septiembre 12th, 2017 by lasvoces

Redacción (Erik Encinas Ortega) – A menudo los separatistas utilizan el término “pueblo”, para referirse a la sociedad catalana, pero eso es una burda falacia, llena de egoísmo y aires supremacistas, ya que no todos los catalanes defienden la independencia de Cataluña, ni mucho menos, es más, la mayoría no la desea ni la ve una prioridad. Barcelona (España),  martes 12 de septiembre de 2017. Fotografía: El presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont (3ª posición a la Izda.), el vicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras (4º a la izda..) con altos cargos del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, el Parlamento de Cataluña que lidera su presidenta Carme Forcadell (2ª a la Izda.), la extremista presidenta del Asociación de Municipios catalanes por la Independencia de Cataluña (AMI) y actual alcaldesa de Villanueva y Geltrú (Barcelona), Nues Llovera (2ª posición a la derecha), en uno de los actos de presentación del referéndum separatista del uno de octubre de 2017 (1-O) en Cataluña. Archivo Efe.

Por lo tanto, cuando una sociedad está realmente desquebrajada y con serios problemas que afrontar: políticos, económicos y sociales, entre otros. ¿Es necesario tensar tanto la cuerda? Y más aún cuando muchas familias están fuertemente divididas por el “sí” o “no” a la independencia respecto a España. Yo pienso que no, porque la hostilidad puede salir muy cara. Por esa razón sobre todo, creo que a día de hoy algunos no son conscientes de la magnitud a lo que todo esto nos puede llevar en un contexto como el actual y un futuro próximo. Además los hechos lo constatan al detalle, ya que el conflicto incrementa continuamente, y esto puede ser muy, muy peligroso, tanto para la estabilidad de la propia región, como para España en su conjunto, y también por todas las cuestiones relevantes que están en juego, y que no se refieren únicamente a la política o a temas sociales (fractura social, lengua, educación, sanidad…), porque la problemática ahonda también en la economía y a nivel internacional.

Pero desgraciadamente el desafío independentista es total y la fiebre en el sector secesionista aumenta, mientras disminuye en número de personas asistentes tal y como se ha podido comprobar en la diada de este año. Aún así no reconocerán que son muchos menos los que están dispuestos a todo y cualquier precio en esta religión política, que últimamente no para de perder feligreses, y que los que la siguen ahora efectivamente se han radicalizado ante la respuesta de todos los constitucionalistas, pero sobre todo de los tribunales, quienes acatan y están regidos por el sistema democrático español, al que los independentistas también deberían obedecer al ser españoles, aunque no se sientan como tales. Sin embargo, a los separatistas les da igual el incumplimiento de la legalidad o los recursos jurídicos que se les interpongan, ya que aseguran vivir en otra realidad paralela a la real, amparada de momento en un Derecho Internacional que ninguna importante organización mundial respalda, y que luego pondrá en marcha definitivamente a otros régimen con la ley de Transitoriedad, la cual dará inicio a un hipotético Estado catalán, aprobado con una mayoría parlamentaria escasa, y alcanzada en las Elecciones Autonómicas de 2015, que recordemos, no logró ganar en votos ya en aquel momento.

En conclusión, la historia se repite una vez más y para mal, porque un problema que han provocado los políticos con empecinamiento a lo largo de varios años, ya afecta a todas las capas sociales de una manera u otra, y un gran conflicto no se debe descartar de ningún modo, ya que podría pasar en cualquier instante sin la menor duda, debido a la brutal crispación que existe actualmente en la sociedad. Así que una solución más contundente se debe buscar a este dilema, que ha pasado a ser ya el rompecabezas número 1 en la agenda catalana, cuando en la realidad hay otras prioridades y situaciones a mejorar, que no han sido abordadas y a les que se les debe dar también un remedio eficaz.

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agosto 5th, 2017 by lasvoces

Redacción (Erik Encinas Ortega) – Lo verdaderamente preocupante, es que estamos en el año 2017 y la historia vuelve a repetirse (…). Por lo tanto, el 1-O es sin lugar a dudas un golpe de Estado a la Democracia Española y al Estado de Derecho (…). Tarde o temprano el uso de la razón se impone de una forma u otra. Solamente admitiendo nuestra historia, aplicando la ley y cooperando entre unos y otros, Cataluña y el resto de España saldrá efectivamente adelante. Barcelona (España), sábado 5 de agosto de 2017. Fotografía: El joven catalán, Erik Encinas Ortega, este sábado 23 de julio de 2016 en el Parque Diagonal del Mar de Barcelona, durante una entrevista con el portal español de noticias Lasvocesdelpueblo. Fotografía Joseph Azanméné Ngabgué/Lasvocesdelpueblo.

Corría el año 1934, la Segunda República Española (1931-1936) vivía un contexto muy convulso y de fuerte exaltación. En aquel momento la inestabilidad política, social y económica reinaba como nunca en España, mientras que los problemas y las agitaciones en las calles españolas se calentaban de manera ascendente y cada vez más descaradamente inevitable. Sin embargo, Lluís Companys no tuvo otra mejor idea, que proclamar un Estado Catalán independiente dentro de la Federación Ibérica con el apoyo del cuerpo de la policía de los Mossos D’Esquadra. Y aquello terminó con el gobierno catalán encarcelado, al igual que los policías catalanes detenidos por las autoridades de la Guardia Civil con el respaldo del Presidente de la II República, Niceto Alcalá-Zamora y Torre. Lo verdaderamente preocupante, es que estamos en el año 2017 y la historia vuelve a repetirse, pareciendo que no aprendimos nada de aquello, y eso pasa porque precisamente hay una parte de la sociedad que se olvida de dónde venimos, queriendo dar más importancia a determinadas fases históricas, y reduciendo prácticamente a cero lo que no se quiere sacar a relucir por motivos políticos, sociales, económicos y otros intereses concretos, que son fruto de la perdida de la racionalidad del ser humano.

Por eso mismo, conviene explicar que ningún proceso separatista es pacífico por más que se quiera maquillar de una y mil formas, ya que es imposible que se pueda contentar a todo el mundo. Por lo tanto, el 1-O es sin lugar a dudas un golpe de Estado a la Democracia Española y al Estado de Derecho que la configura como tal, ya que no únicamente se invoca a la sedición desde la Generalidad de manera ilegal, sino que también se gastan millones y millones de euros del erario público en financiar la división de los catalanes, pero también la ruptura con los demás españoles.

Además, en momentos como el que en la actualidad nos acontece, ser realista te convierte en alguien más revoltoso e incluso en un real antisistema, y por esa misma cuestión, la frase de George Orwell en la que dice “en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”, coge más fuerza nunca, porque es evidente que corres de manera diferenciada unos riesgos al explicar verdades que duelen a aquellos que no las quieren aceptar bajo ningún modo, ya que no las pueden ver o asimilar, y por eso las niegan, la esconden, generan duda o llegan a alcanzar la perturbación de la propia realidad que nos rodea, manipulándola a través de la historia, utilizando las instituciones, la información pública, la comunicación, la censura, la educación… La suerte por eso de tener sentido común, es que tarde o temprano el uso de la razón se impone de una forma u otra.

Solamente admitiendo nuestra historia, aplicando la ley y cooperando entre unos y otros, Cataluña y el resto de España saldrá efectivamente adelante. No obstante, el camino por el que se lleva a día de hoy a los catalanes, es verazmente distinto y totalmente opuesto al que he mencionado anteriormente, ya que se nos aboca a un enfrentamiento innecesario entre bandos y de la misma tierra, que está condenado a terminar en una posible gran tragedia, sino se frena el odio y la soberbia nacionalista, claramente dispar a lo que se podría promover mediante un patriotismo más honrado, leal, unido y cohesionado, que podría servir para sacar cuanto antes a los españoles del período de crisis política, social y económica que vive España todavía actualmente y que la sociedad española aguanta ciertamente con una enorme intranquilidad, porque el país no ha vuelto a ser el mismo desde entonces, pese a que existen varios datos positivos que indican una recuperación en la economía española, ya que los recortes en diversos sectores se han realizado y se han mantenido en el tiempo, además han aumentado los casos de corrupción y ha existido un auténtico incremento de la tensión social, entre otros problemas que se han aseverado a niveles insospechados antes de que existieran como tal, y aunque algunos ya permanecieran en la realidad de entonces, reitero que no alcanzaban esa magnitud ni tampoco la trascendencia que poseen a fecha de hoy.

 

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