noviembre 13th, 2017 by lasvoces

Redacción (Ana Maria Torrijos) – No caben más concesiones a los que están minando nuestra legalidad desde el inicio del sistema democrático. El coste ha sido enorme, hemos debilitado las Instituciones, desestabilizado la Nación, avasallado los Derechos individuales y golpeado la Economia. San Cugat Del Valles (Barcelona) España, lunes 13 de noviembre de 2017. Fotografía: MANRESA (BARCELONA) ESPAÑA, 12.11.2017. Miles de catalanes marchan por primera vez en el capital del Bages (Manresa) contra el separatismo a gritos de “Cataluña es España, yo soy español, qué viva España, Puigdemont a prisión, en pie si eres español, etc.”. Más de 4 mil personas según la organización a Lasvocesdelpueblo. En la imagen, mujeres y hombres de Manresa ondean banderas de España al paso de los furgones de la Policía del régimen totalitario de la Gneralidad de Cataluña, Mozos de Escuadra, tras la manifestación en Plaza de España de Manresa. Lasvocesdelpueblo

De nuevo confusión, preocupación, intranquilidad, éstas y otras sensaciones son las que confunden, las que desvían a un segundo término el grave problema que tiene la ciudadanía, la insolvencia de los políticos, la infame corrupción que les ha acompañado durante años y sobre todo el riesgo en el que han situado a un país dispuesto a convivir en paz y bienestar.

A finales de septiembre y todo octubre ha proliferado la conciencia de pertenencia de un pueblo, que oprimido por la engañosa, interesada y vengativa propaganda de algunos sectores políticos, había huido de todo lo que representaba España; símbolos, himnos, costumbres atacadas, mofadas, retiradas a carrera libre, ante la mirada atónita de muchos, el rostro impávido de otros y la sonrisa socarrona de los artífices de la estrategia. Pero llegó a tal punto el suicidio colectivo que bastó una pancarta – Cataluña és Espanya, Democracia, Futuro y Libertad- para alentar a los catalanes a salir a la calle en manifestación, seguidas después por otras varias. Un millón de personas en la afirmación de su españolidad.

Después una ventisca de asaltadores de la paz social se abalanzaron como rapiñas para derribar a su opositor y quemar las etapas programadas hacia la independencia. Las calles, las estaciones, las autopistas fueron tomadas con impunidad por grupos mayoritariamente de jóvenes, sin que miembro alguno de los grupos de seguridad lo impidiera y se enfrentara a quienes no tienen aún asumido por edad el concepto del trabajo, pero sí el de la falsa identidad.

El Estado está ausente, no defiende la ley ni a los ciudadanos, sólo en esos momentos difíciles le preocupaba al Ejecutivo que no hubiera imágenes de fuerza ante los que estaban camuflando de huelga laboral lo que no es más que un acto de sedición. Todos hemos apreciado la indolencia de la policia ante los piquetes que forzaron a miles de barceloneses a soportar una larga jornada de inconvenientes, una alteración del ritmo de la vida laboral y social. Ningún manifestante detenido. Bajo este ambiente de tensión latente, alentado y secuestrado por TV3, es imposible el transcurrir libre de una convocatoria electoral, prevista para dentro de un mes. Cabe plantearse cómo resultará el día previo, el de reflexión. ¿Se respetará la ley? Una incógnita.

Si nos estamos habituando a que las leyes pueden alterarse o como mal menor aliviarse con el beneplácito de quienes tienen la obligación de velar por ellas, nos encontraremos al límite del Estado de Derecho, al vaciado de la Democracia. La Constitución no se cumple, el código penal según a quienes no se les aplica, se claudica ante las presiones de los secesionistas cuyo único propósito es abortar la frases que encabezan uno de los artículos de la Carta Magna “Los españoles son iguales ante la ley” con el fin de romper “la indisoluble unidad de la Nación española”.

Muchos de los que por la responsabilidad que ostentan, tendrían que esforzarse en la búsqueda de soluciones dentro del marco legal, casi sin inmutarse y con una simplicidad notoria, hablan de reforma constitucional para encajar a Cataluña. Parece que ignoran que esta hermosa tierra, está encajada desde hace muchos milenios a la llamada peninsula ibérica y siglos a España no necesitando de ese esfuerzo. Si a lo que se refiere el ministro es adecuarla a los secesionistas, sería un dislate, pues el que no se siente encajado tiene un problema autista, una mayoría de catalanes si estamos cómodos. Cataluña será lo que cada uno de nosotros queramos, nada es inmutable y menos una tierra habitada por individuos, personas que piensan, que proyectan y que van transformando sus ideas en acciones concretas. El concepto colectivo no puede primar sobre el del individuo porque lo que resultaría sería algo inmutable, estático, rígido, sin vida y es así como quieren que seamos los que arrastrados por una ideología totalitaria, se saltan la ley, enmudecen a la oposición y a base de himnos, con teas encendidas pretenden dirigirnos en marcha continua a no sé dónde, o a ese paraíso, lleno de Esteladas, al grito de – independència – y adornada la solapa con el toque del lacito amarillo.

No caben más concesiones a los que están minando nuestra legalidad desde el inicio del sistema democrático. El coste ha sido enorme, hemos debilitado las Instituciones, desestabilizado la Nación, avasallado los Derechos individuales y golpeado la Economia. ¿Qué más hay que entregar de nuestro patrimonio cuando en contrapartida nos han saqueado los líderes del – Fem Nació- con sus cuentas en paraísos fiscales, la sociedad dividida, la riqueza cultural mermada y una de sus lenguas perseguida, el castellano, la que nos conecta con los demás españoles y con el resto del mundo. Si las dos lenguas habladas, el catalán y el español son nuestras, no permitamos que unos iluminados nos quieran privar de una de ellas.

No puede el país seguir en esta “tierra de nadie” estamos en la disyuntiva de tomar uno de los caminos: asirnos a la Constitución y entre todos vivir en la verdadera libertad que nos da el respeto a la ley o por el contrario entrar en ese túnel de cuento infantil, a final del cual están los sabios de la patria que nos dirán quién reúne los requisitos para entrar en la tierra prometida pero eso sí, con la promesa de quedarnos quietos en ese gran congelador que sería la Cataluña del “procés”.

Ana Maria Torrijos

licenciada en Filología Clásica

 

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