mayo 31st, 2018 by lasvoces

Redacción – Lo que está pasando en Cataluña es como un cáncer sociológico, que los gobiernos de la nación no supieron parar, y no sólo no lo supieron parar, si no que alimentaron a este cáncer. Y ahora requiere de una quimioterapia agresiva para poder radicar esta terrible enfermedad social. Barcelona (España), jueves 31 de mayo de 2018. Fotografía: PARLAMENTO DE CATALUÑA, MAYO DE 2018. Los diputados nazis de Convergencia-JxCAT homenajean al nuevo neonazi presidente de la Generalidad de Cataluña, Joaquim (Quim) Torra Pla, visiblemente muy feliz por la decisión de las bancadas independentistas. Archivo Efe

El gobierno que tenemos en estos momentos no tiene la voluntad de aplicar esa quimioterapia agresiva que debería de funcionar.

Pues, bien… se nos plantea un cambio de gobierno, donde fue participe de que esta enfermedad avanzará y que alimento des sus primeros comicios, con el caso banca catalana que fue el primer microbio de esta enfermedad dirigido por el entonces el llamado honorable Pujol, uno de lo microbios malignos de esta enfermedad y apoyado por el entonces presidente del gobierno Felipe González.

Este cambio de gobierno que se nos plantea con la unión de todos de los microbios malignos que nos han llevado a esta enfermedad social.

Pues bien, yo e llegado a la conclusión, que es peor el remedio que la propia enfermedad.

A qui sólo cabe unas nuevas elecciones donde los ciudadanos seamos conscientes de que lo que votemos no sean a los mismos que nos han llevado a padecer esta terrible enfermedad.

Pero por favor no caigamos en el populismo porque aún seria peor el remedio que la enfermedad.

Queridos compatriotas, en las selecciones no se puede votar porque el candidato nos caiga mejor o sea más guapo, el voto es muy importante. Porque de ello surgirá la cura de esta terrible enfermedad.

Soy un catalán y por lo tanto un Español, que quiere mucho a su país, y que sólo busca la paz social y el bienestar común de todos los ciudadanos Ayan nacido en cualquier lugar de España.

José Somovilla, español vecino de Cataluña

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octubre 5th, 2017 by lasvoces

Redacción (Miklós Cseszneky; Experto en Relaciones Internacionales, Lingüística y Psicología Intercultural) – A raíz del referéndum ilegal sobre la independencia de Cataluña, los habitantes de la comunidad autónoma tendrán que arrostrar un futuro lleno de tensión e incertidumbre. Los acontecimientos de los últimos días, sobre todo la (falta de) actuación por parte del gobierno de Mariano Rajoy frente al desafío secesionista, sólo han agravado la situación, permitiendo que se produzca una crisis constitucional no vista en España desde el fallido golpe de estado de 1981. Sin embargo, la cuestión catalana no atañe únicamente al Estado español, sino, por razones históricas y geopolíticas, también está en el punto de mira de los gobernantes de la República francesa. Londres (Reino Unido), jueves 5 de octubre de 2017. Fotografía: El presidente francés, Emmanuel Macron, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, en París. Efe.

Los intereses estratégicos de Francia en Cataluña se podrían cristalizar en los siguientes puntos:

El irredentismo catalán

El actual departamento francés de los Pirineos Orientales está constituido por los antiguos condados catalanes del Rosellón, el Vallespir, el Capcir, el Conflent y la Alta Cerdaña. La Corona de Aragón cedió la mayor parte de estos territorios a Francia en 1258, en el Tratado de Corbeil, mientras la provincia del Rosellón pasó a manos francesas en 1659, a causa del Tratado de los Pirineos. La región históricamente estaba poblada por gentes de habla catalana y occitana, pero a partir del siglo XVIII la centralización estatal impuso el uso del francés. Hoy día, sólo una minoría habla catalán, aunque la cultura y las tradiciones catalanas siguen vigentes. Cataluña del Norte – usando un término acuñado por Alfons Miàs, el padre del catalanismo en el Rosellón francés – forma parte de las reivindicaciones territoriales del irredentismo catalán. Por lo tanto, Francia no puede permitir la escalada del conflicto en Cataluña y actuará para proteger su integridad territorial.

Andorra

El Principado de Andorra, el único país soberano cuya lengua oficial es el catalán, se caracteriza por su peculiar forma de gobierno, siendo un coprincipado. Es decir, la jefatura del Estado recae en la figura del copríncipe español, el obispo de Seo de Urgel, y del copríncipe francés, el presidente de la República Francesa como heredero de los derechos de los Condes de Foix. Al igual que la llamada Cataluña del Norte, el microestado pirenaico también forma parte del concepto de los Países Catalanes, y como tal es un objetivo de las reclamaciones territoriales del pancatalanismo.

La reagravación del conflicto vasco

El éxito – aunque sea parcial e inconcluso – del independentismo catalán amenaza con la reagravación de otro desafío histórico en las relaciones franco-hispanas. Lo que es Cataluña del Norte para el catalanismo, lo es Iparralde al suroeste de Francia para los partidarios de una Euskal Herria unida e independiente. Durante décadas, el País Vasco francés sirvió de retaguardia y de base operacional para los etarras, y las últimas comunicaciones del grupo terrorista vasco no hacen más que confirmar los paralelismos entre los objetivos de los separatistas vascos y catalanes. Desde el punto de vista del Estado francés, es de vital importancia prevenir en su territorio un posible resurgimiento de las actividades ilegales de ETA.

Un estado gamberro en el talón de Francia

La independencia de facto de Cataluña o la permanencia de conflictos violentos, en el caso del fracaso del intento separatista, significarían la presencia de una entidad semigamberra en el talón de la República Francesa. Un estado catalán autoproclamado, sin reconocimiento internacional y en constante conflicto con el Reino de España, no estaría en condiciones de controlar su territorio y sus fronteras. Quienquiera que tenga la mano superior en Cataluña, sus fuerzas de seguridad estarán ocupadas manteniendo el orden en las calles y controlando el descontento de una parte significativa de la población. Semejante situación caótica convertiría la comunidad autónoma en un imán para el crimen organizado, incluyendo el tráfico de drogas, armas y personas. Para remate, Cataluña es el epicentro del islamismo radical en España, así como lo han demostrado los recientes atentados en Barcelona, la prevención de futuros ataques terroristas requeriría, incluso en circunstancias normales, un mayor esfuerzo y coordinación policial. Francia, tras haber sufrido varios golpes en su propio territorio, no podrá tolerar la existencia de un nuevo nido yihadista cerca de sus fronteras.

Intervenciones rápidas y bien enfocadas

La prensa francesa, sobre todo los medios con un perfil ideológico de izquierdas, ha condenado la operación policial contra la consulta ilegal sobre la independencia, no obstante, el Palacio del Elíseo hasta ahora ha guardado silencio. Desde luego, el presidente Macron no contemplará la posibilidad de una intervención militar en Cataluña, pero eso no quiere decir que el servicio de inteligencia francés no observe y monitorice con ojos de gerifalte el desarrollo de la situación al sur de las fronteras de su país. No cabe la menor duda de que, en el caso de la agravación del conflicto político-constitucional en Cataluña, los agentes franceses tomarán las medidas necesarias para proteger los intereses del país galo. Las intervenciones francesas serán breves y estarán dirigidas a objetivos específicos.

Entre los posibles pasos cabe mencionar el cierre de la frontera franco-catalana. Si Cataluña queda de facto excluida de la zona de Schengen, Francia, con el objetivo de parar el contrabando de drogas, armas y el influjo de inmigrantes ilegales, se verá obligada a suspender la libre circulación de personas y bienes procedentes del territorio catalán. Si el Estado español se retira de los pasos fronterizos, las fuerzas francesas tomarán control de las posiciones clave, aunque eso implique incursiones en zonas que, según el derecho internacional, seguirán siendo territorio español.

Al mismo tiempo, París reforzaría su presencia en Andorra para evitar un posible golpe de Estado pancatalanista y, si es necesario, someterá a su control directo el microprincipado.

Si, debido al caos interno, Cataluña se convierte en un santuario del terrorismo y del crimen organizado, las fuerzas especiales de Francia tendrán que intervenir directamente en tierras catalanas. Tanto el Ejército Francés como la Legión Extranjera han acumulado una amplia experiencia con misiones similares en África. Esas acciones serán secretas, breves, rápidas y bien enfocadas y probablemente tendrán lugar con el consentimiento tácito del Gobierno español y de la Generalidad de Cataluña.

Por supuesto, Francia no va a hacer el trabajo sucio de Madrid y tampoco va a restaurar el orden constitucional en Cataluña, pero hará todo lo posible por frenar la escalada del conflicto y por proteger sus intereses estratégicos. Justamente lo que España no parece ser capaz de hacer.

Miklós Cseszneky

Experto en Relaciones Internacionales, Lingüística y Psicología Intercultural

Húngaro-británico

Reside en Londres (Reino Unido).

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octubre 4th, 2017 by lasvoces

Redacción (Miklós Cseszneky; Experto en Relaciones Internacionales, Lingüística y Psicología Intercultural) – A dos días de la celebración del referéndum sobre la independencia de Cataluña, todo indica que el plebiscito ilegal está condenado al fracaso. España cuenta con todos los recursos necesarios para defender su integridad territorial. Quizá la única incógnita es si el Gobierno central estará dispuesto a tomar las medidas necesarias para impedir la secesión. Hasta ahora, el poder ejecutivo español se ha limitado a delegar el manejo del conflicto político-constitucional en manos de los tribunales, como si se tratase de un simple conflicto administrativo. Su principal objetivo es intentar amainar la tensión, y su estrategia se basa en aguardar y postergar las decisiones críticas. El Gobierno tendrá sus razones, pero también se arriesga mucho por no querer arriesgarse. Londres (Reino Unido), miércoles 4 de octubre de 2017. Fotografía: CATALUÑA (BARCELONA) ESPAÑA, miércoles 20 de septiembre de 2017. Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno de la Generalidad de Cataluña. Uno de los vehículos de la Guardia Civil destrozados por la brutal ofensiva de golpista separatista movilizados por la Generalidad y entidades separatistas. Archivo Efe

Sin embargo, independientemente de la actuación del gabinete de Mariano Rajoy, si después del voto la Generalidad llegara a declarar la idependencia, la nueva república catalana no tendría ningún tipo de reconocimiento internacional y tampoco podría seguir siendo miembro de la Unión Europea. Tanto el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, como el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker ya avisaron sobre las consecuencias que tendría una hipotética independencia de Cataluña, haciendo hincapié en que toda acción en contra de la constitución de un estado miembro sería considerada una acción en contra del marco legal de toda la Unión Europea. Además, cabe recordar que ni siquiera una Escocia soberana habría podido mantener su membresía en el bloque, si en el referéndum de 2014 hubieran ganado los partidarios de la independencia, pese a que esta consulta fue completamente legal según las leyes británicas. Si los líderes catalanes lograran que la independencia de facto fuera un hecho consumado, Cataluña se encontraría completamente aislada.

Las comparaciones con Kosovo están completamente equivocadas. Kosovo, aunque no fue reconocido por muchas naciones – como es el caso de España o Rusia – sí que obtuvo amplio reconocimiento internacional por parte de los países del primer mundo, entre ellos los Estados Unidos y la mayoría de los miembros de la Unión Europea. En cambio, la situación de una República Catalana autoproclamada sería más parecida a la posición internacional de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, dos entidades prorrusas en el este de Ucrania, o de la República Turca del Norte de Chipre, que ha sido reconocida solamente por Turquía.

Todos esos territorios anteriormente mencionados tienen un protector, ya sea Rusia o Turquía. Pero Cataluña, al menos inicialmente, no contaría con nadie. Sin embargo, al igual que en el mundo de la física, en las relaciones del poder tampoco puede haber un vacío durante mucho tiempo, y los catalanes se verían obligados a coaligarse con las potencias que se ofrezcan.
Según un sondeo reciente, en la Comunidad Autónoma de Cataluña el apoyo a la izquierda es un 30% superior al resto de España. Se podría decir que, en paralelo al proceso independentista, está ocurriendo un proceso de izquierdización en el seno de la sociedad catalana. Esta tendencia social podría empujar a un gobierno catalán completamente aislado a establecer algún tipo de alianza con el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), un grupo regional de Latinoamérica liderado por Venezuela y compuesto por Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros países más pequeños. Irónicamente, sería el castellano la lengua común que facilitaría dichas relaciones. Además, algunos líderes de la ultraizquierda catalana ya llevan muchos años manteniendo lazos estrechos con el régimen venezolano.

También cabe la posibilidad de que Rusia o China aprovechen la situación, pero lo más probable es que – quizá paralelamente con la posibilidad de la mencionada alianza con los gobiernos neomarxistas de Hispanoamérica – sean algunos países musulmanes y movimientos islamistas los que intenten construir una cabecera de puente en una Cataluña independiente. La comunidad autónoma ya hace tiempo que se ha convertido en un hervidero del vahabismo, así que con el dinero de las monarquías petroleras del Golfo Pérsico y aprovechando la ola migratoria, podrían ampliar y multiplicar las bases sociales ya existentes del islamismo radical.

Sin embargo, el Gobierno central, por encima de sus tácticas cautelosas, ya ha empezado a tomar medidas para preservar la unidad de España. Pese a los vaticinios más pesimistas, es poco probable que la intervención de las fuerzas del orden acabe en una guerra civil. La Generalidad catalana no tiene fuerzas armadas, y aunque entre el personal de la policía catalana, los Mozos de Escuadra, haya simpatizantes del independismo, unos cuantos individuos no podrán hacer frente a todo un ejército.

Al mismo tiempo, dada la extrema polarización de la sociedad catalana – una mitad a favor y la otra en contra de la independencia – es muy probable que surjan actos de violencia. Por ejemplo, si grupos independistas intentan impedir la detención de políticos o funcionarios imputados por sedición o prevaricación. Grosso modo, la realidad catalana se asemejará cada vez más a los momentos más difíciles del conflicto vasco o a los Troubles en Irlanda del Norte. La Policía y la Guardia Civil han acumulado una amplia experiencia con similares conflictos violentos de baja intensidad en el País Vasco y seguramente podrán controlar la situación. Sin embargo, el descontento irrefrenable de algunos sectores nacionalistas de la población catalana podría acarrear graves consecuencias, entre ellas la formación de grupos armados inspirados tanto en la disuelta organización catalana, Tierra Lliure como en el ETA vasco. El hecho de que algunos grupos de la ultraizquierda nacionalista catalana ya están empleando las tácticas de la kale borroka, asimismo que el etarra excarcelado, Arnaldo Otegi, ha ofrecido su apoyo al secesionismo catalán, y que un comunicado reciente de ETA ha reivindicado para Euskal Herria un proceso similar al independismo catalán, indica un acercamiento entre el nacionalismo catalán y el sector abertzale de la sociedad vasca. En cierto modo la sociedad catalana ya está en el proceso de la “abertzalización” con todas sus consecuencias.

Miklós Cseszneky

Experto en Relaciones Internacionales, Lingüística y Psicología Intercultural

Húngaro-británico

Reside en Londres (Reino Unido).

 

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