Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – Ahora necesitamos un presidente con un proyecto claro de la Nación Española, con voluntad de encarar la corrupción, de acatar la ley y hacerla cumplir. Puede parecer simple, pero la experiencia nos indica lo complejo que es. Ninguno de los líderes propuestos cumple con el primer requisito, en ningún momento se les ha oído plantearlo con claridad (…). El señor Pablo Iglesias nunca ha ocultado su hostilidad, insultos a los símbolos y compañas pro-etarras dan testimonio. Barcelona (España), domingo 3 de junio de 2016. Fotografía: El dirigente extremista podemita, Pablo Manuel Iglesias Turrión (i) junto al presidente separatista catalanista, Carles Puigdemont Casamajó (d) durante un encuentro en el Palacio del gobierno regional de Cataluña. Archivo lasvocesdelpueblo.
Por dos veces los colegios electorales están cerrados, la ciudadanía con el cómputo de los votos en su poder, las televisiones colapsadas por tantos datos emitidos y los partidos políticos empeñados en buscar aclaraciones a sus escaños. La realidad es implacable: tiempo perdido, dinero gastado y lo más irritante el país a la espera otra vez de una sesión de investidura.
La última fase de la reflexión es aplastante, no por no ser esperada sino por la claridad con que manifiesta el deterioro de la democracia en España. El sistema participativo tiene como premisa máxima que el individuo exprese lo que quiera, lo que decida, lo que anhele, siempre ajustado a la ley y puede hacerlo a través de los medios establecidos: manifestaciones, concentraciones, asociaciones reivindicativas, artículos, recogida de firmas y el voto que se puede emitir a nivel local, autonómico y nacional.
No hemos reaccionado ante todos estos hechos, hemos mirado hacia otro lado y hemos preferido que los graves problemas los encarasen los políticos
En los últimos días anteriores al 26J, debilitado el huracán de las encuestas, planeó sobre la voluntad de los ciudadanos mensajes por correo electrónico o por WhatsApp para dirigir el voto. Procedimientos que siendo legales, pretenden falsear la libertad del individuo en su deber al sufragio. Cada vez es mayor la intención de dirigir la participación ciudadana con los procedimientos mencionados, a los que han precedido programas televisivos que no ofrecen más que una imagen distorsionada de la política.
La soberanía reside en los ciudadanos, imprime deberes y derechos, colaborar con la sociedad, al mismo tiempo que recibir de ella reconocimiento. España que celebró con ilusión la llegada de la democracia, una ciudadanía que quiso poner fin a los bandos hostiles, que quiso homologarse con el resto de Europa, tendría que haber sido apoyada y bien representada por sus políticos cuya noble labor era administrar con honestidad y tesón. Pero si fue así durante un tiempo, luego el modelo bipartidista, creado para facilitar el sistema de turno y dar estabilidad, fue corrompido por los mismos protagonistas al hacer de él un camino de trapicheos económicos y de prevaricación. No queda aquí los desmanes, han alcanzado hasta los cimientos de la seguridad del Estado, el Ministerio del Interior.
Desde el uso del dinero de los fondos reservados para montar el GAL, con la intención de eliminar el terrorismo no por el camino de la ley sino por los mismos métodos usados por los violentos, el asesinato; la manipulación en vísperas de unas elecciones generales, el atentado del 11M que tiró por tierra la continuidad del PP en el poder: Unos trenes destrozados, víctimas inocentes, manipulación de pruebas, medios de comunicación al servicio de poderes oscuros y un vil eslogan «No Nos Merecemos Un Gobierno Que Nos Miente»; hasta el Chivatazo del bar Faisán, las muchas escuchas y expedientes judiciales filtrados, casos delictivos muy graves y ralentizados en los juzgados, otros hinchados por intereses políticos y por último, antes del domingo 26 de este mes volvimos a encontrarnos en un idéntico escenario, unas elecciones en puertas y un gran escándalo de escucha ilegal al ministro señor Jorge Fernández.
No hemos reaccionado ante todos estos hechos, hemos mirado hacia otro lado y hemos preferido que los graves problemas los encarasen los políticos sin preocuparnos las sendas escogidas. Reconocer no haber cumplido con la responsabilidad a la que todos estamos obligados, es el primer paso para emprender una salida a la grave etapa en la que está nuestra democracia. Somos un pueblo con suficiente andadura participativa y madurez democrática para haber descubierto que el método de aprendizaje para ejercer la soberanía es dedicar unos instantes a revisar la acción de los distintos partidos, tengan cotas de poder o no.
En eso se ha fallado y la consecuencia ha sido el voto preparado en escenarios televisivos: creer que la cercanía de un político se mide por la cantidad de besos que reparte en los mítines, congresos o paseos callejeros, estar en programas de máxima audiencia, bailar, reír, tutear, ir en mangas de camisa, indicar el periódico que lee, el deporte que practica, lo que come, dejarse acompañar por su esposa de simple adorno estético sin existir la réplica, un politico mujer en compañía de su pareja.
Ahí está nuestra meta, sumarnos a la propuesta de afianzar la Europa de las Naciones-Estado, la que han abandonado los burócratas del Parlamento de Bruselas
Europa, hija del rey de Fenicia, era de una belleza deslumbrante. El dios Júpiter al verla decidió raptarla. Para realizar tal deseo, se transformó en toro y cuando ella observó el porte dulce y atractivo del animal , su gracia y su tierno mugido, se atrevió a subir sobre sus espaldas. En ese mismo momento el animal empezó a correr y se lanzó al agua. Ella se lamentó largamente y se le contestó “debes hacerte digna de tu elevada suerte y de hoy en adelante una parte del universo llevará tu nombre” -resumen de un fascinante mito que encuadra o facilita afrontar los hechos acontecidos en nuestro continente-. El Reino Unido decidió por poca mayoría salirse de la Unión Europea. Muchos titulares de los medios de comunicación han definido muy negativa tal decisión, y la mayoría de nuestros políticos han pronunciado “más Europa” como respuesta. Todo sin argumentos, sin estar seguros de a qué aspiran. Lo único claro es que el referéndum realizado fuera de nuestras fronteras ha podido influir en el resultado de las elecciones generales. Si se quiere estar o no se pretende estar, hay que expresarlo con claridad y también cómo hacerlo para ser coherente y honesto con los ciudadanos; organizar mejor la política interior requiere tener claras las ideas en relación a Europa. No es lo mismo una Europa que debilite la soberanía de los Estados que la constituyen, que una que se dedique sólo a desarrollar el ámbito económico-mercantil y el de defensa.
Somos ya Europa y hemos sido uno de los artífices de ella , por lo que no nos tenemos que dejar embaucar por los que nos venden el continente como algo ajeno a nosotros y por lo tanto que nuestra única alternativa está en someternos a las directrices de los países más potentes, pero tampoco debemos aceptar los reclamos radicales de los que la rechazan por ser, según ellos, espacio del capitalismo más aberrante y también hemos de dejar de oír los aplausos de los que la invocan con gran entusiasmo al creer que con la disminución de la soberanía de los Estados, se conseguirán los proyectos nacionalistas. Ahí está nuestra meta, sumarnos a la propuesta de afianzar la Europa de las Naciones-Estado, la que han abandonado los burócratas del Parlamento de Bruselas. La renuncia de uno de sus miembros, el gran problema de la emigración en el marco de la grave crisis económica que padecemos, nos permite plantear una nueva reestructuración y rectificar los fallos cometidos. Los candidatos a cubrir un escaño en la Cámara europea deben ser competentes y capaces de defendernos por encima del bloque político al que estén adscritos. Es el momento para afianzar nuestra presencia en la Comunidad Europea y conseguir lo que merece España. No por un trasnochado patriotismo debemos aspirar a tener una presencia relevante, sino por ser un país de los importantes en el continente y sobre todo porque nuestra juventud merece participar en esa gran Europa de las libertades.
Por ahora el examen de los candidatos es inviable, las muestras están contaminadas
Ahora necesitamos un presidente con un proyecto claro de la Nación Española, con voluntad de encarar la corrupción, de acatar la ley y hacerla cumplir. Puede parecer simple, pero la experiencia nos indica lo complejo que es. Ninguno de los líderes propuestos cumple con el primer requisito, en ningún momento se les ha oído plantearlo con claridad. El señor Rajoy con cuatro años de Gobierno no ha ejercido ni cuando se ha pitado el himno o al rey, ni cuando el tribunal de Estrasburgo ha dictado sentencia, ni cuando se ha formulado una clara secesión ilegal. El señor Pedro Sánchez tampoco, pues por estar obligado a afianzar su liderazgo, hace de mercader esgrimiendo el concepto federal, afirmando la singularidad de Cataluña y al mismo tiempo saliendo a escena con una bandera española descomunal de fondo. El señor Pablo Iglesias nunca ha ocultado su hostilidad, insultos a los símbolos y compañas pro-etarras dan testimonio. El señor Albert Rivera entre el Centro-Derecha y Centro-Izquierda, busca el voto moderado de CiU y se postula como un catalán para reformar España, indefinición total. Por ahora el examen de los candidatos es inviable, las muestras están contaminadas. Contaminación creada por interés de una minoría que aún no ha asumido la evolución de los tiempos, un clasismo que el proceso histórico ha derribado y quienes lo ostentan son reacios a aceptar la libre competencia. Ahí está la tan aireada singularidad o la identidad. Una falacia, un engaño , un fraude, una trampa que un buen presidente debe saber desmontar y la ley es el instrumento.
Se requiere gobernante -honesto, inteligente y valiente -. No es poca cosa.