a estar. Dura es la afirmación aunque acertada. El trabajo, las preocupaciones familiares, las actividades lúdicas nos han aislado, nos han encerrado en lo nuestro, y ese círculo creado paso a paso ha impedido que no viéramos más allá de lo cercano, en todo caso estaba la televisión, el cine o las escapadas de fin de semana para

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

toparnos con otras realidades, que observábamos como historietas de un pequeño libro de cuentos pero que quedaban olvidadas al regreso a la cotidianidad.

Ahora afloran la preocupación, la duda y la angustia por lo que pueda acontecer después del fraude realizado con el pacto para elegir al presidente autonómico catalán, un pacto sombrío, conseguido -in extremis-; no valen las urnas tanto si son de cartón como si están homologadas por ley, a los nacionalistas sólo les importa su esquema mental extraviado, anclado en un pasado superado, y todo lo que no sea “casa nostra” es la barbarie; tachando de invasores a los que no se les considera nativos del lugar y por eso necesitan tirar hacia delante el “Procés”, lo que permitirá a los que conservan la esencia identitaria o en todo caso a los que la han adorado al renunciar sus orígenes, repartirse los cargos y fuentes económicas: la organización territorial en autonomías ha permitido más reparto de poder y esto para los nacionalistas ha sido la clave para controlar férreamente los órganos de gobierno correspondientes y también los aledaños sociales.

Pero nuestra desgracia no queda aquí, se complica mucho más cuando empezamos a observar el desgaste sufrido por las instituciones, el escenario es el Congreso, y los actores son los Diputados. Estampa inmortalizada para la posteridad, atuendos, verborreas al asumir el escaño, gestos impropios. Un Mariano Rajoy invernado para mayor gloria del PP, un Pedro Sánchez histérico en la búsqueda de acuerdos camuflados para no ser descartado por el PSOE, un Albert Rivera sin posibilidad de dar una imagen de liderazgo definido porque la existencia de C’s es el resultado de votos de la izquierda y de la derecha y un Pablo Iglesias con una oratoria creada en la barra del bar de Podemos, son los políticos que van a decidir nuestro próximo mañana, nuestro equilibrio económico, el plan de estudios de los escolares, las pensiones, el funcionamiento sanitario, entre otras muchas cosas de vital importancia y en una situación muy delicada al tener frente al Estado los kamikazes más destructores, los nacionalistas, abanderados del enfrentamiento, del odio, de la diferencia, del privilegio, del racismo que corroe a cualquier mente no preparada y sin antídoto, sólo disponiendo de un elemento muy poco firme y tendón de Aquiles, el sentimiento.

Si el voto ciudadano es el que decide y si el mismo término de democracia significa el poder del pueblo, es inconcebible que los partidos políticos obligados a acatar las decisiones ciudadanas sean los que desempolven lo más nefasto del periodo de la Restauración -el pucherazo-. La CUP cede diputados para que el cómputo permita al señor Puigdemont ser presidente de la Generalidad, el PSOE hace lo mismo para que ERC y los sucesores de Convergencia tengan grupo parlamentario con su correspondiente subvención, y para más desprecio a las decisiones de los contribuyentes, el PP avala tal decisión mintiendo sobre el tanto por ciento conseguido por los separatistas.

Si la ley electoral no respeta la equidad de los votos de los españoles dando más valor a unos que a otros, y ahora para más oprobio de la democracia, los que dicen por boca del señor Rajoy que defenderán el cumplimiento de la ley, se burlan de ella al dar mayor fuerza a los que atacan a nuestra Nación, ¿Qué nos queda hacer?. La complicada legislatura que se plantea, nos aconseja no cambiar la Constitución, en ella están detallados los valores que definen la democracia, los asentamientos de la Nación y del Estado, los derechos de los ciudadanos, lo que no impide su reforma si los tiempos lo piden, pero siempre sin extirpar la esencia, “la soberanía nacional”. No hay ideología ni interés alguno por encima de la integridad de España.

No queramos presenciar más aquelarres, los formalismos son necesarios en una sociedad estructurada en un ambiente de respeto y de pautas correctas, no queramos que lo asambleario deje la calle y ocupe los espacios de autoridad política , no queramos trivializar los gestos más bellos de la maternidad, no queramos apuntalar al margen de las urnas a los que insultan, humillan y desprecian a una parte importante de los españoles, no queramos confraternizar con los violentos, con los integristas, con los que ponen precio a los más altos principios de una sociedad, dispuesta a organizarse entorno a la justicia y a la libertad.

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enero 9th, 2016 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Unas de las 400 millones de papeletas impresas así como 66,8 millones de sobres para las últimas elecciones generales del 20D 2015 en España. lasvocesdelpueblo.

La ley Electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños

Sorprenderse o su sinónimo asombrarse señala una impresión instantánea en el ánimo ante algo inesperado y extraño. Ésta rápida respuesta produce estupor, aturdimiento y hasta pasmo.

Después de esta incursión en el ámbito de la gramática, es indispensable señalar la causa que ha provocado tal reflexión. En la crispación

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

política que surge con posteridad al cierre de las urnas, se han escuchado frases de lo más pintorescas y por desgracia, muy pocas dignas de ser consideradas resultado de una responsable valoración del momento institucional. Uno de esos chascarrillos ha sido el pronunciado por el portavoz de – Democràcia i Llibertat -, en calidad de réplica al discurso del Jefe del Estado, denunciando la injusticia que se cometería si a una parte, en la que él y su partido se encuentran, más aún se ha atrevido a decir Cataluña, no se le permitiera el derecho a decidir frente a esa mayoría de la que se excluye y se supone es España.

En un país con un sistema de hacer política igual que en el nuestro, no se daría una situación parecida; haría ya muchos meses que se habría aplicado un corrector, el marco legal vigente. Se anunció con gran impacto mediático que con un retoque de las competencias atribuidas al Tribunal Constitucional, se podría desactivar el delirio independentista, frente a la opinión de los que señalaban la variada legislación que ya poseían las instituciones para interrumpir el proceso de desmembración del Estado; hecha la reforma no ha servido para nada, la situación es la misma, alardear de una supuesta prudencia. Parece inaudito que cuando todos estamos sometidos al imperio de la ley por ser la mejor forma de reconducir la convivencia, hayan organismos públicos, que se rebelen e intenten destruir lo que forma parte de su esencia, el Estado y más aún, que quien tiene la potestad de impedirlo no reaccione. Es anómalo y suicida para la Nación el que la ley electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños con menor número de votos de los que consiguen las otras fuerzas de ámbito nacional.

En estos momentos, el único planteamiento posible sin dañar el entramado institucional, sería no aceptar por parte de los miembros del PSOE Y PP con cierta experiencia de gobierno y madurez política, la deriva del país a la destrucción como colectivo de hombres libres, y luego propiciar un pacto de Estado. Pero no sólo los políticos deben ser los que se comprometan en ofrecer la posibilidad de vivir con normalidad, sin lanzarnos a experimentos inviables por la falta de cordura y de racionalidad, sino que han de ser todos los ciudadanos los que se impliquen de verdad en el rechazo a los que quieren destruirnos o pretenden retroceder en el tiempo con la consigna de una casposa revolución.

Muchas trabas nos alejan de la plena participación ciudadana, subvenciones a amigos, amiguetes y a organizaciones afines, sean partidos o sindicatos y no concederlas a organizaciones independientes con un fin social verdadero. Con este planteamiento se llega a la conclusión de que el sistema está montado en gran parte para beneficio y gloria de los partidos políticos no para la verdadera sociedad. El modelo que nos hemos dado requiere una reforma profunda con la intención de recuperar la presencia de los ciudadanos, sus verdaderas necesidades y de que el coste económico no alcance las desorbitadas cifras en euros que exige el funcionamiento de la administración actual, no es de recibo el haber creado un ” monstruo ” que nos está devorando y destruyendo; da la sensación de que muchos aficionados a hacer política, eligen a gusto la ideología que les puede dar más réditos, la defienden, se presentan a las elecciones y , si salen elegidos, roban una parte suculenta de los presupuestos con la intención de trazarse un plan económico, que les permita seguir viviendo a costa de los ” modernos siervos ” de nuestra época, los ciudadanos.

Se ha abusado mucho de los medios que nos brinda el proceso democrático, pero lo lamentable es que ese abuso se ha decantado con intención o no, por la renuncia de la conciencia nacional, por la desintegración del Estado, por el enfrentamiento social, por la pérdida de valores, por el deterioro del poder judicial, arropado todo ello por la más descarnada corrupción. No podemos descartar el perverso papel representado por los dos grandes partidos, ellos han sido los artífices más implicados en el expolio al que se ha sometido todo lo que representaba la estabilidad democrática, equilibrio que nos costará bastantes años reparar.

El despojo sufrido ha sido demoledor y hasta ha herido de muerte a los que lo han programado; es evidente que las dos fuerzas políticas, supuestamente adalides de la libertad, para eso se les dio el voto, han ido perdiendo apoyo ciudadano al mostrarse organizaciones incapaces de alejar a quienes el único deseo que les mueve es destruir lo que en siglos ha costado crear, España o que pretenden involucionar el proceso democrático. Conviene no dejarnos arrastrar por falsos profetas o por avispados vendedores de feria; la última hazaña de los distorsionadores de la realidad, incrustados en el tejido social, alcaldes o presidentes de comunidades autónomas, es no haber querido celebrar la toma de Granada por las tropas cristianas e insistir en que se debería pedir perdón por haberlo hecho. Si no nos preguntamos a quiénes se les ha facilitado poder institucional por haber mostrado tanta falta de conocimiento histórico y sobre todo qué calidad tienen los líderes de las otras fuerzas políticas por no emitir una réplica ajustada a tal desatino, no seremos capaces de iniciar el camino de la reconstrucción, acaso temamos la respuesta, la única posible – hemos entregado la dirección de nuestro país y de nuestras vidas, a insolventes -.

En la caótica situación en la que nos encontramos, sin saber lo que dará de si las arenas movedizas, localizadas bajo los cimientos del Estado, el señor Rajoy trajeado según las exigencias de la víspera a la noche de Reyes, nos ha lanzado con su ya conocida flema la seguridad de que nadie incumplirá la ley, un sonsonete cansino, y además se ha propuesto como artífice de las grandes reformas que se necesitan hacer; entonces es indispensable plantearnos a qué engaño nos quiere llevar, si con una mayoría absoluta , la que nadie logró en democracia, no ha cambiado casi nada, imposible hacerlo con una mayoría minoritaria, y más aún cuando ya se está insinuando el retoque de la reciente reforma laboral con el único fin de conseguir el apoyo del señor Pedro Sánchez.

Terminados los festejos navideños, estamos obligados ante tal desvarío a proteger nuestro modelo de sociedad y a potenciar nuestros gustos y costumbres de la manera que queramos y no al estilo de unos políticos devaluados que en lo único que son expertos es en charangas bien orquestadas, vayan vestidos con traje y corbata o en mangas de camisa.

 

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diciembre 25th, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Los principales candidato a la presidencia del Gobierno de España al 20D. Rajoy (PP), Sánchez (PSOE), Iglesias (Podemos) y Rivera (C’s). Foto La Sexta.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia

Somos simples ciudadanos, familias con niños pequeños, abuelos solitarios, jóvenes dispuestos a incumplir alguna que otra norma establecida, y un sin fin de singularidades humanas que se esfuerzan o tan sólo “las ven pasar”. Constituimos una sociedad, que espera con

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

entusiasmo las fiestas señaladas en el calendario para dedicarlas al descanso y al encuentro. Este año, Presidencia del Gobierno decidió enmarcar las elecciones generales en vísperas de la Navidad, rasgando la aureola de las fiestas más bellas y entrañables; sólo se necesitó pensarlo para imprimirlo en el boletín oficial del Estado.

Nuestro espacio social ha sido invadido una y otra vez por la estrategia política , pero en esta ocasión se ha ido más allá, se han desdibujado unas costumbres, unos usos arraigados en nuestros pueblos y ciudades al introducir la cuña electoral, una pesada losa que ha gravitado sobre nosotros durante días, con efectos secundarios, secuelas que han secuestrado por horas las conversaciones distendidas que solemos mantener con los compañeros de trabajo en las comidas de “¡hasta pronto!”, antesala a los ágapes posteriores, que han aumentado preocupación en nuestras caras por la inestable situación resultante de las urnas, incertidumbre aumentada por las propuestas periodísticas que tertulia en tertulia nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo.

Repasar lo sucedido desde la notificación de los comicios o si se quiere desde unos meses antes, nos permite resaltar hechos no fortuitos que de alguna manera han influido, han modelado y posiblemente han condicionado el resultado de las urnas.

La televisión es un factor importante para mover la opinión pública, no requiere en ocasiones reflexiones profundas, sólo observar la pantalla para que al instante imágenes, frases elaboradas, redactadas con sutileza impacten en múltiples mentes relajadas, receptivas a cualquier información y en la mayor parte de las ocasiones sin réplica ágil ni oportuna. Los espectáculos audiovisuales nos han trasladado a un escenario de rótulos luminosos, pantallas digitales, pizarras didácticas y en el centro los asientos dispuestos para los políticos de los partidos, seleccionados según criterio desconocido: por representatividad, por intereses ideológicos o por obscuros propósitos. Este procedimiento ha sesgado la libre iniciativa, ha postergado a segundo término a fuerzas políticas con bagaje digno de resaltar y ha impedido a otras nuevas presentarse ante la sociedad.

El espaldarazo al ranking de líderes políticos oficiales se hizo desde Presidencia, cuando se convocó en primer lugar a Pedro Sánchez, a Albert Rivera y a Pablo Iglesias a la Moncloa a través de una selección arbitraria, un aval a la carta; al centrarnos en la fuerza que lidera este último, comprenderemos que a un líder sin representación en el Congreso y anti-sistema, el jefe del Ejecutivo no debería haberle dado la relevancia de la que no es merecedor por varios motivos y más aún cuando no tenía la intención de firmar el pacto frente al terrorismo radical islámico y sólo asistiría al encuentro como observador.

Fiestas, tres paradas de gran encanto celestial, -la llegada al mundo del Amor, la Paz y la Esperanza, el tañido de las campanas mensajeras de un Nuevo Año y la inocencia en los ojos infantiles al recibir los regalos de aquellos Reyes Magos que supieron seguir la estrella de Oriente-, fiestas que se verán eclipsadas por la impostada voz de los líderes lanzando sus soflamas cargadas de egoísmo, de falta de compromiso, de “SALVESE QUIEN PUEDA PORQUE YO HE GANADO LAS ELECCIONES”.

Si a todo representante público le importase la estabilidad de las instituciones, el bien común y en estos momentos la salida de la crisis económica, bastaría unos pocos días de reflexión para facilitar la gobernabilidad del país, un acuerdo entre los partidos constitucionalistas o como mínimo un pacto de Estado entre los dos más votados, el PP y el PSOE para cumplimentar las pautas de formar gobierno.

Ésta es la noticia que la mayoría de españoles esperamos para vivir felices la Navidad , con turrones, brindis en copas de cava al son de los alegres villancicos que nuestros padres tararearon años y años, a lo largo de esta vieja España en la que estamos todos porque fuimos todos los que la forjamos. Superemos el vaivén de las propuestas de pactos en el panorama nacional y también el largo sainete representado por los aprendices de servidor público en el ámbito catalán, no nos dejemos deprimir y vivamos con esperanza el próximo futuro, siempre nos queda asumir con más sabiduría el volver a las urnas.

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octubre 18th, 2015 by lasvoces

Fernando José Vaquero Oroquieta es Licenciado en Derecho; Estudios de Criminología; Autor de los libros: ‘La Ruta del Odio. 100 Respuestas claves sobre el terrorismo’ y ‘¿Populismo en España? Amenaza o Promesa de una Nueva Democracia. <Fotografía: Dirigentes de UPN en 1997>.

Fernando José Vaquero Oroquieta es Licenciado en Derecho; Estudios de Criminología

Fernando José Vaquero Oroquieta es Licenciado en Derecho; Estudios de Criminología

De cómo el navarrismo flojea o el cuarto pilar del separatismo panvasquista

Tras la debacle electoral de las fuerzas navarristas y constitucionalistas del pasado 24 de mayo, cuya consecuencia más evidente ha sido el apartamiento de UPN de la mayor parte de los centros políticos institucionales de la Comunidad Foral, poco a poco se han elaborado ciertos análisis explicativos de tamaño desastre.

Alguno de sus autores procuró quitar hierro al evento: únicamente se habrían desplazado unos escasos miles de votos; de modo que, en circunstancias futuras, las distorsiones provocadas por el leve engrosamiento de las fuerzas separatistas y la irrupción de Podemos se rectificarían previsiblemente, retornándose al statu quo presidido por UPN y PSN-PSOE y a una versión actualizada del “quesito foral”. Es el supuesto del análisis de urgencia firmado por Chon Latienda en ABC. Elaborado a los pocos días del terremoto político, tuvo el mérito de ser el primero en afrontar la nueva situación, a la par de tranquilizar a una masa social desasosegada.

Unos días después empezó a abrirse paso otra vía más ambiciosa. Así, Javier Lesaca Esquíroz en Navarra, mucho más que una batalla identitaria analizaba la dinámica activista de las fuerzas separatistas; fruto de un calculado diseño táctico-estratégico, desgranando para ello sus principales vectores. Así, unos potentes medios de comunicación afines, auténtica agit-prop de virtualidad revolucionaria, junto a la acción metapolítica desplegada por las ikastolas en su indisimulado papel en la “construcción nacional vasca” –el autor hablaba prudentemente de una “tupida red educativa”- serían punta de lanza del incansable y cargante activismo separatista. Complementariamente, la práctica terrorista de ETA y sus cómplices habría sido su tercer y decisivo vector de acción. Tratándose este autor de un antiguo alto cargo del Departamento de Educación del último Gobierno de UPN, su interpretación se presentaba mucho menos tranquilizadora que la de Chon Latienda; pues nos situaría ante un movimiento político-social -y en su día terrorista- aparentemente imparable.

Jesús Aizpún Tuero. Cofundador de UPN

Jesús Aizpún Tuero. Cofundador de UPN

Pese a semejante disparidad analítica, ambos intentos compartían un sesgo común: la ausencia de cualquier autocrítica. Entonces, los gobiernos de UPN, y el mismísimo partido, ¿todo lo hicieron bien? ¿Nada tuvo que ver la debacle electoral con la megalomanía del pabellón multiusos Reyno de Navarra-Arena? Análoga pregunta deberíamos hacernos ante la escandalosa liquidación de la CAN; las inadmisibles dietas de sus consejeros; el tratamiento fiscal discriminatorio de Osasuna; la tortuosa relación de los anteriores gobiernos con el PSN-PSOE; sus conflictos con el Partido Popular; los complejos de algunos Consejeros de aquellos gobiernos ante tanto técnico díscolo; la progresiva desconexión de UPN con sus bases, la sociedad y su incomparecencia en la calle y pueblos y el mundo del ocio y la cultura; el caso Cervera y los oscuros personajes e intereses allí convocados; el ataque a degüello contra Ciudadanos; el doble rasero de determinadas actuaciones políticas; la cobardía de no pocos responsables políticos ante la chulería y prepotencia de los separatistas; la dependencia informativa y de opinión pública de un “Diario de Navarra” tantas veces desconcertante. Una autocrítica inexistente, por otra parte, en los prolegómenos de la elección de la nueva presidencia de UPN. Y en jornadas posteriores.

No obstante, a pesar de estas carencias, el análisis de Javier Lesaca era muy pertinente; no en vano mostraba a la luz del día una realidad que, por lo general, políticos y formadores de opinión del área navarrista tienden a ignorar. Un comportamiento similar al de los niños: tapándose los ojos, todo aquello que no gusta o no se entiende, desaparecería de su campo de visión… y de la realidad. Pues va a ser que no.

Pero, a pesar de sus incuestionables méritos, este análisis no contemplaba un cuarto vector, tan decisivo, cuanto no más, que los ya mencionados, y que es su fruto más preciado. Nos referimos al tejido comunitario panvasquista: esa contra-sociedad edificada pacientemente por tan plurales fuerzas separatistas.

Ciertamente, esta experiencia comunitaria es una anomalía en Occidente; espacio político-geográfico en el que la globalización anglosajona, consumista e individualista, tiende a diluir todo tipo de lazos que vayan más allá del modelo humano propuesto como ideal: a decir de Eulogio López en Hispanidad.com, de mayores seremos “ricos y libertarios”.

Desde hace varias décadas, es posible “vivir en vasco” –proyección material, subjetiva y afectiva de la “construcción nacional”- las 24 horas del

Primer logotipo de UPN

Primer logotipo de UPN

día, los siete días de la semana, en cualquier espacio público y privado de Vascongadas y Navarra. Huelga decir que lo vasco es anterior al separatismo, inseparable de la Hispanidad y mucho más amplio de lo que sus secuestradores proponen. En todo caso, esa vivencia colectiva tiene un enorme atractivo, además de ser un peligroso instrumento totalitario de presión social. Para muchos, se alegará, no deja de ser una placentera comodidad, un dejarse llevar que evita interrogantes vitales. Pero esa supuesta y criticable debilidad de criterio de, acaso, no pocos de sus seguidores, le proporciona al separatismo una gran fortaleza. Frente a la globalización sin alma, diversas identidades nacionales y colectivas pugnan por sobrevivir y afirmarse en todo el mundo: antiguas unos y novedosas otras.

Responsabilizar únicamente al terrorismo de la consolidación de este anómalo fenómeno en Vascongadas y Navarra es una interpretación que prescinde de una parte notable de la realidad; pues ignora el sacrificio en tiempo, afectos y dinero de decenas de miles de convencidos. Cada día, todos los fines de semana, en las ikastolas públicas y privadas, en la euskaldunización de adultos, en el sindicalismo de clase panvasquista, en ciertos movimientos feministas, visitando a “sus presos”, en grupos culturales de todo tipo, en asambleas ad hoc de incontables causas comunitarias y ambientales, en variadísimas actividades de ocio, en el deporte, el mantenimiento y el rescate del folklore, en bares y tabernas, en numerosos circuitos musicales, en la solidaridad con inmigrantes y parados, en tantas y sucesivas expresiones de tan distintiva creatividad social…, miles de familias se movilizan con irritante arrogancia, con entusiasmo paramilitar; pero también con alegría, sin fisuras, disfrutando de los placeres del apoyo mutuo y la identidad común.

El navarrismo es, sin duda, la modalidad de pertenencia española más común en Navarra. Por supuesto que uno puede sentirse español desde otras perspectivas: la unitaria-jacobina (al modo de UPyD y tal vez Ciudadanos), la pretendidamente federalista (¿PSN-PSOE?), otra denominémosle como confederal (¿Podemos e I-E?), incluso la napartarra… por un tiempo.

En cualquier caso, el partido del navarrismo ha sido, y sigue siendo, especialmente tras la quiebra sufrida por un menguante PSN-PSOE en permanente crisis de liderazgo y proyecto, UPN. Guste o no.

Pero UPN, que siempre ha alardeado de ser un partido más democrático que ningún otro, ha perdido en esta última década a sus principales dirigentes, cierta base de afiliados, a sus juventudes (¿existen de verdad?), su relación con la sociedad y sus legítimos intereses. Realmente, ¿ha sido alguna vez un partido de masas, tal y como viene repitiendo últimamente Javier Marcotegui, o se ha convertido en un sindicato de intereses de clan al uso en el resto de España? En Europa apenas existen tales partidos, más propios de la tercera década del siglo pasado. De entrada, ya no hay “militantes”, salvo en los extremos del arco político: lo que cuenta, ante todo, es el número de votos; y lo de menos, la amorfa masa de afiliados generalmente en manos de una oligarquía de “cuadros” serviles a los jerarcas del momento. ¡El modesto afiliado! Ninguneado por sus jefes, despreciados por sus conciudadanos, poco más que un simple cotizante, siempre paciente, generalmente ignorado… Pero sin afiliados que coticen puntualmente, no es posible partido alguno; salvo que vivan del erario público: otra perversión ibérica. ¡Y qué decir de los meros votantes!

Si UPN pretende aproximarse, en lo más plausible, a lo que se entiende por un partido de masas, tendría que cambiar muchas cosas. De entrada la figura del afiliado debe ser revalorizada: formado e informado, consultado y promocionado. De ser súbdito de una oligarquía debe alcanzar la categoría de una ciudadanía democrática y responsable. A partir de ahí se podrían promover sucesivos cambios: un riguroso funcionamiento democrático; órganos de control independientes de los líderes del momento; unas organizaciones sectoriales vivas y no puramente nominales; un razonable régimen de incompatibilidades; una autonomía municipal; planes de formación; soportes de apoyo de los grupos locales o sectoriales más débiles; un buen apartado de propaganda; la elaboración de una liturgia y un calendario movilizadores. Desde esta perspectiva, el problema de UPN no es únicamente el del rostro de sus máximos líderes. Ni siquiera el de realizar una imprescindible autocrítica. Son necesarios buenos líderes; y si son carismáticos, mejor. Pero son imprescindibles valores, ideas, proyectos y engarces con la sociedad. Y si ésta reclama, de una u otra forma, tal y como lo está haciendo, una regeneración democrática, o UPN encarna esa demanda, o corre el riesgo de extinguirse.

Por otra parte, UPN no puede aspirar únicamente (lo que es una tarea formidable) a recuperar el poder, pues de alcanzarse éste, ¿para hacer qué? ¿Más años en permanente zozobra y con miedo ante lo irremediable?

UPN debe cambiar para poder revitalizar un navarrismo replegado y atemorizado; pues ambos se necesitan. Y, en no pocas cosas, para ello tendrán que mirar a la acción de los separatistas y extraer sus propias conclusiones operativas.

Navarra vive, a pesar del anestésico napartarra y del pragmatismo relativista de tantos paisanos, una situación de emergencia. Esperar que la movilización separatista se desinfle por sí misma, es una creencia mítica e infundada. Es más, cuanto más cerca de su objetivo se sienta, más empeño sumará. Ciertamente, el mero transcurso del tiempo contribuye a “poner las cosas en su sitio”. Además son muchas las fuerzas operativas en la Historia. Pero hace falta mucho más. Y ese plus: o lo pone UPN o no lo hará nadie ni nada.

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octubre 3rd, 2015 by lasvoces

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: El presidente de la Generalitat, Artur Mas, durante la primera reunión del gobierno catalán tras las vacaciones, agosto 2015. Foto/Efe>

Una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión

Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo

Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph A. N./lasvocesdelpueblo

-¡Tierra!, La suerte está echada, Tanto monta, monta tanto, Sólo sé que no sé nada, Dejad que los niños se acerquen a mi -… palabras, frases, sentencias que han marcado un hito en el devenir histórico, que han intentado simplificar un hecho, un pensamiento, un anhelo; expresiones dichas, retenidas en la memoria y transmitidas para la posteridad; un recuerdo, esperanza y guía para todas las personas que quieren formar parte de su presente y facilitar la llegada de un futuro mejor. Pero hay otras que nacen vacías de contenido, frases huecas, coyunturales, que pasarán al olvido o que si se retienen serán para oprobio de los que las pronunciaron: “el Gobierno no os dejará solos”, ésta es una de ellas, la que el presidente del Ejecutivo ha emitido por compromiso ya varias veces, pero sin cumplimiento, y luego volvió a repetirla ante un nuevo acto en contra del Estado de derecho, el 27S como constancia de obligación debida o a lo mejor por tic paternalista y en caso extremo por hacer ver que ejerce sin hacerlo. Pero no ha quedado en ello, finalizado el recuento de votos de los comicios autonómicos, el portavoz del partido de la calle Génova, el señor Pablo Casado en ausencia ya prevista de Mariano Rajoy, manifestó otra frase que seguro , igual que las anteriores, pasará a la posteridad por vacua “el gobierno garantizará la legalidad”; al día siguiente, obligado por las críticas generalizadas a su escapada, se dignó el señor Presidente a convocar un encuentro con los periodistas para dar su valoración de lo ocurrido en las urnas… no quiso agotar la paciencia de los profesionales de la información ni la nuestra, de ahí que su exposición fuera breve; nada nuevo aportó, ya por no tener propuesta alguna o por no calibrar la grave situación que nos envuelve.

Toda una legislatura ha sido tiempo suficiente para que los ciudadanos hayan apreciado la acción del Gobierno, la intención de solucionar todos los problemas y sobre todo la presencia del Estado en cada Comunidad autónoma. No ha sido así, el Presidente, el señor Rajoy no ha apoyado a los ciudadanos catalanes a los que se les ha privado reiteradamente de derechos fundamentales y a través de ellos a todos los españoles y tampoco ha tomado medidas en su momento debido para impedir las ofensas continuas que se han dirigido a la Nación y al jefe del Estado.

Estas últimas elecciones, convocadas con antelación, a gusto de un proyecto secesionista, liderado por el señor Mas, representante del Estado en su comunidad autónoma, adelantado de una burguesía oligárquica, caciquil, localista, acostumbrada a ejercer presión , a imperar a la sombra del poder y estar en primera línea sea el sistema político que sea , se atrevió a decir a los cuatro vientos la intención de negarle a España el ser una Nación y hurtarle una parte importante de ella, sin que las instituciones aplicasen los resortes que la Constitución brinda ante tal reto prevaricador. El dirigente independentista se ha transformado en una estatua de sal de tanto mirar la historia y blandirla a modo de ariete, pero no la gran Historia que aporta experiencia e insta a emular grandes o pequeños hechos para bien de una sociedad viva y capaz sino que desde aquel pasado lejano la pervierte, la tergiversa , la ofrece como manzana de la discordia a una ciudadanía previamente adoctrinada.

Los nacionalistas se han prestado a lo largo de los años a tutelar a los Gobiernos de España en varias legislaturas, haciendo creer que lo hacían por lealtad institucional y éstos, inmersos en un plan cortoplacista, se han dejado rodear por el abrazo mortífero de la Mantis religiosa. Ahora al límite de la involución democrática se requiere una acción clara, firme y taxativa de las instituciones del Estado sin rodeos, sin comunicados suaves, sin abogar al tan manoseado consenso que las ha estado acunando.

La ciudadanía, única portadora del derecho a la soberanía, ha empezado a salir de su letargo y a ejercer sus obligaciones con el único propósito de salvar su bienestar, su dignidad y como es lógico su país de la misma manera que lo hace cualquier sociedad democrática. Y se conseguirá si se olvida el buenismo engañoso que han esgrimido muchos falsos profetas y si se exige a los políticos sentido de Estado.

Un ejercicio saludable para poner a punto la inteligencia y descubrir el verdadero plan de los peones de la desintegración de España, es derribar tabúes para que escape el miedo a opinar, a decir no al nacionalismo, a exigir los derechos que avala la legalidad constitucional, a identificarse con lo español, a hablar en castellano si es así como mejor te expresas, sin justificarte o pedir perdón por no conocer otra de nuestras lenguas. Con esta práctica se logrará recuperar la dignidad perdida de cada uno en particular y con ella la de todos. Ahora bien, en primera línea está obligado el Ejecutivo a posicionarse y detrás el resto de los organismos del Estado. No se debe otorgar premios nacionales a personas que les repugna no ya sentirse españolas sino serlo y que alardean de este rechazo después de muchos años de aceptar subvenciones públicas, pero aún es más degradante no inmutarse en el pleno del Congreso cuando un diputado rompe varias hojas de la Carta Magna : un representante político, ineficaz en la defensa de sus ciudadanos en libertad, no es digno del cargo ni de la responsabilidad que ocupa. Habría que plantearse qué nos ocurre, qué déficit mostramos en nuestro funcionamiento colectivo para no reaccionar al instante a los zarpazos destructivos del nacionalismo, y permitir que las instituciones y sus dirigentes se paralicen por no creer en la legitimidad que les ampara y hasta por alardear de ser comprensivos con los enemigos de la libertad.

Se han emitido pronunciamientos alertando de lo negativo que sería la secesión de Cataluña y es posible que se nos ofrecerán muchos más, firmados por empresarios, entidades bancarias, sindicatos, exministros… pero todos tardíos por el sufrimiento que el silencio cómplice ha ocasionado a muchas familias, y lo terrible es que esas entidades han convivido en un magma de chanchullos con los líderes de la ideología identitaria, y ahora ante la posibilidad de desequilibrios económicos, se revuelven en un escenario habilitado, ante las cámaras televisivas, con cierto aire de superioridad mientras que muchos ciudadanos en soledad han tenido que defenderse de la intransigencia, de la injusticia y han sido diana de insultos degradantes, lanzados por los instintos más bajos del ser humano, instintos manoseados desde estancias oficiales y mantenidos con dinero público.

Somos muchos más los que con sentido común, sabemos que todos, codo a codo hemos colocado a nuestro país en un digno lugar en el ranking internacional europeo y que no debemos permitir que se desintegre en mil pedazos en una noche de artificieros. España sin aspavientos, sin una palabra más alta que la otra, sin un desaire debe estar en nuestra vida pública y darnos seguridad como pueblo; meta posible si nos ponemos todos en la labor, políticos, intelectuales, dirigentes de empresas, profesionales de la comunicación y en primera línea profesores, aliento de las escuelas , de universidades, tutores de nuestros jóvenes con la noble tarea de explicarles las raíces de nuestro país, su andadura histórica, por cierto una de las más dignas , y sobre todo hemos de trazar un proyecto ilusionante que cale y nos facilite tener alicientes motivadores.

Lo más eminente es regirnos por las normas que marca el Estado democrático, el cumplimiento de la ley – la tarea principal de cualquier gobernante – y al que no lo haga, sea el dirigente que sea, sea de la autonomía que sea, de la institución que sea, debe aplicársele los correctores que marca la Constitución y el Código penal. No hay tiempo que perder, se han de bloquear los medios mediáticos que despliegan un control sobre la ciudadanía, soltar amarras para que nadie sea pusilánime ante los grandes valores que debe regir a una sociedad sana y dispuesta a actuar en beneficio de los otros, que no es nada más, ni nada menos que potenciar las cualidades que cada uno tiene, sin cortapisas, sólo con el límite de la Ley.

Emprendamos esa tarea con ilusión y por encima de todo, con mucha agudeza para desenmascarar a los que disfrazados de cordero, esconden sus garras y colmillos con la intención de sacar bocado o privilegio, haciéndonos creer que hay pueblos que por el sólo hecho de estar asentados en un territorio son mejores que otros, que tienen una singularidad con derecho a beneficios; afirmación incierta en una sociedad democrática, en la que rige únicamente la igualdad de todos ante la ley por muy diversos que seamos. De ahí partiremos, de los valores aportados por la primera Constitución liberal de 1812 -el criterio de nacimiento, basado en el origen familiar y en el territorio propio fue sustituido por el criterio del mérito personal- ciudadanos de pleno derecho, nadie abandonado injustamente al desprecio y olvido.

 

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septiembre 13th, 2015 by lasvoces

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Anne Hidalgo, de París. Spyros Galinos, de Lesbos. También suscriben: Xulio Ferreiro, alcalde de A Coruña; José María González, Kichi’, Alcalde de Cádiz; Martiño Noriega, alcalde de Santiago de Compostela; Pedro Santisteve, Alcalde de Zaragoza. <Fotografía de un niño sirio muerta en la playa, un drama de los refugiados en Europa y una foto que conmueve a cualquier ser humano. Foto archivo>.

Nosotros, las ciudades de Europa

Europa se juega estos días su credibilidad. No podemos mantener impasibles mientras la muerte acecha diariamente nuestras playas

Europa se juega estos días su credibilidad. No podemos mantener impasibles mientras la muerte acecha diariamente nuestras playas, mientras miles de familias que huyen de la guerra en África, Oriente Próximo y Asia Central se amontonan en puertos, estaciones, trenes y carreteras a la espera de una respuesta humanitaria por parte de Europa. No se trata de un gesto de caridad. Se trata de garantizar un derecho humano, el del asilo.

Somos responsables ante nuestros ciudadanos, que nos exigen tomar medidas urgentes y ponen a nuestra disposición recursos y medios para facilitar la acogida. Somos responsables ante los países limítrofes que están acogiendo refugiados muy por encima de sus capacidades, con el riesgo que supone para la estabilidad de la región -sólo en Líbano hay 1,1 millones de refugiados, lo que representa el 25% de su población-. Somos responsables ante la idea misma que vio germinar en Europa, fundada después de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, la vergüenza del Holocausto y la derrota de los fascismos para asegurar un futuro de paz, prosperidad y fraternidad a las generaciones venideras. Debemos estar a la altura de la promesa que se hizo sobre un continente en ruinas: “Nunca más”.

Nuestra máxima responsabilidad es con el género humano. Si continuamos levantando muros, cerrando fronteras, subrogándose el trabajo sucio a otros estados para que sean ellos los que ejerzan de gendarmes de nuestras fronteras, ¿qué mensaje estamos lanzando al mundo? Qué rostro de Europa nos devuelve reflejado un mar Mediterráneo cubierto de cuerpos sin vida?

Las ciudades europeas estamos preparadas para convertirnos en lugares de acogida. Nosotros, ciudades de Europa, queremos dar la bienvenida a los y las refugiadas. Los estados son los que otorgan el estatus de asilo, pero las ciudades son las que ofrecen cobijo. Son los municipios de las fronteras, como Lampedusa o las islas de Kos y Lesbos los primeros en recibir los flujos de personas refugiadas; y son los municipios europeos los que deberán acogerse estas personas y los que deberán garantizar que inician una nueva vida, ya a salvo de los peligros de los que escaparon. Para ello, disponemos de espacio, servicios y, lo que es más importante, la voluntad ciudadana para hacerlo. Nuestros servicios municipales ya están trabajando en planes de acogida para asegurar pan, techo y dignidad a todos los que huyen de la guerra y del hambre. Sólo falta la ayuda de los estados.

De acuerdo con el Acnur, nos encontramos ante la crisis de refugiados más grave desde finales de la Segunda Guerra Mundial. De ustedes, los gobiernos de los estados y la UE, depende que esta crisis humanitaria no se convierta en una crisis civilizadora, en una crisis de aquellos valores fundacionales que forjaron nuestras democracias. Durante años, los gobiernos europeos han destinado la mayoría de fondos de asilo y migración a blindar nuestras fronteras, a convertir Europa en una fortaleza. Esta política equivocada es la causa de que el Mediterráneo se haya convertido en una tumba para miles de refugiados que intentan acercarse y compartir nuestra libertad. Ha llegado el momento de cambiar las prioridades: destinen los fondos para garantizar la acogida de los refugiados en tránsito, apoyen con recursos las ciudades que se han ofrecido como espacios de refugio. No es el momento de palabras vacías, de discursos vacíos, es el momento de actuar.

Lunes 14 de septiembre se celebrará en Bruselas la cumbre de ministros de Interior y Justicia para abordar la crisis de refugiados. Les pedimos que no den la espalda a las ciudades, que escuchen el clamor que procede de ellas, necesitamos el apoyo y la cooperación de los Estados, la Unión Europea y las instituciones internacionales para asegurar la acogida. Es tiempo de construir la historia de Europa como queremos ser reconocidos por los demás pueblos del mundo y ser recordados por las generaciones de europeos que están por llegar. No los dejen solos, no nos dejen solos.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Anne Hidalgo, de París. Spyros Galinos, de Lesbos. Suscriben también este manifiesto Xulio Ferreiro, alcalde de A Coruña; José María González, Kichi’, Alcalde de Cádiz; Martiño Noriega, alcalde de Santiago de Compostela; Pedro Santisteve, Alcalde de Zaragoza. Las ciudades que se quieran adherir pueden hacerlo a través de ciutatrefugi@bcn.cat.

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