Ana María Torrijos, licenciada en Filología Clásica. <Fotografía: Los golpista de la candidatura separatista catalana, Juntos Por El Sí, Artur Mas Gavarró (i) junto con Carmen Forcadell Lluís (d9, durante la primera sesión del Parlamento de la XI legislatura. Foto AFP>.
La reflexión y la pregunta que cabe hacerse es: ¿Y El Pueblo Español?
Todo pueblo que ha alcanzado un mínimo de organización interna, con empeño tenaz ha ido guardando en la línea del tiempo lo que consideraba referencia para su mejor funcionamiento como grupo; así lo hicieron nuestros primitivos antepasados mientras presionaban con firmeza la tierra que les sostenía y, a medida que se hacían humanos intentaban adaptar el mundo a sus necesidades, primero con sus fuerzas, luego con la palabra y con la inteligencia (…) familias, tribus, poblados, Nación y Estado. “España es un concepto discutido y discutible”, “España, nación es un término polisémico”, de esta forma ambigua líderes políticos, saturados de estupidez y simpleza, han osado aclarar este compromiso ético, fruto de la Historia.
En esa deriva hemos dejado atrás todo lo que la arropaba, la hacía presente y entrañable, frente a ello, sólo se ha empleado como réplica un silencio y un abandono fácil; Fiesta Nacional, 12 de Octubre: Presidentes de comunidades autónomas ausentes en los actos oficiales, posicionamientos de un gusto y falsedad inaceptable emitidos por cargos municipales, concentraciones de intención anticonstitucional, ofensas continuas en televisiones públicas y para cerrar este recital de situaciones insólitas nos encontramos a los altos responsables de las Instituciones dispuestos a ir con sus mejores galas a recepciones protocolarias y a participar en los corrillos de los dimes y diretes, con un tema central -la figura estelar de Albert Rivera-.
La reflexión y la pregunta que cabe hacerse es: ¿Y El Pueblo Español? La respuesta se resume en dos instantáneas, una la encontramos en esos cientos de madrileños que se agolpaban en las calles para vitorear a su ejército, defensor de la integridad territorial del país y del ordenamiento constitucional, la otra en la convocatoria de una manifestación ciudadana en Barcelona para reivindicar su españolidad, afectada desde hace años por el gobierno de la Generalidad de Cataluña; la presencia voluntariosa de los ciudadanos en ambos acontecimientos simultáneos, en un día en que se celebraba el sentir colectivo, fue suficiente motivo para haberle dedicado un tiempo acorde a la importancia de la efeméride, pero no se hizo pues ni la retransmisión en directo del desfile militar incluyó imágenes del entusiasmo del público anónimo, que se sentía motivado por los valores constitucionales que representa la España de hoy, ni tampoco la pantalla televisiva mostró, con suficiente amplitud de minutos, la apuesta que hacían unos ciudadanos catalanes, de vivir en libertad y por lo tanto de ver respetada su dignidad. Después de un largo rodaje de proceso democrático, parece insólito que tenga que ser el pueblo, agobiado por la situación, quien se postule defensor de España al reconocer a sus Fuerzas Armadas en su función y al enarbolar la bandera al grito de su secuestrada condición de español.
Los líderes políticos durante la legislatura ignoran la presencia y la opinión de la ciudadanía, sólo les mueve los beneficios, no únicamente de partido sino también de cada uno de ellos y de sus camarillas; cabe observar simplemente a dos meses de los comicios, los movimientos que se producen en las fuerzas políticas, e incluso apreciar los forcejeos y trasvases de sus miembros, la lucha por el puesto seguro; las organizaciones internas de los partidos se tambalean, gimen, lloran (…) y mientras tanto los graves problemas que pueden desestabilizar el sistema democrático y que tienen preocupados a los españoles, se relegan o se sacan fuera del debate.
Estamos deslizándonos por una pendiente muy peligrosa a riesgo de caer en la banalidad absoluta. Después del careo entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, golpeados por los parámetros que miden la imagen, la compostura, el gesto, eso sí en mangas de camisa, puños hacía arriba y cuellos desabrochados con la intención demagógica de acercarse al pueblo, de mostrar sencillez, un disfraz al uso impuesto por los populistas de Podemos, sería de lamentar que nos encogiéramos de hombros al susurro de “es lo que hay”.
Es penoso el trato dirigido hacía los ciudadanos por parte de la “aristocracia” política, un trato falto de consideración, y ante todo de responsabilidad frente el presente y futuro de España (…). Las propuestas que se les ocurre son de lo más rocambolescas, de desprecio a lo que somos, fuimos y podemos ser, nos han vaciado por dentro, han creído que lo único imprescindible y casi excluyente para apuntalar a una sociedad es la situación económica, que siendo muy importante, no es el todo pues la vitalidad anímica de los españoles requiere ilusión y valores para afrontar el mañana.
Deberíamos exigirles Libertad para poder decidir nuestras vidas, nuestros gustos, nuestra cultura, lo que queremos ver, oír y hacer, libres para poder practicar la religión en la que creamos o ninguna si es a lo que optamos, libres para elegir la escuela que se ajuste más a nuestro modelo de entender el mundo (…) y un largo etcétera de espacios en los que deseamos movernos sin la implacable mirada y control de los políticos. Deberíamos exigirles Justicia en todos los órdenes, en el ámbito laboral, en el social, en el político, que se ampare y sancione a todos sin distinción alguna, con prontitud y equidad. Deberíamos exigirles Igualdad de derechos y deberes, sin singularidades ni privilegios -singular cada persona por ser irrepetible, no los colectivos aglutinadores de individuos diferentes, dándose el caso que puede haber más coincidencias entre dos personas miembros de diferente grupo, que lo que les une con los que comparte el suyo-.
Deberíamos exigirles Compromiso por España y sus símbolos, lo que daría estabilidad a todos, a cada uno en particular y en consecuencia al sistema democrático. Deberíamos exigirles Decisión en desmontar el complejo andamiaje en el que se han convertido las Instituciones, amplísimo solar para colocar a sus afines, amigos y familiares. Deberíamos exigirles Formación, Honradez y Servicio.
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