Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. Fotografía: Unas de las 400 millones de papeletas impresas así como 66,8 millones de sobres para las últimas elecciones generales del 20D 2015 en España. lasvocesdelpueblo.
La ley Electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños
Sorprenderse o su sinónimo asombrarse señala una impresión instantánea en el ánimo ante algo inesperado y extraño. Ésta rápida respuesta produce estupor, aturdimiento y hasta pasmo.
Después de esta incursión en el ámbito de la gramática, es indispensable señalar la causa que ha provocado tal reflexión. En la crispación
Ana María Torrijos Hernández, licenciada en Filología Clásica. Foto Joseph Azanméné N./lasvocesdelpueblo
política que surge con posteridad al cierre de las urnas, se han escuchado frases de lo más pintorescas y por desgracia, muy pocas dignas de ser consideradas resultado de una responsable valoración del momento institucional. Uno de esos chascarrillos ha sido el pronunciado por el portavoz de – Democràcia i Llibertat -, en calidad de réplica al discurso del Jefe del Estado, denunciando la injusticia que se cometería si a una parte, en la que él y su partido se encuentran, más aún se ha atrevido a decir Cataluña, no se le permitiera el derecho a decidir frente a esa mayoría de la que se excluye y se supone es España.
En un país con un sistema de hacer política igual que en el nuestro, no se daría una situación parecida; haría ya muchos meses que se habría aplicado un corrector, el marco legal vigente. Se anunció con gran impacto mediático que con un retoque de las competencias atribuidas al Tribunal Constitucional, se podría desactivar el delirio independentista, frente a la opinión de los que señalaban la variada legislación que ya poseían las instituciones para interrumpir el proceso de desmembración del Estado; hecha la reforma no ha servido para nada, la situación es la misma, alardear de una supuesta prudencia. Parece inaudito que cuando todos estamos sometidos al imperio de la ley por ser la mejor forma de reconducir la convivencia, hayan organismos públicos, que se rebelen e intenten destruir lo que forma parte de su esencia, el Estado y más aún, que quien tiene la potestad de impedirlo no reaccione. Es anómalo y suicida para la Nación el que la ley electoral facilite a los grupos nacionalistas-secesionistas mayor presencia en escaños con menor número de votos de los que consiguen las otras fuerzas de ámbito nacional.
En estos momentos, el único planteamiento posible sin dañar el entramado institucional, sería no aceptar por parte de los miembros del PSOE Y PP con cierta experiencia de gobierno y madurez política, la deriva del país a la destrucción como colectivo de hombres libres, y luego propiciar un pacto de Estado. Pero no sólo los políticos deben ser los que se comprometan en ofrecer la posibilidad de vivir con normalidad, sin lanzarnos a experimentos inviables por la falta de cordura y de racionalidad, sino que han de ser todos los ciudadanos los que se impliquen de verdad en el rechazo a los que quieren destruirnos o pretenden retroceder en el tiempo con la consigna de una casposa revolución.
Muchas trabas nos alejan de la plena participación ciudadana, subvenciones a amigos, amiguetes y a organizaciones afines, sean partidos o sindicatos y no concederlas a organizaciones independientes con un fin social verdadero. Con este planteamiento se llega a la conclusión de que el sistema está montado en gran parte para beneficio y gloria de los partidos políticos no para la verdadera sociedad. El modelo que nos hemos dado requiere una reforma profunda con la intención de recuperar la presencia de los ciudadanos, sus verdaderas necesidades y de que el coste económico no alcance las desorbitadas cifras en euros que exige el funcionamiento de la administración actual, no es de recibo el haber creado un ” monstruo ” que nos está devorando y destruyendo; da la sensación de que muchos aficionados a hacer política, eligen a gusto la ideología que les puede dar más réditos, la defienden, se presentan a las elecciones y , si salen elegidos, roban una parte suculenta de los presupuestos con la intención de trazarse un plan económico, que les permita seguir viviendo a costa de los ” modernos siervos ” de nuestra época, los ciudadanos.
Se ha abusado mucho de los medios que nos brinda el proceso democrático, pero lo lamentable es que ese abuso se ha decantado con intención o no, por la renuncia de la conciencia nacional, por la desintegración del Estado, por el enfrentamiento social, por la pérdida de valores, por el deterioro del poder judicial, arropado todo ello por la más descarnada corrupción. No podemos descartar el perverso papel representado por los dos grandes partidos, ellos han sido los artífices más implicados en el expolio al que se ha sometido todo lo que representaba la estabilidad democrática, equilibrio que nos costará bastantes años reparar.
El despojo sufrido ha sido demoledor y hasta ha herido de muerte a los que lo han programado; es evidente que las dos fuerzas políticas, supuestamente adalides de la libertad, para eso se les dio el voto, han ido perdiendo apoyo ciudadano al mostrarse organizaciones incapaces de alejar a quienes el único deseo que les mueve es destruir lo que en siglos ha costado crear, España o que pretenden involucionar el proceso democrático. Conviene no dejarnos arrastrar por falsos profetas o por avispados vendedores de feria; la última hazaña de los distorsionadores de la realidad, incrustados en el tejido social, alcaldes o presidentes de comunidades autónomas, es no haber querido celebrar la toma de Granada por las tropas cristianas e insistir en que se debería pedir perdón por haberlo hecho. Si no nos preguntamos a quiénes se les ha facilitado poder institucional por haber mostrado tanta falta de conocimiento histórico y sobre todo qué calidad tienen los líderes de las otras fuerzas políticas por no emitir una réplica ajustada a tal desatino, no seremos capaces de iniciar el camino de la reconstrucción, acaso temamos la respuesta, la única posible – hemos entregado la dirección de nuestro país y de nuestras vidas, a insolventes -.
En la caótica situación en la que nos encontramos, sin saber lo que dará de si las arenas movedizas, localizadas bajo los cimientos del Estado, el señor Rajoy trajeado según las exigencias de la víspera a la noche de Reyes, nos ha lanzado con su ya conocida flema la seguridad de que nadie incumplirá la ley, un sonsonete cansino, y además se ha propuesto como artífice de las grandes reformas que se necesitan hacer; entonces es indispensable plantearnos a qué engaño nos quiere llevar, si con una mayoría absoluta , la que nadie logró en democracia, no ha cambiado casi nada, imposible hacerlo con una mayoría minoritaria, y más aún cuando ya se está insinuando el retoque de la reciente reforma laboral con el único fin de conseguir el apoyo del señor Pedro Sánchez.
Terminados los festejos navideños, estamos obligados ante tal desvarío a proteger nuestro modelo de sociedad y a potenciar nuestros gustos y costumbres de la manera que queramos y no al estilo de unos políticos devaluados que en lo único que son expertos es en charangas bien orquestadas, vayan vestidos con traje y corbata o en mangas de camisa.
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