No hay más ciego que el que no quiere ver
Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica.
“El Gobierno hará cumplir la ley” es lo que dijo el señor Mariano Rajoy el día que se personó, después de las elecciones, ante el Comité Directivo del Partido Popular, pero no tuvo en cuenta o no le interesó que muchos españoles en Cataluña y en el resto de España, en varias ocasiones hubieran sido despojados de sus derechos individuales y se les hubiera privado del valor de la Soberanía Nacional. El Presidente del Ejecutivo sin hacer ningún gesto que pudiera romper la estética de su cara, pronunció, ha pronunciado y pronunciará la misma frase en varias ocasiones y el eco de sus palabras se extendió y se extenderá a lo largo del país, perdiendo fuerza a cada kilómetro hasta quedar en un susurro, el Presidente… no hizo nada ni hará nada.
Cada día que un niño entra en la escuela y es sometido a una implacable inmersión lingüística o a una ideologización política que socava su integridad y dignidad personal, el Presidente no hace nada. Cuando en el 9N los secesionistas votaron la rotura de España y el resto de los ciudadanos abandonados, privados de pertenencia sintieron una profunda soledad, el señor Rajoy sin asumir su responsabilidad. Al abrirse las puertas de la prisión para liberar a Bolinaga y a otros etarras con gran alborozo de sus amigos, mientras que las víctimas de su barbarie y las familias de ellas, ironía de la justicia, fueron de nuevo golpeadas y burladas por la prontitud que se dio el Ministerio del Interior en tramitar esa bochornosa salida, y el Presidente, igual que antes, sin hacer nada amparándose en la Fiscalía, en el Tribunal de Estrasburgo o en el Tribunal Constitucional.
La talla de los políticos se mide por la capacidad de saber actuar, de dar explicaciones y sobre todo de asumir errores. No ha habido jefe del Ejecutivo que haya desperdiciado una mayoría absoluta como lo ha hecho el señor Mariano Rajoy – cuatro largos años dedicados exclusivamente a aplicar sobre los asalariados una carga impositiva , impensable para los que se acercaron a las urnas en busca de las profundas soluciones que requería el sistema -.
Si a la uniformidad, forzada por una ideología identitaria que implacablemente va dominando todos los resortes sociales, sea por extorsión, por el asesinato o por la incursión en la escuela, resortes necesarios para sentirse la ciudadanía viva, insisto si a esa homogeneidad sumamos la movilización tumultuosa en la vía pública de los sectores ciudadanos más golpeados por la crisis económica, a los que se les anima a increpar, a insultar a diestro y siniestro apoyándose en sus pequeños o grandes resentimientos, nos encontramos con los ingredientes necesarios para inmovilizar al pueblo por no permitirle ser libre en su pensamiento y sus decisiones. La ley es el único garante de la libertad y el Gobierno el que debe hacerla cumplir.
Las últimas elecciones han ocasionado un cambio importante en la escena política: las formaciones que no han conseguido representación apreciable, las que la han alcanzado y entre ellas las que han visto caer de una forma alarmante su presencia en las instituciones… y lo más llamativo los pactos posteriores. Ahora cabe experimentar durante cuatro años las decisiones de los nuevos inquilinos de las distintas instancias del Estado, cuyas peculiaridades y formas personales ya nos sorprenden; salta a la vista la poca valía de algunos candidatos y su mínima integridad se acrecienta al apreciar la educación de la que hacen gala. Se escandalizaban ante los graves déficits que según ellos mostraba la “casta”, y ahora que tienen la capacidad de tomar decisiones de gobierno, lo prioritario es cambiar el callejero.
La estrategia política ha difuminado los programas , ha hecho desaparecer muchas de las diferencias pues todo está sujeto a lo políticamente correcto y a reclamos populistas, hasta tal punto que incluso el gobierno los emplea como propaganda electoral aunque nos lleve a la insolvencia y a la deriva económica. Y el señor Rajoy sin tomar la iniciativa en reformas, sin ejecutar ciertas leyes que darían estabilidad a la Nación, mientras el señor Pedro Sánchez sonríe a la extrema izquierda para alcanzar poder y dinero público… ¿Tienen sentido de Estado? No, porque ni uno ni otro están para fortalecer las instituciones, ostentan demasiado orgullo de partido para llegar a un pacto nacional entorno a la defensa de la Constitución, de la libertad e igualdad de todos los ciudadanos. Da la sensación de ser pozos vacíos de ideas ilusionantes y regeneradoras, que al amanecer de cada mañana se miran al espejo con sus ojos casi entornados y desempolvan alguna receta antigua, trasnochada con el convencimiento de que les dará resultado y nos entretendrán unos meses más. Una de esas ficticias fórmulas providenciales puede ser el adelanto de programa con el que nos ha deleitado el líder del Partido Socialista, un equipo de expertos para trazar una reforma constitucional… suerte que la lideresa de Andalucía le ha replicado con dos requisitos imprescindibles – la unidad de España y la igualdad en derechos de todos los españoles-. Esta reforma puede ser conveniente pero debe contar con el acuerdo tácito de las fuerzas más representadas en el Congreso de los Diputados y ante todo constitucionalistas, para que se consiga con la tranquilidad institucional necesaria el nuevo texto de la Carta Magna.
En estos momentos lo más acuciante es redactar una nueva ley electoral que tenga como prioridad un ciudadano un voto y que consiga una representación más acorde con la realidad , no un pasteleo de los políticos. Entrar en un proceso constituyente requiere que los independentismos tengan la representación que les corresponde en realidad (son minoría en toda España ) y que los populistas no sean usados como acompañantes para alcanzar el poder.
La reticencia de no entrar de común acuerdo en la reforma nos lleva a la triste conclusión de que son demasiados los que viven del erario público, y desmontar el tinglado que se ha ido construyendo a lo largo de años anteriores, perjudicaría a muchos, interesados a perpetuarse en las nóminas oficiales: 17 parlamentos autonómicos, ciudades autónomas, cabildos, municipios, diputaciones, consejos comarcales, sindicatos más un largo número de organismos, empresas públicas sin olvidar el Congreso y el Senado… muchos bolsillos a llenar con el dinero que sale de nuestros tributos .
Debemos trazar y emprender una reforma política de grandes proporciones, pero el señor Rajoy… presidente de una de las Naciones pioneras en la defensa de la libertad y del desarrollo económico de sus ciudadanos… sin hacer nada , cuando son necesarios ajustes , responsabilidades políticas y dimisiones . En estos momentos con valores de integridad , lealtad , generosidad , respeto a la ley y ante todo creer en nosotros como gran pueblo que somos , podremos superar esta difícil coyuntura. Desde estas líneas y cada uno de nosotros desde donde nos sea posible instemos a ese cambio : en nuestra familia imprimiendo a los hijos honradez y entrega en el desarrollo personal, en el trabajo y en cualquier ámbito, con el convencimiento de que la meta no es alcanzar riqueza sino plenitud personal….una sensación gratificante que nos hará más humanos; en la sociedad premiando al que muestre mayor valía como individuo sin olvidarse que debe gran parte de lo alcanzado a los demás y por eso él es punta de lanza; en política exigiendo a los que se postulan, preparación, desarrollo profesional, honestidad en anteriores acciones y una firmeza de voluntad en trabajar para un país que necesita personas que crean en él, que no se les ocurra cuestionarlo o utilizarlo para gestionar su cuenta bancaria y menos aún para destruirlo con la intención de forjar una utopía propia de una farsa caballeresca.
Se conseguirá si cada uno lo asumimos y si el señor Mariano Rajoy deja de no hacer nada y , si no sale el Presidente de su “catarsis…”, tendremos que mencionar otros nombres como abanderados de ese cambio, Pedro Sánchez del PSOE, Albert Rivera de C’s , Andrés Herzog de UPyD, Pablo Iglesias de Podemos y Santiago Abascal de VOX , de nosotros dependerá elegir bien la opción que mejor se ajuste a todos los requisitos necesarios para iniciar reformas, será el principio pues se necesita tiempo para alcanzar la nueva imagen que requiere nuestro Estado.
Si estamos en la vanguardia, seguro que lo conseguiremos, basta perseverar y asumir nuestro protagonismo.
Ana María Torrijos Hernández
La licenciada en Filología Clásica
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