junio 21st, 2018 by lasvoces

Redacción – En un sistema democrático “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas”. La lectura de la Constitución hace recordar, todas las veces que se desee, estos principios básicos y a pesar de ello los que deberían haber asumido tales obligaciones se han desentendido. Barcelona (España), jueves 21 de junio de 2018. Fotografía: SANDRÉS DE LA BARCA (BARCELONA), 17.06.2018. Manifestación «Ni Sectarismo ni Adoctrinamiento, Por una Escuela de Todos» de entidades cívicas en Cataluña. El la imagen, una de las madres de familia española cuyo hijo es víctima de la persecución y acoso en el IES El Palau de San Andrés d ela Barca (Barcelona) por ser hispano (i) junto al portavoz d ela organización del acto, Bartolomé Barba (d), muestran el lema d ela concentración después de la lectura del manifiesto. Los manifestantes apoyaron a los escolares -hijos de los guardias civiles- perseguidos en Cataluña tras el fracasado golpe de estado separatista del 1-O. Lasvocesdelpueblo (172)

En el Congreso de los diputados presentaron una propuesta de censura, después una serie de dimisiones, nombramientos, sin olvidar discursos demagogos, uno tras otro, y todo, junto a un panorama irrespirable y de desaliento entre los ciudadanos. ¿Existe la oportunidad de plantearse una profunda reacción capaz de sortear los innumerables escollos? Difícil pero nunca hay que desistir si la meta es alcanzar el respeto que merecemos.

Añorada la libertad hace como mínimo tres décadas, desde que se empezó en algunas partes del Estado a dificultar el vivir con normalidad en español, hemos llegado a tal presión que nos hemos visto empujados a concentrarnos en el municipio de San Andrés de la Barca, al clamor de —¡Ni Sectarismo ni Adoctrinamiento!—, para reivindicar públicamente el respeto a los derechos de los alumnos en la escuela. Se ha elegido esta localidad por las tristes y reprochables actuaciones de algunos profesores para con sus alumnos, un comportamiento no ajustado a la noble tarea de la docencia. El profesor tiene que ejercer con el fin de orientar la búsqueda del saber, de conseguir la capacidad racional, de valorar toda la información recibida, de ejercitar la memoria, la disciplina, el estudio, el pluralismo y el respeto al orden constitucional.

Por el contrario, las reformas educativas establecidas, han sido nefastas. No se han conseguido los niveles académicos necesarios y a la sociedad no se le ha ofrecido en la cantidad adecuada ciudadanos capacitados en las distintas áreas profesionales, pero sobre todo en el conocimiento del país, de su historia, un pasado que desembocó en una cultura, denominada Occidental. Este contexto, resultado de la fusión de la herencia clásica y del cristianismo, ha alcanzado las mayores cotas de desarrollo, de estabilidad institucional y de justicia, sin parangón en el mundo y nuestros jóvenes sin conocerlo.
Aquí el sectarismo político ha planificado un plan de destrucción, de desarraigo, dejar a la ciudadanía sin puntos de referencia, en un vacío programático que la hace vulnerable a una posible avalancha dogmática.

Se ha llegado a tal paroxismo que se agreden los pilares básicos de cualquier colectivo humano y no se reacciona con la firmeza debida. La familia, las creencias, la corrección, la ley. Los problemas se eternizan, la influencia política recae sólo en los temas más propagandísticos, los sentimentales, los de unos minutos en las pantallas de televisión. La grave situación del país obligó a la oposición socialista, según su criterio, a buscar apoyos de los más insólitos orígenes para alcanzar el poder. Un resultado sorprendente, una toma de posesión de la Moncloa con menos número de votos en las urnas que los conseguidos por el ganador y lo deplorable, de la “manita” del Nacionalismo. Era de esperar por la fórmula nunca vista con la que se llegó al poder, que las primeras medidas fueran de gran calado institucional dentro del marco de la ley, un intento de estabilizar el funcionamiento democrático, pero parece que al señor Sánchez le era más beneficioso subirse al tema migratorio, sin contar con las pautas establecidas a nivel europeo, y con todos los medios de comunicación alertados y dispuestos para ser traca propagandística. Se aceptó la llegada del Aquarius con sus más de seiscientos pasajeros, mientras que por el sur de España entraban en la misma jornada, unos mil emigrantes pero allí sin las cámaras de los periodistas para recoger la instantánea. Y no queda en ello, hay que añadir los nuevos gastos públicos que nos ha comunicado el presidente, bastantes millones en sanidad, autopistas, que repercutirán en los bolsillos de los ciudadanos y algo más penoso, apuesta en su primera presencia en el Senado por el estatuto de Cataluña, el refrendado con el voto ciudadano e inapropiado porque tuvo que ser revocado en varios puntos por el Tribunal Constitucional. Y todas las reformas anunciadas cuando era oposición, por las que justificaba la caída del anterior gobierno, olvidadas por completo: la reforma laboral, los presupuestos, la financiación autonómica, el pacto educativo. Tampoco se ha planteado la seguridad del mantenimiento de las pensiones, sólo se ha anunciado un posible aumento tributario. Con el índice más bajo de natalidad semejante al de la posguerra, parece ser que no es necesario buscar remedios de sostenibilidad, no interesan soluciones a largo plazo, basta con lo puntual, lo fácil, lo ajustado como mínimo a una legislatura y si luego se pierde el poder, un sueldo vitalicio por los años prestados aunque sean tan sólo cuatro.

No hay que olvidar el decir y desdecirse del líder del ejecutivo. En su discurso, redactado para desbancar al señor Rajoy, se adornó con la intención de convocar lo más pronto posible nuevas elecciones, y a las pocas salidas del sol ha eliminado su compromiso parlamentario.

El saldo por ahora del nuevo ejecutivo es el de un gobierno de izquierda, alcanzado por la mediación de un voto de censura, ruta alternativa diseñada por el señor Zapatero, forzando entonces el ambiente preelectoral con la instrumentalización de una horrible masacre, el 11M.

Ana María Torrijos

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