junio 30th, 2017 by Custodio Ballester Bielsa

Redacción (Custodio Ballester Bielsa, párroco catalán)-. La peor corrupción, con mucho, de todos los partidos políticos que nos representan en los distintos parlamentos y que gestionan las innumerables administraciones de nuestros derechos y de nuestros dineros, la peor corrupción, decía en un artículo anterior, no es la económica, sino la moral. Es por ahí por donde se nos escapan las energías y finalmente la vida. Hospitalet de Llobregat (Barcelona) España, viernes 30 de junio de 2017. Fotografía: (Lasvocesdelpueblo)-. En la imagen, Sínodo 2015: Informe Final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco; sábado 24 de octubre de 2015. He aquí el texto del Informe Final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco, al final de la Asamblea General Ordinaria XIV (4 al 25 de octubre de 2015) sobre «La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo». Los obispos durante el sínodo 2015 en un hemiciclo del Vaticano. Archivo Lasvocesdelpueblo. 

¿Y la Iglesia? Si no fuese la que es la decrepitud de tantos clérigos en este frente, no estaría el mundo como está

Pero ¿y la Iglesia? Si no fuese la que es la decrepitud de tantos clérigos en este frente, no estaría el mundo como está. ¡Cuántos responsables eclesiales han dado y siguen dando alas para avanzar y escalar en tantas corrupciones! Cuántas veces aquellos que deberían vigilar y guardar al rebaño que Cristo les confió consienten y callan, callan y consienten. Eso si no se deciden a echarle un cable al mundo y a avalarlo en sus aberraciones. Demasiados casos de colaboracionismo activo se han producido. Ahí está el pasado Sínodo de la Familia Una parte demasiado significativa del episcopado dio sobradas muestras de su impaciencia por arrojarse en brazos del mundo y de su más chirriante mundanidad. Y eso venía de lejos, de muy lejos. Hagamos memoria.

¿Cuál fue la respuesta abrumadoramente mayoritaria del clero en todos sus niveles?, alzaron sus voces contra el “puritanismo” que emanaba de la encíclica

Pablo VI, 1968. Humanae Vitae. ¿Cuál fue la respuesta abrumadoramente mayoritaria del clero en todos sus niveles? Cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y también fieles, alzaron sus voces contra el “puritanismo” que emanaba de la encíclica. Igual que el pueblo de Israel cuando Dios se había empeñado en construirle la libertad que habían conseguido al huir del faraón. Pueblo de dura cerviz, que se pensaba que con la epopeya de la huida de Egipto, lo tenía todo hecho. Un pueblo que no entendía que si no se tejía la libertad con una trama y una urdimbre que estructurase y entretejiese la vida de todos y de cada uno en todos sus aspectos, la libertad sería una quimera. La libertad tenía que ser construida y preservada, además de conquistada. Eso lo entendió también Roma, que es el ejemplo que tenemos más cerca de nuestra comprensión, de cómo la corrupción de las costumbres acaba con una sociedad, por grandes que sean su dominación y su poder. Me refiero, claro está, al desmadre sexual que precedió al derrumbe del Imperio. Un botón de muestra: la conversión de las termas en prostíbulos, acabó alejando de ellas a la gente de bien, de manera que se hundieron las termas y la sana costumbre de bañarse. Ese efecto duró muchos siglos y marcó profundamente la Edad Media europea.

Pablo VI, el papa que tuvo que administrar el desmadre de la Iglesia que hizo aflorar el Concilio (como el Sínodo hizo aflorar el de hoy) y que luego seguiría desbocándose por las compuertas que se le habían abierto, este gran papa nos dejó el legado precioso de la Humanae Vitae: encíclica profética que nos advierte de adónde nos iba a conducir el plano inclinado de la relajación de doctrina y costumbres en cuestión de sexualidad anticonceptiva; y de la enorme responsabilidad de la comunidad eclesial en la corrupción que de ahí se seguiría.

Parafraseando a Chesterton, que decía que leía el Apocalipsis para ponerse al corriente de las últimas noticias, es oportunísimo recordar que para entender el origen de la deriva demencial de la ideología de género tan fuertemente implantada en nuestra sociedad, hay que ir a la Humanae Vitae de Pablo VI. A su texto, por supuesto; pero también a las reacciones que suscitó en el mundo y especialísimamente en la Iglesia. Justamente en el interior de la misma Iglesia, donde la encíclica hizo de espejo en que se reflejaron los más negros instintos que desembocarían en lo que son hoy muchísimos católicos y el mundo en cuanto a conducta sexual: sexo sin hijos (anticoncepción, aborto y homosexualidad) e hijos sin sexo (embriones congelados, reproducción artificial y vientres de alquiler).

Modernización a lo más esperpéntico, el gozoso aleteo de las mariposas que nos trajo el tsunami que hoy padecemos

Paradójicamente, con la misma trivialidad con que fue tratada la liturgia en el Concilio y sobre todo en el paraconcilio que le siguió y que se adueñó de la Iglesia, con esa misma trivialidad fue tratada la moral sexual. Fue la desbandada total y absoluta, que empezó en el arrumbamiento de los códigos litúrgicos y en la desacralización de la liturgia: que de ser lo más rigurosamente normado y rubricado, pasó a ser totalmente manipulable, con unos niveles de opcionalidad tan próximos a la arbitrariedad, que dieron lugar a las más extravagantes formas de celebrar que hemos ido viendo a lo largo de estos años. Y todo, absolutamente todo en nombre de la renovación conciliar, y de la mano de quienes se proclamaban “hijos del Concilio”.

He ahí pues que la tremenda deriva de la liturgia, que podemos visualizar muy bien en imágenes que van desde niveles comprensibles y aceptables de modernización a lo más esperpéntico, esa deriva es la fiel metáfora de la transmutación profundísima que sufrió la moral sexual de la Iglesia: y no en el Concilio, que daba lo mismo lo que éste dijese, sino en el pseudoconcilio que le siguió, en cuyo nombre se le dio carpetazo definitivo a la moral en que tan incómodos se sentían todos: cardenales, obispos, religiosos, curas y fieles. La consigna, que constituía por sí misma el código teológico, filosófico y moral, fue el alegre y gozoso aggiornamento que tanto tantísimo celebraron y exaltaron los medios, igual que hoy exaltan el dolce stil nuovo. La Iglesia poniéndose “al día” (del calendario del mundo) en todo. Fue el gozoso aleteo de las mariposas que nos trajo el tsunami que hoy padecemos. De aquella fina lluvia vino este barrizal; y de la inmundicia que le fuimos añadiendo, este cenagal.

La manipulación tecnológica, barra libre en que se convertía el sexo con esa nueva “moral” sexual, la mujer convertida en juguete erótico

Y en medio de esta escandalosa ofuscación postconciliar y para conciliar, que abrió paso al plano inclinado que llevaría a la degradación del santo matrimonio y de las relaciones conyugales, emergió con fuerza el papa Pablo VI, cuya clarividencia no ha recibido aún el reconocimiento que merece. Concatenó las secuencias de la manipulación tecnológica del sexo desde la anticoncepción al aborto, advirtiendo de que la víctima de todos esos supuestos avances, de esa modernización de las relaciones sexuales, de esa barra libre en que se convertía el sexo con esa nueva “moral” sexual, tan comprensiva, era siempre la mujer, convertida finalmente en producto de consumo y juguete erótico… de grado o por fuerza.

El confesionario, que había ejercido de poderoso dique de contención del impulso hacia el abuso sexual (las doctrinas hoy en vigor nos dicen que es meramente cultural, eso de que el hombre sea siempre el abusador, y la mujer siempre la abusada), se lanzó a abrir infinidad de grietas en lo que había sido una rígida moral sexual diseñada para poner freno a los abusos, como en todas las civilizaciones. Y los púlpitos enmudecieron… Dejó de ser ése un tema de predicación para convertirse en tema de formación de la juventud.

¿Con qué fuerza moral nos quejaremos de la invasión de corruptores del lobby LGTB cuando fuimos los que les desbrozamos el camino?

Los curas más modernos y enrollados adoctrinaron a los jóvenes de los activísimos centros parroquiales sobre la moderna sexualidad: relaciones prematrimoniales, claro que sí, anticonceptivos para descartar la excusa del embarazo, sexualidad abierta y sin trabas de ningún género, manifestación de que la Iglesia se había obsesionado en exceso reprimiendo la libre expresión sexual… Y fue a través de este nuevo frente de actividad de los sacerdotes más guais por donde se coló una corriente de corrupción sexual también dentro de la Iglesia. Y le cogieron gusto, también en los colegios, a esa nueva formación sexual que tan gravemente deformó y corrompió a muchísimos formadores. De esos polvos, el tremendo lodazal en que retozan tantos miembros de la Iglesia. Un lodazal elevado a la categoría de teología y defendido ardientemente. Y Pablo VI con su Humanae Vitae como un loco, la voz del que clama en el desierto. Tan loco y denostado como todos los profetas. ¿Con qué fuerza moral nos quejaremos de la invasión de la escuela por los corruptores del lobby LGTB, cuando fuimos nosotros los que les desbrozamos el camino?

¡Ojalá la fuerza de la Palabra de Dios ahuyente nuestro miedo y nos llene de valor para anunciar la Verdad!

Ahí está la comisión constituida ad hoc para reinterpretar la Humanae Vitae a la luz de la actualidad más rabiosa, presidida por Mons. Gilfredo Marengo, singular teólogo del agonizante Instituto Pontificio Juan Pablo II, donde lo deben estudiar todo menos la Evangelium Vitae, archivada en alguna estantería escondida y bajo llave. Marengo parece ser uno de esos rutilantes profesores de moral especialistas en reconciliar lo irreconciliable, en decir que cada antítesis teológica y doctrinal (anticoncepción sí- píldora no, aborto sí-aborto no…) debe ser relativizada y sustituida en una síntesis capaz de conciliar los opuestos. Lo importante es sumergirse en la práctica pastoral sin doblegarse a ideales teológicos demasiado abstractos y construidos artificialmente. Alucinante y más si olvidamos al Apóstol de los gentiles que afirmó, previendo ya a los futuros pazguatos que la liarían gorda: ¿Qué tienen en común justicia e injusticia? ¿Qué trato la luz y las tinieblas? ¿Qué concordia Cristo con Belial? ¿Es compatible el templo de Dios con los ídolos? Pues nosotros somos templo del Dios vivo. Por tanto, salid de en medio y apartaos de ellos –dice el Señor-. No toquéis lo impuro y yo os acogeré. (2Co 6, 14). ¡Ojalá la fuerza de la Palabra de Dios ahuyente nuestro miedo y nos llene de valor para anunciar la Verdad!

 

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junio 17th, 2017 by Custodio Ballester Bielsa

Redacción (Custodio Ballester Bielsa, Sacerdote de la Parroquia Inmaculada Concepción de Hospitalet de Llobregat, Barcelona)-. Y qué es lo que queremos salvar en esta campaña por la vida? Lo que queremos salvar, lo que nos urge salvar es la decencia moral. Sí, repito, la decencia. (…) Y en cuanto lo afiancemos, que no es cosa de dos días, Dios nos ayudará a seguir adelante y a luchar no sólo contra el infanticidio de los no nacidos, sino también contra la eutanasia de los ancianos y enfermos, desahuciados unos y otros por la moral utilitarista de médicos sin conciencia, también en hospitales de la Iglesia. Hospitalet de Llobregat (Barcelona), sábado 17 de junio de 2017. Fotografía: La “Marcha por la Vida” exigirá que se imponga una ecografía antes de abortar. Madrid, 9 de junio de 2017. (EFE).- La plataforma Derecho a Vivir ha convocado el próximo día 18 la VII Marcha por la Vida para exigir al Gobierno que imponga por ley a las mujeres embarazadas someterse a una ecografía antes de abortar, para que sepan así que “dentro de ella existe un ser humano con un corazón que late”. Los organizadores emplazan a los ciudadanos a salir a la calle para “hacer un homenaje a los más de 100.000 niños que mueren cada año en España a causa del aborto”, así como para “proteger la vida prenatal” y “ayudar a las mujeres a las que no se da otra alternativa que poner fin a su embarazo”, informan en un comunicado. Efe.

Me encanta el eslogan de la Marcha Nacional por la Vida de este año, y me encanta el objetivo concreto de esta campaña: conseguir que forme parte de los protocolos ordinarios de atención a la embarazada, la obligación de realizar la ecografía y de darle a conocer el resultado, es decir la imagen. Es un gran paso, un enorme paso, un paso de gigante. Si el aborto (por mejor nombre, infanticidio en un gran número de casos; pero eso sí, infanticidio terapéutico) ha llegado hasta donde está, lo ha hecho durante muchos años, labrando la conciencia social en dirección al aborto y al infanticidio, dando para ello muchos pasos.

¿Un paso para salvar vidas? No es éste el objetivo primario, sino secundario

Pues bien, si queremos desandar ese camino, es absurdo que pretendamos hacerlo de repente, como si no estuviese hecho ya un largo y perverso camino. Y en esta campaña por la Vida se trata de dar un paso, sólo un paso, pero muy consistente. ¿Un paso para salvar vidas? No es éste el objetivo primario, sino secundario; un efecto que sigue obviamente al objetivo que se persigue en esta campaña, que en Barcelona culminará en una marcha desde la Plaza Cataluña hasta la Plaza San Jaime el día 17 a las 17 horas.

Lo que queremos salvar, lo que nos urge salvar es la decencia moral. Sí, repito, la decencia

¿Y qué es lo que queremos salvar en esta campaña por la vida? Lo que queremos salvar, lo que nos urge salvar es la decencia moral. Sí, repito, la decencia. Porque el aborto y el infanticidio se sustentan en unos niveles de indecencia moral colectiva, comparables tan sólo con la indecencia colectiva que se necesitó para implantar el nazismo y con él, la limpieza étnica: el holocausto.

¿Y cuál fue la primerísima clave para que eso fuese posible? ¿La clave? ¡Cuál iba a ser! La ignorancia, la voluntad de ignorancia. Ojos que no ven –o no quieren ver-, corazón que no siente. Así de fácil. Y como la causa era nobilísima, la salvación y la grandeza de la Nación alemana y cosas así, pues se toleraba todo lo que pidiese el poder político para tan noble fin. Y la forma más fácil de tolerar los mayores demanes era no enterándose.

¿Por qué pensáis si no, que es muy importante el movimiento contra la pena de muerte?

Con el aborto y el infanticidio ocurre lo mismo: la mejor y más cómoda manera de afrontarlos es la ignorancia de que en todos los casos se trata de jugar con la vida humana (genérico), no con esta o con aquella vida humana, una más desarrollada otra menos, una más sana otra más enferma, una más digna, otra menos digna.

No se trata de las vidas concretas, que no es ésa la cuestión, sino de la vida humana. ¿Por qué pensáis si no, que es muy importante el movimiento contra la pena de muerte? ¿Porque se consideran valiosas las vidas de los delincuentes, hasta el punto de que a tenor de la tremenda promoción que se les hace, pareciera incluso que esas vidas son más valiosas que las de sus víctimas? Es justo la defensa de la vida humana en abstracto, lo que hace que sea necesario defender también esas vidas humanas concretas. ¿Vale?

¿O sí se puede matar a los niños por estar enfermos (…) y no se puede matar a los criminales, por muchos y horribles que sean sus crímenes?

¿Y para cuándo queda el enterarnos de que por el mismo principio de defensa de la vida humana en abstracto, es necesario defender la vida de aquellos a los que les hemos dado la vida por el puro egoísmo de disfrutar del sexo sin responsabilidades ni compromisos? En ese capítulo general de defensa de la vida humana (el del No a la pena de muerte) están también el no al infanticidio y el no al aborto. ¿O sí se puede matar a los niños por estar enfermos (eso sí, con tal de que aún no hayan nacido), y no se puede matar a los criminales, por muchos y horribles que sean sus crímenes? ¿A los criminales no, por el principio universal de defensa de la vida humana, y a los niños enfermos sí que los podemos ejecutar, si tienen el agravante de no haber nacido aún? ¿Dónde queda, pues, aquí la defensa de la vida humana?

La ciencia (ayudada eventualmente por la filosofía y por la teología) se ocupó tiempo ha, de demostrar que las mujeres no tenían alma, y de que los negros no eran seres humanos. Sí, sí, fue la ciencia la que se ocupó de fijar dónde están las barreras que determinan que una vida sea humana o no. Y es esa misma sacrosanta ciencia la que se desgañita hoy diciendo que mientras no haya sacado uno la cabeza del vientre materno, no es un ser humano. Con lo que quieren legitimar “científicamente” la escabechina de niños cuyo único delito es no haber nacido aún. Y a eso lo llaman ciencia, igual que llamaron “ciencia” a la que negó a los negros la condición de seres humanos.

Por eso tan importante que este año, el Movimiento Pro Vida en toda España, se centre en la llamada a la decencia, a la conciencia bien informada, a la denuncia de la general hipocresía de los ojos que no ven… que no quieren ver.

El corazón no engaña y mucho menos la evidencia; a luchar no sólo contra el infanticidio de los no nacidos, sino también contra la eutanasia

Pues nada, no hace falta tanta biología sofística para llegar a la conclusión tan simple de que Un latido, una vida. Con este eslogan no dejamos fuera a los que aún no han desarrollado un corazón que empiece a latir y estamos dando un gran paso. El corazón no engaña y mucho menos la evidencia. En cuanto lo afiancemos, iremos a por más pasos todavía. Si tanteamos nuestras fuerzas y vemos que de momento sólo nos alcanzan para defender aquellos a los que ya les late el corazón, hagámoslo.

Luchemos contra el infanticidio, que no es poco. Demos de momento este paso. Y en cuanto lo afiancemos, que no es cosa de dos días, Dios nos ayudará a seguir adelante y a luchar no sólo contra el infanticidio de los no nacidos, sino también contra la eutanasia de los ancianos y enfermos, desahuciados unos y otros por la moral utilitarista de médicos sin conciencia, también en hospitales de la Iglesia.

De momento, apelamos al latido del corazón, que es la gran evidencia para la que no se necesitan científicos porque nunca podremos negar lo ven nuestros ojos y escuchan nuestros oídos.

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