Redacción – Si esa premisa no se la tiene en cuenta, hemos caído o caeremos en la anarquía más devastadora. La mezquindad ha sido la nota, la respuesta del Ejecutivo (…). Los nacionalistas catalanes pivotando sus torpederos secesionistas, comunicados golpistas y retadores. Jueces y políticos constitucionalistas a la deriva mientras los identitarios malgastan el dinero público, se mofan de todo lo que sea España y ahora con más ímpetu aumentan el acoso al idioma que nos facilita la comunicación y que es el único oficial en todo el territorio, en todo el Estado. Barcelona (España), viernes, 3 de agosto de 2018. Fotografía: MONUMENTO DE COLÓN, CERCA DEL PUERTO DE BARCELONA (CATALUÑA) ESPAÑA, 28.07.2018. Una joven española, vecina de Cataluña, explica la idea de España a los turistas mediante unos abanicos de colores de la bandera nacional de España donde se puede leer ‘Aire Fresco’, una campaña de las entidades de los jóvenes de España de las asociaciones ‘Españoles de a pie’ y España Generosa’. Titularon la campaña ‘España necesita Aire Fresco’. Bajo este lema, repartieron un total de 20 mil abanicos, 4 mil en Cambrils (Tarragona) y 16 mil unidades en la Rambla de Barcelona, todo ello el mismo día. Lasvocesdelpueblo (158)
La vida es la combinación del desarrollo personal con lo que sucede al alrededor. Dos elementos necesarios para ir escuchando las campanadas del tiempo. Uno sin el otro, imposible la existencia humana, pues ésta se haría infranqueable.
No importa la edad, ni la formación, ni la situación económica, ni otro parámetro que busquemos, nada libra del impacto que se sufre cuando entre los quehaceres diarios se tropieza con la realidad, una realidad compleja, cargada de interrogantes, y en absoluto tranquilizadora.
Este sector de políticos no leal a la ley vigente que incluye a secesionistas de derecha e izquierda, populistas y filoetarras, son los que dominan los medios de comunicación
El Gobierno en gran minoría y la oposición, unos en periodo de búsqueda de sus principios olvidados, otros posicionándose con poca claridad, en parte debido a su vaivén entre la socialdemocracia y el liberalismo, pero lo más grave es que el resto lo constituyen los deseosos de destruir el sistema que define la Constitución; este sector de políticos no leal a la ley vigente que incluye a secesionistas de derecha e izquierda, populistas y filoetarras, son los que dominan los medios de comunicación y hacen casí imposible apreciar los hechos tal cual son. Sus arengas y opiniones marcan el ritmo de una sociedad medio aturdida por tanta noticia esquizofrénica. ¿Dónde debe posicionarse esa mayoría de ciudadanos que intenta acatar la ley, cumplir con sus obligaciones profesionales y enlazar sus afectos?
Inmigrantes asaltaron nuestra frontera con inusitada violencia y se llevaron por delante toda normativa y el respeto a las fuerzas y cuerpos de seguridad que marcan la soberanía, en esa ocasión los límites terrestres. La mezquindad ha sido la nota, la respuesta del Ejecutivo -se ha tachado con palabras inadecuadas a quién con clara evidencia ha afirmado la imposibilidad de recoger a todos los inmigrantes llegados del continente africano-.
Las calles más transitadas, han estado obstruidas por largas filas de taxis y en Barcelona además por tiendas de campaña, mesas, sillas y los dueños o los conductores de los coches a ambos lados de la calzada central de tertulia, pancartas , gritos y lo peor de todo, la violencia. Ante la dinámica de los tiempos, explosiona una revuelta sectorial que solapa los problemas profesionales si los hubiere. Los transeúntes los gran olvidados y el gobierno dando respuestas vacilantes ante una huelga que no cumplía con los mínimos requisitos a los que todo acto reivindicativo está obligado.
Los nacionalistas catalanes pivotando sus torpederos secesionistas, comunicados golpistas y retadores. Jueces y políticos constitucionalistas a la deriva mientras los identitarios malgastan el dinero público, se mofan de todo lo que sea España y ahora con más ímpetu aumentan el acoso al idioma que nos facilita la comunicación y que es el único oficial en todo el territorio, en todo el Estado.
Los nacionalistas vascos intentando como moneda de cambio por el apoyo en la moción de censura, quitar del proceso de inconstitucionalidad a cualquier ley que pueda dejar en su sitio a los asesinos de ETA.
Y ante tanta distorsión de ideas, de discursos y decisiones desde el poder político, estamos en un cenagal de inmundicia, de desorden, de incumplimientos.
Si esa premisa no se la tiene en cuenta, hemos caído o caeremos en la anarquía más devastadora
En democracia no es pedir mucho que cada uno se ajuste a sus obligaciones y el que desoiga lo que prescribe la ley, asuma las consecuencias. Si esa premisa no se la tiene en cuenta, hemos caído o caeremos en la anarquía más devastadora.
Un ilustre pensador clásico, el filósofo Platón decía “El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”. Una sentencia sabia y ajustada a nuestra realidad. Nos hemos creído la embaucadora propaganda de los que desde hace años dirigen la Generalidad -Votar es democracia-, frase que lo único que pretende es tener inmovilizados a los ciudadanos ante cualquier desafuero realizado por el poder autonómico; sólo cabe hacer de demócratas el día de las elecciones, meter en las urnas el voto teledirigido y luego vibrar cada vez que nos dicen que somos los mejores, los que hemos diseñado la cultura occidental, y que todos los ilustres que en la historia han sido, tienen el sello catalán.
Basta echar mano al diccionario para clarificar lo que ahoga ese entorno necesario para nuestro desarrollo. Mentir es “emitir un comunicado falso con la intención de engañar al otro”, costumbre habitual en el ámbito político y en el de la información. Esta costumbre sediciosa de ejercer las funciones imprescindibles para que impere la libertad, ha desvirtuado nuestro sistema de organizar la sociedad, el sistema más avanzado del mundo: convivencia, desarrollo y bienestar.
Enfrentamiento en la calle entre los que siembran los espacios públicos de lazos y cruces amarillas y los que los quitan
Uno de los rotativos de mayor presencia, El País, ha tildado como propio de la extrema derecha un comunicado del presidente del PP, el señor Pablo Casado. Calificativo muy alejado de la exposición que ha vertido dicho líder y la única explicación posible a tal exceso periodístico es la intención de engañar. También nos encontramos con demasiada frecuencia resoluciones judiciales que pretenden ocultar investigaciones de delitos con la expresa intención de servir al poder o de claudicar. Falsedades en el curriculum de los dirigentes políticos, en las declaraciones de sus patrimonios.
La democracia se ha ido alterando, se ha convertido en un trampolín para escalar, para conseguir réditos, una farsa que nos está a punto de devorar. La causa de ese fraude puede que esté en la propia sociedad, centrada en vivir a pleno ritmo, disfrutar, viajar, conseguir bienes materiales y no en observar de cerca a los sucesivos gobiernos y a la oposición. De ese desvío de interés con la perdida de firmeza de las Instituciones, ha surgido el caos, todos se saltan la ley, conatos de enfrentamiento en la calle entre los que siembran los espacios públicos de lazos y cruces amarillas, y los que los quitan. Agresiones de los manteros al darles algún aviso por invadir ilegalmente las aceras. Tumultos callejeros al término de alguna fiesta callejera. Y como colofón una rueda de prensa del nuevo presidente, el señor Pedro Sánchez, un castillo de fuegos artificiales en un final de fiesta popular.
Esta ausencia de ritmo democrático en una sociedad, que desea ser regida por la ley que emana del Congreso de los diputados, que interpreta el Poder judicial y controla su cumplimiento las Fuerzas del orden, hace imprescindible una alternativa. Una alternativa que va más allá de un simple cambio de gobierno. Se necesita: Una sociedad responsable, atenta, activa. Una legislación ajustada, clara, igual en todo el territorio nacional. Unos funcionarios administrativos al servicio del bien común, no adoctrinados y unos políticos honestos, formados, con gran sentido de servicio, pero sobre todo se necesita una igualdad de derechos y deberes para todos los ciudadanos sin exclusión alguna.
Ana María Torrijos