febrero 8th, 2016 by lasvoces

Manuel I. Cabezas González es Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas; Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada; Departamento de Filología Francesa y Románica; Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Fotografía: Imágenes -dibujo- de un profesor de matemáticas en un colegio. Foto facilitada por el autor de este artículo.

La maestra ciruela

En las tertulias radiofónicas y televisivas, así como en las columnas de opinión, es habitual y frecuente que los “todólogos” —esos osados personajes, que sientan cátedra sobre lo divino y lo humano, sin tener ni idea, la mayor parte de las veces, de lo que hablan o escriben— afirmen reiteradamente que los jóvenes españoles de hoy son los mejor y los más formados de la historia de España: poseen licenciatura(s), máster(s), idiomas y son unos virtuosos en tecnología de la información y de la comunicación (TIC). Esta aseveración creo que sólo es pertinente y ajustada en el caso de una minoría de ellos, formada en los distintos campos del saber, pero no me parece oportuno ni razonable que se pueda predicar del conjunto de la juventud española.

Para justificar la reserva precedente, basta con algunos datos, que ya expuse en otro lugar, sobre la mal llamada “Generación JASP (“jóvenes aunque sobradamente preparados”). Estos datos permiten poner los puntos sobre las íes de la tan cacareada formación de los jóvenes españoles de hoy. Por un lado, el 26%  de los jóvenes no terminan la enseñanza secundaria obligatoria (ESO). Además, el 28,4% de los que terminan la ESO abandonan definitivamente el sistema educativo a los 16 años, sin ninguna formación profesional. Por otro lado, el 36% de los alumnos de la ESO son repetidores. Y, finalmente, reciben muchas menos horas de matemáticas y de lengua, dos aprendizajes fundamentales, que los alumnos de los otros países de la UE. Por lo tanto, sólo el 35,7% de los jóvenes de 16 años continúa los estudios: una minoría se decanta por la FP de Grado Medio; y la gran mayoría por el Bachillerato, que conduce a la Universidad. Por eso, con estas alforjas, casi vacías, la mayor parte de la juventud española no puede ir muy lejos en el mundo universitario y laboral.

Ahora bien, la enseñanza universitaria tampoco es para tirar cohetes: ninguna universidad española está entre las 150 mejores del mundo; el 30% de los alumnos abandonan sus estudios universitarios; en primer año de universidad, son muy numerosos los alumnos que no se presentan a los exámenes o que suspenden muchas asignaturas o que cambian de estudios; y sólo el 33% obtiene el título universitario sin repetir curso. Lo dicho: no es para tirar cohetes.

Hoy, quiero aportar nuevos argumentos para poner en entredicho, de nuevo, esa afirmación gratuita de que la juventud española actual es la mejor y la más formada. Para ello, voy a relatar tres vivencias personales de las últimas semanas, vivencias que ponen en tela de juicio la formación con la que licenciados concretos, de distintos campos del saber, salen de las universidades españolas. Me voy a referir a una licenciada en derecho, a una licenciada en periodismo y a unas licenciadas en filología inglesa.

Primera vivencia. Hace unos dos meses, recibí un correo electrónico del bufete de abogados Bejarano i Cámara associats, rubricado por la letrada, licenciada en derecho, Elisabeth García Bejarano. En nombre de su cliente, me conminaba a que eliminara de mi blog, Honestidad Radical, un artículo en el que denunciaba el engaño y la estafa, de los que fue víctima mi amiga Pilar por parte de Catalunya Caixa. El precitado correo, desde el punto de vista del contenido y de la forma, no había por donde cogerlo. Ni un alumno de esos que abandonan la enseñanza sin terminar la ESO lo hubiera redactado peor. En efecto, la misiva electrónica, de unas 100 palabras, contenía 22 incorrecciones, que denotaban falta de profesionalidad y verdaderas lagunas o más bien océanos en la competencia lingüística de mi interlocutora. Por eso, en mi acerada respuesta, me vi obligado a despojarla de los galones de “letrada” y a tildarla, sin ningún género de dudas y sin ningún titubeo, de picapleitos y de leguleya “iletrada”.

Segunda vivencia. En el Vallès Occidental, comarca de la provincia de Barcelona, se distribuye mensualmente una revista gratuita, “Guía-te”, dirigida por la Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Laura Serrano. Suelo echarle un vistazo rápido y siempre me ha llamado la atención el poco cuidado con que son redactados los pocos textos que contiene. El mes pasado, bolígrafo en ristre, leí el editorial del número de enero, redactado como siempre por la directora Laura Serrano. Y, como de costumbre, el editorial estaba plagado de incorrecciones. A ojo de buen cubero, localicé y corregí 39 (el texto tenía unas 300 palabras). Pero, ¡cuidado!, como en el caso de la precitada leguleya iletratada, no se trataba de “correcciones de estilo” sino de “faltas” y de “errores”, que violan todo tipo de reglas del código lingüístico del español, relativas al léxico, a la morfología, a la sintaxis y a la ortografía.

Tercera vivencia. El año pasado, en la Avenida Guiera, 14 (Cerdanyola del Vallès), empezó su andadura la academia Meeting Point School of Languages. Se trata de una pequeña academia con tres aulas: una, para el inglés; otra, para el francés; y la última, para el alemán. Cada aula tiene una decoración y una ambientación particular, que recuerda al país donde se habla cada una de las lenguas. Por lo que respecta a la lengua francesa, la decoración-ambientación se reduce a la bandera francesa y a la palabra “francés”, pegadas en la puerta del aula; y, por otro lado, a un afiche sobre un cristal-ventana, que se ve desde la calle y sobre el que aparecen escritas 12 palabras francesas, que denotan distintos aspectos de la cultura francesa. Hace unos días, al pasar por la acera atrajo mi atención el hecho de que la mayor parte de las palabras (9 de las 12) estuvieran mal transcritas: *Si vous plais por “s’il vous plaît”; *fountaine por “fontaine”; *fondie por “fondue”; *Torre Eiffel “Tour Eiffel”; *Louvre por “Le Louvre”; *bonne heure por “bonheur”; *Versalles por “Versailles”; *Le Champs Ellissess por “Les Champs Élysées”; et *Notre Dame por “Notre-Dame”. Esto son hechos que pueden ser verificados; basta con visitar el lugar del crimen lingüístico.

Por sus actos lingüísticos, los actores de las vivencias narradas son ejemplos paradigmáticos del Maestro Ciruela aquel personaje que, según el clásico aforismo castellano, no sabía ni leer ni escribir y puso escuela; dicho con otras palabras, que presumía de lo que carecía y que pretendía ser sabio y dar lecciones, cuando en realidad carecía de los conocimientos necesarios. Así, la iletrada “letrada”, Elisabeth Gª Bejarano, puso bufete (Bejarano i Cámara associats); la analfabeta periodista, Laura Serrano, puso revista gratuita (Guía-te); y las ágrafas licenciadas anglo-francófonas —Cristina Cano, Andrea Gutiérrez y Noelia Bastidas— pusieron una “School of Languages (Meeting Point). ¡Qué lejos están todas estas Licenciadas Ciruela del sabio (que conoce pocas cosas pero las domina) y que cerca están del sabihondo (el que aparenta saber mucho, pero que no sabe y lo poco que sabe lo sabe sin fundamento).

Ante los ejemplos empíricos citados, hay que reconocer que, como le dijo el centinela Marcelo al príncipe Hamlet, “algo huele mal en Dinamarca” (i.e. en la universidad española). Es incontestable que, cuantitativamente, se ha incrementado el número de estudiantes universitarios, facilitado por las PAU (pruebas de selectividad y de acceso a la universidad), que no seleccionan, al permitir el paso a la universidad a casi la totalidad de los candidatos (98%), provocando la masificación de la misma. Ahora bien, los casos descritos y verificables son contundentes: la formación de muchos o de la mayoría de los licenciados del pasado y, sobre todo, de los graduados actuales deja mucho que desear. Y, por lo tanto, habría que ser más precavidos y abstenerse de afirmar, sin ningún fundamento, que los jóvenes españoles de hoy son los más y mejor formados de la historia de España. ¡Así nos luce el pelo! Espero que, con esta reflexión, no se verifique lo que afirma la segunda parte del siguiente aforismo chino: “Corrige al sabio y lo harás más sabio. Corrige al necio y lo harás tu enemigo”.

Coda: « Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire » (Ch. Nodier).

 

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diciembre 13th, 2015 by lasvoces

Manuel I. Cabezas González es Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas; Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada; Departamento de Filología Francesa y Románica; Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Fotografía: Fachada de una de las filiales de Catalunya Caixa (CX). Foto/Efe.

Iletrada, ella; tonto útil, él

Acabo de recibir un correo electrónico del bufete de abogados Bejarano i Cámara asociats, rubricado por Elisabeth Gª Bejarano. Se dirige a mí como vicaria de Jordi Aymerich Luna, en relación con un artículo (“Carta abierta a los estafadores de Pilar”), publicado en mi blog Honestidad

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas, Manuel I. Cabezas. Foto archivo.

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas, Manuel I. Cabezas. Foto archivo.

Radical y reproducido en numerosos medios de comunicación digitales y en papel, a finales de 2012.

En el precitado correo, la abogada Elisabeth Gª Bejarano afirma, al sabor de la boca, que las partes (mi amiga Pilar y Catalunya Caixa) habían llegado ya a un acuerdo, en relación con el engaño-estafa del que fue víctima mi amiga Pilar por parte de esa cueva de Alí Babá, que ha sido y continúa siendo Catalunya Caixa (CX). Y, por este motivo, me pide que proceda a eliminar de mi blog la entrada citada ci-dessus o cualquier mención al embaucador y estafador Jordi Aymerich Luna, con el fin de evitar “los posibles daños y perjuicios a la imagen de mi cliente”.

Ante un correo de esta catadura, un “vero” ciudadano  no pueda amilanarse y, por lo tanto, dejarlo sin respuesta. Por eso, en aras de la verdad y de la transparencia, e impelido por la doctrina de la “honestidad radical”, me permito diseccionar y poner en entredicho tanto la forma y el contenido del correo de la abogada Elisabeth Gª Bejarano como sus pretensiones.

Sobre la forma. En relación con la forma, me veo obligado a despojar a Elisabeth Gª Bejarano de los galones de “letrada” (abogado o persona licenciada en derecho, RAE dixit) y a tildarla, sin ningún género de dudas y sin ningún titubeo, de “iletrada” (analfabeta, RAE dixit). Su correo, desde el punto de vista lingüístico, no hay por donde cogerlo. Ni un alumno de esos que abandonan la enseñanza sin terminar la ESO lo hubiera redactado peor. En efecto, la misiva electrónica, de unas 100 palabras, contiene 22 incorrecciones, que denotan falta de profesionalidad y verdaderos lagunas o más bien océanos en la competencia lingüística de mi interlocutora. Ni siquiera transcribe bien el nombre de su defendido: ella escribe Eymerich cuando debería haber escrito Aymerich.

Se suele decir que el sistema judicial contribuyó a civilizar a los seres humanos, al reemplazar la “ley del más fuerte” (poder de la fuerza bruta y de las armas) por la “fuerza de la ley” (poder sólo del verbo). Por eso, en esta forma civilizada de hacer justicia, juega un papel fundamental y exclusivo el uso de la “buena” palabra, tanto escrita como oral. Ahora bien, ¿qué se puede esperar de una leguleya iletrada que no domina los usos más elementales del arma más eficaz y letal: el lenguaje? Por la boca muere el pez. Por las formas, en general, y también por las “formas lingüísticas”, la iletrada leguleya echa a perder el contenido de lo que trae en su zurrón lingüístico. Ahora bien, esta “halitosis lingüística” denota y connota también que mi interlocutora tampoco ha sido muy diligente en la preparación del contenido de su mensaje y de sus pretensiones.

Sobre el contenido y las pretensiones. Por lo que respecta al contenido del correo de marras, la “iletrada” picapleitos, Elisabeth Gª Bejarano, se ha ganado a pulso también la medalla de interlocutora “indocumentada”. No se ha informado sobre lo sucedido entre mi amiga Pilar y Catalunya Caixa y, por lo tanto, no tiene, como hubiera dicho Pérez-Reverte, ni puta idea del asunto del que habla. Vayamos por partes, ordenadamente y por derecho.

1. En efecto, al embaucador y estafador Jordi Aymerich Luna lo nombro de verbo ad verbum en el artículo impugnado por la desinformada Elisabeth Gª Bejarano. Sin embargo, también hago referencia a él en la mayor parte de los textos (creo que unos 13 artículos, en total) que he dedicado al engaño-estafa masivo, perpetrado por Catalunya Caixa, gracias a los tontos útiles como Jordi Aymerich Luna. La iletrada e indocumentada letrada (?) no se ha tomado la molestia de informarse antes de ponerse delante del teclado del ordenador. Por eso, no es ocioso recordarle, a esta excrecencia de la fauna de los letrados, el pasaje de un relato sufí, en el que un niño pegunta a su padre, Nasrudín: -Papá, ¿por qué tenemos dos orejas y dos ojos, pero sólo una boca? A lo que el padre le respondió: -Mira Mustafá, porque hay que escuchar y leer dos veces antes de ponerse a hablar o escribir.

2. Por otro lado, la indocumentada Elisabeth Gª Bejarano afirma que las partes implicadas (la engañadora y estafadora, Catalunya Caixa (CX); y la engañada y estafada, mi amiga Pilar) habían llegado ya a un acuerdo. De nuevo, la desinformada iletrada queda con sus vergüenzas al aire y miente como una bellaca. No es verdad lo que pontifica alegremente.

Para empezar, Catalunya Caixa no devolvió a mi amiga Pilar los 50.000€ que le había estafado; practicó una retención de 24,40€. Mi amiga Pilar reclamó reiteradamente, por vías diferentes, esta cantidad y recibió, como respuesta, un silencio sepulcral de parte de CX.

Por otro lado, cuando mi amiga Pilar solicitó ser sometida al arbitraje para recuperar sus ahorros estafados, firmó, por imposición unilateral de Catalunya Caixa, que renunciaba a reclamar los intereses no satisfechos por CX desde marzo de 2012 hasta el 19 de abril de 2013 (fecha de la devolución de casi la totalidad de lo estafado). Esta imposición de CX es un ejemplo paradigmático de las cláusulas abusivas, presentes también en los contratos hipotecarios españoles, que las autoridades judiciales europeas han considerado un abuso e ilegales, y, por lo tanto, deben ser consideradas nulas y sin valor. Por eso, en base a la jurisprudencia europea, también exigió reiteradamente el pago de los intereses no devengados (unos 2.600€) que, en derecho, se denomina “lucro cesante”. Sobre esta cuestión, mi amiga Pilar también recibió, como respuesta, un silencio sepulcral de parte de CX.

Por último, las relaciones comerciales o contractuales, para que sean legítimas y vinculantes, deben ser equilibradas, ya que las dos varas de medir no son aceptables, ni desde el punto de vista ético, ni jurídico, ni social. Cuando un cliente de cualquier entidad bancaria no devuelve sus créditos en los tiempos establecidos, la entidad financiera le aplica una penalización, los llamados “intereses de demora”, que oscilan entre el 12% y el 39% de la cantidad adeudada dependiendo del banco. Por razonamiento analógico, cuando son las entidades financieras las que no cumplen con sus obligaciones, deben ser también penalizadas en la misma proporción. Por eso, sobre la base de unas relaciones contractuales equilibradas y justas, mi amiga Pilar exigió igualmente a CX que se aplicase a sí misma la penalización correspondiente por no haber cumplido con sus obligaciones y se le resarciera económicamente por ello, aplicando el baremo que CX utiliza para penalizar a sus clientes morosos. Y, como de costumbre, mi amiga Pilar también recibió, como respuesta, un silencio sepulcral de parte de CX.

3. Si el tonto útil de CX, Jordi Aymerich Luna, y su vicaria indocumentada e iletrada, Elisabeth Gª Bejarano, desean que Pilar y yo mismo enterremos el hacha de guerra, fumemos la pipa de la paz y hagamos mutis por el foro, eliminando de Internet todo rastro de la litis contra CX y sus tontos útiles, ya conocen nuestras exigencias (no confundir con solicitud o ruegos o peticiones), explicitadas en el punto 2., ut supra: CX debe completar la devolución de lo estafado (24,40€), satisfacer los intereses no devengados (unos 2.600€) y apechugar con la penalización (entre el 12% y el 39% de la cantidad adeudada)  por no haber cumplido con sus compromisos y obligaciones. Mientras esto no suceda, seguiré erre que erre, como tábano cojonero, denunciando los engaños y las estafas con los que CX ha desvalijado a sus clientes de toda la vida. No estoy dispuesto a que sea verdad lo que El Roto recogió en una sus viñetas, en la que aparecen un banquero y unos estafados y aquél dice a éstos: “Llegar a rico me costó lo vuestro”.

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octubre 24th, 2015 by lasvoces

Manuel I. Cabezas González es Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas; Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada; Departamento de Filología Francesa y Románica; Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Almagarinos, pedanía del Ayuntamiento de Igüeña, es un pueblo muy pintoresco tanto por su emplazamiento como por sus gentes. Por eso, merece una visita o, mejor, una larga y reposada estancia, sobre todo en la estación estival. Almagarinos está colgado, como un nido de águila,

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas, Manuel I. Cabezas. Foto archivo.

Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas, Manuel I. Cabezas. Foto archivo.

en lo alto del escarpado acantilado llamado Peñas de Aceite; y, por su ubicación, puede ser considerado como el vigía del valle del río Tremor, sito en el Bierzo Alto. Ahora bien, es también un lugar sin igual por sus gentes.

En este pintoresco pueblo, hay un espacio, que no es ni calle ni plaza o es las dos cosas a la vez, bautizado con el nombre de “El Parlamento”. Está situado enfrente del bar Gonçalves, único bar del pueblo, regentado por la hacendosa y, además, “cordon-bleu”, Deolinda: si pruebas sus sopas de trucha o sus patatas con corzo o jabalí, o su abanico de platos de bacalao (como buena portuguesa que es), seguro que querrás repetir o desearás volver cuanto antes.

Pero, no nos perdamos y sigamos con El Parlamento. Éste es un espacio muy concurrido y polivalente, donde los vecinos del pueblo se reúnen, bajo una pérgola, para parlamentar; para tomar el aperitivo o las copas de rigor (mediodía, tarde, noche y madrugada), los adultos varones y hembras; para disfrutar con los juegos de mesa, los niños y menos niños; y para hacer el filandón (reunión nocturna de mujeres para hilar y charlar, RAE dixit), las mujeres hechas y derechas; ahora bien, éstas ya no hilan, utilizando la rueca y el huso o, más bien, lo que hilan son palabras… y palabras… y palabras…, hasta bien entrada la madrugada.

Este verano de 2015, al ver a las “Filandonas”, siempre acurrucadas en un rincón de la pérgola (cf. foto ut supra), envueltas en sus mantas o cobertores o enfundadas en sus batas de boatiné, para protegerse del frío, e iluminadas por unas velas que les servían, al mismo tiempo, de brasero, uno de los convecinos las bautizó con el nombre de “las rumanas”. Al escuchar esta denominación, como Proust con su magdalena, me vino a la mente el recuerdo de un comportamiento lingüístico generalizado, que observé siendo niño y mozalbete, tanto en Almagarinos como en los pueblos del Bierzo Alto. En efecto, in illo tempore, los vecinos del pueblo abandonaban el uso de los nombres dados en el bautismo religioso y los reemplazaban por apodos o motes, fruto de un bautismo laico, en el que muchos parroquianos oficiaban de sumos sacerdotes.

Sin ánimo de ser exhaustivo y a vuela pluma, voy a recordar algunos, para ilustrar este fenómeno lingüístico y para que los maduros y menos maduros del lugar intenten recordar y descubrir el prístino nombre religioso e identificar al aludido. Los que me han venido a la mente, con la ayuda de algunos lugareños, son los siguientes: El Conde, El Pinto, Cabeza de Oro, El Fréjoli, Pascualín, Charly, Tisso, Pedorril, ***”El Puta”, *** “El Zorro”, El Plantilla, Porreto, El Llobín, El Perdigón, Pepe Gafas, Cutis, El Feo, El Llirón, El Cajonero o Lanfrán, Zoco,… “Que sais-je encore”?

Estos bautizos laicos no sólo eran individuales. También se bautizaba a colectivos, imponiendo gentilicios nuevos a los vecinos de cada pueblo del valle del río Tremor. Así, a los de Almagarinos, se les llamaba los saratos; a los de Pobladura de las Regueras, los franceses; a los de Rodrigatos, los gatos o venteros; a los de Tremor de Arriba, los túzaros o los túerganos;  a los de Tremor de Abajo y Cerezal de Tremor, los queicheiros; a los de la Granja de San Vicente, los ralengos; … Y suma y sigue.

Ante este comportamiento lingüístico del pasado reciente y ante esta cascada inconclusa de motes, quiero hacer algunas precisiones y arriesgar una explicación de los mismos. Por un lado, hay que subrayar el hecho de que sólo eran objeto de bautismo laico los hombres, nunca las mujeres. Por otro lado, hoy, la mayor parte están en desuso y ha desaparecido la costumbre de poner apodos a los convecinos. Y finalmente, hay que reconocer que algunos motes tienen una cierta dosis de mala leche o carga crítica.

Esto me lleva a plantear si estos apodos son, como afirmó el padre de la lingüística moderna, el suizo Ferdinand de Saussure, arbitrarios (p0r ejemplo, no hay ninguna razón o motivo de llamar “mesa” a una mesa; o “perro” a un perro) o todo lo contrario, es decir motivados. En bastantes casos, se podría establecer una relación clara y directa, es decir motivada, entre una persona concreta y el apodo. Y esto pondría en entredicho la teoría de F. de Saussure sobre la “arbitrariedad” del signo lingüístico.

Para terminar, me gustaría formular y arriesgar una explicación de estos bautizos laicos. Durante el régimen franquista (1939-1975), la Iglesia Católica fue omnipresente y omnipotente. Marcaba y ritmaba la vida social, cultural, escolar, laboral, etc. de la sociedad española, imponiendo sus valores, sus criterios y sus preceptos en todos los órdenes de la vida. Entre ellos, la obligación de bautizar a los recién nacidos y de ponerles sólo uno o varios de los nombres que figuran en el santoral; y, además, en español. Ante esta imposición y como reacción a la misma, yo me pregunto si los vecinos, tanto de Almagarinos como de los otros pueblos del valle del río Tremor, no utilizaron precisamente el bautismo laico como vehículo o instrumento simbólico de protesta, de resistencia y de rebeldía para contrarrestar el peso y el poder casi omnímodo de la Iglesia.

Esta interpretación parece estar corroborada por el hecho de que, en la sociedad secularizada de nuestros días, ya no se practican los bautismos laicos, para dar apodos nuevos a las gentes de Almagarinos. Sin embargo, como he expuesto más arriba, este verano, se volvió a los usos del pasado, cuando un convecino calificó con el apodo de “las rumanas” al grupo de “filandonas” del Parlamento. Ahora bien, discrepo con la adecuación de este mote que, sin duda, ha sido motivado por las imágenes de inmigrantes rumanas de etnia cíngara de los suburbios de Madrid, que han aparecido en los medios de comunicación. En efecto, las “filandonas”, por el atrezo y la vestimenta ocasional y nocturna, se asemejan más a las televisivas rumanas madrileñas que a las rumanas comunes; por eso, la inadecuación de llamarlas simplemente rumanas.

Y digo esto con conocimiento de causa. Hace más de un lustro, tuve la oportunidad de visitar, dos veces, la tierra del conde Drácula, Transilvania. Estuve más de dos semanas en Cluj-Napoca, la capital de esta región de Rumanía, y pude comprobar que los rumanos son física, social y culturalmente como nosotros, los españoles corrientes y molientes. No podríamos diferenciarnos de ellos. Por eso, de continuar con el apodo, propongo al oficiante del bautizo laico estival que rebautice a las “filandonas” con el nombre de “rumanas de etnia cíngara” y no “rumanas” a secas. Como dice la ley mosaica, no se debe utilizar el verbo en vano. Y así tendríamos un ejemplo más para poner en entredicho la teoría de Saussure relativa a la “arbitrariedad” del signo lingüístico.

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