octubre 15th, 2018 by lasvoces
Redacción (Ana Maria Torrijos – Se está desvelando un entramado “mafioso” que conecta las sentencias judiciales con los intereses políticos, lo que sirve de presión y chantaje a cualquier decisión legal o institucional. Esto nos plantea muchas dudas en relación a sucesos de gran impacto emocional que llegaron a los tribunales y ahora las resoluciones dadas en su momento, están sometidas a dudas. La demolición del funcionamiento del Estado liquidará ese engranaje que nos une a todos y que hoy, muchos ponen en entredicho. Muchos años de proceso democrático, avatares de todo signo, vítores y silencios. Y hemos llegado al 2018 para darnos cuenta que en el ámbito de muchas comunidades autónomas, España no está presente en las instituciones, pero tampoco en la mente ni en los planes de futuro de muchos ciudadanos. Barcelona (España), lunes 15 de octubre de 2018. Fotografía: BARCELONA (ESPAÑA), 12.10.2018. Una cartel improvisado de un manifestante, entre los centenares de miles de personas (más de 300 mil personas, según la organización) que han vuelto hoy a salir a la calle para mostrar su orgullo español, con el motivo de la fiesta nacional de España (Día de la Hispanidad 2018) en el centro de Barcelona dice que los ‘golpistas’ se han ‘estrellado’ -en referencia a los líderes independentistas en prisión y huidos- haciendo ironía con la bandera independentista la ‘Estrellada’. Dicho cartel está en la Ronda Santo Pablo de Barcelona cerca de la Plaza de Cataluña donde se ha finalizado la manifestación. Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo (332)
Esta mezquina actuación ha hecho proliferar los sentimientos localistas, del terruño por ser un mina de prebendas. La hostilidad a España da réditos suculentos
Pronto la pregunta nos sale al paso ¿un terremoto, una réplica del diluvio universal o un ataque nuclear? No, nada de eso. Sólo una política de contemplaciones con los nacionalismos, entregándoles parcelas de competencias claves, en las que se modela la capacidad de pensar y las posibilidades de tener criterios propios: la escuela y los medios de comunicación.
Se han dilapidado las grandes posibilidades que se tenían al emprender la nueva y esperanzadora etapa política. Un desarrollo económico, unos servicios sociales loables, una sociedad cohesionada por haber descartado los sentimientos hostiles de antaño, eran la base sobre la que se podría haber asentado un sistema democrático con la suficiente estabilidad y beneficio para todos. En ese supuesto prometedor se ha desperdiciado gran parte del bagaje que los ciudadanos con su esfuerzo y trabajo fueron acumulando. No se ha conseguido distribuir el desarrollo productivo a lo largo del país, zonas con un nivel aceptable frente a otras sin inversiones para optimizarlas. Llamativos privilegios a ciertas familias políticas, las que casualmente esgrimen un estilo nacionalista-identitario. Esta mezquina actuación ha hecho proliferar los sentimientos localistas, del terruño por ser un mina de prebendas. La hostilidad a España da réditos suculentos.
La conciencia nacional no existe, ha sido descartada de los relatos históricos y de los medios audiovisuales. Siguen los ataques a la Nación con enorme pasividad de las Instituciones, arrían su bandera, la queman, la pisotean; el Jefe del Estado, en el que se encarna su continuidad, le abuchean, le gritan, colocan su retrato cabeza abajo, y no se penaliza al activista secesionista. El ministro de turno se atreve a decir que no hay motivo para la actuación. Los políticos no asumen su deber, a eso iba destinado el voto de las urnas, su deber que no es más que defender la Nación y la ley.
La Hispania romana se hizo independiente en el momento en que el imperio se troceó
La ley en un sistema democrático tiene que ser respetada mientras esté vigente, y si se desea cambiarla o mejorarla, hay medios reglados para hacerlo. Modelo político que Europa, por supuesto España, empezó a plantear y a profundizar a partir de la Ilustración —se consideró que la soberanía estaba encarnada en el pueblo y que cada individuo era acreedor de los mismos derechos—. En cambio la Nación inició su singladura muchos siglos antes. La Hispania romana se hizo independiente en el momento en que el imperio se troceó. De la posterior fusión con los visigodos resultó la Monarquia hispana visigótica católica y a lo largo del proceso de la Reconquista se consolidó España con los Reyes Católicos. Desde ese momento, en la Historia está registrada una de las más antiguas naciones. Los modelos políticos van sucediéndose y cambiando a lo largo de los años pero quien los sustenta es ella, la Nación y está ahí si no la olvidamos. Bagaje que nos han legado y que estamos obligados a entregarlo a nuestros descendientes.
Éste es un capítulo por escribir y para redactarlo se requiere el más alto sentido común tanto en los que gobiernan como en los que hacen oposición. La ausencia de alta visión de Estado ha propiciado un deterioro continuo de las instituciones y ha revertido en lo que peor puede ser para un país, su destrucción desde dentro.
Los últimos titulares periodísticos, filtrados desde personajes de poder, han creado una desafección tan grande en la ciudadanía que el ambiente se ha hecho cada vez más desalentador. Falta claridad en todo lo que conforma la vida pública, desde los temas económicos, los educativos, los de seguridad, los de inmigración, por decir algunos pero hay muchos más necesitados de unas medidas eficaces, alejadas de toda demagogia y encaminadas a solucionar las importantes grietas que tiene nuestra vida en común.
En estos momentos estamos en el filo de la balanza y eso da pie a soflamas populistas de un signo o de otro que nos pueden arrastrar a situaciones sin retorno. Se está desvelando un entramado “mafioso” que conecta las sentencias judiciales con los intereses políticos, lo que sirve de presión y chantaje a cualquier decisión legal o institucional. Esto nos plantea muchas dudas en relación a sucesos de gran impacto emocional que llegaron a los tribunales y ahora las resoluciones dadas en su momento, están sometidas a dudas. La demolición del funcionamiento del Estado liquidará ese engranaje que nos une a todos y que hoy, muchos ponen en entredicho.
Una afirmación “nacionalidades históricas” en el redactado de la Carta Magna ha ido desintegrando el concepto de unidad. Los políticos, faltos de sensatez y de base académica sólida, juegan con las palabras como filibusteros y los demás ciudadanos vemos con desencanto y preocupación el desvanecimiento de lo que fue España y su gran legado cultural. El presidente del Gobierno no tiene respuesta al ataque constante de los que quieren demolerla. Su equipo de Ministros parecen colocados en una pista de billar, bolos dispuestos a caer uno tras otro según la fuerza o la habilidad en el tiro de los jugadores, que casualmente son los componentes de la corrupción.
El día de la fiesta nacional, el 12 de octubre, llegó un año más y fue recibido por miles de personas. Banderas, pancartas, ilusión, entusiasmo, deseos de reivindicar derechos y recordar a los olvidadizos que hay un pueblo exigiendo respeto. Frente al nacionalismo hay que defenderse y mostrar la bajeza de sus intenciones hostiles a la libertad.
Los ciudadanos iban a emplear el último resorte de la democracia para poder gritar fuerte cuál era su deseo, estaban en la calle y con sorpresa vieron que a los que dirigían sus reivindicaciones, políticos que ocupan escaños en los foros de debate, se lanzaban a colocarse en un sitio privilegiado en la pancarta preparada para tal petición. Las cámaras fotográficas y los objetivos audiovisuales de los reporteros no recaían en los representantes de las asociaciones cívicas que se habían reunido para tal gesto democrático; a los técnicos y periodistas les interesaba únicamente la opinión de los que teniendo muchos resortes para plantear propuesta de leyes con el fin de defender derechos y denunciar actuaciones delictivas, ahora ocupaban el espacio destinado a la ciudadanía.
Los causantes, por acción u omisión de la tensa situación de deterioro de la paz social, convertían aquel espacio de expresión popular, destinado a gritar ” Somos españoles “, en un escenario de conquista de votos y escaños. Los secesionistas, los filoterroristas, los populistas son los principales actores del desvanecimiento de las libertades, pero no están libres de culpa los llamados constitucionalistas por no entregarse con toda lealtad a la defensa del cumplimiento de la Constitución, que equivale a defender España.
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