Redacción (Ana Maria Torrijos; licenciada en Filología Clásica) – En estos momentos estamos a punto de perder lo más preciado que es la paz social, la satisfacción de compartir un proyecto común y de colaborar como miembro de una Europa que ha conseguido crear unas estructuras sociales, culturales y políticas, referentes en muchos momentos de la Historia. El sistema diseñado, recogido en la Constitución, pretendía superar las tensiones acumuladas por un Gobierno autoritario; diluir las aspiraciones de unos grupos anclados en una sociedad estamentaria-clasista; y sobre todo pretendía desterrar la sombra del miedo más atroz, el tiro en la nuca. San Cugat del Vallés (Barcelona) España, martes 27 de septiembre de 2016. Fotografía: Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo.
La Política tiene como fin servir a la ciudadanía y gestionar la convivencia. Es lo que esperamos. El hombre la ideó a medida que se complicaban las relaciones; la adquisición de conocimientos cada vez más complejos y el desarrollo de los intereses fue lo que propició el mandato de los más fuertes, los más hábiles o los más sabios. Así se iniciaron las diversas fases de liderazgo. Se ha filosofado, se ha discutido y se han practicado muchas de esas modalidades.
La Atenas de Pericles nos legó el concepto de Democracia y el siglo XIX atinó a aplicar un procedimiento participativo que igualaba a los ciudadanos y consiguió con reforma tras reforma, alcanzar los sistemas parlamentarios liberales –un hombre un voto–.
En estos momentos estamos a punto de perder lo más preciado que es la paz social, la satisfacción de compartir un proyecto común
Ahora nos encontramos en un atasco del modelo. El desarrollo generalizado en todos los órdenes, científico, tecnológico y servicios ha llevado a una vida más fácil, más superficial, alejada de la atención que requiere el mantenimiento y las sucesivas mejoras del artilugio político. Los valores que empujaron a buscar la fórmula más digna para relacionarnos, se han dejado por el camino, dando por sentado que sin esfuerzo, preparación y altruismo podría seguir funcionando.
Los equipos de gobierno antes ocupados por personas con cualidades, capaces de entregar lo mejor de ellas para el bien común, se han transformado en un mercadillo donde se intenta vender un producto deteriorado, negocio para algunos pero para la mayoría, un afrodisiaco que nos ha hecho perder el sentido, el ser feliz con el bienestar de los demás.
Inmersos en un periodo de transición política, organizamos el modelo de la “España de las Autonomías”; Se consideró el camino más viable para olvidar un pasado repleto de tensiones que habían dificultado el avance de los derechos individuales; los más cercanos tropiezos fueron, un enfrentamiento civil, una dictadura y unos nacionalismos, erguidos sobre sectores reacios a igualar los derechos y agravados por la violencia criminal de un grupo terrorista.
Y en estos momentos estamos a punto de perder lo más preciado que es la paz social, la satisfacción de compartir un proyecto común y de colaborar como miembro de una Europa que ha conseguido crear unas estructuras sociales, culturales y políticas, referentes en muchos momentos de la Historia.
El sistema diseñado, recogido en la Constitución, pretendía superar las tensiones acumuladas por un Gobierno autoritario; diluir las aspiraciones de unos grupos anclados en una sociedad estamentaria-clasista; y sobre todo pretendía desterrar la sombra del miedo más atroz, el tiro en la nuca.
No existían debates de gran calado político que propusieran un modelo de País
La rapidez empleada en el proceso del cambio, las indefiniciones de la Carta Magna y la inclusión en ella de algún término poco afortunado han ido alejando la estabilidad que se pretendía “Garantizar la convivencia democrática” (Preámbulo constitucional).
A una sociedad acostumbrada a obedecer, se le hurtaron las explicaciones debidas sobre el redactado y contenido de la Ley de leyes, sobre los deberes, los derechos y en especial sobre la anómala asimetría establecida para Navarra y el País Vasco frente al resto de España; únicamente se repartieron ejemplares y se señaló el día de su aprobación en referéndum. No se quiso o se olvidó que la Democracia debe tener una aliada, la Pedagogía.
Un bipartidismo poco transparente que incluía el continuo apoyo de los nacionalismos con el chantaje añadido, empezó a socavar los cimientos del Estado de Derecho. La debilidad de los sucesivos gobiernos fue la nota más evidente. No existían debates de gran calado político que propusieran un modelo de País, sólo el tema económico ocupaba todos los espacios, en tono sindicalista para enfrentar a trabajadores con los empresarios, en estilo independentista con la intención de rapiñar el máximo de competencias y en formas de saqueo del erario público con el fin de llenar los bolsillos de los “servidores” políticos.
Ser político empezó a ocupar el primer puesto en el ranking de salidas profesionales, conseguir influencia, enriquecerse y doblegar a los ciudadanos.
La sucesión de las distintas legislaturas, trufadas con fallos contra la legalidad, ha desembocado en una crisis de gran importancia. Muchas Instituciones no funcionan, desde el Tribunal Constitucional, las altas instancias del Poder Judicial, el Poder Legislativo y el Ejecutivo, hasta el gran paquete de leyes y reglamentos que se han dictado, inútiles por no cumplirse o por interferirse.
El engaño se sucede con una simplicidad impropia de un sistema en el que debe reinar la transparencia informativa
El principal damnificado no es otro que el ciudadano por haberle alterado el criterio de país estable, el criterio nacional de Ser, de solidaridad y de igualdad, frente a la diáspora de intereses de grupos de presión. El individuo, sin bastón de mando, en soledad ante los problemas que se acumulan, se siente impotente, falta de liderazgo para salir de la incertidumbre.
El engaño se sucede con una simplicidad impropia de un sistema en el que debe reinar la transparencia informativa. Nos comunican, una y otra vez, la imposibilidad de acuerdo entre el PSOE y el PP , de ofrecer un gobierno capaz de gestionar el país.
Pero luego salta la noticia de pactos opacos “prescindibles” para cambiar la posible fecha de unas terceras elecciones, con la intención de no romper el halo que rodea el 25 de diciembre, pero también la noticia de encuentros del mismo tono “prescindibles” para asuntos que tienen que ver con la economía y evitar una penalización de la Comunidad Europea.
Algo parecido ocurrió con la Constitución, si les place, los cambios son instantáneos. Decisiones de tribunales internacionales sin obligatoriedad de cumplirlas, se acatan a las veinticuatro horas por intereses inconfesables. Anuncios de rebeldía institucional sin medidas rápidas de control, sólo se dan excusas triviales como respuesta. Sentencia del máximo Órgano del Poder Judicial contradicha por la del Constitucional, una mera institución política que ha permitido estar en los parlamentos y ayuntamientos a los representantes de la violencia.
El olvido hará que nos persiga siempre. Seamos libres
Todo ha contribuido en facilitar un escenario de lo más deplorable, con víctimas del terrorismo pidiendo ser reconocidas como tal a las puertas del Ministerio de Justicia y otras en un acto electoral, sufriendo el ataque e insultos de los seguidores de aquella violencia que les golpeó años atrás.
Valores invertidos, los violentos gratificados y las víctimas olvidadas, sin justicia, humilladas; si los españoles no dirigimos nuestra repulsa a los causantes de la brutalidad y no compensamos con nuestro apoyo a las víctimas, no conseguiremos tener un sistema político en el que reine la convivencia bajo el amparo de la ley. La historia de lo que fue y causó el terror, debe permanecer en la memoria. El olvido hará que nos persiga siempre. Seamos libres.